8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para vivir. Bajo ese lema se alzaron numerosas huelgas y luchas obreras durante la primera mitad del siglo XX en Europa y el resto del mundo para acabar con el esclavismo y la barbarie en las fábricas en las que obreros, obreras e incluso niños y niñas trabajaban hasta 14 horas.
Por: Mercè Roure y Laura Requena
Esa reivindicación que se remonta a finales del siglo XIX, y que nos puede parecer de lo más obvio, parece que ha sido olvidada por el Parlamento griego, que ha aprobado por iniciativa de su Ejecutivo conservador Kyriakos Mitsotakis, la jornada laboral de hasta 13 horas diarias, es decir, de 78 horas a la semana.
Esta nueva ley prevé que los y las trabajadoras puedan tener un segundo empleo de hasta 5 horas, además de su empleo principal de 8 horas. Es decir, hacer trabajar más a los más pobres. No solo eso, sino que la ley también permite tener “empleados de guardia” y que la empresa pueda disponer de trabajadores cuando los necesite avisando tan solo 24 horas antes.
Esta ley, fue aprobada con los votos en contra de todos los partidos en la oposición, pese a que el pueblo trabajador griego respondió a la propuesta saliendo por miles y miles a las calles de las principales ciudades griegas en el marco de una huelga de 24 horas convocada por el sindicato de funcionarios, a la que se sumó personal docente, sanitario y de transporte, entre otros. Una jornada de protesta en la que se podían leer pancartas con lemas como: “no seremos esclavos modernos”.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
En las redes sociales algunas personas compartían la idea de que esta ley es la demostración de que «no todos los partidos son iguales», en referencia al partido gobernante, Nueva democracia, que en junio consolidó su segundo mandato como primer ministro del país tras obtener la mayoría absoluta con más del 40% de los votos.
Desde luego, no todos los partidos son iguales, pero este resultado electoral no es casualidad. Recordemos que pese a la negativa del pueblo griego expresada en un referéndum, fue el partido Syriza, alabado y considerado como ejemplo a seguir por las direcciones de todos los partidos neoreformistas como Podemos, quien terminó aplicando todas las exigencias criminales de la troika durante su mandato. Con su traición al pueblo griego, no sólo sellaron su suerte (Syriza sufríó en los últimos comicios una estrepitosa derrota electoral, obteniendo su peor resultado hasta caer al 20% de los votos), sino que resucitaron y allanaron el camino hacia el poder de la podrida derecha ultraconservadora y ultraneoliberal agrupada hoy en Nueva Democracia.
La respuesta hipócrita de Yolanda Díaz
La actual ministra de Trabajo en funciones no ha tardado en manifestar su “preocupación” y rechazo a esta nueva ley del gobierno griego, algo que es, cuanto menos, irónico, ya que su reforma laboral no ha hecho otra cosa que profundizar la temporalidad, obligando así a miles de trabajadores y trabajadoras a tener más de un empleo. ¡No sólo es Grecia! También en el Estado Español, son miles los trabajadores/as que se encuentran en la economía sumergida y por desgracia, las horas extras no declaradas ni pagadas son una práctica común
Las declaraciones de Yolanda Díaz además, chocan de lleno con las del presidente de los hosteleros que afirmaba que en hostelería siempre se ha trabajado media jornada: “de 12 a 12”. Aunque quiso recular y declaró posteriormente que se trataba de “una broma”, la precariedad en el Estado español es una realidad, pues no hay legislación alguna que limite las horas de trabajo para los y las trabajadoras pluriempleadas. Es más, en el Estado español, el número de pluriempleados es de más de medio millón. No solo eso, sino que aún hay sectores que superan la jornada de 8 horas, como por ejemplo en el sector de los rodajes. Eso es así porque queda recogido en el artículo 34.1 del Estatuto de los Trabajadores: El número de horas ordinarias de trabajo efectivo no podrá ser superior a nueve diarias, salvo que por convenio colectivo o, en su defecto, acuerdo entre la empresa y los representantes de los trabajadores, se establezca otra distribución del tiempo de trabajo diario, respetando en todo caso el descanso entre jornadas.
Es decir, que por mucho que se escandalice la señora ministra, en el Estado español es perfectamente posible trabajar más de 13 horas, como ha introducido Grecia.
Es preciso sacar las lecciones necesarias
La nueva Ley del parlamento heleno se aprueba en un momento en que el aumento de la inflación y de los precios de la energía, están generando por parte de la burguesía y de todos los gobiernos, un ataque generalizado a los salarios directos y diferidos de la clase trabajadora en toda Europa. De esta manera, Grecia, se convierte en laboratorio donde experimentar una nueva vuelta de tuerca a nuestras condiciones de vida y en un espejo de lo que se nos puede venir, si no salimos a luchar en el resto de los países del sur de Europa.
Pero es necesario sacar las lecciones necesarias de las huelgas y movilizaciones que está habiendo, muchas de las cuales terminan derrotadas pese a la combatividad de quienes salen a luchar. Y la primera lección de todas es la de la necesidad de arropar y unificar todas las luchas sociales, laborales o en defensa de nuestros derechos democráticos, retomando la tradición obrera de la solidaridad internacionalista, lo que es hoy una necesidad vital del movimiento obrero europeo para lograr torcer el brazo de los distintos gobiernos.
Para ello, es preciso enfrentar las distintas burocracias sindicales que en cada lugar se oponen a organizar y, más aún, a plantear, una lucha unificada por objetivos comunes a escala de la UE, cuando es la propia UE quien está directamente involucrada en la ofensiva europea contra los derechos laborales, las pensiones y los servicios públicos. Una respuesta así sólo puede estar apoyada en el sindicalismo combativo y en una izquierda que tenga claro que no hay salida sin enfrentarse de forma unificada a la Europa del Capital
Trabajar menos, trabajar todas
La jornada de 8 horas fue una conquista histórica de la clase trabajadora, pero ahora nos toca a los y las trabajadoras actuales dar un paso más. Para combatir el desempleo, reorganizar la economía y ponerla al servicio de las personas y la sostenibilidad ambiental, es necesaria una reducción drástica de la jornada de trabajo sin reducción de salario y repartir el trabajo entre toda la población activa.
Retomando las enseñanzas de Marx y Engels, debemos caminar como sociedad hacia una concepción del trabajo como algo comunitario, de contribución a la sociedad, no como el chantaje que supone ahora mismo trabajar para poder vivir. Debemos aspirar a un modelo de sociedad en que la vida esté garantizada a todo el mundo, que todos y todas tengamos techo, pan y suministros básicos, una sociedad en que desaparezca el macabro concepto de “ganarse la vida”. Para eso, la clase trabajadora necesitamos algo más que un liderazgo combativo para ganar huelgas y conquistar derechos. Necesitamos un partido propio, un partido obrero basado en las organizaciones de nuestra clase y las organizaciones de l@s oprimid@s, que lleven a la clase trabajadora y el pueblo pobre a tomar el gobierno y la economía en sus propias manos, en el camino hacia una sociedad socialista.