Cuando Rusia invadió Ucrania hace un año, desde los EEUU y con sus acompañantes europeos, aprobaron toda una serie de medidas económicas con el objetivo más que manifiesto de asfixiar la economía rusa, y con una ayuda militar a Ucrania muy controlada, esperaban que el gobierno de Putin colapsara. Esperaban una caida del 10% del PIB, y así, de esta manera, la victoria sería «fácil», y la relación coste-beneficio de la guerra les sería muy favorable.
Pero la realidad no fue como ellos preveían, la caída solo ha sido del 2% en el 2022, y está previsto que este año crezca ligeramente.
El problema de todo esto es que se creen su propia propaganda; ni Rusia ha colapsado, ni las sanciones han roto las alianzas tejidas a su alrededor: los BRICS, a los que se suma ahora Argelia, no solo no han sancionado a Rusia, sino que han incrementado el comercio entre ellos avanzando en lo que se llama la «desglobalización»; es decir, la ruptura entre las dos cadenas económicas mundiales que se están conformando, la que se agrupa alrededor de China y la que se agrupa alrededor de los EEUU y la OTAN.
Unas sanciones limitadas: el saqueo de las cuentas
Esta realidad de «desglobalización», que a la burguesía china no le gusta nada, puesto que le limita los mercados a los que tiene acceso, hizo que las sanciones supuestamente duras contra Rusia fueran en realidad más suaves que las que se impusieron a Corea del Norte, a Irán, a Cuba o a la propia URSS tras la revolución.
No se imponían, por ejemplo, lo que se llaman las «sanciones secundarias», es decir, impedir que las mercancías rusas salieran por otros conductos como China, India, Pakistán, etc. Se limitaron a saquear / bloquear las cuentas rusas en el extranjero, en una cifra que el FMI sitúa en los 300 mil millones de dólares.
Por cierto, este método de bloquear/saquear cuentas fuera de tu jurisdicción estatal sin que medie sentencia judicial del estado en cuestión, sino por una decisión política, además de ser un torpedo a la línea de flotación de la justicia burguesa -nadie puede ser condenado sin un juicio justo-, lo es a la democracia burguesa, a la tan cacareada separación de poderes; y recuerda al viejo método con el que el imperio británico fue construido, y el capitalismo realizó la acumulación primitiva de capital: los corsarios.
Un corsario era un pirata que tenía «patente» (permiso) de un estado para atacar los buques mercantes de otro estado, y tenía como refugio los puertos del estado que le otorgaba la «patente de corso». Tan doble moral suponía esta patente, que el más famoso de ellos, Francis Drake es un «héroe» (sir Francis Drake) en Gran Bretaña, y un simple pirata en el Estado Español (conocido como el “pirata Drake”).
Un mundo diferente
El imperialismo yanqui, necesitado como está de dinero líquido (la brutal deuda pública y privada y las quiebras bancarias que se están sucediendo, lo vienen a confirmar), se conformaba con asaltar las cuentas de los capitalistas rusos, y esperaban, de rebote, que el gobierno de Putin se asustara y colapsara.
Pero la realidad mundial no tiene nada que ver con la que le permitió ahogar a régimen irakí, para después darse el paseo militar en la II Guerra del Golfo. Los BRICS acuuales (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) concentran el 40% de la población mundial, el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) y producen más de un tercio de la producción mundial de cereales.
Hoy el mundo tiene otros gendarmes y otras potencias que rompen un cerco de sanciones e impiden que las consecuencias de esas sanciones puedan ser las que preveían. El imperialismo euronorteamericano no puede imponer las “sanciones secundarias” porque serían ellos los que se aislarían de los centros productivos y financieros mundiales.
No es que no quieran provocar el colapso del gobierno de Putin para realizar el sueño húmedo de semicolonizar Rusia, como semicolonizaron todos los estados del este europeo tras el hundimiento de la URSS; pero a lo largo de estos años, y consecuencia de su decadencia, en torno a Rusia se han ido tejiendo unas alianzas que impiden que esas sanciones sean efectivas.
Además, tantos siglos de colonialismo e imperialismo euro norteamericano, basado en el esclavismo, el racismo y el supremacismo blanco, han creado tanto resentimiento en el mundo, que hasta antiguas semicolonias como el Congo le dicen al que fuera el hegemónico en la zona, el imperialismo francés que “hasta aquí hemos llegado”.
De hecho, el presidente Macron fue recibido en el Congo por manifestantes que portaban la enseña rusa y que exigían la inmediata desvinculación entre Macron y el gobierno de Félix Tshisekedi. “Los ciudadanos congoleños critican a Francia, y a Occidente en general, por el apoyo económico prestado a Ruanda a lo largo de las últimas décadas, especialmente desde que la ONU demostró que Ruanda financia a la guerrilla del M23 que opera en el este de RDC. Acusan a Occidente de esto, pero también de hacer la vista gorda ante las políticas belicistas del presidente ruandés. Todo ello ha dejado abierta la posibilidad de que República Democrática del Congo imite el ejemplo de otros países africanos, acercando posturas con Rusia en detrimento de Europa. De hecho, hace tres meses que se piensa que un pequeño contingente del grupo Wagner forma parte de una misión de asesoría del ejército congoleño en el este del país, después de que testigos sobre el terreno hayan confirmado la presencia de mercenarios blancos en la ciudad de Goma” (La Razón, 05/03/23)
Teniendo en cuenta que el capitalismo chino es, tras el europeo, el primer inversor en el continente africano, está claro que este resentimiento antioccidental africano tiene un sostén financiero que lo hace parte, no de una lucha de liberación nacional como sucediera en los años 60 y piensan algunos sectores de la izquierda ligadas al “castrochavismo”, sino del conflicto interimperialista que atraviesa hoy todas las relaciones internacionales.
¿Si esto sucede en un continente expoliado y saqueado como ninguno, el africano, que no sucederá con potencias emergentes como India, Pakistán, Turquía, Brasil, o Arabia Saudí?.
La decadencia de la hegemonía euro norteamericana es tan profunda que un aliado estratégico del los EEUU y Gran Bretaña, Arabia Saudí, acaba de romper el cerco a Irán, y por mediación de la diplomacia china, han acordado reabrir las embajadas y restablecer relaciones entre ambos. A China no le preocupan -como tampoco a los euro norteamericanos- que Arabia Saudí, como Irán, sean dos de los estados más reaccionarios del mundo; lo que le interesa es que haya “paz» para poder hacer negocios con ellos.
En un mundo en el que la “crisis de gobernanza” mundial es la característica central, ninguna sanción puede hacer colapsar un estado; no lo consiguieron con Cuba, con Corea del Norte, con Irán, y menos que menos con Rusia. Van a tener que abandonar su hipócrita defensa de los derechos humanos y las libertades, quitar el velo de su “humanitarismo”, y demostrarse ante el mundo como lo que son, enemigos de la humanidad, que con sus políticas colonialistas, racistas e imperialistas nos han traído hasta la situación actual.
No son mejores los que dicen defender un “mundo multipolar”, solo buscan sustituirlos en la hegemonía dentro de la sociedad capitalista mundial con China a la cabeza. Pero hoy el “león herido” es el imperialismo euro norteamericano, y ya se sabe lo que se dice de una fiera herida.
Galiza, 15/03/23