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Declaración del 8 de marzo | Contra la violencia machista, la ultraderecha y la barbarie capitalista

¡Organízate con las trabajadoras que luchan: contra la violencia machista, la ultraderecha y la barbarie capitalista!

¡Depuración de jueces machistas y franquistas!

Asistimos a una nueva jornada del 8M preocupadas por el ascenso de la ultraderecha en el mundo, que, capitaneada por las brutales medidas que está llevando a cabo Trump y su equipo de gobierno, se siente fuerte para lanzar sus ataques y su discurso de odio sobre las mujeres y el conjunto de los oprimidos.

Por: Corriente Roja

Una ultraderecha que responde a las necesidades históricas del capital y que se aprovecha del empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos para atacar a las mujeres, migrantes o al colectivo LGTBI, usándolos como chivos expiatorios con los que desviar la atención de los verdaderos responsables de la crisis capitalista en la que vivimos, dividiendo de paso a la clase trabajadora.

Pero si su demagogia populista cala en un sector de la clase trabajadora, es porque los gobiernos burgueses que se autoproclamaron progresistas no dudan en recortar derechos e imponernos ataques muy duros para preservar los beneficios y privilegios de la burguesía.

Frente a su desmemoria, es preciso reivindicar de dónde venimos y sacar las lecciones necesarias.

En ocasión del 50 aniversario de la muerte de Franco, el gobierno afila su propaganda para “poner en valor la democracia ante las nuevas generaciones”. Durante la transición, miles de mujeres, en especial trabajadoras, estudiantes y miembros del colectivo LGTBI, estuvieron en la primera línea de lucha por los derechos democráticos y económicos que el franquismo reprimió a sangre y fuego, sumando a este combate sus reivindicaciones específicas.

Años después, tras la crisis capitalista de 2007 en la que aún seguimos y que afectó especialmente a los sectores oprimidos, la indignación ante los ataques y recortes de todos los gobiernos, así como ante una violencia machista que no daba tregua, sacó también a la calle a millones de personas con las mujeres al frente. Para exigir más recursos contra la violencia machista, para defender nuestros derechos sexuales y reproductivos, para denunciar la brecha salarial y en las pensiones, así como la privatización de lo público que carga sobre nosotras el trabajo de los cuidados. Fueron años de un enorme ascenso feminista, que tuvo también su reflejo en otros lugares del mundo.

El objetivo de todos los gobiernos fue entonces intentar desmontar ese ascenso, ya sea criminalizándolo o desviándolo como fuera. Y es ahí donde la estrategia de los gobiernos llamados progresistas, como los dos gobiernos de coalición del PSOE, fue cooptar a sus dirigentes e intentar reconducir la lucha al redil institucional. De este modo, hemos visto que quienes entraron en política para “asaltar los cielos” terminaron siendo cómplices de los ataques que sufrimos e incluso agentes directos de la violencia machista que prometieron combatir.

Esto no puede extrañarnos si pensamos que quienes integran el actual gobierno de coalición son los sucesores políticos directos de quienes, hace 50 años, terminaron maquillando las instituciones del franquismo y traicionando las luchas, incluyendo la feminista, para lograr su integración en un régimen que, en lo esencial, es continuista del franquismo.

Parte de su estrategia para desactivar el movimiento feminista fue vaciar nuestras demandas de contenido de clase y volver a convertir fechas emblemáticas como el 8M —que este año volverá a sacar a miles de personas a la calle porque sobran motivos para ello— en un día lúdico. Un día festivo en el que los gobiernos responsables de nuestra situación se hacen la foto y encabezan las movilizaciones a golpe de batucada. Es en ese escenario, con un movimiento feminista desactivado, dividido, debilitado y preso de la lógica institucional, donde la ultraderecha se hace fuerte.

Un sistema judicial heredero de la judicatura franquista y al servicio de la clase dominante

Ese adoctrinamiento progresivo del movimiento feminista terminó haciéndonos creer que bastaba con cambiar las Leyes, olvidando a quienes las aplican: un Sistema Judicial que nunca fue depurado y donde el machismo, lejos de ser la excepción, es la norma. Que ni nos escucha ni nos cree, como le ocurrió a Lina, cuya denuncia no fue suficiente para imponer una orden de alejamiento a su asesino. Un sistema judicial que revictimiza a quienes nos atrevemos a denunciar, como hemos visto en el infame interrogatorio del juez Carretero a Mouliaa.

Un sistema judicial que se sabe intocable y castiga a quienes se atreven a desafiarlo, como hicieron y siguen haciendo con Juana Rivas. Y que aplica una vara de medir muy distinta según la clase social de quien juzga, como ilustra la sentencia sobre Rubiales, condenado a pagar una multa ridícula para él y absuelto del delito más que demostrado de coacciones hacia Jenni. Todo para salvar la imagen del club, de la Federación de fútbol y de su cúpula directiva.

Un sistema judicial que está al servicio de reprimir la lucha social, como deja claro la condena a tres años y medio de prisión a las trabajadoras de la pastelería La Suiza en Gijón por su acción sindical.

La salida para acabar con la opresión de género y el resto de las opresiones no es pedir más medidas punitivas a este sistema judicial burgués, que no está para protegernos, sino para proteger el orden social y señalarnos con su dedo acusador cuando nos atrevemos a cuestionarlo. Que utiliza su omnímodo poder para esterilizar las escasas conquistas democráticas que logramos arrancar a los gobiernos, que, aunque critiquen algunas decisiones judiciales, nunca van a depurar la judicatura, porque es uno de los engranajes de este régimen del que también forman parte.

¡Por un movimiento feminista de clase y combativo!

Frente a la impunidad y la complicidad social con el machismo y otras ideologías opresivas, este 8M seguiremos exigiendo juicio y castigo para los agresores. Saldremos a enfrentar a la ultraderecha y a exigir medidas que nos protejan y más recursos para poder aplicarlas, al tiempo que denunciamos las medidas antiobreras y, ante la actual emergencia habitacional del gobierno, que nos condenan al paro, la pobreza o la precariedad y a vivir con nuestros agresores.

Necesitamos volver a construir un movimiento feminista combativo que sea parte de un movimiento unitario más amplio de la clase trabajadora, la juventud y el conjunto de sectores oprimidos. Para ello, es preciso combatir de forma cotidiana en nuestros barrios, centros de trabajo y estudio y en las propias organizaciones de clase el machismo, el racismo, la LGTBIfobia y todas las ideologías que nos dividen.

Solo así seremos capaces de ponernos de nuevo en pie y organizarnos con independencia de clase en la tarea de enfrentar y derribar este régimen y este sistema capitalista injusto que, como sistema de explotación y opresión, genera, sostiene y reproduce todas las opresiones. Y para que ello pueda ser una realidad, es central hoy la construcción de un partido socialista y revolucionario, estatal e internacional.

Este 5A: ¡Todas a las calles! ¡La lucha por una vivienda digna también es la lucha contra el machismo!

El problema de la vivienda en el Estado español tiene un claro rostro de mujer, y así lo demuestran informes de la PAHC Barcelona, casi un 30% de los hogares atendidos por riesgo de pérdida de su casa son familias monomarentales. Y es que no es casualidad, cuando la mayoría de contratos temporales y trabajos precarizados recaen sobre nosotras y nuestras hermanas migrantes, o cuando encabezamos el desempleo.

Hay que dejar claro a los gobiernos que se llenan la boca con muchos discursos y pocos hechos que la precariedad es la mejor aliada del machismo, que no hay igualdad ni justicia sin acceso a una vivienda digna y accesible que nos permita vivir libres de nuestros agresores.
Por eso Corriente Roja hacemos un llamado a llenar las calles de todo el Estado el próximo 5 de abril, por un parque público de vivienda, por la regularización del precio de los alquileres, por la prohibición de los desahucios. ¡Porque la vivienda tiene que ser un derecho, no un bien de mercado!

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