A finales del septiembre pasado el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) puso en solfa toda la política que desde la Comisión Europea tienen en su alianza estratégica con el régimen marroquí, y, especialmente, los gobiernos francés y español.
Por: Roberto Laxe
La sentencia es resultado de un recurso presentado por el Frente Polisario contra los acuerdos sobre pesca y agricultura entre la UE y Marruecos; se anulan porque para su firma no han contado con el “consentimiento del pueblo saharaui” a través de su representante, el Frente Polisario, al que reconoce como portavoz legítimo de sus intereses.
La contestación de la Comisión Europea es lapidaria, a pesar de la sentencia seguirá trabajando «estrechamente con Marruecos en todos los ámbitos en los que ambos socios mantienen relaciones de colaboración». Por su parte, el ministro de agricultura español, en una entrevista, fue más lejos; los acuerdos con el régimen marroquí, diga lo que diga la sentencia, están “muy por encima” de la anulación de los acuerdos, que es lo que se dice en ella.
Bravo Sr Planas, ministro de agricultura; toda la teoría de la separación de poderes al desagüe, los intereses políticos -que según Lenin son “economía concentrada”- están por encima de lo que diga incluso su misma justicia, burguesa e imperialista.
De hecho, al ministro le preguntan que, si van a negociar con el Frente Polisario, al que la sentencia le reconoce legitimidad para hacerlo, y no contesta, pero ratifica que ellos van a ir a Rabat a negociar con el régimen marroquí.
“Los sagrados intereses” que una sentencia no puede vulnerar
No es ninguna novedad que la división de poderes es un engaño para los incautos que confían en la democracia burguesa. Si la sentencia les hubiera sido favorable, estarían diciendo que hay que aplicarla hasta las últimas consecuencias y quién la criticara vulneraba la “sacrosanta” división de poderes; pero como la justicia, que a veces va de por libre, les contradice en su política imperialista, dicen que la “política” está por encima de la “justicia”.
Pero veamos cuáles son esos “sagrados intereses” que les lleva a vulnerar uno de los principios fundacionales de la democracia burguesa, la separación de poderes.
Son de dos tipos, económicos puros, y geopolíticos.
1.- Comencemos por los económicos.
El Estado español entregó el Sahara a Marruecos en un proceso de descolonización que todavía no ha acabado -el régimen español sigue siendo la potencia administradora-, garantizándose un acceso a las riquezas agropecuarias, el llamado “banco canario-saharaui”, y minerales del territorio a través de sucesivos acuerdos comerciales, que comenzaron con los acuerdos Tripartitos de Madrid, suscritos por el Estado español, Marruecos y Mauritania. Estos se cayeron del acuerdo, cuando reconocieron la derrota ante el pueblo saharaui.
A partir de aquí, Marruecos es el instrumento privilegiado para el imperialismo español y francés en la colonización y saqueo del Sahara, que ha dado un paso cualitativo en los últimos años, con el reconocimiento expreso de estos dos estados de la “marroquinidad” del territorio saharaui.
Se sacaron las caretas hipócritas de los últimos 40 años, cuando, mientras decían reconocer el derecho de los saharauis a la autodeterminación, no movían un dedo porque fuera efectiva. Fue el cansancio de la población saharaui la que, al reactivar la guerra contra Marruecos, ha sacado esas caretas.
Los “sagrados intereses” que España y Francia, junto con la UE, defienden en el Sahara tienen nombre y apellidos. La anulación del acuerdo afecta a 92 de las 138 licencias que faenan en la zona corresponden a su pabellón, en concreto, a las flotas andaluza, gallega y canaria.
La sentencia obliga a las empresas agrarias que exportan productos con el “made in Marrocos” a poner su verdadero origen, su etiquetado debe indicar únicamente el Sahara Occidental como país de origen de esos productos, excluyendo cualquier referencia a Marruecos.
Pero no solo; la mitad de las empresas del Ibex 35 tienen negocios en Marruecos, que considera el Sáhara Occidental una parte de su territorio, aunque Naciones Unidas opine lo contrario.
En este marco, el capital gallego tiene una responsabilidad específica en la ocupación, no solo porque los armadores gallegos son los principales beneficiarios de los acuerdos pesqueros, sino porque suministran armas para reprimir al pueblo saharaui.
En una investigación de elDiario.es se demostró que la naviera gallega Rodman (en la Ría de Vigo) había exportado ilegalmente buques militares haciéndolos pasar por embarcaciones civiles, así como el uso de vehículos blindados de otra empresa gallega, Urovesa (en Compostela), para reprimir las protestas del pueblo saharaui.
2.- Geopolíticos, que también son económicos, solo que a medio-largo plazo, pues buscan dilucidar quién hereda el “trono” en el mercado mundial por la crisis del orden jerárquico que había resultado de la II Guerra Mundial.
Es evidente para cualquiera que el mundo vive una situación de guerra abierta en ciertas zonas del mundo, silenciada en otros y soterrada en todo el planeta.
Las primeras son las más evidentes, la de Ucrania y Oriente Próximo; la silenciada es la que se está dando en el Sahel y Centro África o la guerra en el Sahara, que se reactivó tras décadas de incumplimientos de la llamada “comunidad internacional” de las promesas al pueblo saharaui. La soterrada es la represión que en Europa y los EEUU han desatado contra todo el movimiento de apoyo al pueblo palestino.
La situación actual del Sahara hay que entenderla en esta guerra “global” declarada por la OTAN en junio del 22; porque el régimen marroquí cumple en el norte de África el mismo papel que el estado sionista de Israel en Oriente Próximo; garantizar que el orden imperialista euro norteamericano se mantiene. Un papel que se refuerza tras la expulsión de las tropas de la OTAN del Sahel, principalmente las francesas y norteamericanas, aunque también españolas y alemanas.
El régimen Marroquí es, además, uno de los principales aliados del sionismo en su guerra de exterminio contra el pueblo palestino, al que avalan dentro del mundo árabe y del que reciben tecnología militar.
Una primera conclusión
Estos son los “sagrados intereses” que llevan a la UE a saltarse a la torera sus principios democráticos, convirtiéndose en “marxistas” de Groucho: “estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”. Y esos “otros principios” son financiar, sostener y avalar un régimen dictatorial como el marroquí al servicio de los intereses del gran capital imperialista.
Por este motivo, la lucha del pueblo saharaui que se manifiesta en esta sentencia, como también en la resistencia a la ocupación, es un torpedo en la línea de flotación a la UE. No solo desnuda su verdadero carácter imperialista, sino también todo el mensaje nacionalista reaccionario, español o francés que dicen defender a sus campesinos, mientras se venden mercancías agropecuarias a bajo precio procedentes de un país colonizado, el Sahara.
Los pueblos de Europa tienen una responsabilidad muy directa en que el pueblo saharaui alcance su independencia denunciando la política de rapiña que desde la UE se defiende, exigiéndoles que rompan todas las relaciones económicas, políticas y militares con el régimen marroquí. Y si realmente se creen los principios de la democracia burguesa de separación de poderes, deberían aplicar, ya, la sentencia del TJUE.
En este aspecto, sobre el pueblo gallego recae una responsabilidad específica, puesto que el mejor apoyo al pueblo saharaui es enfrentar a sus propios capitalistas y a sus gobiernos; a los armadores que saquean el banco saharaui y la industria del armamento que vende armas a la monarquía alauita. Las organizaciones políticas, sindicales y sociales gallegas deben encabezar esta lucha. Hay que aprender una lección, la resistencia y la lucha de un pequeño pueblo expulsado al desierto puede poner patas arriba a toda una gran potencia imperialista, la UE.
Imagen: CC BY-SA 4.0 por Western Sahara