El juicio contra Willy Toledo, los presos catalanes, el 155 y las bandas quitalazos, Valtonic, las declaraciones de Toni Cantó sobre la desaparición del castellano en Galiza (este tío no ha pisado Ferrol, Coruña o Vigo, donde hacer vida normal en gallego es imposible, somos «inmigrantes en nuestra propia tierra»), Casado y su «pistola sobre la mesa», la provocación de la subida del 1.5% a la casa Real «como si fueran funcionarios»…, (¿pero qué oposición han aprobado?) y la inviolabilidad del anterior rey… El verdadero carácter de la justicia, además de burguesa («está hecha para los robagallinas») es neofranquista (la mayoría de los altos cargos son del OPUS DEI), y más que quedan en el tintero, no son actitudes de la caspa, de «individuos» ignorantes,…
No es un problema de mayor o menor cultura, como a veces podría parecerlo; es un problema político de primero orden. Son las instituciones de un régimen en decadencia, que se defienden como gato panza arriba. El 69% de la población, según el CIS, quiere una reforma de la Constitución… Casi dos de cada tres de los encuestados y encuestadas por un organismo oficial dice si a la «reforma».
Ya conocemos cómo se cocinan estas encuestas; así que la izquierda, si quiere realmente ejercer de tal debe enfrentar, no la reforma de una constitución irreformable, puesto que los mecanismos parlamentarios establecidos lo hacen imposible sin contar con el «búnker»; sino la ruptura con ella, poniendo sobre la mesa la necesidad de abrir un verdadero proceso constituyente, que encare de manera democrática los principales problemas sociales y políticos de los pueblos del estado y la clase obrera.
Lo contrario de su actual actitud de convertirse en lo que está siendo, la muleta «social» del régimen apoyando al gobierno, que es la «muleta política» del régimen; que junto a la «muleta judicial» neofranquista y a la «institucional» (Casa Real y ejército), dan estabilidad a una forma de estado que todo el mundo considera agotada. Ser esa «muleta social» los convierte en parte del problema, y no de la solución.
La ruptura con el régimen y la apertura de un proceso constituyente, no caerá del cielo como fruta madura, sino solo como consecuencia de la movilización social que ponga en el centro la resolución de las necesidades sociales y políticas de la población trabajadora; no solo de salario vive el ser humano, vive de la cultura, de las libertades, de las relaciones libres e iguales entre las personas. Es más, el recorte de las libertades y la represión les es imprescindible para imponer los recortes sociales y laborales: «el poder está en la punta del fusil»,… o de la porra y la cárcel.
Todos los ataques a los derechos laborales, sociales y políticos desde el búnker del régimen, nos dicen que éste no va a ceder sus privilegios porque se les convenza en un debate dialéctico ni a través de una mera votación parlamentaria. Solo la movilización unitaria, sostenida en el tiempo, con objetivos claros y precisos, sin claudicaciones a los cantos de sirena de los que se dicen de «izquierdas» y hacen políticas de «derecha» en defensa de ese régimen, se podrá conquistar la ruptura con el régimen y la apertura de ese proceso constituyente.