El mundo está amenazado por la pandemia del coronavirus, que puede reeditar los millones de muertes de la gripe española de 1918. La amenaza contra la humanidad incluye también una nueva recesión mundial que puede repetir la gravedad de la recesión de 1929.
Declarción de la LIT-CI
Esas catástrofes no son consecuencias de la naturaleza. Son productos del capitalismo, que funciona para generar ganancias para las grandes empresas y no para resolver los problemas de los trabajadores.
Se viene una catástrofe que se asemeja a las consecuencias de una guerra. Sería preciso girar la economía para poder responder a esa emergencia. Aún ahora, con la pandemia en curso, sería posible reducir sus consecuencias.
Pero los gobiernos del mundo están más interesados en seguir garantizando las ganancias de las grandes empresas, más que en salvar la vida de millones de trabajadores. Es el capitalismo que mata, ahora a través del coronavirus.
La pandemia del coronavirus es una seria amenaza a los trabajadores
Existió una subestimación de los gobiernos con relación a la amenaza del coronavirus. Trump comparó el coronavirus con la gripe común, y dice que el virus desaparecería en dos meses. Bolsonaro dice que la pandemia “es mucho más una fantasía”.
Lamentablemente, existen muchos trabajadores que reflejan esa visión, y terminan pensando que existen “exageraciones”, que “Muere mucha más gente de hambre” etc. O aún, que es una “maniobra del imperialismo”.
Es preciso decir la verdad. La pandemia del coronavirus es realmente una seria amenaza, principalmente para los trabajadores, para el pueblo pobre. A pesar de que fue llevada para los países por personas de clase media que pueden hacer viajes internacionales, esa enfermedad puede matar millones y millones de pobres y ancianos. Los viejos más ricos estarán protegidos por hospitales y unidades de terapia intensiva privadas y bien cuidados.
Es verdad que la tasa de mortalidad es de 3,4%. Pero, basta pensar en la posibilidad de tener centenas de millones de infectados para tener la dimensión de la amenaza real. Millones pueden morir. Situaciones como la de Italia y China, o mucho más graves, pueden darse en muchos países.
La venganza de la naturaleza
El coronavirus actual es semejante al virus que provocó una epidemia en 2002, infectó más de 8 mil personas y causó la muerte de 800. En 2012, otro coronavirus, originado en Arabia Saudita, causó otra epidemia internacional, matando 35% de los infectados.
Todos esos virus estaban desde hace siglos en sus reservorios animales, en murciélagos, en camellos en Asia y África. En algún momento, sufrieron mutaciones que posibilitaron que infectasen también a humanos. Se transformaron en epidemias por el avance de la explotación predatoria de áreas antes estabilizadas en sus ecosistemas naturales.
Eso no es solamente un “problema de la naturaleza”, sino una consecuencia de la agresión continuada a la naturaleza por parte del capitalismo, como el calentamiento global, los incendios forestales, etc.
Eso significa que después de esta pandemia, podremos tener, en breve, otras. Así como estuvo el SARS, H1N1, MERS, etc.
La pandemia afecta a un mundo desprotegido
Esta pandemia está atacando un mundo con una brutal polarización social. Las grandes empresas concentran la riqueza en la burguesía de una manera repugnante. Solo 2.153 magnates poseen más que los otros 4,6 mil millones de personas del mundo. El 50% más pobre tiene menos del 1% de la riqueza mundial.
La aplicación de los planes neoliberales y de austeridad amplió brutalmente la miseria, reduciendo salarios y precarizando los vínculos laborales. Una parte creciente de los trabajadores no tienen trabajos regulares, y tienen que trabajar todos los días sólo para comer. Los barrios pobres de las periferias de las grandes ciudades tienen pésimas casas, muchas sin alcantarillado, ni cloacas, ni agua.
Esos planes de austeridad de los gobiernos cortaron los presupuestos de la salud pública, privatizaron hospitales. La salud pública en el mundo está en crisis, desguazada. Con el impacto de la pandemia se va instalar el caos. Chile fue un ejemplo mundial elogiado por la burguesía por haber privatizado completamente la salud. Hoy el pueblo chileno no cuenta con un sistema público ni para lo cotidiano, menos aún para esta emergencia. Incluso EEUU –la mayor potencia del mundo – no está preparado: no existe un sistema público, y ahora el pueblo norteamericano sufrirá duramente con el coronavirus.
La humanidad está completamente desprotegida, para enfrentar esta pandemia, por responsabilidad directa de la burguesía y sus gobiernos.
El Covid-19 se manifiesta como un resfrío o una gripe común en el 80% de los casos. Alrededor del 20% evoluciona mal, y 3,4% muere. La mortalidad es de alrededor del 1% entre los más jóvenes y llega al 15% en los mayores de 60 anos.
Los que evolucionan mal desarrollan una especie de neumonía y los casos más graves precisan de ventilación mecánica para asegurar su respiración y camas en Unidades de Terapia Intensivas (UTI).
Eso significa que en los próximos tres o cuatro meses se dará una sobrecarga brutal en los servicios de salud de los países afectados, con una perspectiva de colapso en varias regiones. Las filas en los hospitales, la falta de test para comprobar la enfermedad, de alcohol y máscaras serán el día a día de la población.
Pero algo más grave ocurrirá: la falta de camas de UTI [Unidad de terapia intensiva] y la desigualdad social en la atención a los enfermos. Los más ricos no tendrán dificultades en ser atendidos en los hospitales particulares. Los más pobres morirán por falta de camas de Terapia Intensiva.
Está comprobado que con el aislamiento social y con camas de UTI se puede bloquear la evolución de la enfermedad. Aparentemente, después de esconder el hecho, la dictadura china tuvo que enfrentar la enfermedad y sólo consiguió controlar la epidemia con el aislamiento de Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes, haciendo que las personas se queden en sus casas y tratando a los enfermos. Italia, después de la difusión de la crisis, está intentando hacer lo mismo. En ambos lugares los costos en vidas fueron enormes.
Las señales de la barbarie capitalista
Ahora, cuando es imposible esconder la pandemia, los gobiernos intentan culpar a la “naturaleza”, o aún a “los extranjeros”. Muchas veces asumen ideologías racistas. Los gobiernos están teniendo posiciones cada vez más autoritarias y represivas para intentar evitar la reacción de la población.
Para completar, culpan al coronavirus de la nueva crisis económica. Pero la pandemia sólo agravó la crisis que ya estaba comenzando, que puede llevar a una nueva recesión mundial tan grave como la de 2007-2009, o aún peor. Puede ser que la pandemia del coronavirus esté cumpliendo el mismo papel de la quiebra del banco Lehman Brother en 2008, que no fue la causa de la crisis, pero señalizó la recesión mundial.
Los gobiernos, aún en esta hora tan grave, adoptan medidas que tienen como objetivo preservar las grandes empresas y no proteger a los trabajadores y al pueblo pobre.
Trump anunció más incentivos fiscales para las empresas, incluso para industrias farmacéuticas. Pasa lo mismo con los gobiernos europeos y de todo el mundo. Junto con eso, corriendo detrás de los daños, anuncian medidas limitadas para contener la pandemia.
Basta imaginar la combinación de la crisis económica con la pandemia del coronavirus para ver que los elementos de barbarie van a crecer en el mundo. Es necesario encarar, usando una imagen de Lenin, la catástrofe que nos amenaza y combatirla.
Un programa de emergencia de los trabajadores para enfrentar la crisis
Nosotros defendemos que la vida de los trabajadores es más importante que las ganancias de las grandes empresas. Por eso, proponemos un programa anticapitalista para enfrentar esta crisis.
1- La única medida real para contener el desarrollo de la pandemia es el aislamiento social, manteniendo al pueblo en sus casas. ¿Pero como hacer eso?
Defendemos el derecho a quedarse en casa, manteniendo el salario para todos los trabajadores. Es un absurdo que gobiernos decreten el aislamiento social, pero mantengan las fábricas funcionando. Las huelgas en Italia en defensa del derecho de no ir a trabajar para protegerse, a pesar de las burocracias sindicales, son ejemplos para todo el mundo.
Defendemos la paralización de todas las empresas, con excepción de las volcadas a la producción de alimentos, remedios y productos farmacéuticos necesarios para enfrentar la crisis. Los trabajadores de esas empresas deben estar protegidos en el trabajo.
2- Pero ¿cómo los trabajadores precarizados pueden parar de trabajar por dos, tres o más meses sin morir de hambre? Defendemos una renta igual al salario medio de un trabajador, para todos los que no tienen trabajo o no pueden más trabajar, incluyendo los autónomos, del comercio, del artesanado.
3- Quedarse en casa es una necesidad imperiosa en esta pandemia. Pero, ¿qué casa? Una gran parte de los trabajadores vive en casas insalubres, con muchas personas, incluyendo niños y viejos. Defendemos la expropiación de las casas y apartamentos deshabitados, así como de los hoteles, para el alojamiento de los que no tienen casa.
4- Atendimiento médico gratuito y amplio para toda la población. Movilización de emergencia en los hospitales y puestos de salud, con la utilización de los edificios que fuese necesario para eso.
5- Distribución gratuita de alcohol, máscaras y medicamentos para la población. No puede ser que la mayoría de la población no tenga acceso a esos ítems básicos.
6- Aplicación completa y gratuita de test para el coronavirus en todos los pacientes enfermos. Eso es esencial para el diagnóstico de casos con pocos o ningún síntoma, que diseminan la enfermedad. Sin eso no se puede saber el número real de infectados y mucho menos controlar la enfermedad. Hasta un gobierno como el capitalista de Corea está haciendo eso con buenos resultados en la contención de la pandemia.
7- Estatización de los servicios de salud, con expropiación de los hospitales privados y de toda la red de Unidades de Terapia Intensivas.
Construcción en régimen de urgencia de los hospitales y camas de UTIs que sean necesarios en cada país. No es posible aceptar la limitación actual de las UTIs que van acabar condenando a millones de pobres a la muerte. Acabar con la desigualdad en la asistencia médica.
8- Expropiación de la industria productora de remedios para garantizar la fabricación y distribución gratuita de medicamentos para la población.
9- Los gobiernos dirán que no hay dinero para financiar este plan. Existe sí. Para eso es preciso revertir los planes económicos neoliberales. Basta de entregar dinero para las grandes empresas. Es hora de usar ese dinero para salvar la vida de los trabajadores y no para aumentar las ganancias para las empresas.
No al pago de la deuda externa de los países semicoloniales y dependientes, usar ese dinero para financiar planes económicos para garantizar empleos y salarios para los trabajadores y planes de salud de emergencia en los países.
10- Es necesario girar la economía para responder a la catástrofe que nos amenaza. Es preciso aplicar un plan de emergencia, bajo control de los trabajadores para enfrentar la pandemia.
El mundo puede ser completamente diferente si la economía es volcada para responder a las necesidades de los trabajadores y no para las ganancias de las grandes empresas. Por eso defendemos el socialismo, con la expropiación de las grandes empresas, la planificación de la economía y una democracia de los trabajadores.
Llamamos a todas las organizaciones del movimiento de masas a unirse en defensa de estas reivindicaciones. Llamamos a los trabajadores y pueblo pobre del mundo a la rebelión contra estos gobiernos asesinos.