Al igual que ya sucedió el pasado 23 de junio en la barriada de Vallekas, y mientras en decenas de universidades se impulsan iniciativas similares, el pasado domingo 2 de diciembre tuvo lugar una nueva consulta popular para decidir entre Monarquía o República. Finalmente unas 81 mesas de votación fueron desplegadas en unos 50 barrios de Madrid y en cuatro municipios de la Comunidad de Madrid. Más de 600 voluntarios desarrollaron un gran trabajo de visibilidad y para fomentar la participación.

La participación total fue de 23.058 personas de las cuales un 93,2% se mostró a favor de la República.

A pesar del carácter simbólico de las consultas, son la constatación de la voluntad mostrada por miles de personas por ejercer su derecho a decidir sobre esta cuestión, que no fue puesta a debate en la Transición.

Vincular esta demanda democrática con un contenido de clase es clave para que se logre entender qué relación tiene la Monarquía con los problemas cotidianos de la clase obrera: paro, desahucios, violencia machista, corrupción… Para denunciar el papel que ha jugado en Cataluña, en los recortes democráticos, el aumento de la represión. Para desmentir frases típicas como “el rey es una figura decorativa”, “el rey no pinta nada” “, “el rey nos trajo la democracia…”

Que de un tiempo a esta parte la Monarquía atraviesa su mayor crisis desde la restauración de la Corona en 1975 es público y notorio, especialmente desde la abdicación del rey Juan Carlos I. Hablamos de una institución cada vez más desacreditada por amplios movimientos del estado español: el viaje a Botsuana para cazar elefantes mientras el país se hundía en la recesión, el encarcelamiento del yerno del rey Juan Carlos por sus corruptelas, los interrogantes sobre el patrimonio del monarca, su apoyo a la monarquía saudí e interviniendo directamente contra el derecho a decidir del pueblo catalán, sumándose al “a por ellos” para aplastar al movimiento democrático catalán. Hoy algunas encuestas expresan que la mayoría de la población piensa que el rey jugó un papel negativo en Cataluña. Puede parecer exagerado decir que el franquismo está vivo, pero viendo la reacción del régimen ante el proceso catalán, no se puede afirmar otra cosa. Pervive con “formas” democráticas, que cada vez son más autoritarias.

No es casual que uno de los más llamativos silencios en torno a la Casa Real provenga del principal órgano estadístico de la administración española: El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que lleva sin preguntar sobre la institución monárquica desde abril de 2015.

Un desprestigio que en la gente de la calle se viene expresando de diferentes maneras. Desde el joven que entregaba una escoba a Felipe VI en Mallorca en su visita a las localidades afectadas por las riadas, las protestas durante los Premios Princesa de Asturias y hasta l@s estudiantes que rechazaron ser recibidos por él para recibir un galardón académico.

Desde Corriente Roja somos conscientes de que el Régimen del 78 no va a permitir que esta cuestión sea sometida a una consulta democrática, de la misma manera que se niega en rotundo a aceptar el derecho del pueblo catalán a ejercer la autodeterminación y se hace valer de una brutal represión para que esta demanda quede aplastada.

La Monarquía, reinstaurada a dedo por Franco, es la negación misma de las libertades. Por todo ello la batalla por el referéndum sobre Monarquía o República es para nosotros/as parte de la lucha por levantar unas Cortes Constituyentes apoyadas en la movilización social, en las que la constitución monárquica deje de regir y el pueblo tenga potestad para cambiar de raíz las reglas de juego, depurando los aparatos de Estado, estableciendo el respeto al derecho de autodeterminación de las nacionalidades y cuestionando el poder de los grandes empresarios del IBEX y el sometimiento a la UE.

Ya es hora de decidir si queremos mantener el status quo y los privilegios de unos pocos o abrir un proceso constituyente, de protagonismo obrero y popular que blinde el pan, trabajo, techo e igualdad. Una lucha cuyo horizonte es levantar un gobierno de l@s trabajador@s apoyado en comités populares y avanzar hacia una Europa de l@s trabajador@s y los pueblos.