El ciberactivismo se ha convertido en los últimos tiempos en una fuerte alternativa propuesta desde distintos movimientos activistas y que, sin duda, supone un tema muy interesante que trae consigo un diálogo necesario que tenemos que hacer en la izquierda.
Por Imanol Beristain, activista estudiantil y miembro de Corriente Roja
El periodismo público es un movimiento experimental periodístico y académico que surge en los años 90 en Estados Unidos, y que nos sirve como antecedente para comprender el tipo de crisis periodística que padecemos hoy en día en el Estado español, y cómo parte de otra sociedad ha intentado hacerle frente. El término periodismo público emerge en Estados Unidos hacia 1993 como un movimiento preocupado por un doble desencuentro:
• Entre periodistas/medios/organizaciones de noticias y ciudadanía/comunidades.
• Entre la gente americana y la vida pública.
Esa desafección en el Estado español cobra vida el 15 de mayo de 2011 con la consigna “no nos representan’’, manifestando una desconfianza extendida hacia políticos, sindicatos burócratas, patronal, bancos y la prensa (medios de comunicación) en un contexto de crisis económica y financiera que avanzaba por días.
En 2011 se hizo patente la brecha del 15-M en relación con Twitter, red social incipiente, y los medios. Analizaremos la situación con los siguientes datos para extraer conclusiones:
Twitter:
- 15-M: 4544 cuentas
- 22M: 45731 cuentas
Medios
• Primera semana: apenas hay cobertura.
• Comienzan a dar cobertura los medios extranjeros.
• Primera cobertura en el marco de la política tradicional bipartidista.
Estudio entre internautas españoles: 31 mayo-2 junio 2011, The Cocktail Analysis:
• 97,2% dice haber oído hablar del #15M/DemocracialRealYa
• La televisión fue el medio por el que se dio a conocer en primera instancia: (51,9%), Internet el segundo (29,6%).
• Medio que mejor informa: Internet 43,1% vs. el 34,2 de la televisión.
• Dentro de Internet, la fuente principal son las redes sociales, de las que se evalúa el contacto directo con los actores del movimiento, sin la mediación de los medios convencionales.
Sin duda, el 15-M contiene aspectos muy progresivos y positivos para la sociedad española, por su capacidad de incorporar la política como parte de la vida social, y se enmarca en el contexto de la crisis de deslegitimación del periodismo, la pérdida de credibilidad por la existencia de unos intermediarios, que son los periodistas, que no siempre hacen su labor de manera independiente y crítica.
Hay una crisis tremenda de desconfianza entre las comunidades (ciudadanía, concepto utilizado en el 15-M) que buscan información y los periodistas; un descrédito hacia la prensa, por los intereses empresariales, por el periodista que hace sus propias organizaciones de las noticias y tienen sesgos por el auge de nuevas tecnologías. La brecha digital (problema de la sociedad de la información) le arrebata en parte el monopolio de información a los medios porque entretiene en los acontecimientos verdaderamente interesantes (sucesos de actualidad y de interés público) en vez de despertar opiniones, es decir, de realizar debates públicos sobre temas que realmente interesen a la sociedad .
Son de uno u otro lado, y no hay mediación posible porque el que media también está posicionado (el apoliticismo no existe, todo es política, y siempre tenemos una posición/postura frente a la realidad; otra cosa es que no queramos decir nuestra opinión al respecto). Muchos periodistas alegan ser imparciales, que no neutrales.
Los medios son empresas al fin y al cabo que responden a los intereses de una línea editorial y estratégica y coyuntural, y el poder ejerce una hegemonía (concepto teórico central en el marco Periodismo-democracia) mediante los medios.
Como he indicado antes, el 15-M tenía aspectos progresivos por eso mismo, porque era asambleario, funcionaba desde abajo, hay un ‘’subir-bajar’’ de lo que se decide en los organismos (en estos casos, asambleas en plazas, calles, barrios…); el poder es para las estructuras de base, no hay una dirección burocrática o una cúpula que baje todo como algo absoluto y ortodoxo.
Lo significativo del 15-M es que, como he comentado, se trata de algo progresivo porque su consigna es “no nos representan’’ y ‘’democracia real ya’’, y surge al calor de las luchas como la exigencia de una democracia participativa y legítima; sólo con la difusión del movimiento en redes sociales (recuerdo que la convocatoria de ocupar las Setas me llegó por Tuenti), no tiene publicidad invasiva ni un gran aparato propagandístico; de hecho en mi pueblo sólo vi un par de carteles, fue algo viral en las redes, su poder de convocatoria como al margen de los grandes partidos y sindicatos traidores, fue algo unitario para la población en general; ese fue el reflejo de cómo funcionaban en la calle, grandes concentraciones masivas.
Durante el gobierno de Zapatero, con cierto margen económico (al menos en apariencia), con el control de las centrales sindicales (UGT, CCOO), quienes estuvieron haciendo pactos con la patronal y no llamando a la movilización ni enfrentando al gobierno porque ‘’la izquierda estaba en el poder’’, no había esa ‘’transparencia’’, de hecho, no se sabía realmente de la crisis en términos oficiales hasta que el presidente lo expresó públicamente.
Ahora creo que las redes sociales juegan un papel informativo muy importante, porque gran parte de la información está en manos de los usuarios de Internet, y es mucho más fiable contactar directamente con el protagonista de una noticia o historia, una persona que lo ha vivido en primera persona, una persona que esté en las luchas contigo codo con codo, un activista que ves en la calle, que un medio al servicio del poder que siempre va a tergiversar la realidad por inercia y sus periodistas por presión. La cobertura mediática en España sobre el 15-M era desde la perspectiva del bipartidismo y casi eran más de fiar los medios extranjeros.
Muchos de los que reivindican aquella fecha están a día de hoy en las instituciones: me refiero a Podemos, canalizando aquel espíritu asambleario y de democracia participativa a los marcos del enemigo, olvidando las luchas obreras y populares y que la movilización es el único y verdadero motor de cambio social. Transformaron el ‘’democracia real ya’’ en ‘’sí se puede’’ (dentro de los márgenes del capitalismo y la democracia burguesa).
Desgraciadamente, del 15-M quedan pequeñas convocatorias en homenaje y por nostalgia a aquella cita de mayo, y colectivos como la Asamblea Cerro-Amate de Sevilla que siguen reuniéndose bajo aquel nombre que tanto retumbó en referencia a un proceso de ocupaciones de plazas públicas, con especial incidencia en el movimiento de las corralas (2013) y la vivienda digna, pero son ejemplos muy reducidos.
Hay que recuperar el espíritu inicial del 15-M, ese «no nos representan», ese asamblearismo desde abajo. Ese «democracia real ya», ese acabar con las instituciones del régimen del 78 (y no «democratizarlas» como buscan algunos), ese carácter progresivo, ese rechazo a la Troika y a los poderes fácticos del capital financiero, ese trasfondo de lucha por la ruptura con el régimen del 78 buscando una democracia obrera. Ese echarse a la calle, y el problema es que la efervescencia en redes sociales no se traduce en una realidad en las calles, porque hay mucho indignado de postal, como bien decía Kike, afiliado de CNT, en el 1º de mayo de este mismo año en Bilbao.
Algunos compañeros y compañeras siguen en pie y no olvidan el momento en el que las grandes capitales rugieron y dijeron ‘’¡basta ya!’’ de tanta injusticia social y atropello a los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
Por otro lado, supone un error hablar de ciudadanía. Es un concepto netamente transversal y desenfoca la cuestión de la lucha de clases, metiendo a obreros y patrones en el mismo saco, cuando sus intereses de clase son totalmente irreconciliables. Encarna un sentido profundamente reaccionario e interclasista.
Mi labor como periodista al servicio de la lucha obrera es, en el ámbito de redes sociales como Facebook, mover convocatorias, agitar conciencias, visibilizar y denunciar las injusticias y atropellos que se cometen a los oprimidos y oprimidas, con vídeos virales, imágenes que muestran verdades simples, pero sin olvidar la existencia de periódicos como Página Roja –de Corriente Roja- que se trata de un medio independiente de las grandes empresas y del Estado, y que está al servicio de la difusión de las luchas obreras y de las ideas del socialismo revolucionario. De todas formas, eso no puede solapar nuestra tarea más importante como revolucionarios:
– La centralidad de la lucha y la movilización en la calle, la unidad de todas ellas, así como la centralidad de la clase obrera en el tablero.
– La necesidad de un plan de emergencia social para la gran mayoría
Reafirmamos nuestra convicción de que las cosas sólo se cambian desde las calles, peleando por una salida socialista, y opinamos que el ciberactivismo es solo una parte que nunca puede estar por encima del fortalecimiento de las luchas y la organización de los trabajadores y las trabajadoras en la defensa de nuestros derechos
Resulta importante reivindicar Internet como una necesaria herramienta pero que contiene muchos peligros, como las publicaciones que encierran calumnias, rumores, datos falsos… Y en muchos casos, se crea una confusión generalizada en la red.
La revolución siria no habría tenido un comienzo tan fuerte en 2011 sin la difusión de las protestas en internet, que sin duda ayudaron al desarrollo del movimiento y el avance del enfrentamiento contra el tiránico régimen de Bashar-Al Assad.
Sin embargo, los hackeos a escala global de Anonymous, a quienes muchos recordarán por portar máscaras del protagonista de la película V de Vendetta (film que se puede interpretar como una alegoría al anarquismo) son acciones netamente individuales que hacen un pequeño daño a algunos pilares del capital, pero no van al problema de fondo ni pretenden romper con el capitalismo de manera colectiva mediante un programa combativo que priorice a la clase obrera y la lucha contra las opresiones.
Respeto total a los activistas de Anonymous, pero les decimos que junto con su labor, se unan a nosotros en la lucha de la calle y a organizar de verdad la resistencia a los ataques de los gobiernos en el mundo, que no se queden en casa y que combatan más allá de las pantallas del ordenador o del smartphone.