El año 2016 apenas comenzó y ya son varias las señales de que será un año de muchas luchas. La crisis económica, social y política sigue desarrollándose. El gobierno Dilma profundizará el ajuste fiscal, proponiendo más ataques a los trabajadores para garantizar las ganancias de los patrones. Varios Estados terminaron 2015 con una profunda crisis, con los gobernadores optando por dividir o no pagar el salario de los empleados y trabajadores tercerizados. Por su parte, los municipios realizaron una nueva vuelta en el absurdo aumento del precio de las tarifas de transporte. Todo eso, sumado al crecimiento de los despidos, principalmente en el sector operario, la rebaja de los salarios, el aumento general de precios, etc.
Por Júlio Anselmo – Rio de Janeiro
Ya se dieron actos contra el aumento de los pasajes en Rio de Janeiro, San Pablo, Belo Horizonte y otras ciudades. La represión absurda y violenta de las policías militares también ya se hizo presente y, por lo que parece, esa es la principal política de los gobiernos para intentar contener las movilizaciones en año de crisis y Olimpiadas en Rio de Janeiro.
Casi tres años después, ¡el fantasma de junio de 2013 aún ronda el país! Para avanzar en la lucha es importante intentar sacar lecciones de la mayor movilización social de los últimos años. El objetivo de este texto es contribuir para esta discusión y está abierto a críticas, sugerencias y demás.
Breves consideraciones sobre el significado de junio de 2013
Junio de 2013 fue un momento de fuertes e incontables movilizaciones. ¡Una multitud salió a las calles contra el aumento de los pasajes! Después de la victoria inicial, el lema “no es por veinte centavos” explotó, así como la indignación con la Copa del Mundo y la lucha contra la violencia policial simbolizada en la campaña “¿Dónde está Amarildo?”. Los trabajadores realizaron paralizaciones nacionales y batieron récords de huelgas. ¡Fueron muchas e intensas batallas contra todas las formas de explotación y opresión que sufren los trabajadores!
Este proceso marcó la historia del país y abrió un nuevo momento en el escenario político brasileño. Nuevos actores surgieron, otros ganaron peso, se reciclaron o entraron en decadencia. Pero el hecho fundamental y preponderante es que millones de trabajadores comenzaron a romper con el PT y su gobierno.
La experiencia con los más de 10 años de gobierno del PT, en alianza con lo que hay de peor en la política brasileña, al servicio de los ricos y poderosos, fue la base de ese desgaste. Este factor es muy progresivo, pues creó la posibilidad de construir una alternativa política revolucionaria, obrera y socialista al gobierno y a la oposición de derecha.
O sea, junio significó el anuncio de que nadie aguanta más la situación de penuria y desigualdad social que aflige al país hace siglos y que, tanto el PT como el PSDB y el PMDB, junto con los grandes empresarios, banqueros y latifundistas, son los mayores responsables. ¡Objetivamente, fue una lucha contra todos ellos! Las características de junio fueron expresiones del propio estadio actual de la lucha de clases.
¡De junio de 2013 a enero de 2016!
Sería muy bueno que en 2016 ocurriesen luchas de la dimensión que tuvieron las movilizaciones de junio de 2013. Debemos luchar por eso, pues este es el camino para impedir el aumento de los pasajes, el ajuste fiscal, y cambiar el país. Pero sería muy malo si en 2016 se repitiese junio de 2013, incluso en sus propios errores. Esto no nos ayudaría a alcanzar la victoria. Precisamos construir un nuevo junio este año, pero sacando conclusiones y lecciones adecuadas de aquel proceso de lucha. Si el movimiento de conjunto consigue superar sus errores y fragilidades, puede estar planteada la posibilidad de dar un salto de calidad, adquirir más influencia y efectividad, atraer más trabajadores y jóvenes, relacionarse con otras luchas y derrotar a los gobiernos, etc.
Programa, táctica y estrategia
En 2013 hizo falta un programa de acción nítido y un debate sobre el carácter estratégico de la lucha, principalmente para los activistas más involucrados, que cumplieron el papel de organizar las manifestaciones. La tarea es construir y abrazar un programa de acción que esté conectado con el cambio profundo de la sociedad. Es preciso que tengamos noción de dónde estamos y para dónde queremos ir. Se hace, por lo tanto, importantísima una discusión política y programática sobre los rumbos del movimiento en su dimensión táctica y estratégica. ¿Se acuerdan que en un momento dado todos se preguntaban qué querían en las calles?
Tal tarea solo se vuelve realizable si conseguimos ver adecuadamente la realidad que nos circunda, por más dura que esta sea. Y responder a la pregunta de quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros aliados. Y, más que eso: qué sectores sociales participan de esta lucha o intentan derrotarla. Sin eso, se corre el riesgo de confundir al enemigo con aliado y viceversa.
Concretamente, debemos tener en mente que la lucha solo comienza contra el aumento de pasajes, pasa por el tema del transporte público, pero va más allá y se enfrenta con toda la desigualdad e injusticia social del país. Hoy, esta lucha debe unificarse a la lucha de los obreros contra los despidos, a la de los trabajadores contra el ajuste fiscal, a la de los servidores estaduales contra la falta de pago, etc. Nuestros enemigos son los ricos y poderosos con sus respectivos gobiernos, partidos políticos y prensa. Nuestros aliados son los trabajadores y el pueblo pobre con sus organizaciones, movimientos, colectivos, partidos y sindicatos, que luchan por una sociedad más justa e igualitaria y no tienen el rabo preso con los gobiernos de la burguesía.
El papel de la clase trabajadora
Ya que no están directamente ligados, es fructífero fortalecer sólidos lazos de alianza entre los diversos tipos de movimientos sociales con los movimientos de los trabajadores. Debemos atraer cada vez más trabajadores para la lucha, cada vez más categorías, más huelgas, al punto de que este sector tome la delantera en la lucha para la transformación del país con un programa obrero. ¿Por qué? Porque es esta la clase social que produce a través de su trabajo toda la riqueza de la sociedad, sufriendo gran explotación debido a la búsqueda incesante de la burguesía por ganancia. Siendo así, si luchamos por una sociedad justa, sin explotación y opresión, es papel de esta clase social ser la punta de lanza de esta tarea.
El poder de los trabajadores reside en su capacidad de parar la producción, atacando profundamente los intereses capitalistas, además de tener la posibilidad, por esas características, de construir un mundo sin explotadores. Por eso, los trabajadores son los que deben gobernar junto con todos los sectores explotados y oprimidos para construir una sociedad socialista con democracia obrera. Apuntar la necesidad de una huelga general para impedir el ajuste fiscal teniendo esta perspectiva en mente gana aún más importancia.
Organizaciones de masas
Una de las debilidades más sentidas en junio fue precisamente reforzar nuestra capacidad de organización. Sin organización de los miles o millones que van a las calles, somos blancos más fáciles para nuestros enemigos y perdemos fuerza.
Hay un rechazo natural y comprensible sobre este tema. Al final, todas las grandes organizaciones de izquierda en el último siglo traicionaron las luchas y aspiraciones del pueblo, y cuando alcanzaron sus objetivos mezquinos se vendieron aún más, se corrompieron y enterraron innumerables huelgas, luchas y revoluciones. Pero de estos hechos sacar la conclusión de que toda organización por sí sola es mala o burocrática es un error. Debemos responder a esos hechos buscando la manera de organizarnos de forma democrática, transparente, con principios, programa y métodos claros.
Sobre las organizaciones ya existentes es preciso que evaluemos no lo que ellas dicen de sí mismas sino lo que hacen. Es una tarea urgente desenmascarar a las entidades y organizaciones oficialistas o que tienen alianzas con la burguesía como la CUT, la UNE, la Fuerza Sindical, el nuevo grupo de derecha, etc. Puede cumplir un papel interesante la realización de un llamado al MTST y al PSOL para que rompan con el Frente del Pueblo Sin Miedo, pues se trata de un frente con los partidos del gobierno para intentar blindar y salvar la piel del gobierno Dilma.
Es importante que la movilización supere ciertos vicios que parecen nuevos pero que son muy viejos, como el culto a la espontaneidad, la radicalización por la radicalización, el sectarismo, las acciones aisladas, etc. Eso solo trae desmoralización, desmovilización, ayuda en la dispersión de las luchas y da munición a nuestros enemigos. Debemos todavía redoblar la vigilancia en relación con los provocadores, sean de la policía, sean de la derecha (lo que es casi lo mismo). En 2013, las delaciones en los procesos judiciales fueron cometidas justamente por infiltrados provocadores. Algunos de estos siempre intentaban impulsar el movimiento hacia tácticas suicidas.
Jornadas de Junio y la supuesta ola conservadora
Muchas preguntas se mantuvieron en la cabeza de las personas sobre los resultados de las jornadas de junio. Algunos piensan que fueron derrotadas por los medios, o por la policía o por la derecha. Estos interrogantes se profundizaron y ganaron un tono peligroso cuando se combinaron con la idea difundida por la mayor parte de la izquierda de que en el período posterior a las movilizaciones se inauguró una ola conservadora.
Sin embargo, no es así. Lo que hay, de hecho, es un aumento brutal de la polarización social y política abierta con las luchas de junio, pero profundizadas por la crisis económica, política y social. Este fenómeno ocurre no solo en el Brasil sino en América Latina, pues tiene como base el enorme desgaste de aquellos que gozaban de amplio prestigio entre los trabajadores, pero que traicionaron sus luchas gobernando sus países de acuerdo con los intereses de los grandes grupos económicos.
La derecha reapareció en las calles y con maniobras parlamentarias intenta separarse del gobierno, como una tentativa de aparecer como alternativa. Pero no hay un giro político a la derecha de los trabajadores en defensa de su proyecto o programa de derecha. Hay sí un voto castigo contra el gobierno y un razonamiento equivocado de que cualquiera es mejor que lo que está allí, como reflejo de la polarización social y política que vivimos.
En primer lugar, la responsabilidad por eso es del propio gobierno del PT que abrigó y fortaleció a esos sectores a lo largo de su gobierno. En segundo lugar, cabe al movimiento no asustarse, enfrentar a la derecha y al gobierno para derrotar cualquier ajuste fiscal, y levantando la bandera de que los ricos paguen por la crisis.
En ese sentido, es legítimo que los trabajadores quieran que el gobierno Dilma se vaya. Ya tuvimos varias conquistas con la propia reducción del precio del pasaje. Pero manteniendo el poder de la forma que está, días más días menos, perdemos nuestras conquistas. Con nuestra lucha redujimos el pasaje en 2013, pero cuando las movilizaciones terminaron, los municipios lo aumentaron nuevamente. La movilización debe apuntar al derrumbe de gobierno Dilma, Cunha, Temer y Aécio, así como al de los gobiernos estaduales y municipales. ¡Nadie los aguanta más! Este es el único camino para impedir los ataques a los trabajadores y el ajuste fiscal.
La fuerza de nuestra lucha reside en la justeza de nuestras pautas, en nuestra capacidad de movilización y en nuestro grado de organización. Sabemos que las pautas que defendemos no serán realizadas por las manos de los capitalistas con los gobiernos del PT, PMDB o PSDB sino por las manos de la propia clase trabajadora. Ellos tienen dinero, prensa, poder, ejército, policía, etc. Nosotros tenemos la convicción ideológica, política y moral de que luchamos no solo por nosotros mismos en cuanto individuos, sino por la liberación del conjunto de la clase trabajadora para que vivamos en una sociedad socialista sin explotación ni opresión.
Traducción: Natalia Estrada.