En campaña contra el supuesto golpe, la mayoría de la izquierda se embarca en la trampa electoral con el PT en las elecciones de 2016 y 2018.
Por Bernardo Cerdeira
La crisis y la caída del gobierno Dilma calentaron los ánimos no solo entre los que están a favor o en contra del impeachment. Hay una enorme presión, nacional e internacional, para unir en un frente a todos los que están contra el “golpe”, en “defensa de la democracia”, del “Estado de Derecho”.
En América Latina, ese frente va desde el castro-chavismo, agrupado en la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), el kirchnerismo (ligado al matrimonio Kirchner de Argentina), el PSOL, hasta la mayoría de partidos que se reivindican trotskistas, como los argentinos PTS y PO.
Los que, como el PSTU, se oponen a los dos sectores, tanto al gobierno como a la oposición de derecha, son acusados de golpistas, de hacerle el juego a la derecha, de dividir a la izquierda cuando es necesario unirla, etc. Esto cuando esos acusadores no nos insultan y realizan todo tipo de agresión verbal, lo que es lo más común.
No vamos a responder a los insultos, que son el único recurso de las personas que no tienen argumentos. Pero pensamos que esta polémica es muy importante porque define los rumbos de la clase trabajadora y de los sectores explotados en el Brasil y en América Latina en los próximos años.
Ya demostramos en artículos anteriores que no hay ningún golpe en preparación. Hay una disputa entre dos sectores burgueses con métodos de corrupción y mentiras. Además, el propio PT ya piensa en proponer nuevas elecciones presidenciales, dejando caer la máscara que encubre la farsa del golpe.
No obstante, cuando decimos que este gobierno ataca a los trabajadores, que sufre el repudio de 70% de la población y que debe caer como quiere la mayoría, somos acusados de golpistas y de hacerle el juego a la derecha. Es escandalosa esa acusación venida de quien viene. El PT gobernó durante más de 13 años junto con la derecha: Temer, Cunha, Renan, Sarney, Kassab, Maluf y tantos otros. Hasta el último minuto su gobierno fue defendido en el Congreso por gente como Kátia Abreu, la reina del agro-negocio y enemiga de los sin tierra. Y, al final, ¿quién llevó a Michel Temer a la presidencia?
El frente contra el “golpe” es una trampa para apoyar al gobierno
El frente contra tal golpe y en defensa de la democracia fue la manera para intentar defender el gobierno Dilma. Esta tarea es muy difícil, hasta entre los simpatizantes del PT, porque la mayoría absoluta del pueblo ya llegó a la conclusión de que el gobierno lo traicionó, se corrompió y ataca sus derechos.
Frente a esto, la alternativa encontrada por la dirección del PT fue intentar manipular la justa indignación de amplios sectores con la agresividad reaccionaria de la derecha. Es mucho más fácil movilizar a millares de personas, incluso las que tienen duras críticas al gobierno, llamándolas a defender la democracia, que intentar la tarea imposible de convocarlas para apoyar al gobierno. De ahí la campaña contra un golpe inexistente.
No bastando eso, el PT, el PCdoB y otros sectores intentan crear una polarización del tipo “quien no está con nosotros, está con la derecha, es golpista”. Con eso, consiguieron agrupar a partidos y organizaciones como el PSOL y el MTST, que eran críticos al gobierno, pero hoy están en las filas de los que intentan sostener el gobierno Dilma, lo que por señal es, hoy, una tarea inútil.
Por detrás de las apariencias, el objetivo del PT es reconstruir el frente con la burguesía
Desde que el apoyo al gobierno llegó a niveles mínimos, lo que llevó a Lula a decir que el gobierno Dilma y él mismo estaban en el “volumen muerto”, el ex presidente y la dirección del PT buscan una manera de recuperar su base social.
La salida encontrada por ellos parte del reconocimiento de que existe un enorme desgaste del PT y que, por lo tanto, este no tiene más la hegemonía entre la izquierda y lo que ellos llaman fuerzas progresistas. Frente a este hecho, Lula y la dirección del PT propusieron la creación de un frente, basado en el modelo del Frente Amplio del Uruguay, que agrupase a los partidos de izquierda y movimientos sociales.
La idea era que ese frente no solo volviese a movilizarse y recuperase el prestigio perdido por el PT sino que también se presentase a elecciones. Nació, así, el Frente Brasil Popular, que agrupa al PT, PCdoB, MST, CUT, UNE y otras organizaciones.
El sector de izquierda que levanta críticas al gobierno, encabezado por el MTST y por el PSOL, creó el Frente Pueblo Sin Miedo. No obstante, los dos frentes están unidos en la lucha contra el supuesto golpe, participan de los mismos actos, organizan iniciativas en común, y, principalmente, luchan por mantener el gobierno Dilma. O sea, a pesar de las diferencias, en la cuestión fundamental, que es el apoyo al gobierno, están juntos.
Este “frente de frentes” ya comienza a mostrar su objetivo inmediato: la participación en las elecciones de 2016 y 2018. El PT ya discute apoyar una candidatura única para la alcaldía de Rio de janeiro, proponiendo unir a Marcelo Freixo (PSOL) y Jandira Feghali (PCdoB) en una misma lista. Según la prensa, hay negociaciones en curso. Freixo dice, sin embargo, que es preciso hacer mucho debate entre las partes (O Dia, 20/4/2016).
En realidad, el objetivo mayor de toda la articulación de ese Frente Amplio es reconstruir para 2018 el viejo proyecto de una alianza con sectores de la burguesía para volver a gobernar el país. Es la repetición de un filme que terminará como terminó el gobierno Dilma: hundido en corrupción y ataques a la clase trabajadora.
Crisis de dirección. ¿Unidad con quién y para qué?
Muchos compañeros honestos ven en esta unidad algo positivo. Critican a la izquierda por sus divisiones y piensan que eso favorece a la derecha, que siempre se une en las cuestiones fundamentales. Entendemos esa preocupación, pero primero es necesario entender dónde está el motivo central de las divisiones de la izquierda.
La derecha, si entendemos como tal a la burguesía, la clase de los grandes capitalistas, se une en torno a la defensa de sus propiedades, de sus privilegios de clase explotadora, y del poder político y militar del Estado que ella controla y que garantiza su derecho a explotar.
Orígenes del reformismo
Pero el crecimiento de las ideas socialistas, desde la segunda mitad del siglo 19, llevó a la burguesía, principalmente la de los países imperialistas, a adoptar una nueva forma de debilitar las filas de la izquierda que, hasta aquel momento, defendía, de forma unánime, la lucha para acabar con el capitalismo y construir una sociedad socialista.
Esa forma fue ganar a un sector de la izquierda para defender el capitalismo, el libre mercado y la democracia burguesa, luchando apenas por algunas reformas en este sistema y dejando la lucha por el socialismo para un futuro distante.
La conquista de estas direcciones de la izquierda no se dio por medio de la adhesión a las ideas. Al contrario, fue conseguida ofreciendo privilegios, cargos y corrupción a los representantes de la izquierda. Y, más tarde, concediendo partes limitadas del aparato del Estado y hasta gobiernos, desde que fuesen en alianza con los partidos y sectores burgueses para que no huyesen del control de los capitalistas.
Por lo tanto, la división de la izquierda tiene raíces materiales y políticas. Son partidos y organizaciones que defienden hacer alianzas con partidos burgueses (o sea, de la derecha) para gobernar y mantener privilegios corrompiéndose. Por eso defienden el capitalismo, porque este es un sistema que usa la corrupción para mantenerse. Fue así que el PT se degeneró.
Luchar por los trabajadores
Desde ese punto de vista, la unidad posible y deseable entre la izquierda es la que puede darse en la lucha concreta entre todos los que están dispuestos a defender a los trabajadores de los ataques de la burguesía, como el desempleo, los planes de ajuste y el retiro de derechos y conquistas.
Justamente por eso, no puede haber unidad para defender un gobierno que ataca a los trabajadores como el gobierno Dilma.
O sea, desde el punto de vista de los objetivos políticos, existen, en líneas generales, dos proyectos opuestos entre la izquierda. El que predomina hasta ahora es el de la alianza con la burguesía y la defensa del capitalismo con algunas reformas. Ese fue el proyecto del PT, del PCdoB y de otros partidos, y está en crisis, pues los trabajadores, en su mayoría, ya no se dejan engañar por él.
Nuestro camino: una alternativa de la clase obrera y de todos los explotados
Otro proyecto, que es el que el PSTU defiende, es el de la lucha de los trabajadores y de los sectores explotados contra la explotación, el de la independencia de la clase trabajadora frente a la burguesía y sus partidos. El de la lucha para que los trabajadores conquisten el poder político e implanten un gobierno socialista de los trabajadores basado en Consejos Populares.
Este proyecto es, hoy, muy minoritario, pero crece. Los trabajadores y los sectores populares están frente a un hecho inmenso: el tremendo fracaso del proyecto de alianza entre el PT y los partidos burgueses para gobernar el país. Es ese hecho, y no el supuesto crecimiento de la derecha como dicen los dirigentes del PT, que angustia a millones de trabajadores y honestos luchadores de izquierda.
Y es ese hecho el que no puede esconderse, a pesar de todas las maniobras de la dirección del PT y de la farsa de la campaña contra un golpe. Ese fracaso solo agravó, enormemente, los sufrimientos de la clase trabajadora.
Traducción Natália EstradaArtículo publicado en Opinião Socialista n. 516, 5 de mayo de 2016Lea otros artículos relacionados en www.litci.org