A dos semanas del cierre de las universidades, las respuestas del Gobierno frente a la crisis del coronavirus y las necesidades de l@s estudiantes son ambiguas en el caso de los institutos e inexistentes para las universidades. Esta crisis está destapando la tremenda desigualdad que provoca un modelo educativo en bancarrota, hecho a medida para aquellos estudiantes de familias más acomodadas y con más facilidades.
No existe en las universidades públicas, por ahora, un criterio unificado para afrontar esta situación. Muy al contrario, la respuesta está siendo “seguir con el curso como si nada estuviera pasando”, aún conociendo las dificultades que está suponiendo, tanto para estudiantes como profesor@s, la docencia telemática.
En este momento excepcional, las desigualdades sociales ya existentes entre estudiantes se hacen más notables que nunca. La inacción y resistencia a tomar medidas extraordinarias deja desamparad@s a aquell@s estudiantes con más dificultades. L@s que enfermaron, quienes se tienen que hacer cargo de personas dependientes (enferm@s, menores, personas mayores), l@s que seguimos trabajando en sectores esenciales. Incluso quienes no vivimos en grandes casas con balcón, wifi, ordenador y sala de estudio; y tenemos que pasar las semanas de cuarentena hacinados en pequeños pisos, sin condiciones óptimas para sacar el curso adelante, fruto de una profunda desigualdad social.
Corriente Roja estamos convencid@s de que frente a la situación que estamos viviendo no valen medias tintas. Es imprescindible adoptar desde ya medidas drásticas para que ningún estudiante tenga que pagar las consecuencias de la crisis del COVID-19.
1º ¡Aprobado general! Trabajos voluntarios para aquell@s que necesiten o quieran subir nota.
La única medida de urgencia que garantizará que ningún estudiante se quede atrás es el apto general. Un semestre que va a ser impartido casi en su totalidad por clases telemáticas y sin recursos asegurados para todo el mundo no puede ser evaluado como si nada estuviera pasando. La materia dada estas últimas semanas nos ha pillado en un momento de crisis que perjudica a las estudiantes más precarias y empobrecidas.
Por otro lado, para aquellas alumnas que necesiten o quieran subir su nota para prácticas, intercambios u otros estudios o cursos, se debe facilitar la opción de entregar trabajos voluntarios para poder subir nota. En ningún caso el apto general deberá ser tomado como un 5, sino sólo como un “apto” que no perjudique a la media total del curso.
2º ¡Aprobado de las prácticas curriculares! ¡Fuera este modelo de prácticas e impulso de una bolsa de trabajo que garantice la incorporación al mercado laboral de todos los estudiantes!
De la misma forma que pedimos el aprobado de todas las asignaturas de este semestre, también lo pedimos para las prácticas curriculares. En esta situación excepcional, aquellos estudiantes que no han podido hacer sus prácticas no tendrían por qué hacerlas en verano o el curso que viene. Deben darse esos créditos por aprobados.
Cabe destacar que, en el modelo educativo que tenemos, las prácticas no son más que un instrumento de la patronal para captar a los estudiantes mejor calificados y contratarlos con condiciones de miseria aprovechándose de la esperanza de poder conseguir incorporarse después como trabajadores asalariados. El aprendizaje en base a la aplicación práctica de los conocimientos teóricos adquiridos debe ser parte integral de nuestra formación, y por tanto la calidad de este debe ser garantizado por los presupuestos públicos y no dejarse en manos de la patronal, que solo mira por su propio beneficio. Necesitamos una universidad pública, gratuita y con infraestructuras y recursos económicos que garantice que los estudiantes con menos recursos pueden acceder a una formación especializada digna.
Las prácticas curriculares obligatorias son una vía de explotación salvaje de la juventud, lo que necesitamos son verdaderas bolsas de trabajo desde los centros de estudiopara que l@s estudiantes podamos acceder a trabajos relacionados con nuestros estudios pero con contratos laborales de pleno derecho.
3º Que se cuelguen todos los contenidos de todas las asignaturas vía on-line. ¡Tenemos derecho a acceder a todos los contenidos del currículum! ¡Red pública y gratuita de internet!
El apto general es necesario como medida de urgencia frente a esta crisis, pero esto no puede significar que al estudiantado se nos prive del acceso a los materiales y contenidos que incluyen nuestras matrículas, para que cada estudiante pueda seguir con el curso en la medida de sus posibilidades. Algunas universidades están poniendo problemas a alumn@s y profesor@s para acceder a los manuales y libros de las asignaturas de forma gratuita en los campus virtuales porque esto “infringiría los derechos de autor”, y otras tienen la propiedad de estos derechos pero no los ceden para el bien común. En un momento como este no podemos permitir que se lucren a nuestra costa, los materiales de la universidad son carísimos y ahora no tenemos acceso a bibliotecas, ¡queremos todos los materiales gratuitamente y accesibles para todas las estudiantes!
¡El confinamiento no puede suponer un aumento drástico de las actividades evaluables, sinotodolocontrario! Las clases telemáticas, grabaciones de las clases y demás herramientas docentes deben continuar, pero es ridículo que la asistencia siga siendo obligatoria y que se asuma que más carga de trabajo en actividades o prácticas nos va a ayudar a recuperar lo que no se está dando en clase.
4º ¡Ampliación de plazas y gratuidad para los máster y posgrados!
La casi obligación de tener que hacer un máster o estudios de posgrado para acceder a un empleo cualificado es una parte más de la elitización de la universidad. Si normalmente las hijas de familias trabajadoras ya tenemos dificultades para conseguir una plaza, con la crisis del coronavirus esta situación se acentúa mucho más. Muchas estudiantes no podrán cerrar su expediente con la nota que necesitan y a la vez solicitar a tiempo la plaza que quieren.
Por ello, necesitamos que los estudios de posgrado estén al alcance de todas aquellas que queramos hacerlos, independientemente de nuestra nota media y de nuestros ingresos. Necesitamos la gratuidad y una ampliación de las plazas quenodejea nadie fuera de los estudios de posgrado.
5º ¡Las becas tienen que ser paratod@slosquelasnecesiten,lanotanopuede ser un criterio! ¡Universidad pública, gratuita y de calidad! ¡Ni un ERTE ni un despido más!
Mientras el precio de las matrículas se ha llegado a triplicar en varias universidades, las becas siguen siendo insuficientes (sólo 1.500 millones de euros en becas siendo más de 10 millones de estudiantes de instituto y universidad en el Estado Español). Los criterios para que te den una beca, tanto en cuanto a la nota mínima exigida como del nivel de renta, se han vuelto más duros (subida de la nota mínima, bajada de la renta máxima). Y además, este curso, quienes ya teníamos más dificultades, tenemos un obstáculo más en el camino. Tiene que haber becas suficientes para todo estudiante que las necesite: hay que ampliar criterios, aumentar el número y las partidas.
La universidad pública debe ser de calidad y accesible a todo el mundo, y para ello debe ser completamente gratuita. Más de la mitad de los estudiantes universitarios estudian y trabajan al mismo tiempo, la mayoría para poder pagarnos la universidad y los gastos que conlleva estudiar (transportes, material, etc…). La mayoría tenemos trabajos precarios y con contratos basura dada de la dificultad para compaginar un empleo con los estudios. En esta situación, a muchas nos han aplicado EREs o despidos, y ya nos empezamos a preguntar con qué dinero vamos a pagar la matrícula del curso que viene. ¡Necesitamos un aumento drástico en la partida presupuestaria destinada a las universidades públicas!
6º ¡Inyección urgente de recursos a la educación pública! ¡No al pago de la deuda! ¡Fuera el Plan Bolonia, el 3+2 y los recortes en educación!
La educación superior lleva sufriendo años una grave elitización: los recortes en gasto público, el aumento de las tasas, la obligatoriedad de asistir a clase (Plan Bolonia) y el reciente aumento a dos años de los másters (decreto 3+2) en algunas universidades han expulsado ya a miles de jóvenes de clase trabajadora de la universidad por no poder costeársela. La crisis del coronavirus agrava las condiciones de las y los estudiantes más empobrecidos y precarios. Es por eso que todas esas medidas son imposibles de aplicar eficazmente sin una inyección urgente de recursos a la educación pública. Y estos recursos no pueden salir de los bolsillos de la clase trabajadora, sino de los banqueros y capitalistas que nos los robaron. Por eso decimos una vez más: ¡NO al pago de la deuda pública! ¡NO queremos una universidad para los ricos!