Un video circuló en las redes sociales esta semana causando perplejidad y conmoción. Un grupo de médicos, enfermeras y trabajadores sociales de Alepo apelan al mundo, entre los escombros de una ciudad irreconocible, a que se haga algo para parar o por lo menos minimizar la tragedia humanitaria vivida en la ciudad. “Todavía hay tiempo para actuar”, dicen.
Por Gabriel Huland
En los últimos dos meses más de 800 personas perdieron la vida a causa de las bombas y los barriles explosivos lanzados indiscriminadamente sobre las zonas residenciales de Alepo este. El último hospital que todavía podía atender a heridos fue atacado hace algunos días y está inactivo. Una obstetra siria denunció ante las cameras de la CNN que muchas mujeres estaban dando la luz en casa, en condiciones similares a las del siglo XIX.
A medida que se acerca el invierno, la situación se va complicando aún más. Un miembro del grupo de rescate y defensa civil “Cascos Blancos” ha dicho que en menos de diez días se acabará la comida en la ciudad y que faltan material y equipos básicos de trabajo en los centros de rescate y atención a la población afectada por los bombardeos. Los médicos tienen que tomar decisiones de vida o muerte sobre quién atender. Es el peor dilema al que puede estar sometido un médico.
Alepo está asediada desde hace meses, cuando las fuerzas leales al régimen de Bashar al-Assad, con la ayuda de los grupos internacionales que le apoyan, el Hezbollah sobre el terreno y la aviación rusa desde el aire, iniciaron una ofensiva para recuperar la parte este de la ciudad de las manos de los grupos de la oposición. Cerca de 275.000 personas, de los cuales unas 100.000 son niños, están atrapadas sin acceso a comida ni medicamentos.
Las dictaduras en el Medio Oriente se sienten reforzadas por la victoria de Trump
La primera consecuencia para el Oriente Medio de la victoria del magnate republicano Donald Trump en las pasadas elecciones norteamericanas fue el congelamiento de todas las negociaciones entre Rusia y EEUU sobre Siria. Eso no quiere decir que las conversaciones anteriores estaban avanzando, pero ahora están totalmente bloqueadas, hasta por lo menos el 20 de enero, cuando Trump asumirá su nuevo puesto.
Está claro que se dará un acercamiento de posiciones entre los dos países, dado que los dos personajes (Trump y Putín) se admiran mutuamente y han confirmado en su primera conversa telefónica que las relaciones bilaterales “se deben normalizar porque no son satisfactorias”. Por otro lado, Erdogan (presidente de Turquía), Abdel Fatah al–Sisi (presidente de Egipto) y el mismo Assad (jefe del régimen sirio), tres de los peores dictadures de la región, se han mostrado dispuestos a dialogar y trabajar conjuntamente con Trump. La retórica anti americana del carnicero de Damasco ha cambiado, por lo menos de momento.
La lógica de Trump es sencilla. Rusia lucha contra el Daesh (Estado Islámico), los EEUU también y por este motivo los dos países deben unir esfuerzos para apoyar el régimen de Bashar al-Assad. Además, según Trump, la administración Obama apoya a grupos rebeldes sirios sobre los que se tiene muy poca o ninguna información.
Obama mantiene la petición formal de que Assad dimita y deje paso a un gobierno de transición formado por figuras del régimen actual y de la oposición. Esta es la posición “oficial” de EEUU actualmente. Sin embargo, las declaraciones formales de que Assad abandone su puesto no han venido acompañadas de medidas concretas en este sentido. Assad ha cruzado todas las líneas rojas sin que EEUU moviera un hilo para impedirle.
Estados Unidos conserva relaciones políticas y financieras con distintos grupos rebeldes, que califican de “moderados”. Esta ayuda, no obstante, ha sido totalmente insuficiente y tiene que ver únicamente con la necesidad de impedir que los demás países involucrados en el conflicto, como Turquía, Arabia Saudí e Irán, aparte de la milicia libanesa Hezbollah, ganen demasiada influencia en la zona y puedan convertirse futuramente en obstáculos a los intereses inmediatos de EEUU. No se trata de la defensa de los derechos humanos ni de las aspiraciones democráticas del pueblo sirio.
La política en relación al acuerdo nuclear entre EEUU e Irán es una de las grandes incógnitas abiertas. Durante la campaña, el futuro presidente ha dicho reiteradas veces que, una vez en la Casa Blanca, invalidará el acuerdo firmado por la administración Obama y el país persa. Aquí entrarán en conflicto los lobbies sionistas, muy fuertes en los EEUU, que siguen pidiendo el fin del acuerdo, y los sectores de la burguesía estadounidense que prefieren normalizar las relaciones con el régimen de los Aytollahs, que está debilitado por la crisis del precio del petróleo y la baja popularidad interna, para domesticarlo, poder invertir sus capitales en el país y recolonizarlo. No obstante, una aproximación con Rusia y Siria, por parte de los EEUU, es imposible sin mantener una relación “no beligerante” con Irán. Irán es, sin duda, el principal aliado de Assad.
Un sector de la burguesía norteamericana afirma, a través de sus publicaciones, que la política de Trump abrirá paso al fortalecimiento de los grupos terroristas y yihadistas, exactamente porque retirará su apoyo a los “moderados”, y que eso va en contra de los intereses de EEUU. Todavía es muy pronto para prever cómo la política del nuevo gobierno afectará concretamente la situación sobre el terreno. Más allá de la retórica, los cambios reales están supeditados, entre otros factores, a la lucha de clases en EEUU y en la arena internacional.
¿La izquierda pro Assad cambiará su discurso?
La falsa izquierda que apoya el régimen de Assad tiene un problema gordo en las manos. ¿Cómo justificar el acercamiento entre Trump, Putín y Assad? Hasta ahora toda su argumentación para apoyar a Putin y Assad se basa en la idea de que Rusia y Siria forman parte de un supuesto campo “progresista y anti hegemónico”, contrario a los intereses imperiales de EEUU. Rusia interviene en Siria no con vistas a defender sus intereses geopolíticos, sino para frenar la ofensiva golpista de EEUU contra el «anti imperialista» Assad.
El otro argumento de los grupos pro Assad plantea que toda la oposición siria está formada por extremistas fundamentalistas financiados por EEUU y las dictaduras del golfo. Nada más lejos de la realidad. El crecimiento de tales grupos solo fue posible por el aislamiento internacional de la revolución impuesto por las principales potencias mundiales y la mayoría de la “izquierda” pro Assad. Además, el régimen sirio alentó el crecimiento de Al-Qaeda y el Daesh al principio de las masivas manifestaciones porque luchaban centralmente contra la revolución. Menos del 10% de los bombardeos rusos se dieron en zonas controladas por el autodenominado Estado Islámico. Ni hablar de que el Daesh dio sus primeros pasos durante la ocupación norteamericana en Irak. Los que hablan de luchar contra los “grupos terroristas” son en realidad los que les han creado.
Estos sectores de la izquierda, vinculados al decadente estalinismo y al castro-chavismo, han formulado su mega teoría mundial de los golpes y las conspiraciones, y tratarán de adecuar la realidad a sus esquemas teóricos fantásticos, y no al revés, como nos enseña el método dialéctico de análisis. De momento han silenciado sobre el tema. El apoyo, tácito o no, a las dictaduras siria y libanesa cobrará factura en el futuro. ¿Cómo creer en una “izquierda” que se niega a apoyar una legítima lucha contra una de las dictaduras más brutales del mundo?
Reforzar la solidaridad internacional con el pueblo sirio
La grave crisis humanitaria en Alepo y en otras partes de Siria como Idlib, donde también han muerto casi 800 personas en el último mes, exige una respuesta inmediata por parte del movimiento internacional de solidaridad con la revolución y el pueblo sirio. Los gobiernos de Rusia y EEUU, independiente de qué partido esté en el gobierno, son ambos enemigos de las aspiraciones de libertad y dignidad que movieran a los miles de hombres y mujeres que salieron a las calles en prácticamente todas las ciudades de Siria en marzo de 2011.
Están convocadas decenas de concentraciones en distintas ciudades del mundo exigiendo el fin de los bombardeos y de la intervención rusa en Siria, especialmente en Alepo. Debemos participar en las actividades denunciando el papel criminal de Rusia y del régimen sirio. La lucha sigue abierta y el pueblo sigue resistiendo. En EEUU decenas de miles de personas están protestando contra el futuro presidente Trump y la solidaridad internacional es el único camino para debilitar el nuevo gobierno norteamericano y sus nuevos amigos en el Medio Oriente.