Sindicalistas por la Unidad Popular se conformó en torno a un acuerdo programático (Un programa en defensa de la clase obrera), que fue presentado públicamente en un acto, difundido entre miles de trabajadores/as, pasado a debate y enmiendas entre numerosos activistas y finalmente sometido a votación en una asamblea.Por Ángel Luis Parras
Un programa en defensa de la clase obrera arranca de varias consideraciones centrales que hacen parte así del mismo programa. Que el programa no son sugerencias, sino un “contrato social con los trabajadores y el pueblo”; que no aceptaremos más legalidad para su cumplimiento que la que emane de la voluntad de los trabajadores y el pueblo y de la correlación de fuerzas de su lucha; que está basado en las necesidades más apremiantes de la clase obrera y refleja lo que exigimos en estos años desde la calle. Y concluye con las grandes 11 medidas que sostiene.
La participación de los candidatos/as de Sindicalistas por la Unidad Popular en las primarias de Ahora en Común se ha realizado en torno a la defensa de ese programa y su compromiso con el mismo.
El trabajo realizado por Sindicalistas por la Unidad Popular, tanto por el contenido de su programa, como por el método de su elaboración, contrasta con el curso seguido por el conjunto de Ahora en Común-Unidad Popular. En las primarias no fue este el curso seguido por muchos de los candidatos/as y a fecha de hoy, y habiendo sido ya conformadas las candidaturas, no se sabe con certeza cuál es el programa de AC-Unidad Popular, más allá de los genéricos denominados “puntos mínimos”.
En rigor sólo se conocen dos propuestas programáticas. Una la citada de Sindicalistas por la U.P., otra las medidas anunciadas por Alberto Garzón.
El cabeza de lista y dirigente de IU saludó a la asamblea de Sindicalistas por la Unidad Popular y reafirmó su compromiso con los trabajadores/as. Como en aquella asamblea, Alberto Garzón reiteró en la presentación de sus 10 propuestas, la necesidad de “recuperar los principios, ante un panorama en el que la «lógica de la moda se ha impuesto sobre la lógica política», en detrimento de la reflexión. «Los discursos se han comido a los programas y los personajes a las personas» y criticó el «enfoque cortoplacista que sólo piensa en las próximas elecciones y no en las próximas generaciones».
Coincidimos plenamente con Alberto Garzón en esas críticas porque efectivamente, las palabras vacías, la arrogancia de los candidatos de la vieja y de la “nueva política”, les hacen parecer más a concursantes de un casting que a candidatos y sus programas distan entre poco y nada unos de otros.
Sus 10 propuestas fueron desarrolladas y defendidas por Garzón con mucha solvencia, en un programa de gran audiencia en la Sexta el pasado día 31.
Coincidimos además con varias de las medidas anunciadas porque algunas son las propuestas centrales presentadas por Sindicalistas por la Unidad Popular. Medidas como la derogación de las reformas laborales, un salario mínimo interprofesional superior a los 1.000 euros; la nacionalización de la banca, de industrias claves como las eléctricas; la subida de los impuestos a las grandes fortunas, bancos, Iglesia; la defensa de la sanidad y la educación pública sacando la religión de las aulas, acabando con la educación concertada y el concordato con la Iglesia; la defensa de la república frente a la monarquía, la defensa del derecho a decidir de los catalanes; la derogación de la Ley mordaza, etc… son sin duda medidas que sitúan las propuestas de Garzón como las más a la izquierda de cuantas candidaturas concurren a estas elecciones.
Ese hecho va a permitir el apoyo de muchos trabajadores/as a Ahora en Común-Unidad Popular y nos reafirma en trabajar en estos meses por recabar el voto para esta candidatura.
Sin embargo, hay tres aspectos que marcan la diferencia entre uno y otro programa. El primero es el referido a la Deuda. Ni en sus diez propuestas, ni en la presentación más extensa hecha en la Sexta, Garzón mencionó este tema crucial. Por el contrario, el programa de Sindicalistas por la Unidad Popular es taxativo al respecto: “Pero no hay posibilidad de llevar adelante este plan de rescate sin derogar de manera inmediata el art. 135 de la Constitución que PSOE y PP aprobaron de urgencia y a escondidas, sin decretar una inmediata moratoria del pago de la deuda con los banqueros y especuladores, mientras se pone en marcha una auditoría y el pueblo decide qué hacer con ella”.
El segundo es la postura ante la Unión Europea. En sus diez propuestas Garzón habla de «esta Unión Europea no nos vale a los pueblos de Europa ni a la gente trabajadora», al tiempo que apostó por «explorar nuevas vías de integración regional que tengan como principio la solidaridad entre pueblos».
Aludió incluso al «chantaje al que fue sometido el Gobierno griego por querer hacer las cosas de forma diferente». En el programa citado de la Sexta, cuando le preguntaron de manera directa qué iba a hacer con la UE si pasaba lo de Grecia, su tono directo y claro se volvió en un tanto difuso. Que el PIB español no es el de Grecia y que las propuestas que está haciendo caben en la actual UE, fueron la respuesta a esa pregunta. La experiencia griega atestigua que nada que no sean planes fiscalizados, autorizados y subordinados a la UE cabe en esa cueva de bandidos. Eludir la respuesta a este tema crucial no es un problema menor, es poner en tela de juicio la credibilidad de todas las medidas propuestas. El programa de Salónica de Syriza, las promesas de Tsipras y el resultado del referéndum se convirtieron en papel mojado cuando la Troika dijo: aquí no hay más plan que el que nosotros mandamos.
De nuevo valga contrastar con el programa de Sindicalistas por la Unidad Popular: “Somos conscientes de que un programa como éste jamás será aceptado por la UE y la Troika. La defensa de la soberanía nacional exige desacatar cualquier limitación a la aplicación de estos planes. No existe una salida nacional favorable a los trabajadores y el pueblo pobre en el Estado español respetando las condiciones del capital, ya sea con euro o sin euro, dentro o fuera de la UE. Ruptura con todos los tratados que nos comprometen con la Unión Europea de los bancos y grandes empresarios. Abajo la Europa del capital. Por una Europa de los trabajadores y los pueblos”.
Por eso, nuestro compromiso de trabajar por el voto para Ahora en Común-Unidad Popular no significa ni el apoyo a un programa de la candidatura, que hasta la fecha desconocemos, ni el apoyo político a un programa amenazado de quedarse en papel mojado ante la primera arremetida de la Troika. Una arremetida que irremediable vendrá al Gobierno que pretenda aplicar siquiera una sola de esas medidas, como la derogación de la reforma laboral.
Un programa de cambio real, para tener credibilidad, exige que las propuestas concretas vengan avaladas por un compromiso, como dice Sindicalistas por la Unidad Popular, de que “no aceptaremos más legalidad para su cumplimiento que la que emane de la voluntad de los trabajadores y el pueblo y de la correlación de fuerzas de su lucha”.
Mientras eso no sea así, nuestra campaña y nuestro apoyo serán al programa de Sindicalistas por la Unidad Popular y a los candidatos y candidatas que lo defienden.