A poco más de un año del bombardeo de Israel a Gaza, en julio/agosto de 2014, que dejó un saldo de más de dos mil palestinos muertos, el estado sionista vuelve a la ofensiva al poner en marcha una nueva ola de agresiones y provocaciones en las últimas semanas contra los palestinos en Cisjordania y Jerusalén Este. Las tensiones crecieron tras las amenazas por parte del gobierno de Israel de cambiar el estatus quo en el complexo de Al-Aqsa, tercer sitio más importante para la comunidad musulmana, después de Meca y Medina, ambas en Arabia Saudí.
Por Gabriel Huland
Actualmente los judíos pueden acceder a la área de la mezquita, pero no pueden rezar ahí. Con motivo de la fiesta judía de la Sukka, el número de judíos que vienen al local aumenta enormemente, lo que llevó al gobierno israelí a imponer restricciones a la entrada de musulmanes en la mezquita. Los judíos, en su mayoría ortodoxos, no vienen simplemente a rezar, sino que convierten estas fechas en un momento de afirmación de la ocupación y la cultura judía, llevando a cabo provocaciones gratuitas contra los árabes y musulmanes. Pocos días antes de la fiesta judía de la Sukka, tiene lugar una de las fiestas religiosas islámicas más importante: el Eid al-Adha, la fiesta del cordero.
Después de ocho días de confrontaciones, el número de palestinos detenidos supera los 200. Más de 800 fueron heridos con munición real y balas de goma. Las autoridades sionistas han aflojado aún más las regulaciones sobre el uso de armas de fuego por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) contra manifestantes palestinos. Hasta entonces, un soldado israelí solo podía utilizar armas de fuego si se encontrara en “situación de peligro”. Con las nuevas medidas, su uso pasa a estar permitido caso el oficial considere que cualquier persona en la zona corre peligro. La policía israelí no respetaba la legislación antes del cambio y ahora recibe en la práctica la autorización para matar libremente. Hasta el jueves 8 de octubre siete palestinos y cuatro israelíes habían perdido la vida.
Según la organización palestina Adameer, 460 palestinos de Jerusalén están detenidos en cárceles israelíes, lo que supone un aumento de más de un 60% en las últimas semanas.
Piedras contra armas de fuego y tanques
Las piedras se han convertido en el principal símbolo de la resistencia palestina. La desigualdad de condiciones entre los jóvenes palestinos que luchan contra la invasión de colonos judíos y los soldados israelíes fuertemente armados es desproporcionada. Difícil concebir tal grado de cobardía. Una gran cantidad de videos que circulan por las redes sociales muestran a los soldados israelíes superequipados atacando a jóvenes y niños palestinos armados simplemente con piedras y un keffiyeh (el pañuelo típico palestino) cubriendo el rostro. Este es su crímen. Resistir contra una horda de invasores que avanza a diario contra sus tierras.
Recientemente, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha lanzado una verdadera guerra contra los jóvenes que tiran piedras. Ha endurecido la legislación, que ahora prevé penas más duras, y ha autorizado el uso de armas de fuego contra los “terroristas armados”. La prensa israelí es tan hipócrita que convierte a los jóvenes palestinos en terroristas y a los asesinos israelíes en héroes.
El pequeño pueblo de Nabih Saleh, cerca de Ramalah en Cisjordania, se ha convertido en un referente de la lucha palestina desde 2009, cuando sus vecinos empezaron a organizar protestas semanales contra el confisco de tierras y agua por parte de la colonia judía de Halamish. Hace pocos días, un video captó el momento en el que un soldado de las IDF ataca sin piedad a un niño y en seguida es agarrado por la madre y otros residentes de la zona.
Mahmoud Abbas colabora con la ocupación
La Autoridad Nacional Palestina (ANP), presidida por Abbas, del Fatah, ha pedido en innumerables ocasiones que los palestinos cesen los “actos violentos”. Además, ha ordenado a las fuerzas de seguridad palestinas que trabajen para “calmar” la situación con la excusa de que las manifestaciones en Palestina sirven de pretexto para que Israel aumente la represión.
La página web palestina Electronic Intifada ha acusado a Abbas de actuar como “subcontratista de la ocupación”, por su actitud de reprimir a las manifestaciones para evitar a toda costa cualquier tipo de tensión con las autoridades de Israel. Su objetivo es convertirse en mero gestor de los territorios ocupados, cuando, en la opinión de muchos palestinos, debería más bien organizar la resistencia contra la creciente construcción de nuevos asentamientos, que es condenada por la amplia mayoría de la comunidad internacional, incluidos la ONU y distintos gobiernos europeos.
¿Tercera Intifada?
Algunos activistas y medios de comunicación (pro palestina y sionistas) opinan que estamos ante el inicio de la tercera Intifada. Es muy pronto para hablar de un levantamiento generalizado contra la ocupación, como fueron las dos últimas Intifadas, en 1987 y 2000. Sin embargo, observamos claramente una creciente insatisfacción con la actual situación en Palestina. Con el avance permanente de las colonias en los territorios palestinos, el descaso en relación a Gaza (que sigue sin reconstruirse) y la postura inoperante de la ANP.
En Palestina el sentimiento cada vez más generalizado es que los acuerdos de Oslo han fracasado rotundamente y que hacen falta nuevas alternativas políticas que retomen las banderas históricas de la lucha palestina de los inicios, como por ejemplo el fin de la ocupación y la construcción de una Palestina laica, democrática y no racista.