Por su interés reproducimos este artículo extraído de: https://www.elsaltodiario.com/guerra-civil/a-82-anos-de-la-matanza-de-badajoz-continua-la-desmemoria
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¿Qué relación pueden guardar la humilde ciudad de Badajoz y la terrorífica Auschwitz? Si echamos un vistazo a lo ocurrido en Badajoz durante el mes de agosto de hace 82 años, podemos entenderlo. Durante esas fechas (podemos coger el día 14 como representativo, aunque, como veremos, fue algo de mayor recorrido temporal), la ciudad extremeña perdería a un 10% de su población en la famosa “Matanza de Badajoz”.
El historiador Francisco Espinosa nos da la relación entre ambas: la naturaleza de la represión. Además, en su libro La Columna de la Muerte tiene documentadas con su nombre y apellidos a más de un millar de personas asesinadas en Badajoz, aunque asegura que, por cada persona documentada, habría tres o cuatro que no lo están, como sucede en otras muchas localidades en las que ha estudiado casos similares, confirmando que la cifra de asesinados alcanzaría las 4.000 personas solo en la ciudad de Badajoz.
Teniendo en cuenta que la población pacense rondaba los 40.000 habitantes, la cifra supondría un 10% de la población. Espinosa afirma que lo que hace a Badajoz un anticipo de Auschwitz —pues como explica Víctor Chamorro, los nazis tomaron nota del procedimiento realizado en la Plaza de toros— fue la naturaleza de la represión.
En una entrevista del periodista John T. Whitaker a Yagüe, el por entonces teniente coronel al mando de la Columna de la Muerte, para el The New York Herald Tribune, este confirmó la masacre: “Por supuesto que los hemos matado. ¿Qué esperaba? ¿Iba yo a cargar 4.000 rojos conmigo mientras mi columna tenía que avanzar a marchas forzadas? ¿Iba yo a dejarlos libres para que Badajoz volviese a ser roja otra vez?”. Entre el 17 y el 18 de julio de 1936, parte del ejército se sublevó contra el gobierno republicano del Frente Popular. En la ciudad de Badajoz dicho levantamiento no tuvo éxito en primera instancia, gracias, principalmente, al general Luis Castelló, quien estaba al mando de las tropas y fue fiel a la República. Pero este mismo fue poco tiempo después sustituido por el coronel Puigdendolas, ya que Giral lo nombró ministro de Guerra.
Hay dos cuestiones que hacían a Extremadura y, en concreto, a la ciudad de Badajoz como un lugar determinante para el bando franquista, por lo que su conquista era más que necesaria. Por un lado, Extremadura era vital para el interés de los franquistas, ya que conquistarla significaba la unión entre el Ejército del Sur, el de los regulares marroquíes que había desembarcado en Algeciras desde el norte de África, gracias al puente aéreo que les ofrecieron Alemania e Italia, con el Ejército del Norte, liderado por Mola, para así asediar Madrid. Por otro, Badajoz era la capital de la provincia donde pocos meses antes, el 25 de marzo de ese año más de 60.000 yunteros y jornaleros sin tierra, impulsados por la lentitud con la cual se estaba aplicando la Ley de Reforma Agraria, optaron por organizarse y ocupar grandes dimensiones de tierra, acabando con los grandes latifundios. Recientemente hablamos de estos hechos y de otros de la historia reciente de Extremadura
Además de estos dos factores, la ciudad de Badajoz contaba con otro problema: es fronteriza con Portugal, donde el régimen que dirigía Oliveira Salazar apoyaba y ayudaba de facto al bando sublevado, aunque de iure tardaron un poco más. Les permitieron libre circulación por Portugal, les proporcionaron una base militar aérea cerca de la frontera y, además, detuvieron y devolvieron a los refugiados y a las refugiadas, entregándolos a las autoridades franquistas, lo cual suponía una muerte casi segura.
La documentación acerca de la Matanza fue recogida por varios periodistas que pudieron estar presentes a pesar de la negativa inicial de Yagüe. El más reconocido de todos —y autor de uno de los libros de referencia acerca de este caso, La Matanza de Badajoz. Crónica de un testigo de uno de los episodios más trágicos de la Guerra Civil Española— es el portugués Mario Neves, enviado por el Diário Lisboa. Pero él no fue el único, pues le acompañaron otros como Marcel Dany, de la Agencia Havas y Jacques Berthet, del Le Temps. Tras la barbarie que pudieron ver con sus propios ojos, los tres coincidieron en no volver jamás a Badajoz, aunque Neves incumpliría su palabra por grabar un documental al respecto para la televisión británica.
Desde el 11 de agosto ya se estaba produciendo el éxodo de la población de Badajoz, debido a los cada vez más frecuentes tiroteos y bombardeos que se sucedían en la ciudad, hacia la frontera con el río Caya, en su gran mayoría mujeres y niños y niñas pequeñas, ya que los hombres se quedaban para proteger Badajoz de la invasión franquista.
Improvisado campamento de refugiados procedentes de Badajoz, próximo a la frontera en territorio portugués. Foto publicada el día 11 de agosto de 1936 en el «Diario de noticias» de Lisboa (Arquivo do Diário de Noticias)]
Entre el 12 y el 13 de agosto, la frontera en Caya (que contaba con cerca de doscientas personas), estaba bajo control franquista, después de la sublevación de algunos carabineros que allí estaban. El mismo día 13 a las 19h comenzaba el ataque a la ciudad. El bando republicano contaba con casi 5.000 personas para defender la ciudad, pero en su mayoría eran milicianos sin ninguna experiencia y con un armamento paupérrimo comparado con el que contaban los sublevados. Además, conforme estos se acercaban a la ciudad, se produjo una sublevación entre un grupo de la Guardia Civil, lo cual minó tanto en fuerza, como en material y confianza a los republicanos.
El bando franquista se dividió principalmente en tres columnas, la dirigida por el teniente coronel Yagüe por un lado, la del comandante de la Legión Castejón y la del coronel Asensio. El 14 de agosto, ya a las 7h, se reanudó el combate. Las fuerzas republicanas que defendían la ciudad resistieron como pudieron, hasta que a las 15h la columna de Castejón logró ocupar la ciudad, asaltando la Puerta de la Trinidad, algo absurdo en términos militares, ya que Asensio había conseguido entrar por una brecha en la muralla horas antes.
Una vez dentro las tropas franquistas, comienza la sangrienta represión hacia la ciudadanía pacense. Los comercios fueron asaltados. Pasaron casa por casa, calle por calle, deteniendo a cualquier persona de izquierdas o sospechosa de serlo. Por ejemplo, todas aquellas personas que tuviesen una señal en el hombro, causada por el retroceso del arma al disparar, era detenida o asesinada ipso facto.
Fusilamiento de apresados, a manos de las tropas franquistas
Algunos personajes importantes de la ciudad, como Puigdendolas, o el alcalde Sinforiano Madroñero y el diputado Nicolás de Pablo, huyeron una vez había sido invadida Badajoz, aunque los dos últimos no tuvieron suerte, siendo detenidos en Campo Maior por las autoridades portuguesas y fusilados en Badajoz el 20 de agosto. También fueron sonados los asesinatos de los hermanos Pla, famosos militantes socialistas que poseían un garaje automovilístico. En el Teatro López de Ayala, aún quedaban algunos milicianos, por lo que al atardecer del 14 de agosto los fascistas le prendieron fuego.
En el mismo teatro hoy se representará a las 22.30h la obra de Víctor Chamorro 25 de marzo de 1936, que narra los hechos que sucedieron hace 82 años. La entrada es gratuita. La obra también puede verse completa aquí
Los sublevados, además, entraron tanto en el Hospital Provincial como en el Hospital Militar, sacando a gran parte del personal y de los ingresados, algunos siendo detenidos y otros asesinados directamente. Los lugares donde más asesinatos se cometieron fueron la calle San Juan y la Catedral y, sobre todo, en la Plaza de Toros y el cementerio. El 15 de agosto y días posteriores, Badajoz fue portada internacional en la prensa por la terrible masacre que se estaba cometiendo. Es una desgracia para el oficio de muchos historiadores que estamos interesados en estos hechos el que ambas construcciones —la Plaza de Toros y el muro del cementerio— hayan sido “quitadas de en medio” por los dirigentes políticos que ha tenido tanto nuestra ciudad como nuestra región.
El periodista Marcel Dany publicó para el periódico Le Populaire el 16 de agosto de 1936: “En la plaza del Ayuntamiento, especialmente, aparecen tendidos numerosos partidarios del Gobierno, que fueron alineados y ejecutados contra la pared de la Catedral. La sangre corría a chorros por las calles. Hay charcos por todos sitios. En uno de ellos, junto al palacio de las autoridades militares se ven gorras y tarjetas de identificación de miembros de partidos de izquierda.” Otro periodista, Jacques Berthet, publicaba en Le Temps el 15 de agosto lo siguiente: “Alrededor de mil doscientas personas han sido fusiladas (…). Hemos visto las aceras de la Comandancia Militar empapadas de sangre (…). Los arrestos y las ejecuciones en masa continúan en la Plaza de Toros. Las calles de la ciudad están acribilladas de balas, cubiertas de vidrios, de tejas y de cadáveres abandonados. Solo en la calle de San Juan hay trescientos cuerpos”. También recoge Mario Neves en una crónica, que las autoridades portuguesas le censuraron, que se podían ver columnas de humo blanco de hasta 50 metros de altura. El color blanco se debía a que eran los cadáveres lo que estaban quemando. Un sacerdote aseguró que fue una medida “de higiene indispensable”. Fue tras ver más de 300 cadáveres completamente carbonizados cuando Neves se prometió no volver jamás a Badajoz.
Cadáveres en el cementerio de Badajoz
La República comenzó a utilizar la Matanza de Badajoz como propaganda para alertar de las atrocidades de aquellos que decían venir para “salvar a España”, lo que provocó que la prensa de la derecha más reaccionaria, tanto nacional como internacional, distribuyese propaganda hablando sobre la Leyenda Badajoz, negando el genocidio aquí cometido. Algo que hasta hoy día sigue sirviendo como argumento para que algunos nieguen estos hechos. Por poner ejemplo, alguien que no sorprenderá a nadie: el aficionado “historiador” Pío Moa (denominación a la que podríamos poner muchas comillas, pues tal vez encajaría mejor la de propagandista de la derecha más rancia del país), en su libro Los mitos de la Guerra Civil.
A día de hoy la desmemoria que predomina acerca de estos hechos está prácticamente generalizada entre nuestros vecinos y nuestras vecinas, aunque se puede comprender después de tantos años de propaganda y de silencio por miedo a las represalias. Hay ciertas partes de la historia que parece que aún les conviene mantener oculta a algunas personas. Pero es nuestro deber dar a conocer nuestra historia silenciada y exigir justicia para todas aquellas víctimas. Y mientras hoy día aún podemos ver simbología fascista en algunos edificios, como las placas del Ministerio de la Vivienda (franquista) con el símbolo de la Falange, o numerosas calles dedicadas a franquistas.
Esta tarde se realizará en Badajoz, además de la obra de teatro, una manifestación en recuerdo de los hechos, convocada por distintas organizaciones políticas y sociales, que partirá a las 20:00 del Baluarte de la trinidad. Así mismo el próximo día 23, se realizará la charla «Mujeres represaliadas, mujeres no olvidadas» a cargo de Candela Chavez Rodríguez (historiadora e investigadora de Montijos, autora de Sentenciados) en el salón de actos del Museo extremeño iberoamericano de arte contemporáneo (MEIAC)