Cuando está a punto de cumplirse un año del conflicto, los principales países imperialistas con EEUU a la cabeza, siguen dando su apoyo militar y económico a Israel y haciendo negocios con él. Es necesario preguntarse por qué. Para ello es preciso entender primero que como venimos denunciando desde hace tiempo, Israel no es un país ni un “estado democrático”. Es una ocupación sionista en el territorio de la Palestina histórica. Es un enclave militar al servicio de intereses estratégicos del imperialismo estadounidense, como son el control sobre el petróleo y rutas comerciales clave, en el corazón de Oriente Medio. Esto es particularmente importante en un momento en que la competencia de EE. UU. con China se acrecienta.
Por: Laura R.
Israel produce y exporta también armas y herramientas de inteligencia, utilizadas por las fuerzas policiales occidentales en la represión de las luchas en sus respectivos países. La UE otorga millones de euros para “investigación” que se destina a universidades israelíes y que van a parar a su industria armamentística
Sánchez y sus ministros del PSOE y Sumar, se llenan la boca hablando del apoyo al pueblo palestino, pero las relaciones comerciales y armamentísticas entre España e Israel no han cesado desde el 7 de octubre. El gobierno, con la complicidad de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, miente descaradamente sobre esta cuestión. Mientras Israel ahoga en sangre al pueblo palestino y sigue la masacre, no es capaz ni de romper relaciones diplomáticas con la entidad sionista.
Esa complicidad activa o pasiva con Israel, se lleva a cabo sobre todo por EEUU y todos los gobiernos europeos, pero también por los países del otro bloque imperialista como China y Rusia, que no pasan de apoyar de forma ambigua en sus discursos la creación de un “Estado palestino”. La realidad es que Rusia sigue vendiéndole petróleo a Israel y apoya los Acuerdos de Abraham firmados en 2020 por Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos, que normalizan las relaciones diplomáticas con el enclave racista y sionista de Israel. China mueve sus fichas y apuesta sobre todo por la diplomacia, con el único objetivo de preservar sus inversiones imperialistas en la región.
En cuanto a los gobiernos burgueses en la zona, son obedientes con el orden internacional por el que reprimen y matan de hambre a su pueblo. Aunque las masas de esos países están mayoritariamente con el pueblo palestino, estos regímenes tiranos no han llevado a cabo ninguna solidaridad real con él.
Únicamente se movilizaron militarmente de forma comedida, hasta ahora, para defenderse de los ataques de Israel. Mas allá de encendidos discursos de venganza y del juego de escena fronterizo de Hezbollah en el Líbano, el llamado “eje de resistencia” no se ha sumado a la lucha contra Israel, con la importante excepción de los hutíes de Yemen ¡La lucha del pueblo palestino continúa aislada!
Los más de 44.000 palestinos asesinados, o los que morirán en los próximos meses por hambre, enfermedades y la hambruna generalizada, sin contar los que están bajo los escombros, así como la destrucción del 70% de los edificios, las toneladas de escombro y de dióxido de carbono que los ataques de Israel han generado, o el regreso de enfermedades que ya estaban erradicadas en la región como la polio, suponen una catástrofe humanitaria, ecológica y sanitaria, de enormes proporciones. Y no es únicamente Gaza. Ahora mismo Cisjordania está sufriendo también la mayor ofensiva militar por parte de Israel, desde los tiempos de la segunda intifada.
Por encima de todo, los gobiernos defienden los intereses geopolíticos de sus propias burguesías. Es por esto que las negociaciones siguen “estancadas”. Y si siguen intentándolo, no es tanto porque les importen las vidas de los palestinos ni la catástrofe en marcha, sino porque las potencias imperialistas están preocupadas por una escalada mayor en Oriente Próximo que conduzca a una guerra total.
¡Es necesario ir más allá! ¡El próximo 27S, toda nuestra solidaridad de clase con Palestina!
Las inmensas movilizaciones que hemos visto en estos meses y las acampadas estudiantiles en todo el mundo, enfrentando en no pocas ocasiones la represión y la violencia de los gobiernos, han servido para desenmascarar a estos y también han sido muy importantes para que el rechazo de las masas al sionismo — que no a los judíos — sea cada vez mayor. Pero la realidad es que, hasta ahora, no se ha logrado parar el genocidio, que no ha hecho sino profundizarse.
La única forma de lograrlo es ir un paso más allá y lograr que la complicidad de los gobiernos con Israel les suponga un coste político y económico tan alto, que se vean obligados a forzar un alto al fuego a Israel y más aún, a romper relaciones diplomáticas, comerciales y militares con este enclave racista.
Es aquí donde la jornada estatal de lucha del próximo 27S, en la que distintas organizaciones sindicales, políticas y sociales están convocando una jornada estatal de lucha contra el genocidio de Israel (que CCOO y UGT se niegan a apoyar), cobra su importancia.
Porque de ser exitosa, puede preparar las condiciones para poner al gobierno contra las cuerdas y animar a la clase trabajadora de otros países a seguir el ejemplo: ¡o paran el genocidio o paramos el país!
Imaginemos qué pasaría si los trabajadores empleados en las empresas armamentísticas obligasen a parar la producción y se lograse detener el envío de armas a Israel por mar, ferrocarriles y carreteras ¡En una semana se acabaría el genocidio!
Por eso, el próximo 27 S, hay que movilizar las aulas y los centros de trabajo y llenar las calles de solidaridad con Palestina y para exigir al gobierno de Sánchez que, de una vez por todas rompa relaciones comerciales, militares y diplomáticas con Israel.
La lucha por la liberación de Palestina, que lleva siglos resistiendo y cuyo pueblo tiene más de 1400 años de existencia en la región, es la causa de todos los oprimidos y explotados del mundo. Una lucha que pasa por poner fin al asedio de Gaza que dura ya 17 años o por la liberación de los presos palestinos que están en las cárceles israelís.
Esta lucha heroica, que sólo será victoriosa si se logra destruir el Estado racista de Israel y sus métodos de apartheid y limpieza étnica, es un ejemplo de dignidad y es parte de la lucha antiimperialista que la clase trabajadora y los pueblos llevan a cabo en todo el mundo, contra la opresión y la explotación de este sistema imperialista decadente. ¡Nadie será libre hasta que Palestina sea libre, del rio al mar!