Este 1º de Mayo la clase trabajadora seguimos enfrentando el ataque progresivo a nuestras condiciones de vida. Mediante la inflación, los despidos y la precarización de los salarios, la patronal y sus gobiernos saquean las economías obreras para seguir enriqueciéndose.

Por: Corriente Roja

El FMI, claramente una institución de la clase capitalista, afirmó que los beneficios empresariales son causantes de la mitad de la inflación desde 2022. Un claro reflejo de esta dinámica se expresa en el aumento en un 40% de los beneficios de Mercadona, en contraste con el aumento del precio de la cesta de la compra, un 11’8% de media en 2023.

La situación de la vivienda es otro ejemplo sangrante de que el negocio se de a costa de nuestras necesidades básicas. El precio del metro cuadrado es hoy el doble de caro que hace 10 años, dejando un alquiler que ha aumentado, de media, un 66’2% en el mismo periodo, una apuesta segura para los fondos buitres.

Esta situación dejó un reguero de 26.659 desahucios en 2023, la mayoría de ellos a inquilinos. “No son muertes, son asesinatos” gritamos cada vez que alguien que ha sido desahuciado se suicida, como recientemente ha ocurrido en Sabadell. La clase obrera debemos ser consciente de que el gobierno, con su negativa a limitar los precios de los alquileres, es cómplice de estos asesinatos.

Contra los despidos y los salarios de pobreza

Desde inicio de año se han registrado 181.000 suspensiones de contrato o reducciones forzadas de jornada. Por otro lado, se registraban 593.500 pluriempleados, un 14% más que un año antes. Aquí reside la paradoja de la reducción patronalde la jornada laboral: los empresarios se vanaglorian, junto al gobierno, de “sacar a trabajadores del paro”, pero la realidad es que son cada vez más a los que no les alcanza con un “salario parcial” y tienen que complementarlo con otro.

Hay casi 1.300.000 empleados más que a finales de 2019, dato que tenemos que coger con pinzas, ya que desde el 1 de enero empezaron a cotizar los estudiantes en prácticas, cotización sufragada por el Estado y no las empresas, y que no les reportará acceso a paro o cualquier otro subsidio.

Por otro lado, el número medio de horas semanales trabajadas en el empleo principal (no olvidemos a los pluriempleados) se han reducido de 33’8 a 31’7 horas. Si el SMI sube pero las jornadas laborales se reducen, la subida del SMI no es sino ficticia, pues cada vez menos trabajadores lo perciben en su totalidad. Esto explica que 1/3 de los trabajadores en activo estén en riesgo de exclusión social.

Los datos de los que saca pecho el gobierno ocultan que el empleo que se crea es precario. El incumplimiento de la promesa electoral de Yolanda Díaz de derogar las reformas laborales no se debe a «cuestiones técnicas» o legales, tal como justificó en 2021, sino a su compromiso de continuar la política patronal. Lejos de derogarlas, consolidó con su propia reforma los aspectos más lesivos de sus antecesoras: los “salarios parciales” correspondientes a contratos a tiempo parcial/fijos-discontinuos/ERTEs; y el despido barato.


Un mercado laboral de «salarios parciales», donde además, la mitad de las horas extra no se pagan (más de 2.378.800 horas durante el segundo trimestre de 2023, o lo que es lo mismo, 59.470 empleos a tiempo completo), sólo puede estar al servicio del empobrecimiento de la clase trabajadora, que es a su vez fuente de la riqueza de la clase capitalista. Si a esto le añadimos la libertad de los empresarios para especular con los precios de la alimentación, los suministros básicos y la vivienda, podemos afirmar que el gobierno más progresista de la historia es progresivo sólo para la patronal y regresivo para la mayoría social trabajadora.Reducción de jornada sin reducción de salarioLa patronal reduce la jornada laboral (o despide) basándose en una realidad: la productividad ha aumentado con la tecnificación del proceso productivo, por lo que se puede reducir el tiempo dedicado a trabajar.Pero nuestro planteamiento es muy diferente al de la clase capitalista, nosotros recogemos la tradición marxista que inspiró a los trabajadores de Chicago, para luchar hoy por “trabajar menos, trabajar todos, producir lo necesario, redistribuir todo”. Contrapuesta a esta consigna, la política de la patronal es la de mantener un paro estructural — en torno a los 3 millones en el Estado Español — como amenaza al resto de trabajadores, amenaza que presiona el nivel general de los salarios a la baja.El aumento de la edad de jubilación también responde a esta lógica: la patronal y sus gobiernos alegan que las cotizaciones a la seguridad social son cada vez más bajas, pero es algo que ellos imponen mediante contratos parciales y despidos. Pueden así amenazar de hambre a los trabajadores en edad de jubilación, mientras dificultan el acceso de las nuevas generaciones al mercado laboral para que éstas acepten condiciones todavía más precarias, que resultarán, de nuevo, en jubilaciones más tardías.

La reducción de la jornada laboral tiene que pasar por el reparto del empleo y la garantía de salario y pensiones dignas para todos/as. No podemos más que denunciar la hipocresía del Ministerio de Trabajo al plantear la reducción de la jornada laboral de 40 horas a 37’5 sin reducción de salario (algo que ya recogen muchos convenios) cuando no se está asegurando un salario digno a miles de trabajadores/as precisamente por estar a tiempo parcial.

¡La clase obrera tiene que entrar en juego!

Para hacer frente a la política capitalista del empobrecimiento general de la clase trabajadora, necesitamos una organización conscientemente clasista de las/los trabajadores que, como en el Chicago de 1886, utilicen sus propios métodos de lucha partiendo de la unidad de acción para la consecución de sus objetivos.

Debemos comenzar por conformar un bloque obrero de lucha que tumbe las reformas laborales del PSOE (2010), PP (2012) y PSOE-UP (2021) diferenciándose de los gobiernos “progresistas” patronales, que nada tienen que envidiar a los de la derecha; y también de sus aparatos sindicales burocráticos (CCOO y UGT), que en nombre de la “paz social” aíslan los conflictos obreros hasta ahogarlos, conscientes del peligro que entraña para la clase capitalista el “¡Proletarios del mundo, uníos!”.

Sólo la clase trabajadora podrá parar la barbarie imperialista en Palestina, empezando por exigir al gobierno que pare el comercio de armas con Israel. Del mismo modo, sólo la clase trabajadora puede poner al gobierno contra las cuerdas para que lleve a cabo una limitación real del precio del alquiler.

Corriente Roja estamos al servicio de la construcción del bloque obrero que dé estas batallas, por ello te invitamos a conformar junto a nosotras/os, CO.BAS y el sindicalismo alternativo un 1º de mayo unitario y clasista.

¡Recuperemos la tradición obrera de lucha!

Cada 1º de Mayo recordamos la importancia de luchar por la dignidad de la clase trabajadora: esta fecha conmemora a los trabajadores industriales de Chicago que en 1886 dijeron basta a las jornadas de 18 horas y reclamaron, mediante huelgas masivas, algo tan básico como “ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho horas de descanso.”

A pesar de la represión, la huelga, secundada por 200.000 trabajadores y utilizada como amenaza a la patronal por otros 200.000, demostró la centralidad de la clase trabajadora en el proceso productivo y la potencialidad de su organización contra la clase capitalista.

Casi un siglo y medio después, la organización de la clase trabajadora sigue demostrándose necesaria ante los continuos ataques de la patronal.