Los medios españoles, caracterizados por la misma prensa burguesa internacional como los menos independientes de Europa, tienen una gran capacidad para desviar el foco de la atención.
Por Roberto Laxe
Mientras nos tienen entretenidos con la versión superficial de la crisis de Podemos, que si Errejón se enfada, que si Iglesias la lia parda, sin darnos en ningún momento las claves políticas de su crisis (que existen, sres. periodistas y tertulianos, que no son manías personales); han corrido un tupido velo ante la verdadera crisis política de la semana: el plantón del gobierno al parlamento, para no tener que dar explicaciones por la firma del acuerdo genocida de la UE con Turquía, para deportar a miles de refugiados sirios, afganos, iraquís.
La crisis de Podemos es una crisis de identidad lógica en su propia construcción como socialdemocracia.2., de una organización que se vendió, y vendieron, como la «herramienta» del cambio, y ahora es, como mucho, una bisagra para un gobierno del PSOE.
Pero el plantón del gobierno no es una crisis de identidad, es una crisis entre dos de las tres supuestas principales instituciones de una democracia burguesa (la tercera es el poder judicial, que acaba de condenar a Rita Maestre por luchar contra los privilegios de la Iglesia). Es otra expresión más de la crisis que atraviesa el régimen del 78. El poder ejecutivo se niega a dar explicaciones de su política a la institución que, según nos dicen los constitucionalistas burgueses, es la expresión de la soberanía del pueblo, el Parlamento. Y aquí no pasa nada.
Si realmente el Parlamento fuera una verdadera institución democrática, que representara la soberanía del pueblo, ahora mismo estaba nombrando un nuevo gobierno con una sola tarea: convocar una asamblea constituyente que diera respuesta a las necesidades sociales, entre otras, el rechazo rotundo al genocida acuerdo de la UE.
Algo así fue lo que hizo el Parlamento inglés, cuando en el siglo XVII el rey Carlos I lo ninguneo dando origen a la revolución inglesa de Cromwell, a que fuera depuesto y ejecutado. Algo así provocó que el Tercer Estado francés (el Parlamento), en 1789, se encerrara en el Juego de la Pelota hasta que Francia no tuviera una Constitución, de esa Convención salio la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.
Pero ya no estamos en esa época en la que la burguesía, a través de sus instituciones democráticas, y apoyándose en las legitimas aspiraciones campesinas y populares, buscaba derribar el poder de la aristocracia. Ahora estamos en la época en la que la burguesía gobierna a través de los gobiernos e instituciones no electas (reyes, Consejos Europeos, Troikas), mientras todo el mundo ningunea como le da la gana a las electas: en Grecia el Parlamento traicionó directamente el NO a la austeridad expresada mayoritariamente en un referéndum.
Un Parlamento actual no es ni la sombra del Parlamento Inglés que se levantó contra el rey, ni del Tercer Estado francés, que elaboró la constitución más avanzada de aquel momento.
Por eso, es ilusorio pensar siquiera que el Parlamento español, ninguneado por el gobierno, utilizado como refugio de corruptos y sumiso a la voluntad de un jefe del estado que nadie ha votado, vaya a tener la menor dignidad ante el plantón del gobierno.
Porque la única dignidad posible seria esa, deponer por ley al gobierno, deponer la rey que es cómplice de ese plantón a los representantes electos del pueblo, y convocar elecciones a una asamblea constituyente que rompa con este régimen antidemocrático y corrupto.
La población trabajadora que expresó y expresa su rechazo a ese acuerdo genocida, tiene manifestar su rechazo a este régimen; no puede ser espectadora pasiva de un robo más de este gobierno: roban dinero, roban libertades y ahora, incluso, roban el tener que dar explicaciones publicas por sus políticas en una deriva autoritaria que si no la paramos, puede acabar con la resistencia popular.
En este marco, que los ayuntamientos del cambio demuestren que lo son en los hechos, y pasen de las declaraciones a las acciones, desoyendo el acuerdo genocida de la UE y Turquía, invocando el derecho a la rebelión contra un gobierno injusto que reconocen constituciones tan burguesas como la de los EEUU y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa.
Los ayuntamientos del cambio tienen medios materiales y económicos para poner en marcha una red de solidaridad y acogida, representan a 10 millones de ciudadanos del Estado Español, muchas de las principales ciudades están bajo su gobierno, desde Madrid o Barcelona, hasta Coruña o Cadiz… Los miles de refugiados no pueden esperar nada de los que reventaron Grecia, a la que ahora le obligan a ser un inmenso campo de refugiados, e impusieron la austeridad en toda Europa, solo de los trabajadores y las trabajadoras y de los pueblos, desde su autoorganización y exigiendo de sus representantes políticos ponerse al frente de las solidaridad activa desde las instituciones que se dicen democráticas y humanitarias.