Como todos los años desde 1971, cuando un profesor de economía suizo reuniera a 400 empresarios y expertos europeos para analizar las perspectivas de la sociedad, se realizó estos días un nuevo Foro en la carísima (una habitación de hotel cuesta mínimo 200 euros) ciudad suiza de Davos, con la asistencia de 2600 personas. Tenían en agenda temas como la 4º revolución industrial, las crisis de los refugiados, la “desaceleración” de la economía china o el ébola.
Por Roberto Laxe
Tras varios días de debates, charlas y reuniones más o menos secretas, con un coste inasumible para nadie que no haga parte de la burguesía, ya sea como banquero o empresario -por parte española estuvieron Ana Botin del BSCH, Francisco Gonzalez del BBVA, y representantes del Ibex 35-, ya como gestor de sus intereses -el ministro Guindos-, o representantes de la cultura (el eterno Bono de U2) o del cine (Kevin Spacey), para dar glamour a un encuentro que sin ellos resultaría insultantemente burgués.
A nivel mundial estuvieron representaciones de multinacionales, gobiernos como el vicepresidente de los EEUU Joe Biden, el vice de China, de las grandes potencias europeas, de Japón, de Rusia, … De América Latina estuvieron los más importantes, Brasil, México, Colombia… , y como no, el nuevo presidente argentino, Macri, prometiendo que devolvería a Argentina al redil de los buenos pagadores de la deuda a los fondos buitres.
Primero, las conclusiones
Con tanto poder como el que en Davos se reunió, entre propietarios directos de los medios de producción y financieros, como sus representantes políticos/expertos, cabría suponer que tienen alguna idea para sacar al capitalismo del agujero de la crisis, ahora que el sostén que tenían estos años, el crecimiento de los BRICS, China fundamentalmente, se está “desacelerando”, cuando no entrando en recesión como Brasil.
Pues nada de eso, en palabras de un alto ejecutivo español, “el desconcierto es total” (El Mundo, 23/01/16). Para el FMI, ese organismo que en el 2006 decía que las crisis se habían acabado, el crecimiento del PIB mundial será del 3.6%; “«el optimismo es modesto y los riesgos, grandes» (El Mundo). Sobre los riesgos que ellos analizaron, veamos.
Sintentizando las respuestas: ante la crisis de refugiados el presidente alemán Joachim Gauck, manifestó que “disminuir la entrada de inmigrantes podría ser necesario por temas políticos y morales” (El Dinero, 29/01/16), y ya estamos asistiendo en muchos países de Europa a la utilización de métodos de control de la gente como los utilizados por los nazis contra los judíos, medidas que van acompañadas de leyes de excepción contra toda la población, bajo el estado de guerra declarado por el gobierno Francés.
Ante la crisis china, fue la inefable Christine Lagarde, del FMI -esa máquina de hundir países a mayor gloria de la banca europea y norteamericana- la que recomendó “pasar de una economía industrial a una de servicios, lo que podría incentivar el proceso exportador y el mercado local” (El Dinero). Es decir, en plata, “ni pajolera idea” de qué hacer ante la crisis china, puesto que China ya era exportadora sobre la base ser la fábrica del mundo, y qué significa eso de “economía de servicios”, ¿ir a una economía tipo EE UU, donde el 50% de su PIB depende de grandes generadores de riqueza (sic) como los fast food, destruyendo la industria?.
Respecto a la revolución industrial, la 4º, dicen, hicieron dos recomendaciones: una, “Dada la gran influencia y los avances tecnológicos actualmente, durante el foro se buscó incentivar a las naciones a participar de la nueva revolución industrial” (El Dinero), traducido a lenguaje financiero, es que las naciones se endeuden con la banca para participar de la nueva revolución industrial; y dos, una generalidad, “Los resultados de este proceso, deben apuntar a integrar al ser humano con los avances tecnológicos sin llegar a reemplazar la tecnología por la fuerza laboral del hombre” (El Dinero). Ni palabra de utilizar los avances tecnológicos para reducir la jornada laboral sin reducción de salario, para ponerlos al servicio de ser humano, y así también integrar a los refugiados, en vez de robarles sus pertenencias como hacen las democracias humanitarias y occidentales de Suecia y Dinamarca.
La conclusión obvia fue que ante la crisis del capitalismo, agudizada por la desaceleración china y la caída libre de los precios de petroleo, que hunde otro de los posibles sostenes de la maltrecha economía, la palabra es “desconcierto”.
El Foro de Davos parece ese chiste que dice, “un economista es un experto que sabe mañana porqué lo que dijo ayer que iba a suceder, hoy no ha sucedido”. Sería cómico este desenlace, sino fuera porque hablamos de miseria y empobrecimiento social, de ricos y pobres, de los que se pueden pagar una estancia en una ciudad suiza y los cientos de miles de refugiados que deambulan por las montañas de Europa, esas personas que los que se reúnen en Davos impulsan que se les roben sus pertenencias.
Descubriendo la pólvora mojada, la concentración y centralización aumenta las desigualdades sociales.
La multinacional de la “ayuda humanitaria” Intermon Oxfam ha denunciado ante el Foro que no se puede hablar de crecimiento de la economía mientras las desigualdades crezcan. Tras casi 9 años de crisis, el 1% de la población es hoy más rica que el 99% restante. La ONG denuncia, con razón, que estas desigualdades ponen en peligro la democracia. Es cierto, la acumulación de riqueza y poder en pocas manos atenta contra los principios básicos de la democracia, la igualdad; pero lo que también es cierto es que a día de hoy, eso es inevitable. Son las leyes del capitalismo, de acumulación de capital y su derivado, la concentración y centralización de capital, la que esta tras esa diferenciación.
La acumulación de riqueza no sale de la naturaleza codiciosa del ser humano, nacidos bajo el pecado original y condenados fuera del paraíso, que precisan de medidas correctoras, redistributivas o filantrópicas. La acumulación de capital es fruto de la explotación de los trabajadores y trabajadoras, que sienta la bases para esa concentración y centralización. En un periodo de crisis como el que vivimos, los capitales menos rentables, menos productivos o que tienen menos conexiones con el poder político (la galopante corrupción que atraviesa todo el mundo), pierden el ritmo y desaparecen, empobreciendo a amplias capas de las clases medias, de la pequeña burguesía y destruyendo grandes y medianas empresas, que son absorbidas por las más rentables.
Esta ley se manifiesta en al clase obrera con el aumento del desempleo y la caída en la miseria de amplias capas de los asalariados / as; son los “working poor”, incluidos estados imperialistas. En el Estado Español 10 millones de familias trabajadoras viven en el umbral de la pobreza (la “pobreza energética” no es más que la pobreza de la clase obrera), en los EEUU el 50% de los jóvenes viven con sus padres, aun siendo asalariados / as, porque los sueldos no les permiten vivir independientemente; en Alemania, cerca de un millón de jubilados / as tienen que compatibilizar la pensión con un trabajo a tiempo parcial, el famoso “mini job”.
La acumulación de riqueza en pocas manos es fruto, entonces, de esa ley de la concentración y centralización de capital, que se manifiesta en esa formula que es el 1% vs el 99%. Pero no nos confundamos, es una formula gráfica, pero no exactamente real: si bien dentro del 1% hay mucha homogeneidad, son los “ricos, ricos”, entre el 99% la cosa cambia.
Un análisis serio de ese 99%, más allá del titular, nos dice que entre ellos hay capitalistas empobrecidos, que fueron incapaces de seguir los pasos de los más ricos, pero que conservan títulos de propiedad de empresas y comercios, hay clases medias (profesionales liberales) y aristocracia obrera, que fueron parte de la dominación del capital, pues en sus mesas caían migajas de la explotación del conjunto de la clase obrera mundial y del saqueo de los pueblos oprimidos, y aunque algunos, con el empobrecimiento social, se proletarizan -es decir, pierden cualquier otro medio de vida que no sea la venta de su fuerza de trabajo-, muchos conservan propiedades que les permiten pasar al “rango” de rentistas. No caigamos en el simplismo del titular, que anula la verdadera realidad del mundo: la riqueza se acumula a partir de la frontera de clases, entre los que tienen títulos de propiedad para no necesitar vender su fuerza de trabajo para vivir (mejor o peor), la burguesía en todos sus escalafones, y aquellos que solo tienen su fuerza de trabajo para vivir, los proletarios: las clases medias, como bien dice el término, están en medio. La riqueza se genera sobre el trabajo de los asalariados / as a través del tiempo de trabajo no pagado, más conocido como la “plusvalía”. Hoy el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir cualquier mercancía es prácticamente nulo: un obrero o una obrera produce en 8 horas lo que no hace tanto se precisaban miles de horas de trabajo. No confundamos tasa de plusvalía, es decir, rentabilidad del capital invertido, con masa de plusvalía, que es el total del tiempo trabajado no pagado para producir mercancías.
Por este motivo la rentabilidad de las empresas está bajo mínimos; para que una inversión sea rentable es preciso aumentar la explotación de la clase obrera de una manera geométrica, que incremente la masa de plusvalía -acumulación originaria de capital-. Pero, en las condiciones actuales de desarrollo tecnológico, esto es una vuelta al pasado, al trabajo casi artesanal, por lo que a pesar de todas las medidas de empobrecimiento social la tasa de ganancia sigue siendo baja.
El “desconcierto” del Foro de Davos viene de que, como “expertos” economistas que son, se les ha invertido la realidad en la cabeza y no alcanzan a ver que la tasa de ganancia extraída de la explotación de la clase obrera, fruto del tremendo desarrollo de la capacidad productiva del ser humano, está a punto de ser “cero”, lo que en términos contables se define como “estancamiento”. Ante esta realidad solo se les ocurre recetar lo que nos ha traído hasta aquí, la liberalización de los mercados financieros, el aumento del capital ficticio / deuda, especulación, corrupción, etc. Confunden la forma de la riqueza, “dinero”, con la riqueza, “capital”, y creen que aumentando el dinero se aumenta el capital, generando constantemente nuevas “burbujas” sin casi ninguna base en la producción de mercancias (mercados de futuros, compra de pasivo y títulos, etc.), que inevitablemente terminan por estallar.
China y la acumulación de capital
Uno de los grandes temas que entró de lleno en el Foro fueron los problemas de la economía china. Son “problemas” y no crisis, porque no se puede hablar con rigor de crisis con una tasa de crecimiento del 6,9% (casi el doble que la media mundial prevista por el FMI); salvo que uno sea un propagandista del bloque euronorteamericano, empeñado en minimizar el “desafío” que China representa para su dominio hegemónico.
Pero China sí tiene problemas, y serios. Algunos hablan de que la economía china se acerca a “estandares” occidentales, de no más del 3/4% de crecimiento del PIB. Es cierto… El incremento de la productividad en el trabajo aumenta la tasa de plusvalía generada por la explotación de la clase trabajadora, pero ese mismo incremento provoca una tendencia decreciente de la tasa de ganancia, lo que contablemente se expresa en esas “tasas estándares”.
China, desde hace muchos años -la política de Deng Xiaoping en los 70/80-, sobre la base de una explotación brutal de la clase obrera y el atraso tecnológico de su aparato productivo, tenía una bajísima productividad del trabajo y por ende de la tasa de ganancia; pero fruto de esa explotación de las condiciones de trabajo y salarios, el capitalismo chino generaba una gran masa de plusvalía.
A partir de esa masa de plusvalía generada estos años la economía china ha vivido un proceso de “acumulación originaria”, se ha modernizado, han tecnificado las industrias y aumentado la productividad del trabajo. Además, se ha generado por esta tecnificación una gran clase media (unos 300 millones de personas) con un relativo aumento de la calidad de vida, que se traduce en un gran mercado interno para bienes de consumo.
La rentabilidad del capitalismo chino, como ha pasado siempre desde que la Holanda del Siglo XVII el tulipán atrajera a capitales de Inglaterra y toda Europa, ha provocado una burbuja inversora, no solo de las clases medias chinas, sino de capitales internacionales. El resultado no es otro que una nueva burbuja, del mismo estilo que la que hundió la economía norteamericana en el 2007/8. De nuevo, ahora en China, la tendencia decreciente de la tasa de ganancia expulsa a capitales a la inversión especulativa, y abre un periodo de concentración y centralización de capitales dentro que hagan más rentables las empresas que sobrevivan.
China no perderá papel en la economía mundial, antes al contrario, las empresas que sobrevivan al proceso que se está produciendo serán más poderosas, más grandes y tendrán mejores condiciones para competir con los grandes consorcios occidentales. La crisis china, y aquí también esta el “desconcierto” del Foro, es una crisis de crecimiento; pasar de la juventud a la madurez… en el marco de una crisis capitalista de gran calibre.
El desconcierto se manifiesta en que el FMI no tiene recetas concretas para una economía que ya es el banquero del mundo. El FMI, ante una crisis de otra nación, recomienda “liberalizar” los servicios y endeudarse con el capital yanki y europeo… Pero en el caso chino tiene un problema; la primera receta puede valer, pero la segunda no: China es acreedor de yankis y europeos. O lo que es lo mismo, ¿cómo endeudarte con quien te debe dinero?, o te debes dinero a ti mismo o es imposible.
La salida de la crisis, el “desconcierto” de Davos o el socialismo
A nueve años del estallido de la crisis, que una reunión que cuesta un dineral y donde se juntan cientos de expertos, políticos y demás, solo sea capaz de decir que hay un “optimismo moderado”, que hay “riesgos”, o como alguno dijo, “el desconcierto es total”, suena, como dije más arriba, a chiste, sino fuera porque nos va en ello la misma existencia de la humanidad… Hace ni siquiera tres meses, en Paris, en la Conferencia del Cambio Climático, la sensación fue la misma: “desconcierto”, “moderado optimismo», o lo que traducido a la realidad: no sabemos que demonios hacer con todos los avances tecnológicos (desde la nanotecnología hasta los avances médicos, desde las renovables hasta el conocimiento del ser humano); lo que ampulosamente llaman la 4º revolución industrial.
No saben… ¿o no pueden / quieren?. Porque esta es la cuestión. Si solo se trata de “saber qué hacer”, con cambiar las personas que si sepan, llegaría. Esta es la teoría de los neoreformistas que crecen por todo el mundo, el problema es la codicia del 1% más rico, y con gobiernos de sabios, de “núcleos irradiadores” (como se autocalifican los dirigentes de Podemos), apoyados en la gente del común, si sabremos que hacer con todos esos avances. Para ellos el problema son las personas, no el sistema, traicionando el gran eje del 15M español que afirmó una y mil veces: “el problema es el sistema no las personas”.
Vayamos a Davos, y dejemos las fantasías utópicas del neoreformismo para otra ocasión. No pueden / quieren cambiar las cosas, porque ellos son la personificación del problema, de la crisis del sistema.
Su “desconcierto” es el de una persona que tiene acceso a miles de millones de euros y ante una crisis como la de los refugiados solo se les ocurre decir que “disminuir la entrada de inmigrantes podría ser necesario por temas políticos y morales”. Cómo el representante de una de las naciones más ricas del mundo, Alemania, puede decir tamaña inmoralidad ante el sufrimiento que ellos mismos han generado, con sus políticas de austeridad y saqueo de riquezas de los países de los que salen los refugiados. Por si no fuera poco, son los mismos que obligan al pueblo trabajador griego a pagar una deuda que no generaron, le exigen a esa Grecia empobrecida que controle el paso de los refugiados: los pobres europeos contra los pobres árabes; esta es la gran receta de esos “expertos”.
Esta hipocresía es más sangrante si vemos que la sociedad -sí, capitalista- ha sentado las bases para que la humanidad supere la inmensa mayoria de las lacras que la afligen. La llamada 4º revolución industrial, los avances que ella supone (nanotecnologia, renovables, avances médicos, genética, …), pone a la humanidad a las puertas de la superación del “reino de la necesidad”, para avanzar al “reino de la libertad”; al socialismo.
Pero… Si, hay un pero, y ese “pero” no es pecata minuta; es todo lo que representa el Foro de Davos, la propiedad privada de los medios de producción y financieros, de la especulación y las burbujas inmobiliarias, la corrupción y la deshumanización de la sociedad, el individualismo y la íntima convicción en la teoría hobbesiana de que “el hombre es un lobo para el hombre”.
Los avances tecnológicos, la llamada 4ª revolución industrial vive en la contradicción de que son obra de un sistema, el capitalista, que por su lógica implacable de optimización de beneficios a través de la producción de mercancías de manera compulsiva e irracional, se ve obligado a revolucionar constantemente la relaciones de producción, tecnificándose, aumentando la capacidad productiva del ser humano; pero la dependencia que el mismo capitalismo tiene de ese incremento de los beneficios, y su apropiación privada (aumento de la riqueza de unos pocos frente a la miseria de muchos), le conduce, también implacablemente, a las crisis cíclicas que cada vez empobrecen a más sectores sociales. Esta es la base material del “desconcierto” de los representantes del capital reunidos en Davos: ¿como siendo tan ricos, tenemos “riesgos” que comprometen nuestra riqueza?
La base de la pirámide social cuyo vértice representa el Foro de Davos, la clase obrera, donde se concentran todas las contradicciones de la sociedad actual, tiene en sus manos resolver la contradicción, expropiando a los que se apropian de la riqueza social y sus representantes, planificando la economía bajo su control y poniendo los avances tecnológicos al servicio del desarrollo humano, no del beneficio del capital. Es decir, luchando por el socialismo como la superación del “reino de la necesidad por el reino de la libertad”.
Solo un ejemplo, para terminar: si hoy en 8 horas de trabajo se produce lo que hace años eran preciso miles de horas, porque no se reduce la jornada laboral al tiempo necesario para reproducirnos como especie, y el tiempo restante a desarrollarnos como seres humanos. Esto es el socialismo; es la realidad, ni más ni menos… Enfrente, estan los que, como en Davos, lo niegan. La revolución es acabar con el sistema que sostiene a todos los Davos del mundo.
Galiza, 31 de enero de 2016