A menos de un mes de que la invasión rusa de Ucrania cumpla su primer aniversario, y luego de meses de indecisión, los gobiernos de Alemania y EEUU anunciaron que enviarán un puñado de carros de combate a las fuerzas ucranianas.
Berlín se comprometió a enviar “rápidamente” unos 14 tanques Leopard 2A6. Este blindado, fabricado por la empresa alemana Krauss-Maffei-Wegmann, entró en servicio en 1979, pero debido a su permanente actualización, es considerado uno de los más modernos y capaces del mundo, en cuanto a blindaje, potencia, alcance de tiro y movilidad.
Washington, por su parte, enviará 31 tanques M1 Abrams a Ucrania y entrenará en un tercer país a soldados ucranianos en su uso y mantenimiento. El envío, sin embargo, tardará “varios meses”. Una dificultad adicional reside en que se trata de armas muy sofisticadas, que demandan una logística y un mantenimiento difícil de sostener. Por ejemplo, a diferencia de los Leopard 2, movidos a diésel, los Abrams requieren combustible de aviación, mucho más caro.
El Reino Unido aportará 14 tanques Challenger 2. Otros países como España, Polonia, Finlandia, Noruega, Suecia, Países Bajos y Portugal se mostraron dispuestos a enviar tanques Leopard 2 a Ucrania, luego de la autorización del gobierno alemán. Pero la mayoría de esos países no ha especificado cantidades ni plazos de entrega. Francia, por su parte, todavía estudia el envío de tanques Leclerc.
La decisión occidental de suministrar tanques para reforzar la defensa ucraniana, previsiblemente, fue duramente contestada por Rusia, no solo en términos diplomáticos y propagandísticos, sino lanzando por lo menos 55 misiles y 24 drones iraníes sobre infraestructuras básicas de Odesa, Zaporiyia y Kiev. Al menos 11 personas murieron.
Las coincidencias entre putinismo y pacifismo
Los defensores de Putin, entre ellos muchos intelectuales y partidos estalinistas y/o castrochavistas, no pierden la oportunidad para decir que el envío de tanques –y cualquier ayuda militar– es la prueba de que el verdadero embate sería entre los imperialismos reunidos en la OTAN y un pretendido Putin “antiimperialista”.
Esta tesis, como explicamos en otras ocasiones, carece de fundamento y no se sostiene, pero es repetida hasta el hartazgo por ese sector para justificar la invasión, y con eso las atrocidades cometidas por los ocupantes rusos, de un país mucho más pequeño y débil.
Estamos delante de una brutal agresión con afanes de conquista y destrucción de una nación históricamente oprimida por sucesivos gobiernos rusos, desde el zarismo, el estalinismo y el régimen dictatorial de Putin, exceptuando únicamente los primeros años de la Revolución Rusa. No olvidemos que Putin sostiene que Ucrania no debería existir.
Por consiguiente, la lucha del pueblo ucraniano, de la que participan de muchas formas la clase obrera y amplios contingentes organizados de la población civil, independientemente del carácter burgués, proimperialista y corrupto del gobierno de Zelenski, supone una causa legítima, necesaria, una “guerra justa” que urge la solidaridad internacional y todo el apoyo material posible. Se trata, por parte de Ucrania, de una guerra de liberación nacional. Esta es la verdadera naturaleza de la guerra.
En ese sentido, es equivocada y reaccionaria la posición de un amplio arco de intelectuales y organizaciones pacifistas, que se oponen a la “guerra”, así, en general.
Esta posición, aparentemente “neutra”, en realidad favorece a los invasores rusos, el lado beligerante más fuerte. Especialmente cuando, incluso en los casos en que retóricamente se admite que la agresión rusa debe ser condenada y se reconoce el derecho a la soberanía ucraniana, ese sector se opone a cualquier envío de armas para el mal pertrechado bando ucraniano. Es una incoherencia: ¿cómo, en medio de una invasión, los ucranianos podrán defender su soberanía sin las armas necesarias?
No es necesario ser un experto en la ciencia militar para entender que esta posición, en el contexto de un choque bélico, solo puede contribuir a la derrota del país invadido y más débil.
El pacifismo, asumiendo o no una retórica favorable a Ucrania, cuando rechaza el armamento que Ucrania necesita para repeler la invasión y, en lugar de eso, confía en una distante y estéril solución diplomática, hace el juego a los intereses de Putin, que, mientras tanto, ocupa y bombardea sin cesar las ciudades ucranianas.
Es importante notar que tanto aquell@s que, desde la izquierda, justifican la guerra de Putin o asumen una postura pacifista, aparentemente equidistante, en la práctica coinciden con los más recalcitrantes exponentes de la ultraderecha mundial, como Steve Bannon o Donald Trump. Este último manifestó su oposición ante el anuncio del envío de tanques: “Primero vienen los tanques, luego las armas nucleares”[1]. Debemos entender que la política de “nada de armas para Ucrania”, en los hechos, unifica a los pacifistas con los putinistas y con un amplio abanico de la ultraderecha internacional.
Por nuestra parte, desde el comienzo de la invasión rusa nos posicionamos inequívocamente por la derrota de Putin y la victoria militar de Ucrania, sin por ello depositar un ápice de confianza en el gobierno de Zelenski ni en los imperialismos reunidos en la OTAN.
Consecuentemente, exigimos a todos los gobiernos el envío de armas pesadas, defensivas y ofensivas, tanques, aviones de combate y tecnología militar de punta, sin condiciones de ninguna índole, para que sean operados por los propios ucranianos y ucranianas, alistados en el Ejército regular o en las más variadas formas de resistencia obrera y popular.
El pueblo ucraniano es el verdadero protagonista de esta guerra. Con demasiado poco, y a pesar de un gobierno corrupto y conciliador, está consiguiendo defender su soberanía ante una fuerza militar muy superior. Imaginemos lo que sería posible si ese pueblo estuviera bien armado. La salida pasa por profundizar ese protagonismo, alentando la organización y movilización obrera y popular dentro de Ucrania.
La salida no pasa por el pacifismo ni por pedidos de intervención imperialista. A partir del rechazo de los intereses de la OTAN, que debe ser disuelta, exigimos a esos gobiernos el envío de armas pesadas y todo el material bélico necesario, sin condiciones, para que Ucrania gane la guerra.
La política de la OTAN
Esto último es lo opuesto a la política implementada por EEUU y la Unión Europea, reunidos en la OTAN.
Desde que Ucrania fue invadida por Moscú, los imperialismos occidentales se dedicaron a declaraciones retóricas de apoyo a Kiev. La presión de la feroz resistencia ucraniana y de sus propios pueblos hizo que enviaran dinero, armas y equipamiento militar, pero con cuentagotas, muchas veces material bélico en mal estado y en cantidades no determinantes.
El envío lento y limitado de armas corresponde a la política de presionar a Putin, pero sin acorralarlo ni mucho menos estrangularlo, buscando una eventual negociación en la que no está garantizado el respeto a la integridad territorial ucraniana.
Esta política explica las ultimas decisiones de los imperialistas. El alardeado envío de tanques a Ucrania es, como los demás suministros bélicos, lento e insuficiente.
Las fuerzas ucranianas, que combaten en inferioridad de condiciones ante el segundo ejército más poderoso del planeta, cuentan con vetustos tanques del período soviético, en su mayoría T-72.
La flota de carros de combate, prometida por países miembros de la OTAN, aunque necesaria, no es suficiente para imponer un nuevo curso a la guerra. Para vencer la guerra, Ucrania necesita mucho más.
Los compromisos de los imperialistas rondan los 60 tanques, cuando Kiev solicita no menos de 300 unidades.
En una contraofensiva, según analistas de defensa, los tanques occidentales, aunque mucho más modernos que sus pares ucranianos y rusos, solo podrían inclinar la balanza en operaciones de gran envergadura. Además, en términos operativos, cualquier ofensiva mecanizada depende de la combinación efectiva de otras armas, como la artillería pesada y, sobre todo, de una cobertura aérea contundente, algo que Ucrania no tiene condiciones de garantizar. No sirve para mucho enviar tanques, pero no aviones de combate.
El volumen, en la actual situación, es decisivo. Por otra parte, hasta poder reacondicionar los tanques –muchos de ellos, como los del Estado español, se encuentran en desuso hace una década –, afinar la logística y completar el entrenamiento necesario, pueden pasar meses o incluso un año para la efectiva entrada en combate de los Leopard 2, Abrams o Challenger.
El propio “envío rápido” de los primeros 14 Leopard 2 alemanes tardaría unos dos o tres meses.
El tiempo es otro factor clave, puesto que tanto Ucrania como Rusia preparan sus ofensivas de primavera-verano. Ambas fuerzas pretenden romper el “punto muerto” actual, y el que golpee primero, tendrá la ventaja de trastocar los planes del enemigo.
Así, a casi un año del inicio de la invasión, la principal tarea continúa siendo derrotar a las fuerzas de ocupación rusas. No caben posiciones equidistantes. Es crucial expulsar a las tropas de Putin del territorio ucraniano, recuperando todos los territorios ocupados desde febrero de 2022, además de Crimea, anexada en 2014.
Pero, como explicamos, la política del imperialismo y de la oligarquía ucraniana, traducida en el terreno militar, no pretende una victoria contundente del pueblo ucraniano sobre Putin.
Solo desde el apoyo a la resistencia ucraniana se puede desenmascarar a la OTAN y a Zelenski
El pueblo ucraniano sí lucha por la victoria. Pero, para ello, no se debe confiar en Zelenski, pieza principal de un gobierno al servicio de los oligarcas, que aprovecha la situación de guerra para atacar las duras condiciones de existencia de la clase trabajadora, socavando así la resistencia. Además, muchos políticos y oligarcas ucranianos se están enriqueciendo por medio de groseros actos de corrupción en el suministro a las tropas y otros negocios ligados a la guerra.
Por su carácter de clase, el gobierno de Zelenski es profundamente proimperialista y, tarde o temprano, traicionará la lucha de su propio pueblo.
Ninguna confianza, también, en el imperialismo estadounidense y europeo (OTAN), que no están dispuestos a tolerar una victoria genuina de los explotados de Ucrania contra Putin. Los imperialismos preparan una salida negociada, donde la opción de dividir el país no está descartada. Por eso, no envían la calidad y la cantidad de armas necesarias. Por eso, mantienen negocios con Putin. Si bien existe una política de la UE para disminuir la dependencia energética de Rusia, lo cierto es que, en 2022, Moscú aumentó 7% sus exportaciones de crudo y 28% los ingresos por la venta de petróleo y gas[2]. En plena guerra, países como el Estado español aumentaron 141% sus compras a Rusia[3]. No quieren la derrota final de Putin. Por eso, imponen sanciones aisladas y blandas, que no atacan el corazón de la economía y la máquina de guerra de la oligarquía rusa.
¡Armas para la resistencia ucraniana!
Es necesario exigir el armamento y la tecnología militar necesaria para derrotar a Putin. Además del sistema de lanzamisiles múltiple HIMARS, los ucranianos piden misiles MGM-140 ATACMS, con alcance de 300 kilómetros. L@s ucranian@s piden, también, aviones de combate F-15, F-16 y A-10 Thunderbolt II (específico para apoyo aéreo de la infantería); sin esto, es imposible controlar el espacio aéreo.
Ucrania demuestra que la victoria es posible. La contraofensiva ucraniana del segundo semestre del año pasado golpeó duramente a los ocupantes. Además de la liberación de Kherson, ocurrida el 11 de noviembre, las tropas ucranianas recuperaron 54% del territorio que Rusia había tomado desde febrero de 2022[4]. La reconquista de Kherson, la única capital regional tomada por los rusos tuvo un impacto político y militar estruendoso.
L@s ucranian@s están demostrando que la máquina de guerra rusa puede ser derrotada y, con ello, debilitar a un importante colaborador de la contrarrevolución en el mundo.
Pero, para ganar la guerra, se necesita de mucho más apoyo. Es necesario intensificar la campaña de “Armas para Ucrania, por la derrota militar de Putin”, que debe ser asumida por todos los sindicatos y organizaciones obreras. La clase trabajadora mundial debe abrazar la causa ucraniana. La derrota de Putin será una victoria para la clase trabajadora internacional. Esta es la importancia, por ejemplo, de los dos convoyes internacionales realizados por la Red Sindical Internacional, de los que participó la CSP-Conlutas de Brasil, para llevar solidaridad activa, política y material, a sectores obreros de la resistencia local.
La LIT-ci seguirá en la primera línea de apoyo al pueblo ucraniano. También continuaremos apoyando y solidarizándonos con l@s perseguid@s en Rusia, que están pres@s por oponerse a la guerra de Putin.
Insistimos: solo desde el apoyo a la resistencia ucraniana se puede combatir y desenmascarar a la OTAN, EEUU, la UE y al propio gobierno oligárquico de Zelenski, incapaz de encarar la lucha contra el agresor ruso hasta las últimas consecuencias.
¡Trabajador@s del mundo, uníos en apoyo a la resistencia ucraniana!
¡Por la derrota de las tropas de Rusia!
¡Armas para el pueblo ucraniano!
¡Viva la resistencia ucraniana!
¡Ninguna confianza en EEUU, UE, OTAN!
¡Por la disolución de la OTAN!
[1] https://www.europapress.es/internacional/noticia-trump-carga-contra-envio-blindados-ucrania-primero-vienen-tanques-luego-armas-nucleares-20230126212519.html
[2] https://elperiodicodelaenergia.com/rusia-aumento-7-exportaciones-crudo-2022-ingresos-petroleo-gas/
[3] https://www.elmundo.es/economia/macroeconomia/2022/09/08/6319ad3621efa08a388b45d6.html
[4] Según el Reino Unido, en diciembre Rusia controlaba 18% del territorio ucraniano reconocido por la comunidad internacional: https://twitter.com/DefenceHQ/status/1602290939023728640