Cientos de miles de emigrantes asiáticos llegan a Qatar como esclavos de la nueva modernidad. De inmediato los esconden, les cambian la mirada, les prohíben la mezcla, el contacto, el roce. Los quieren lejos, apartados, sepultados de silencio. En mundos enteros que no se nombran. Los lugareños los “huelen”, los “olfatean”. Saben que están ahí. A unos pocos kilómetros de distancia, ocultos en barracones. Están ahí para levantar sus ciudades, sus rascacielos, sus centros comerciales -con pistas de esquí a 40 grados a la sombra- sus casas, sus hoteles, sus estadios manchados de sangre. Lo saben. Han venido para eso. En viajes de ida y vuelta, con regreso obligado. No los quieren. Pero los necesitan. Necesitan sus brazos baratos, sus “palas mecánicas” sin refinar, mestizas, venidas a lomos desde las espaldas del mundo para edificar un mar de hormigón armado en un desierto sin nombre, sin vida, a cielo abierto, como tumbas de escorpiones.“Los esclavos de un Mundial manchado con sangre” José Luis Lanao. Ex jugador del Club Atlético Vélez Sarsfield, campeón Mundial Juvenil 1979
El 2 de diciembre de 2010 Joseph Blatter, en aquel entonces presidente de la FIFA, mostraba al mundo un pequeño papel extraído de un sobre que decía en el encabezado: 2022 FIFA World Cup. En tamaño más grande aparecía el nombre del vencedor de la elección: Qatar. Posteriormente en 2015, fiscales federales en Suiza revelaron los resultados de una investigación relacionada a un pago de 2 millones de dólares que la FIFA entregó a Michel Platini cuatro años antes. Las consecuencias del escándalo precipitaron que Blatter renunciara como presidente de la FIFA y desbarataron las pretensiones de Platini de reemplazar a su mentor. Aunque el propio Comité de Ética de la FIFA inhabilitó por dicho abono a finales de 2015 a Joseph Blatter y a Michel Platini, durante un período de ocho años, en julio de 2022 la justicia suiza absolvió a ambos y los terminó indemnizando por daños morales.
Giovanni Vincenzo Infantino, desde el 26 de febrero de 2016 presidente de FIFA, aseguró al llegar a su cargo que “la nueva FIFA no deja sitio para el delito” y se refirió a la lucha contra la corrupción, “la protección de los niños, la integridad del deporte y la prevención del delito”. Sin embargo, su expresión apenas cambió cuando le refirieron sobre las denuncias de abusos, explotación y muertes, de los trabajadores de los estadios donde se disputará la próxima Copa del Mundo: “Cuando le das trabajo a alguien, incluso en condiciones difíciles, le das dignidad. No es caridad, es una cuestión de orgullo. 6.000 personas también pueden estar muriendo en otros sitios. La FIFA no está para ser la policía del mundo ni es responsable de todo lo que pasa en el planeta, pero gracias a la FIFA y el fútbol se ha contribuido a un cambio social positivo en Qatar”.
Qatar y La dinastía de los Al Thani
Qatar ha sido gobernada por la familia Al Thani desde mediados del siglo XIX. Antes del descubrimiento de petróleo en su territorio, era famoso por la recolección de perlas y por su comercio marítimo. Fue protectorado británico hasta que ganó su independencia en 1971. En 1995 el jeque Hamad al Thani se convirtió en emir después de deponer a su padre, Jalifa bin Hamad al Thani. Desde 2013 el emir catarí es su hijo Tamim bin Hamad Al Thani, que accedió al cargo tras la abdicación de su padre. Posee la tercera mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha convertido al pequeño emirato en uno de los países con mayor renta per cápita del planeta junto a Luxemburgo, Singapur e Irlanda y le ha llevado a alcanzar el segundo índice de desarrollo humano más alto del mundo donde los cataríes gozan de un ingreso per cápita de 100.000 dólares anuales. La fortuna del emir, la máxima autoridad política de Catar, bordea los 3 mil millones de dólares. Y se queda corta en relación a la de su principal socio en el PSG, el empresario también catarí Nasser Al Khelaifi. Éste ostenta nada menos que 16 mil millones de dólares como patrimonio. Y como ellos hay decenas de multimillonarios entre la realeza y mundo empresarial del emirato. Fueron estos magnates quienes decidieron invertir cerca de 200 mil millones de dólares para la organización de la vigésimo segunda Copa Mundial de Fútbol.
El Qatargate: La trama de corrupción y sobornos para la elección de Qatar como sede del Mundial
La elección de Qatar como sede del Mundial afectan de lleno al fútbol español y sus redes vinculadas a la Federación de Fútbol con Villar, ACS de Florentino Pérez y Sandro Rosell, expresidente del FC Barcelona, club que llevó el patrocinio de Qatar por más de 100 millones de euros una vez cerrado el trato. El entramado entre Villar, Florentino y Rosell, consistió en apoyar a Qatar a cambio de repartirse el botín de todo tipo de negocios. Hochtief, filial de construcción alemana de ACS, controlada por Florentino Pérez, logró el mayor contrato de su historia por 1.300 millones de euros con la construcción de un centro comercial gigante en Qatar. Villar por su parte se llevó un montante de tres millones de euros por el partido España-Uruguay celebrado en Doha en febrero de 2013. Sandro Rosell y Ángel María Villar salieron muy golpeados de toda esta trama y acabaron abandonando sus puestos tanto en la presidencia de su club como en la Federación. Sin embargo, Florentino Pérez como de costumbre sigue a día de hoy impune de todos sus movimientos y dudosos negocios.
No es fútbol todo lo que reluce
Todo apuntaba a una organización de una Copa Mundial de Fútbol exitosa y sin mayores inconvenientes. Paradójicamente uno de los mayores eventos deportivos del planeta se ha visto salpicado por numerosas denuncias y voces críticas que han sacado a la luz una explotación laboral que raya en la esclavitud a decenas de miles de trabajadores inmigrantes que han construido las infraestructuras que van a acoger dicho campeonato. Una indignación que ha ido in crescendo a medida que las fechas se acercan llegando incluso a estar encima de la mesa el llamamiento a boicotear el Mundial. Así se expresó, el exfutbolista francés Eric Cantona: “Para ser honesto, no veré la próxima Copa del Mundo, porque no lo es para mí. (…) Han muerto miles de personas construyendo los estadios. Y aun así vamos a celebrar la Copa del Mundo allí. Es horrible”.
Aproximadamente dos millones de migrantes procedentes de Nepal, india, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Filipinas y Kenia son hoy la fuerza de trabajo de un país que actualmente se acerca a los tres millones de habitantes en una superficie de menos de 12.000 Km2 (aproximadamente la provincia de Lleida). Casi el 40% trabaja en la construcción de rutas, vías férreas, grandes rascacielos, lujosos hoteles y centros de convenciones, y los estadios y las infraestructuras del Mundial. La denominadas Aspire Zone una gran extensión de terreno situada en Doha, la capital de Qatar que vista desde el aire es como un barrio más de la ciudad.
La Aspire Zone cuenta actualmente con un campo de fútbol para 50.000 espectador@s con pista de atletismo aprobada por la IAAF, siete campos más de fútbol al aire libre, y uno cubierto con capacidad para 5.800 espectador@s, además del edificio de la Aspire Academy. También cuentan con un centro de deportes acuáticos con tres piscinas olímpicas, y dentro del Aspire Dome una pista de atletismo cubierta y pabellones para disputar una gran variedad de deportes como voleibol, baloncesto, balonmano, artes marciales o squash y además un centro médico avalado por la FIFA y el centro comercial más grande de Doha.
Aunque el número de muertes sea tan alto como difuso los datos no dejan de ser sobrecogedores. El diario inglés The Guardian ha revelado que entre 2011 y 2020, unos 5.927 trabajadores de India, Pakistán, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka fallecieron en Qatar desde que logró ser sede de la Copa del Mundo. Por separado, los datos de la Embajada de Pakistán en Qatar informaron de otras 824 muertes de trabajadores paquistaníes, entre 2010 y 2020. Doce obreros muertos por semana desde 2010. Según The Guardian, el número total de muertos sería incluso significativamente mayor porque las Embajadas de Kenia y Filipinas, dos países que proporcionan también mano de obra, no han respondido a sus peticiones de información. Nick McGeehan, director del grupo de defensa de los derechos laborales en el Golfo FairSquare Projects, declaró a The Guardian que aunque los registros de defunción no especifican el lugar de trabajo del fallecido “un porcentaje significativo de los trabajadores inmigrantes muertos desde 2011 llegaron al país exclusivamente por la Copa del Mundo”.
Condiciones de esclavitud
Amnistía Internacional ha detectado a lo largo de estos años diferentes formas de explotación laboral:
Elevadas comisiones de contratación: Los trabajadores han tenido que pagar sumas de dinero que iban desde 500 a 4.300 dólares estadounidenses a contratistas en sus países de origen. Muchos se endeudaron, por lo que en todo momento temieron dejar su empleo cuando llegaron a Qatar.
Terribles condiciones de vida: En el país más rico del mundo fueron recluidos en islas laborales de pobreza casi extrema. Según las denuncias, los inmigrantes han vivido en condiciones de hacinamiento. En algunos casos una habitación era compartida entre ocho o más personas. Todos ellos, en un régimen de trabajo de entre 16 y 18 horas diarias, siete días a la semana, soportando temperaturas que a veces llegaron a alcanzar los 50 grados.
Mentiras y retrasos sobre el salario: Ni siquiera los sueldos fueron consuelo para semejante sacrificio. Se reportaron casos en que los trabajadores han recibido mucho menos de lo prometido y sin opción a reclamo. La investigación citó el caso de un trabajador nepalí que viajó con la promesa de recibir 300 dólares, pero sólo le pagaron 190 dólares mensuales. No fue el peor de los casos porque hubo empresas que no pagaron durante 7 meses sus sueldos de miseria a los trabajadores.
No poder abandonar el estadio ni el campamento: Tampoco la negativa a realizar el trabajo tuvo éxito, dada la connivencia entre empresas y autoridades cataríes. En esos casos los trabajadores fueron amenazados con ser entregados a la Policía sin derecho a cobrar por los meses trabajados. Eso, en el “mejor” de los casos. Otros testimonios aseguraron que, por el contrario, fueron amenazados con no abandonar nunca dicho infierno.
“Fui a la oficina de la empresa, le dije al gerente que quería irme a mi casa porque siempre recibía la paga con retraso. Me dijo a gritos: ‘Sigue trabajando o no te irás nunca’”, narró un migrante a Amnistía Internacional.
No poder salir del país ni cambiar de trabajo: Los empleadores confiscaron los pasaportes a todos los trabajadores. De hecho, si querían salir de Qatar, debían conseguir un “permiso de salida” aprobado por su empresa. Algo a lo que los empleadores hicieron caso omiso, o incluso amenazaron a los trabajadores, diciéndoles que no podían marcharse hasta que terminara el contrato, lo que podría significar otros dos años.
Miles de trabajadores migran a los países del Golfo, Jordania y Líbano con el sueño de ahorrar dinero para ayudar a sus familias, pero acaban en un ciclo interminable de abuso. Para ellos se aplica el llamado “sistema kafala”, habitual en la región (no demasiado diferente a otros de otras partes del mundo) que vincula al trabajador migrante con una empresa, con tibia regulación del Estado, dejándolos vulnerables a la explotación y negándole derechos tales como la capacidad de participar en un proceso de disputa laboral o unirse a un sindicato. Así, sin permiso del kafeel (empleador), los obreros no pueden cambiar de trabajo ni, en ocasiones, salir del país. Rothna Begum, de Human Rights Watch, asegura: “Los migrantes tienen miedo de que sus empleadores no renueven sus permisos de residencia. Esta es una de las razones por la que no denuncian el abuso o los impagos”.
La complicidad del Estado español y su clase política
En un país donde las relaciones homosexuales se pagan hasta con 7 años de prisión. Donde el propio presidente del Comité organizador del Mundial ha llegado a afirmar que “las demostraciones de afecto y cariño en público cruzan la línea de las tradiciones cataríes y están penadas”. En el que las mujeres necesitan el permiso de un tutor para poder casarse o viajar al extranjero y se prohíben los derechos sindicales, de libertad de expresión, de conciencia y de reunión, los que a diario se llenan la boca de democracia y la palabra libertad han demostrado una complicidad abrumadora con el gobierno de Qatar. En su reciente visita en mayo de 2022 el emir de Qatar, jeque Tamim Bin Hamad Al Thani recibió del actual Gobierno español el Collar de la Orden de Isabel La Católica por comportamientos extraordinarios que redundan en beneficio de las Naciones, José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, le hizo entrega de la Llave de Oro de la Villa del Ayuntamiento de Madrid, y los presidentes de la Cámara Alta y Baja le concedieron la Medalla de Honor del Senado y del Congreso. Además, le obsequiaron una carrera de caballos en su honor en el hipódromo de la capital y un Foro empresarial de la CEOE. Mientras tanto, en la cena de gala de recepción al emir, la reina Leticia lucía unos pendientes valorados en más de 100.000 euros, cortesía de los jeques. En cuanto a las críticas políticas, no fueron más allá de un pin y una bandera LGTBI como protesta.
En relación con la seguridad del propio Mundial la Policía Nacional ha adiestrado a los oficiales de Qatar y ha recibido la petición expresa de agentes antidisturbios españoles para la cita. El emirato es además el segundo mayor accionista entre las empresas del IBEX35. Qatar es socio estratégico y el mayor accionista de la compañía eléctrica Iberdrola desde que entró en 2011. Tiene también el control del 25% del capital y es el máximo accionista del grupo IAG del que forman parte Iberia, Vueling, British Airways, LEVEL y Aer Lingus. Los Al Thani accedieron a la empresa española El Corte Inglés en el año 2015 y se hicieron con un 10% del capital por 1.000 millones de euros. Es el máximo accionista de la Inmobiliaria Colonial y por si todo esto fuera poco han metido también sus garras en el Grupo Prisa dentro del consejo de administración donde se sienta el jeque miembro de la familia real catarí Khalid Thani Abdullah al Thani.
Al Thani también ha sido uno de los inseparables aliados de la familia real con Juan Carlos I a la cabeza y sus negocios. El emérito viajó en varias ocasiones como intermediario comercial para interceder en las contrataciones a empresas españolas en el emirato. Una sombra se cierne sobre ciertos países con los que llegar a acuerdos supone, también, mirar hacia otro lado en determinados asuntos. De esa opacidad se sirvió el emérito rey Juan Carlos I para fraguar su fortuna. Una fortuna que no sólo se asientan en las comisiones por un porcentaje del crudo importado como se hizo creer, sino también en el tráfico de armas con países árabes.
La compra de silencios y voluntades y los patrocinadores de la vergüenza
No han sido muchos los medios de comunicación deportivos que han mencionado el escándalo y la virtual masacre de miles de trabajadores en Qatar. Menos aún la hipócrita y vergonzosa respuesta oficial de la FIFA que es una burla en toda regla al decir que está “a favor de la libertad de expresión” y que no sancionará a los “implicados” en las protestas. El máximo ente del balompié ha brillado por su indiferencia ante todo lo sucedido en estos años y se ha limitado de manera muy timorata a plantear que la situación cambiará. Para esta multinacional del deporte cuya lógica es facturar su única preocupación reside en los ingresos económicos.
La FIFA facturó en 2019, cerca de 765.6 millones de dólares. Luego llegó la pandemia y lo cerró con unos ingresos totales de “sólo” 266.5. Para el ejercicio 2019-2022 (entre un mundial y otro) el objetivo ha sido fijado en 6.440 millones de dólares. Y apuesta a que la Copa del Mundo le retorne los ingresos que el virus le quitó. Solamente en patrocinios espera conseguir más de 1.400 millones de euros. Las vallas publicitarias han sido tomadas por empresas como Qatar Energy, Qatar Airways, Coca-Cola, Budweiser, Adidas, Visa, McDonald´s, Vivo, Hyundai, Kia, el grupo Wanda y la plataforma de criptomonedas Crypto.com.
Y como no podía ser de otra manera, el papel de las autoridades cataríes, que primero negaron las denuncias, luego cedieron ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para posteriormente comprometerse a realizar reformas que, según las evaluaciones posteriores, resultaron insuficientes y en algunas ocasiones ni se llevaron a cabo. Una lavada total de manos.
¿Dónde están los Derechos Humanos en Qatar?
Aunque han sido varios los futbolistas y entrenadores que deslumbrados por el dinero y jugosos contratos figuraron y seguirán estando en nómina como reclamo de Qatar, han apoyado su candidatura y han resaltado las maravillas y “bondades” de este país: Raúl González, Pep Guardiola, Xavi Hernández, Hierro, Beckham, Cazorla, los entrenadores Zico, Michael Laudrup, Lotina, Juanma Lillo, Caparrós, Uli Stielike, etc…, es de justicia reconocer que han existido también voces de futbolistas, entrenadores y aficionad@s que con una enorme dignidad y conciencia han mostrado su total desacuerdo y han abogado por defender los Derechos Humanos. Ha sido el caso de los futbolistas de la selección de Noruega, que aun no siendo una de las más poderosas y mediáticas, en un partido por las Eliminatorias para el Mundial posaron con una camiseta que decía: “DERECHOS HUMANOS dentro y fuera de la cancha”. O Alemania y Holanda que estando en la élite del fútbol saltaron al campo con una camiseta que formaban las palabras “Human Rights” en el caso de los germanos. Así se expresaron: “Se trata de presionar a la FIFA para que sea aún más directa, más firme con las autoridades de Qatar, para imponer requisitos más estrictos”. Y los jugadores de la Orange que entraron a la cancha del Arena Johan Cruyff con el lema “El fútbol apoya el cambio”. “Sabemos que los obreros que construyen los estadios del Mundial 2022 trabajan en condiciones muy difíciles. No podemos ser insensibles y no hacer nada”, declaró el defensa neerlandés Matthijs de Light. El actual entrenador del Sevilla FC Sampaoli, “Cuando hay intereses económicos para la FIFA desaparecen valores como el racismo, la diferencia de género… Vamos a un Mundial donde hay guetos para las mujeres”. El seleccionador de Holanda Louis Van Gaal, “Es ridículo que el Mundial se juegue en Qatar. Se trata de dinero e intereses económicos y comerciales. Eso es lo único y verdaderamente importante para la FIFA”. O el volante del Real Madrid, Toni Kroos, “Los trabajadores inmigrantes están sometidos a jornadas sin descanso bajo tórridos 50°, sufren alimentación insuficiente, sin agua potable y a temperaturas de locura”. También Tom Hogli y William Kvist, jugadores de Noruega y Dinamarca, sacaron un vídeo en 2016 donde criticaron a Qatar por las condiciones en las que viven los trabajadores que participan en la construcción de los estadios. O Philipp Lahm el histórico ex lateral del Bayern Múnich afirmando que no formará parte de la delegación alemana para el Mundial y que no iría a Qatar a apoyar a Die Mannschaft: “Los derechos humanos deben jugar el papel más importante en la adjudicación de un torneo. Si se adjudica el contrato a un país que es uno de los peores en este aspecto, comienzas a pensar en los criterios utilizados para tomar la decisión”.
También en septiembre de 2022 en el acto del centenario de la Cultural y Deportiva Leonesa llegó la polémica. El club leonés, propiedad catarí, decidió expulsar de la grada a un joven que portaba una pancarta en el partido que enfrentó a la selección nacional de Qatar, anfitriona del próximo mundial. El cartel preguntaba “Dónde están los derechos humanos en Qatar”. Una muestra más de que la libertad de expresión en el Estado español es mentira con su Ley Mordaza como gran valedora. Las aficiones de Bayern, Borussia y Hertha pidiendo un boicot contra Qatar 2022 y mostrando pancartas de protesta en Berlín y en Dortmund por el trato recibido por los trabajadores en Qatar y por la persecución de la homosexualidad.
Y es que nadie escupa sangre pa’ que otro viva mejor
Decía el célebre cantautor argentino, Atahualpa Yupanqui, en sus “preguntitas sobre Dios”: Hay un asunto en la tierra/ Más importante que Dios/ Y es que nadie escupa sangre/ Pa’ que otro viva mejor.
Cuando apenas faltan escasos días para la inauguración del Campeonato Mundial el próximo 20 de noviembre, las invitaciones a visitar Qatar y admirar el emporio de riqueza y sus ultramodernas comodidades se multiplican. Los ocho estadios, uno de ellos desmontable, donde se jugarán los partidos serán observados por más de tres mil millones de personas a los que no se les debería de olvidar, la cuota de sangre humilde que ha supuesto esta oda al lujo y la ostentación.
Es la primera vez en la historia que un Mundial de fútbol se jugará en el mes de noviembre debido fundamentalmente a las temperaturas. Es decir, los meses de calor se reservaron para la construcción de todas las infraestructuras del evento mediante obreros inmigrantes y sin embargo el mes de noviembre y diciembre se ha reservado para tratar de no someter a las grandes estrellas futbolísticas al calor extremo y la deshidratación. En unos estadios que además gozarán de la refrigeración y la tecnología más moderna. El partido de inauguración Qatar-Ecuador abrirá la cita al comienzo del Mundial de Fútbol 2022 y sería de justicia que la ilusión que pueda producir a todos los buenos aficionados al fútbol un espectáculo de esta magnitud no ciegue y tape la realidad de lo sucedido y tener presente en cada estadio y en cada partido a los trabajadores que se dejaron la vida y sus sueños en Doha. Todo ello nos debería llevar a una reflexión y exigencia para que hechos así no se vuelvan a repetir nunca. Porque los que allí fallecieron tienen nombre y apellidos y una familia que les recordará para siempre y no merecen ser jamás los “sin nombre”.