Soy joven, tengo 30 años y vivo en casa de mis padres. Hace 5 años que terminé la carrera no sin haber trabajado duramente en las campañas de navidad y algún que otro trabajo de verano para poder pagar las matrículas y demás gastos de la misma. Tuve suerte; aún Wert no era ministro de cultura para aplicar sus reformas en educación y dificultarme aún más mi formación. Tras terminar la carrera conseguí un trabajo en telemarketing, trabajo que me permitiría seguir estudiando e “ir tirando” mientras buscaba algo “de lo mío.
Tras varios cursos postgrados y voluntariados de más de 2 años de duración, que finalmente no terminaron en contrato, continuo en mi puesto de teleoperadora con un contrato de “fin de obra y servicio” que ya tiene una duración de más de 5 años y cobrando un sueldo que no llega a los 800 euros. No sin haber tenido que luchar para defenderlo de la amenaza del ERE que nos aplicaron en 2013. Vuelvo a tener suerte, he conseguido cotizar unos años más y todavía no he estado en paro desde que acabé mi carrera, no como la mayoría de mi generación y posteriores que incluso no han podido ni empezar a trabajar, o bien encadenan trabajos temporales incluso de horas.
A pesar de mi suerte, no tengo un contrato que me garantice poder acceder a una vivienda, ni si quiera me poder independizarme entrando a vivir en un piso de alquiler.
Millones de personas, una misma historia
Seguro que esta historia te resulta familiar ¿verdad? Al igual que esta persona, la mayoría de la juventud estamos condenados a una situación de eterna precariedad desde que comenzamos a formarnos en las escuelas hasta que ingresamos en el mercado laboral, sin perspectivas de abandonarlo con una pensión digna.
Actualmente el acceso a la universidad es un 45% más caro que a inicios de la crisis. Esto supuso que en el periodo entre 2012 y 2014 más de 45.000 estudiantes abandonaran sus estudios por no poder hacer frente a los pagos de las tasas. En el caso de la formación profesional las tasas de matrícula se han disparado hasta los 400 euros. Para formarte cada vez son mayores las barreras con las que nos encontramos. Se ha generalizado la realización de prácticas no remuneradas en la Universidad y en la Formación Profesional y con horarios que impiden compaginar un trabajo con los estudios, situación que solo se ve agravada mediante las sucesivas reformas en educación como fueron el plan Bolonia aprobado por el PSOE y actualmente el 3 + 2 que profundiza la reforma aprobado por el PP.
Tampoco es alternativa el mercado laboral donde las tasas de paro son más altas entre los sectores de la juventud. Los últimos datos de empleo reflejan que que el 46,6% de los menores de 25 años engrosan las filas del paro actualmente, mientras que esta misma estadística a nivel general es del 21,2%, sin dejar de mencionar que para las mujeres las cifras de desempleo son mayores. Todo esto refleja que la crisis se ha cebado sobre todo con el empleo juvenil.
La presión del paro fuerza a la baja los salarios y las condiciones laborales hasta los niveles de precariedad de hoy en día. La contratación temporal ha aumentado espectacularmente hasta el punto de que 1 de cada 4 contratos de trabajo firmados durante el último año han tenido una duración inferior a una semana, lo que hace imposible tener planes para futuro. Los jóvenes estamos en una situación de vulnerabilidad en el puesto de trabajo que pende de un hilo tras las sucesivas reformas laborales decretadas por el PPSOE que han abaratado el despido y que otorga a los empresarios libertad para hacer con los trabajadores lo que quieran dejando al trabajador en la calle por “dos duros” al disponer un “ejército” de parados en sus bolsas de empleo que aceptarán desesperadamente sus precarias condiciones de trabajo.
Finalmente, muchos de aquellos que han navegado en esta odisea que es formarse y encontrar trabajo en el Estado Español, han tenido que terminar por marcharse al extranjero en búsqueda de aquellas oportunidades que aquí les son negadas. Las encuestas nos dicen que el 54% de los jóvenes españoles planear partir a otros países para poder trabajar.
¿Recuperación para quién?
Todas las injusticias que sufrimos los trabajadores y los estudiantes, más aún si eres joven y más aún si eres mujer, no son fruto del azar y el devenir de la economía como nos quieren hacer creer. Son políticas conscientes del gobierno para pisotear deliberadamente los derechos de los trabajadores y sacarnos más y más dinero con la que seguir enriqueciéndose sin dar un palo al agua sentados en su sillón contando billetes y que con la juventud ha encontrado su “mina de oro” a la que cree que puede manipular y dividir a fin de explotarnos cada vez más sin piedad.
La “mina de oro” no es ninguna metáfora sino las fortunas que, gracias al Gobierno de Rajoy y anteriormente el de Zapatero, siguen acumulando las grandes empresas y los bancos a costa de nuestro empleo y nuestra educación: el beneficio neto del Banco Santander aumentó un 36%, Inditex aumentó un 20% sus ingresos respecto al año anterior y así un largo etcétera.
Tanto el PP como el PSOE han seguido a raja tabla las directrices de la Unión Europea y la Troika firmando así el artículo 135 que prioriza el pago de la deuda de los especuladores condenándonos a un futuro o en el exilio o en la miseria. Los partidos “nuevos” como Ciudadanos, una copia transgénica del PP para engañar a la población con la apariencia de novedad, aprovechanse que aún no están manchados por la corrupción. Podemos, a su vez, ha girado profundamente a la derecha; ya no cuestiona la deuda y toda su política económica y social está subordinada al respeto a las reglas de la UE y la eurozona; asume todos los pactos internacionales como la OTAN. Tampoco descarta seguir financiando a la educación concertada y apuesta por una salida meramente electoral, cuando la realidad es que los cambios no son posibles si no vienen de las calles, los centros de trabajo y de estudio.
Los jóvenes y la política
Hay muchas razones por las que la juventud debemos implicarnos en esta campaña política, no sólo para conseguir que cambie el Gobierno el día 20 de diciembre, sino para exigir desde el día 21 que tiene que haber un cambio real, un cambio para romper con la barrera de entrada para conseguir trabajo, para romper con las barreras en la formación y universidad públicas donde ninguno se quede fuera por no tener recursos económicos suficientes, y romper con la política que nos ha desterrado de sus programas, que hipoteca nuestro futuro saqueando la educación y la sanidad, que nos arrebata nuestros derechos y nos deja en una posición aún más débil en nuestros trabajos. Nuestros problemas no son únicamente algo que atañe a los que tenemos menos de 30 años porque dentro de otros 30 años serán los problemas de toda la sociedad.
Ahora es el momento de votar por un programa político que apueste por los trabajadores y estudiantes de todas las edades, es la hora de decir OXI a la austeridad como lo hicieron nuestros hermanos griegos y asegurar nuestro futuro con un programa que se comprometa con nosotras y no con las instituciones. Sindicalistas por la Unidad Popular, agrupación dentro de Unidad Popular encabezada por Garzón, aboga en su programa lo que venimos reivindicando en las calles: que la Universidad sea 100% pública, gratuita y de calidad; la derogación inmediata del plan Bolonia y el 3+2; la expulsión de las empresas de la universidad; ni un despido más de la comunidad universitaria; y ni un solo euro a la privada para poner el presupuesto al servicio de lo público.
Este programa garantiza que los trabajadores puedan ver realizadas sus necesidades. Pan, Trabajo y Techo reza nuestro eslogan. Estas deben ser nuestras metas para que el 20D haya un gobierno que apueste por los trabajadores, porque el trabajo no es ningún privilegio sino un derecho ligado de manera indiscutible al derecho a una vivienda digna y a tener recursos de primera necesidad. Por eso pedimos la derogación inmediata de la reforma laboral de Zapatero y la de Rajoy, ambas hijas de la Troika, y empezar una nueva etapa a través de un Estatuto de los Trabajadores que garantice este derecho.
Y no solo las propuestas deben ir en ese sentido, también nuestro programa incluye un plan de trabajo garantizado, con la creación de puestos de trabajo por parte del Estado, creando empleo de manera directa en vez de simplemente modificar leyes con la esperanza de que los empresarios contraten.
Por ello desde la juventud de Corriente Roja reivindicamos que no hay nada más útil que votar un programa que nos defienda antes y después del 20D; por eso llamamos a votar a Unidad Popular.