Las Elecciones al parlamento burgués no reservaron muchas sorpresas, confirmando sustancialmente las encuestas preelectorales, aunque con algunas diferencias sobre las que luego trataremos de decir algo. La coalición de derecha, impulsada por el resultado de Fratelli d’Italia [los Hermanos de Italia], obtiene una sólida mayoría de escaños, por lo que Giorgia Meloni será la encargada de formar un gobierno que, salvo sorpresas que parecen muy improbables, seguirá la composición de la coalición (1).
Declaración del Comité Central del Partito di Alternativa Comunista (PdAC), Italia
Se confirma el análisis que habíamos hecho en vísperas de las Elecciones: el Partido de Meloni ha reunido, desde el punto de vista electoral, un consenso derivado principalmente del descontento de amplios sectores de la pequeña burguesía con las políticas agresivas del gobierno de Draghi. Desgraciadamente, también ha ganado consenso en amplios sectores de la clase obrera: responsabilidad ésta, sobre todo, de la izquierda reformista (política y sindical) que apoyó (directa o indirectamente) las políticas antiobreras de los gobiernos Draghi y Conte, facilitando la presentación de Fratelli d’Italia como la única fuerza de oposición (en realidad, completamente imaginaria) que recogió así un voto de protesta contra las políticas antipopulares de Draghi.
El «gobierno más a la derecha desde el final de la Segunda Guerra Mundial»
Con estas palabras, la CNN comentaba las primeras encuestas en boca de urna a menos de una hora del cierre de los colegios electorales.(2) Esta lectura se corresponde con la realizada también por la izquierda reformista y, en parte, por el Partido Democrático (PD) y el “Tercer Polo “: con Giorgia Meloni iría al gobierno una formación semifascista.
Obviamente, son bien conocidos los orígenes de una serie de exponentes de Fratelli d’Italia, que provienen de Alianza Nacional, heredera del MSI de Almirante (algunos de los colaboradores de Meloni, como La Russa, se han formado en la ultraderecha extraparlamentaria de los años setenta), así como las posiciones incalificables por sus argumentos en temas como el derecho al aborto, la inmigración y los derechos civiles en general. Al mismo tiempo, cabe señalar que algunas de estas posiciones son tradicionalmente comunes a toda la centro-derecha italiana y, en algunos temas, también a algunos sectores de la «izquierda» católica. El PD y el Tercer Polo han insistido mucho en los vínculos de Meloni y Salvini con Putin, Orban, Le Pen, etc. Vínculos todos reales, pero que no deben ocultar otro aspecto: las garantías ofrecidas por Meloni y la FdI a la gran burguesía italiana e internacional.
No en vano, las primeras declaraciones de Giorgia Meloni estuvieron marcadas por la responsabilidad: «Este es el momento de la responsabilidad, ese en el que, si se quiere ser parte de la historia, se necesita entender la responsabilidad que se tiene para con decenas de millones de personas”. Traducido: responsabilidad hacia la Unión Europea, por la posición de Italia dentro de la OTAN, en definitiva, los asuntos de la gran burguesía italiana. No un gobierno fascista, por lo tanto, y ni siquiera el más a la derecha de la historia republicana.(3) Sin embargo, ciertamente un gobierno burgués de derecha que, sin duda, se prepara para atacar a l@s trabajador@s y para responder con represión a cualquier lucha legítima por aumento de salarios y contra la inflación galopante.
A la fecha, Fratelli d’Italia es un partido que no tiene bandas parafascistas como, por ejemplo, aquellas con las que Bolsonaro se hace fuerte en Brasil(4) Esto no significa, obviamente, que no pueda dotarse de ellas en el futuro, cuando los ataques del próximo gobierno de derecha encuentren una fuerte resistencia por parte de l@s trabajador@s. Sin embargo, hasta la fecha, las alarmas «¡al fascismo!» se justifican sólo por la voluntad de proponer alianzas electorales «democráticas» «para frenar a la derecha», llamamientos a la «unidad» (léase: a la colaboración de clases) que en todo caso no servirían para derribar el gobierno de Giorgia Meloni, sino solo para preparar la alternancia a favor de la centro-izquierda (quizás esta vez con las Cinquestelle [Movimiento 5 Estrellas – M5s) en cinco años. Aunque la mayoría parlamentaria sea numéricamente estable, en el contexto de una situación social y económica difícil (y además agravada por las tensiones internacionales), el gobierno no lo tendrá fácil para realizar los cortes y ataques deseados por la gran burguesía, también porque la relación entre el gobierno y las burocracias sindicales podría resultar menos idílica que con un gobierno apoyado por el PD. La situación política de los próximos años estará, más que nunca en la última década, determinada por la lucha de clases.
Los datos electorales muestran una grieta abierta en el país
Partiendo de los datos de la derecha, Fratelli d’Italia se sitúa con 26%, mientras que la Liga se desploma con 8,8% (antes era de 17%, mientras que en la Europa de 2019 había subido a 34%) y Forza Italia se mantiene en 8,1%, mientras Noi moderati no supera el umbral electoral. Se ve que el partido de Giorgia Meloni se ha impuesto fagocitando los votos de la Liga en particular, que ha sido superada en todos sus tradicionales «baluartes» del norte. Desde un punto de vista sociológico, aunque es difícil razonar solo a partir de los primeros datos, sin un estudio en profundidad, parece que la pequeña burguesía y los pequeños empresarios del norte (pero también gran parte de l@s trabajador@s) han decidido votar a FdI después de votar por la Liga en 2018 y 2019, sin duda por la oposición, aunque superficial, que hizo Giorgia Meloni a todos los gobiernos de la pasada legislatura, incluido el de Draghi apoyado por la Liga.
La centro-izquierda ve el desplome del Partido Democrático a 19,1%, prácticamente un nuevo mínimo histórico, resultado que llevó a Enrico Letta a declarar que no se postulará como secretario del partido. Más atrás quedaron + Europa y la Alianza de la Izquierda Verde, con respectivos 2,8% y 3,6%, mientras Di Maio no ingresará al Parlamento. El Partido Democrático paga, al igual que la Liga en la coalición de la derecha, el apoyo al gobierno de Draghi y el hecho de que haya fijado toda la campaña electoral en el apoyo a la “agenda Draghi”, como si esto fuese un orgullo. El Tercer Polo, que, expresando el sentimiento de esa parte de la burguesía que no tenía ninguna fe en Meloni, apuntaba a un modesto resultado del FdI y el M5s para que no hubiese alternativas a la formación de un nuevo ejecutivo de unidad nacional con Forza Italia y PD, sin embargo, se llevaron a casa un 7,8% que obligará a los italianos a tener aún que oír hablar a Renzi y Calenda durante los próximos cinco años.
El Movimiento 5 estrellas alcanza el 15% en nivel nacional, pero es el primer Partido en muchas regiones del sur: a pesar de las dos experiencias de gobierno con Conte y el apoyo a Draghi, el M5s ha mantenido una presencia en los sectores populares del sur. Evidentemente, esto se debe, a pesar de todo, a que una parte de las masas empobrecidas por la crisis perciben la mísera renta de la ciudadanía [ingreso mínimo] (caballo de batalla de los M5s), hoy atacado desde la derecha y desde la izquierda, como imprescindible para la sobrevivencia. La trifulca entre Conte y Letta por quien desbarató la alianza PD-M5s (y por tanto asume la responsabilidad de haber hecho ganar a la derecha) es probablemente una pantomima electoral, antesala de futuros acuerdos de gobierno entre ambas fuerzas.
En el campo de la izquierda «radical», quedan fuera del Parlamento (algún escaño era el único objetivo real) las listas de Unión Popular (Prc-Pap con De Magistris), que se lleva 1,4%, y la Italia Soberana y Popular (PC de Rizzo con Ingroia y otras formaciones soberanistas y pardo-rojizas), que se detiene en 1,2%. Ambas «alianzas» ni siquiera alcanzan los porcentajes de Italexit de Paragone (1,9%), demostrando aún más que el “pastrocchi” [las mezclas] electorales, además, impuestas desde arriba, no conducen al Parlamento (único objetivo real de estas listas), sino a la desmoralización de l@s activistas. Esto confirma el inexorable declive de la izquierda reformista, que paga el precio de décadas de subordinación a los gobiernos de centro-izquierda y burgueses.
A nivel general, cabe señalar que la abstención alcanza su máximo histórico en Italia: si bien en sí misma no indica un aumento de la conciencia de que el «juego democrático» es una partida arreglada y que es necesaria una alternativa a este sistema, ciertamente indica una creciente desconfianza en el Estado burgués y sus partidos.
La oposición al nuevo gobierno solo puede surgir fuera del parlamento
Si este es el panorama, la oposición al nuevo gobierno solo puede surgir desde afuera del Parlamento, en las fábricas y los lugares de trabajo, en las escuelas, en los barrios populares y donde se luche por los derechos de las mujeres, de las personas LGBT, de l@s inmigrantes, etc. Explotad@s y oprimid@s no deben confiar en los partidos burgueses o en la izquierda reformista: estos partidos traicionan las luchas desde hace siglos. Hacemos un llamado a tod@s l@s activistas y militantes de izquierda a salir de la perspectiva electoral y unirse a nuestro proyecto revolucionario, que parte de las luchas en las que todos estamos comprometidos y trata de darles una perspectiva política general y de clase, y no de tornarlas instrumento para entrar en el Parlamento o para apoyar un gobierno burgués considerado «progresista». No hay otro camino para un partido que quiera ser de hecho, y no de palabra, comunista.
Notas:
1) Mientras escribimos este artículo, solo se conocen los porcentajes y no la asignación efectiva de escaños proporcionales, pero, dado el número de colegios electorales uninominales asignados a la derecha tanto en la Cámara como en el Senado, la mayoría parlamentaria debería estar ampliamente asegurada y puede desalentar la hipótesis de un gobierno de coalición con otras fuerzas sobre el modelo del gobierno de Draghi.
2) https://www.la7.it/la7retweet/primo-premier-italiano-di-estrema-destra-dai-tempi-di-mussolini-il-tweet-di-cnn-sulle-elezioni-26-09- 2022-453125
3) Recordemos por ejemplo el gobierno de Tambroni en 1960, un demócrata cristiano monocolor, elegido con los votos de DC y MSI, expulsado de las movilizaciones populares a los cuatro meses. Eran años en los que en la Italia «democrática» la policía disparaba contra l@s manifestantes.
4) Recordamos el asesinato de Marielle Franco, concejal del PSOL en Río de Janeiro, asesinada por una banda paramilitar, aparentemente vinculada al hijo del presidente Bolsonaro, en marzo de 2018.
Artículo publicado en www.alternativacomunista.it el 28/9/2022
Traducción: Natalia Estrada