Cada año, millares de mujeres trabajadoras entran en las estadísticas de abortos mal realizados (inseguros). Se estima que 73 millones de abortos inducidos ocurren todos los años en el mundo – 60% son resultantes de gestaciones no planeadas, otro tanto es resultado de violencia sexual, problemas de salud maternos y malformaciones fetales – 45% se realizan de forma insegura, 39 mil mujeres mueren y otras 7 millones son hospitalizadas por complicaciones relacionadas con el aborto. Los procedimientos inseguros son la principal causa de esas muertes y secuelas, que podrían ser perfectamente evitadas si las mujeres y todas las personas con capacidad de gestar – mujeres, hombres trans, personas no binarias – tuviesen acceso a la educación sexual, métodos anticonceptivos eficaces y la garantía del aborto en condiciones adecuadas.
¡Derecho a decidir y una cuestión de salud pública!
Educación sexual y planificación familiar son fundamentales para evitar el embarazo no planeado, pero el acceso al aborto seguro es esencial para evitar complicaciones por la interrupción del embarazo no deseado cuando ya sucedió; y para salvaguardar la vida y la integridad de las víctimas de violencia sexual, así como la vida y salud de las que son aquejadas por problemas de salud maternos o fetales, casos en los cuales la planificación por lo general no es útil. Por lo tanto, se trata de una cuestión de salud pública.
Sin embargo, si las mujeres y niñas arriesgan sus vidas, su salud y hasta su libertad en procedimientos inseguros es porque saben que la maternidad debe ser una elección y no una imposición, lo hacen para evitar un mal mayor. Obligar a la continuación de una gestación por medio de la ley es violar los derechos sexuales y reproductivos e impedir que las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos y su futuro. Entonces, se trata también del derecho de las mujeres a la autodeterminación.
La maternidad debe ser una decisión libre y deseada, cabiendo al Estado proveer todas las condiciones para que las mujeres decidan soberanamente sobre ser o no madres, y el momento para eso. A aquellas que desean la maternidad, se les deben asegurar las condiciones socioeconómicas, políticas públicas universales que garanticen la atención del embarazo, parto y posparto, así como los cuidados necesarios para el desarrollo pleno de un niño/a: guardería, escuela, juego, salud. Para las que desean evitar el embarazo debe ser garantizada la planificación familiar y para las que necesitan interrumpir una gestación por la razón que sea, el acceso al aborto legal y seguro por medio de un sistema público y gratuito de salud.
¡El derecho al aborto SI entiende de clases sociales!
La criminalización y las restricciones del procedimiento seguro, incluyendo restricciones financieras por la no garantía de la atención gratuita por el Estado, no impiden que el aborto suceda, y sí condenan a las más pobres, especialmente a las mujeres negras y jóvenes, a las indígenas, las migrantes, las campesinas, y a las que viven en la periferia de las grandes ciudades, al camino de la clandestinidad, con enormes riesgos para sus vidas, y su salud física y mental.
Son estas las que más frecuentemente, para huir de la maternidad forzada, recurren a medios ilegales y precarios, por no poder pagar por atención médica en clínicas que ofrecen condiciones apropiadas, pero que cobran precios exorbitantes, inaccesibles para la mayoría de las mujeres, y no pueden viajar a países donde el aborto es legal. Opciones seguras existen en todos lados, pero disponibles apenas para quienes tienen medios económicos para pagar, al buen estilo de la lógica capitalista que transforma todo en un gran “negocio”.
De igual manera, son las mujeres más vulnerables las que son más frecuentemente perseguidas, humilladas y procesadas por el delito de aborto, incluso casos de aborto involuntario son perseguidos en países donde legislaciones draconianas prohíben totalmente la práctica, profundizando todavía más las desigualdades y castigándolas doble o triplemente.
Mientras exista el capitalismo, el derecho al aborto no estará garantizado para todas ni en ningún lugar del mundo.
Cuatro de cada diez mujeres en edad reproductiva viven en países donde las leyes prohíben el aborto total o parcialmente, y en aquellos lugares donde el aborto es despenalizado o legalizado, muchas mujeres, y personas con capacidad de gestar son obligadas a recurrir a abortos inseguros, pues los servicios no siempre están disponibles o no son accesibles.
El derecho al aborto ha sido razón de varias movilizaciones por el mundo, como parte de la disputa en la polarización de la lucha de clases. La despenalización parcial del aborto en países como Argentina y Colombia significó una importante conquista y ayudó a fortalecer la lucha de las mujeres trabajadoras por igualdad de derechos. Esas victorias fueron el resultado del movimiento de masas de lucha en las calles con movilizaciones y paros multitudinarios que fueron en varias ocasiones respaldados por sectores del movimiento sindical.
Pero la decisión de la Corte Suprema en los Estados Unidos, la “cuna de la democracia” – donde supuestamente los derechos democráticos deberían estar garantizados – de tumbar el derecho constitucional al aborto, representó un duro golpe a las mujeres y personas con capacidad de gestar, profundizando las dificultades que, principalmente las negras, inmigrantes y trabajadoras ya enfrentaban para acceder a ese derecho en el país.
Desde el fallo de la Corte, 11 estados norteamericanos han pasado o activado legislaciones que criminalizan el aborto, y cerrado la mayoría de las clínicas donde se podía abortar (pasaron de 71 a 28). Además 15 estados más tiene disposición de avanzar en esa dirección. El aborto sólo está garantizado por ley en 12 de los 50 estados en EEUU. Se calcula que el 58% de las mujeres viven en un estado hostil al aborto.
Se trata de una sentencia que puede tener consecuencias en otros países, envalentonando más a los sectores burgueses reaccionarios a imponer nuevas derrotas a las mujeres y los sectores oprimidos.
El más reciente ataque vino del gobierno del ultraderechista Victor Orbán de Hungría, que tiene como una de sus consignas de gobierno que la nación necesita “procreación, no inmigración” y que acaba de publicar un decreto obligando a las mujeres que desean un aborto legal a oír antes los latidos cardiacos del feto.
Si la estrategia de los gobiernos reaccionarios de ultraderecha es el ataque directo a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, los gobiernos burgueses llamados “progres” tampoco están dispuestos a garantizar condiciones para que esos derechos puedan ser ejercidos. Sea por la vía de los ataques sistemáticos contra las conquistas sociales, que precarizan la atención en salud, donde los derechos de las mujeres ya están asegurados en la ley, al servicio del pago de la deuda pública y la mantención del lucro capitalista; sea evitando que leyes en ese sentido avancen donde todavía no existen, por la capitulación a los sectores conservadores en nombre de la gobernabilidad.
Sectores de la burguesía liberal, por su parte, surfeando en la ola de la “responsabilidad social” mirando el mercado progresista, apuntan a salidas individuales que debilitan la lucha directa. Como en Estados Unidos, donde empresas como Amazon, Netflix, Disney, Paramount, entre otras, ya han anunciado que pagarán por el desplazamiento de empleadas que quieran realizar aborto en los estados que lo permiten.
El apoyo al derecho a la libre determinación de las mujeres es importante. Sin embargo, esta sólo se podrá garantizar en su plenitud con la lucha y la unidad de la clase, enfrentando también a estos sectores que actúan contra la organización de las y los trabajadores, utilizando las consignas de los oprimidos tanto al servicio de la sobreexplotación como de la desmovilización y la cooptación de los liderazgos, por el discurso de la «inclusión», cuya falacia es tan grande que no puede resistir la simple reivindicación de salario igual salario para trabajo igual para las mujeres trabajadoras.
No debemos esperar que ningún gobierno burgués nos regale, nuestros derechos sexuales y reproductivos, que solo serán conquistados si la clase trabajadora de conjunto, con las mujeres en la vanguardia, se dispone a luchar por ellos, y se organiza y se moviliza hasta que sean efectivamente implementadas. Al mismo tiempo que no debemos creer que una vez alcanzados, podemos descansar, pues en el sistema capitalista ninguna conquista social o derecho democrático está seguro de forma permanente, por el contrario, están constantemente amenazadas.
Una lucha que es de toda la clase trabajadora y parte de la lucha por el socialismo
La criminalización del aborto es parte del intento de mantener el control de la reproducción de mano de obra para la explotación, a través del control de los cuerpos de las mujeres trabajadoras. No en vano, la mayoría de los países donde el aborto es criminalizado son del mundo semicolonial. En el capitalismo, la opresión de las mujeres cumple un cuádruple papel: ampliar las ganancias con la superexplotación de las mujeres; mantener un ejército de reserva permanente que ejerce presión sobre los salarios, presionando y rebajando el nivel de vida de toda la clase; asegurar la reproducción de la mano de obra asalariada con trabajo no pago que realizan las mujeres en el ámbito de la familia, y asegurar la dominación burguesa alentando ideologías y comportamientos machistas que dividen a la clase. Ese es el caso de los hombres trabajadores que reproducen el machismo o se niegan a levantar las banderas de las mujeres contra la desigualdad y por derechos.
Para poder garantizar la reproducción de la fuerza de trabajo al menor costo posible el capitalismo puso desde su inicio a las mujeres trabajadoras frente a una disyuntiva imposible: por un lado busca controlar y limitar su capacidad reproductiva, y también sus cuerpos y derecho a una sexualidad libre, es decir su autonomía; al mismo tiempo se niega a hacerse cargo del coste social del trabajo de reproducción, tanto de la reproducción biológica como social (el cuidado de l@s niñ@s y mayores, su alimentación, educación, higiene y salud, etc.).
Para esto último se apoya en la familia y los roles burgueses de género que reproducen relaciones opresivas para que garanticen el trabajo no pago de las mujeres socialmente necesario para el sistema. Por eso l@s socialistas decimos que el capitalismo no puede otorgar de manera completa y colectiva plenos derechos reproductivos y de planificación familiar a las mujeres trabajadoras, y que para ganar esos derechos de manera plena y duradera debemos acabar con el capitalismo.
Por eso también, la lucha por el aborto seguro y gratuito no puede ser encarada como una cuestión solo de las mujeres, sino de tod@s l@s trabajador@s y como parte de la lucha estratégica por derrotar este sistema de opresión y explotación; y por la construcción de una nueva sociedad que para nosotr@s es la sociedad socialista, donde tal como ocurrió en la Unión Soviética hace 105 años, l@s trabajador@s en el poder derogaron de una sola vez, todas las leyes contra las mujeres y garantizaron el aborto legal; proceso que lamentablemente fue revertido por la contrarrevolución estalinista. En este sentido, así como el machismo divide a la clase, los sectores feministas separatistas que defienden que el enemigo a combatir son los hombres y no el sistema capitalista, actúan para ampliar la división y se convierten de hecho en obstáculo para que la lucha de las mujeres trabajadoras por igualdad y derechos triunfe. El combate el machismo es necesaria para unir a la clase.
En este 28 de septiembre, día de lucha global por la despenalización y legalización del aborto, desde la LIT-ci nos pronunciamos en defensa del derecho de las mujeres a la autodeterminación. A ninguna mujer se le debe prohibir ser madre y ninguna debe ser obligada a ser madre. ¡Por el reconocimiento de la autonomía de las mujeres y sus decisiones sobre su cuerpo y sexualidad! Que ninguna mujer más sea sometida al riesgo de morir o quedar incapacitada por complicaciones relacionadas con el aborto inseguro. ¡Por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, sin restricciones, para todas las mujeres y personas con capacidad de gestar! Que ninguna persona más sea presa, maltratada o humillada por haberse practicado un aborto. ¡Dignidad y autonomía para las mujeres!