Después de muchas reuniones, asambleas, acuerdos y desacuerdos, en Galicia las fuerzas políticas y sociales de la izquierda van concurrir a las elecciones del 20D divididas en dos candidaturas, una, En Marea-Podemos, dos, Nós-Candidatura Gallega.
En el cuadro de la desmovilización social tras las grandes manifestaciones de los pasados años, que habían culminado el 22M 2014 en Madrid y la dimisión del “viejo” rey, era inevitable que en el debate hacia la Confluencia en una candidatura rupturista hayan pesado más los intereses de los aparatos y las cúpulas hacia mantener sus estructuras partidarias, que la presión a la unidad de la población trabajadora. De hecho, a todos ellos se llenó la boca bajo el lema de «responder a la ciudadanía», de hacer la candidatura de «abajo arriba», sin embargo ninguna comenzó el trabajo por hacer asambleas o reuniones de los activistas en los centros de trabajo y de estudio, o en los barrios y villas, donde se decidiera el programa y las candidaturas; por el contrario, todo se fue resolviendo en negociaciones en petit comité.
No es comprensible que las dos fuerzas que constituyeron AGE hace 3 años, ANOVA e IU, bajo el eje de lucha contra la “emergencia social y nacional” y por la ruptura con el régimen del 78, ahora pacten un acuerdo electoral con una fuerza, PODEMOS, que se ubica sin lugar la dudas como la garantía de la “unidad de España”, de su pertenencia a la OTAN y el mantenimiento de las bases yanquis, y que no cuestiona la privatización de la educación el servicio de los interés de la Iglesia, gran beneficiaria de la educación concertada.
Con la candidatura En Marea, hecha con el aval de plataformas que como el Encontro Cidadan, en principio apostaban por un proceso abierto y basado en unas primarias, la cúpula de Podemos pretende la integración en el régimen de las fuerzas que en las municipales se presentaron cómo “el cambio” a nivel local.
Por su lado, la candidatura promocionada por Iniciativa pola Unidade, Nós-Candidatura Gallega, y aunque el BNG defienda oficialmente la ruptura con el régimen, tiene como eje la constitución de un “grupo parlamentario” gallego que suponga un lobby de presión en Madrid, agrupando a sectores de la derecha burguesa gallega (Coalición Galega, Terra Gallega, y hasta cierto punto, Compromiso por Galicia), en un acuerdo nacional sin un sentido anticapitalista. No tiene en su ADN la lucha de la clase trabajadora, si no que subordina la resolución de sus necesidades, e incluso sus luchas, a los acuerdos con esos sectores del capital gallego, con intereses contradictorios con los de los trabajadores y trabajadoras. Este acuerdo supone poner a la CIG al lado de ellos para construir una nación… Sin embargo, desde CV nos preguntamos: ¿una nación burguesa o una nación obrera?
Por estos motivos, el pueblo trabajador gallego queda, de nuevo, huérfano de una fuerza anticapitalista, que base su programa en las luchas independientes de la clase trabajadora y el pueblo contra las consecuencias de la crisis capitalista.
CV considera que existe una tercera vía, que recupere el hilo rojo de las experiencias de la lucha obrera y social gallega (e internacional), del 72 y de las huelgas de la Transición, de las 11 huelgas generales bajo el régimen del 78, de las luchas estudiantiles contra la LOU y Nunca Mais, y recién, de la apuesta de sacar a la calle a política que fue el 15M; el hilo que une a todos estos procesos es la desconfianza cara las instituciones y la confianza exclusivamente en la lucha social. Una vía que parta de las luchas de la clase trabajadora y el pueblo; del hecho de que en la Galicia el 70% de la población activa es asalariada, son obreros y obreras del metal, del textil, de la madera,… del mar, del comercio o de la Administración Publica, etc., que como clase tienen sus intereses propios, que son el anticapitalismo y el socialismo.
El giro cara Podemos de ANOVA e IU (AGE) y la política interclasista del BNG clarifican la escena política y dejan la puerta abierta al surgimiento de una organización verdaderamente anticapitalista, socialista, en Galicia, que tenga como eje a ruptura con el régimen del 78 y la defensa de los derechos nacionales de la Galicia.
Para CV la necesaria tarea de echar a los gobiernos de la Unión Europea en estas elecciones, por su carácter plebiscitario abre las puertas para preparar el post 20D y las inevitables luchas que sin duda van se producir contra las políticas de la UE, como demuestra el ejemplo Griego. La disyuntiva es agrupar fuerzas tras aquellos que buscan la “reforma” de la Constitución, como pretenden la mayoría de las organizaciones de la izquierda, dejando sin tocar las instituciones básicas del régimen, la Jefatura del Estado, el ejercito y el poder judicial; o bien agrupar fuerzas por la “ruptura” con la constitución, como necesita la mayoría del pueblo trabajador para garantizar sus derechos sociales y nacionales.
En estas condiciones, desde CV consideramos imprescindible abrir el debate del programa y la política hacia la organización de un POLO UNITARIO DE LA CLASE TRABAJADORA, desde los centros de trabajo, estudio, de los barrios y villas, que ponga en valor sus reivindicaciones, como la derogación de la reforma laboral, la nacionalización de las empresas en crisis, la renacionalización de los servicios privatizados, etc. que se sumen a las exigencias de los derechos nacionales de la Galicia, el no pago de la deuda o la defensa de las libertades políticas y sociales (derecho al aborto, derogación de las leyes mordaza, de partidos, etc.).
Un Polo que rechace los acuerdos electoralistas de los últimos meses, y pongan en el centro la movilización social, su autoorganización y su coordinación, como único método de lucha al que se subordinan todos los demás, como la conformación de candidaturas de unidad popular.
El post 20D comienza a prepararse ahora mismo