Reproducimos a continuación un artículo de nuestro partido internacional, la Liga Internacional de Trabajadores-cuarta internacional, sobre la situación en Cuba, de la que llevamos haciendo un seguimiento desde el inicio de las protestas contra el régimen castrista este verano:
El 11 de julio pasado, se realizaron en Cuba diversas manifestaciones contra el régimen castrista. Expresaron los reclamos de numerosos sectores del pueblo cubano por la terrible situación económico-social que viven y las demandas por libertades democráticas negadas por el régimen.
El régimen respondió con una dura represión y la persecución y encarcelamiento de muchos activistas que habían participado. Ahora, el colectivo Archipiélago convoca una nueva manifestación para “marchar pacíficamente por nuestros derechos”. En ella, “se pedirá un alto a la violencia del régimen, el respeto a los derechos humanos, la libertad inmediata de los convictos de conciencia y una solución democrática a las diferencias políticas en la Isla”. Por considerar justos estos reclamos, la LIT-CI apoya el llamado a esta movilización.
La movilización iba a ser organizada inicialmente el día 20 de noviembre, ante eso desde el gobierno llamaron a movilizar el mismo día, amenazando con sacar a las calles junto a sus FFAA a sus grupos de choque. Los organizadores de las protestas contra el régimen modificaron entonces para el día 15, y solicitaron autorización oficial para realizar la marcha y la respuesta fue prohibirles su realización. En la carta de respuesta, publicada en el portal oficial de noticias CubaDebate, se expresa:
«Los promotores y sus proyecciones públicas, así como los vínculos de algunos con organizaciones subversivas o agencias financiadas por el gobierno estadounidense tienen la intención manifiesta de promover un cambio de sistema político en Cuba. […] La marcha es una provocación, como parte de la estrategia de cambio de régimen. El artículo 4 de la Constitución define que el socialismo en Cuba es irrevocable. Por lo que toda acción en su contra es ilícita”.
Esta respuesta del régimen castrista expresa una profunda hipocresía o, lo que es lo mismo, una gran mentira, porque dice que la prohibición se hace para “defender el socialismo”. La verdad es que la economía estatal planificada centralmente (luego de la expropiación de las propiedades del imperialismo y de la burguesía cubana que huyó a Miami a partir de la revolución de 1959), y las importantes conquistas para los trabajadores y el pueblo cubano que esto permitió, hace décadas no existen. Fue el propio régimen castrista el que restauró el capitalismo en la década de 1990, a través de diversas medidas que fueron destruyendo esa base.
Esto tuvo dos consecuencias. La primera de ellas fue que los imperialismos europeos (en especial el Estado español) y el canadiense ya han aprovechado la Ley de Inversiones Extranjeras de los ’90 y han realizado grandes inversiones en Cuba, en especial en el sector de turismo internacional, en el que tienen un peso determinante, en muchos casos asociados a GAESA (el conglomerado de empresas estatales controlado por las Fuerzas Armadas cubanas). Es muy conocida y notoria la presencia de los hoteles de la cadena española Meliá. Esas inversiones fueron hechas sin cuestionar el régimen castrista sino en pleno acuerdo con él. Ya en 2005, existían 258 empresas asociadas con el capital extranjero. Los países de mayor presencia son España (77 empresas), Canadá (41) e Italia (40) [1].
A este fuerte ingreso de los imperialismos europeos y canadiense en la economía, el régimen castrista le agregó una legislación que ofrece cada vez mejores condiciones para la llegada de nuevas inversiones imperialistas, como la creación de una zona franca sin impuestos ni derechos laborales en el puerto de Mariel.
Al mismo tiempo, la restauración capitalista ha representado la pérdida o la degradación de gran parte de las conquistas logradas con la revolución y un deterioro constante del nivel de vida de gran parte de los trabajadores y las masas cubanas. Una situación que, desde la década de 1990, no ha hecho más que agravarse con nuevas medidas y planes de ajuste, como el plan llamado Día Cero, lanzado a inicios de este año, lo cual se ha visto agravado con la falta de respuesta adecuada ante la pandemia. Esa es una de las principales bases reales de las movilizaciones contra el régimen cubano y no un “ataque al socialismo” como pretende presentar el castrismo para justificar la represión.
Cuba: Una dictadura capitalista
Es bajo esta mentira de la “defensa del socialismo” que el régimen trata de esconder la realidad de que los trabajadores y el pueblo cubano no tienen los más elementales derechos democráticos de formar organizaciones políticas, sindicales o sociales que no sean controladas por el castrismo. Toda organización que se crea por fuera del régimen es considerada “ilegal” y acusada de ser “agente del imperialismo” y de la burguesía local que reside en Miami y, por lo tanto, objeto de represión.
En su cuenta de Twitter, el canciller cubano Bruno Parrilla defendió la prohibición de la marcha del 15 de noviembre de la siguiente forma: “EE.UU. combina política de máxima presión para asfixiar a Cuba y campaña de desinformación brutal, con el financiamiento y promoción abierta de aquellos que se prestan a su agenda desestabilizadora de ‘cambio de régimen”.
La respuesta del gobierno cubano no se queda solo en las palabras. Vayan como ejemplos las numerosas detenciones realizadas, no solo durante sino también después del 11J o la propia prohibición de la marcha del 15N y las amenazas a los activistas. En estas condiciones, con el capitalismo ya restaurado en la isla, con el deterioro constante del nivel de vida de los trabajadores y las masas cubanas y con la absoluta falta de libertades democráticas, el régimen castrista tiene que ser definido como una dictadura capitalista que debe ser combatida tanto en la lucha por las reivindicaciones económico-sociales más elementales de las masas como en la lucha por obtener libertades democráticas. Por eso, apoyamos y defendimos las movilizaciones del 11J y ahora lo hacemos con la del 15N. Por eso, sostenemos también que el régimen castrista debe ser derrocado por las luchas de los trabajadores y las masas, que podrán así ganar amplias libertades democráticas para ellos, en la perspectiva de continuar la lucha para avanzar hacia la construcción de un nuevo Estado obrero en Cuba.
A nivel internacional, aquellas corrientes que aceptan el argumento castrista de “defensa del socialismo” o callan ante él, acaban jugando el papel de cómplices activos o silenciosos de esta dictadura capitalista y su represión.
La aparición del CTDC
Hemos dicho que el régimen castrista afirma que todos sus opositores internos son “agentes desestabilizadores” al servicio o influenciados por el imperialismo estadounidense y la burguesía gusana de Miami.
Es evidente que la mayoría del imperialismo yanqui y esta burguesía cubano-americana buscan un cambio de régimen político en la isla y que actúan a través del bloqueo comercial y de utilizar sus “vasos comunicantes” con sectores de la población de Cuba para organizarse políticamente en el país. Por eso, de modo permanente repudiamos este bloqueo y llamamos a luchar contra él. Es necesario señalar que los imperialismos europeos y el canadiense han realizado grandes inversiones asociados a GAESA sin cuestionar el régimen castrista sino en pleno acuerdo con él, sin ningún embargo ni boicot por parte de ellos.
Con respecto a la acción política de la burguesía cubana desde Miami, se ha producido un hecho nuevo en la isla: la aparición del Consejo para una Transición Democrática en Cuba (CTDC), vinculado a ella. En su programa, el CTDC exige “un plan de choque” para avanzar rápidamente hacia una “economía de mercado”. Para que no queden dudas sobre sus objetivos más profundos, en el marco “del respeto de los derechos de propiedad privada de todos los cubanos” exige un “Plan especial a la compensación por las expropiaciones del período revolucionario bajo asistencia y colaboración internacional”. Propiedades que hoy se encuentran mayoritariamente en manos de GAESA.
Entonces, la primera cuestión es reconocer y definir sin ambigüedades que en el CTDC se agrupan los agentes del imperialismo estadounidense y la burguesía. Al mismo tiempo, es necesario señalar que su disputa con el régimen castrista no es una lucha entre “capitalismo” y “socialismo” porque el capitalismo ya fue restaurado en Cuba por el propio régimen. Lo que está en disputa es quién va a controlar y/o administrar esa economía como asociado menor de las inversiones imperialistas: si el aparato castrista a través de GAESA o la burguesía gusana a partir de recuperar sus propiedades.
Pero, más allá de esta precisión, repudiamos el programa del CTDC porque también es un programa contra las necesidades de los trabajadores y las masas cubanas, incluso intentando un salto aún mayor en el proceso de colonización y de condiciones superiores de explotación, y llamamos a combatirlo políticamente y por todos los medios.
¿Qué debemos hacer si un sector burgués reaccionario adhiere a las movilizaciones?
Hecha esta clara definición, sin embargo, queda un problema pendiente: el CTDC ha adherido a la convocatoria de la marcha del 15N y llama a participar de ella. Es necesario señalar que, muchas veces, en la lucha contra una dictadura capitalista interviene un espectro amplio y variado de componentes políticos: junto a sectores revolucionarios y sectores progresivos participan también sectores burgueses reaccionarios que, en muchos casos, están ligados al imperialismo.
Así sucedió en la lucha contra las dictaduras de Assad en Siria y de Ghadafi en Libia. Así sucede también incluso con las movilizaciones contra el gobierno de Bolsonaro, en el Brasil, ya que el PSDB (un partido tradicional de la burguesía de derecha) llama a participar de ellas. Lo hacen en defensa de sus propios intereses, pero lo hacen.
¿Qué se debe hacer en este caso? Para nosotros, en primer lugar, es necesario mantener la lucha unitaria alrededor del punto o los puntos que la generan. En el caso del 15N: “alto a la violencia del régimen, el respeto a los derechos humanos, la libertad inmediata de los convictos de conciencia…”. En este marco, podrían participar sectores que estén influidos por el CTDC porque, nos guste o no, tienen alguna influencia sobre franjas del movimiento de masas. Pero esto no puede confundirnos, ni ser utilizado para dividir o desalentar la manifestación, la cual no es convocada por el imperialismo ni mucho menos. Estamos frente a una protesta del 15 N impulsada por activistas que están luchando contra la dictadura y por su libertad de manifestarse!
El factor básico de esta confusión, después de 60 años de la revolución, es el hecho de que el régimen burocrático presenta la dura realidad cubana actual (las acuciantes carencias, el hecho de que para muchos trabajadores la única salida es emigrar a EEUU, la falta de libertades, el nivel de vida de los burócratas…) como “socialismo”, frente al cual un “capitalismo democrático” puede parecer mucho mejor.
Que propongamos aceptar la participación del CTDC en la marcha del 15N, en la medida que influye un sector del pueblo cubano, no significa que antes, durante y después de esa movilización no debamos combatir con fuerza redoblada sus propuestas y su influencia. Por el contrario, exige aún más ese combate.
¡Por una gran marcha unitaria! Por libertades democráticas y contra el hambre y la miseria capitalistas! ¡No a la represión! Contra toda injerencia imperialista!
Hemos profundizado sobre la adhesión del CTDC a la marcha del 15N y la política que proponemos frente a este hecho porque es la principal razón que la corriente conocida como “izquierda cubana no oficial” expresa para no adherir a esa convocatoria. Esta corriente participó de las movilizaciones del 11J y su integrante más conocido es Frank García Hernández, quien fue detenido (y luego liberado) tras esa protesta.
Ahora, frente a esta convocatoria de Archipiélago han expresado desde su página: “La izquierda cubana no oficial no debe participar de la manifestación del 20 de noviembre (NdA: esta fecha fue luego modificada por sus convocantes para el 15N) marchando con quienes pretenden implantar en Cuba un capitalismo neoliberal” (es decir, el CTDC). En nuestra declaración anterior ya hemos debatido por qué consideramos equivocada esta posición, y la criticamos. En esta, hemos profundizado ese debate.
Pero incluso si el CTDC no hubiese adherido a esta convocatoria, Frank García Hernández llama a no participar de la convocatoria del 15N. Porque si bien “la izquierda no oficial cubana debe apoyar el justo e inicial reclamo de Archipiélago, así como su derecho a manifestarse…”, en su convocatoria “no se hacen explícitas las necesidades inmediatas de las amplias mayorías que conforman la clase trabajadora cubana” que sí habrían estado presentes en el 11J. Por eso, caracteriza este llamado como el de aquellos que “tienen satisfechas las condiciones básicas para comer tres veces al día”, sectores medios e intelectuales a los que las necesidades básicas de las de las masas les serían ajenas.
Creemos que aquí este sector comete un error que, en gran medida es más grave que el anterior porque divide y enfrenta los dos reclamos centrales de lucha del pueblo cubano contra el régimen: la lucha por las necesidades básicas elementales cada vez más acuciantes de las masas y la lucha por las libertades democráticas que él régimen niega en términos absolutos.
Estas luchas deben darse de modo unitario, porque esa unidad fortalece y potencia cada una de ellas. La lucha por las libertades democráticas cobra un peso muy superior cuando es tomada por las masas. La lucha de las masas se desarrolla de modo más potente con libertades democráticas para organizarse y desarrollarse. Por eso, en esta lucha unitaria, los trabajadores y las masas pobres, y los sectores medios e intelectuales democráticos son aliados naturales. Por otra parte, es lo que objetivamente ocurrió el 11J, donde ambos sectores se expresaron juntos.
Frank García Hernández se mete en una contradicción sin salida: considera justo el reclamo democrático de Archipiélago y su derecho a manifestarse, pero se niega a participar de la marcha. Lo correcto sería llamar a movilizarse y llevar a la movilización los reclamos de los trabajadores y las masas que defiende. Esa es nuestra propuesta para este sector. En caso de que mantenga su posición divisionista, esta actitud no hace otra cosa que favorecer al régimen castrista contra el que dice luchar.
En el artículo referido, él deja abierta la posibilidad de que “la izquierda no oficial cubana decida manifestarse” separadamente con una serie de demandas que allí son enunciadas. Hemos dicho que consideramos que esta división es un grave error. Por otro lado, ¿Frank García Hernández cree que esa posible manifestación será permitida o no será reprimida por el régimen? ¿Acaso el régimen no reprimió el 11J, que él reivindica como surgido de demandas justas “desde abajo”? ¿Él mismo no terminó preso luego de esas manifestaciones? Por más vueltas que le demos, la lucha por las necesidades elementales de las masas y la lucha por las libertades democráticas van de la mano, de modo inseparable.
Además de esta propuesta unitaria, queremos terminar esta declaración con un alerta y un llamado. El régimen cubano ha prohibido la manifestación del 15N pero Archipiélago mantiene su convocatoria a marchar. Por eso, además del fuerte aparato represivo oficial, el régimen prepara una contramanifestación “espontánea” para que actúe como provocación y como primera línea de choque de la represión, con consecuencias imprevisibles.
Ante esta posible perspectiva, reiteramos nuestro apoyo a la convocatoria del 15N y hacemos un llamado a las organizaciones políticas, sindicales y sociales (en especial a las que se revindican de izquierda y populares) a defender el derecho del pueblo cubano a manifestarse pacíficamente, a exigir del gobierno cubano que permita su realización, y, como es muy probable que suceda, a repudiar la represión a esa marcha.
Notas:
[1] Datos extraídos del artículo Empresas Extranjeras en Cuba, del periodista Nelson Rubio.