En el Estado Español, quizás influidos inconscientemente por una fecha electoral decisiva como fue el 14 de abril del 31, y por la inexistencia de elecciones durante cuarenta años, tendemos a confundir los ciclos políticos, de lucha de clases, con los ciclos electorales. Confundimos la parte, los procesos electorales, con el todo, los procesos de lucha de clases, dándole a las elecciones una importancia cualitativa que no tienen.
Los puntos de inflexión en los procesos de lucha de clases aguda no suelen coincidir con las elecciones ni con sus resultados. Por poner un ejemplo reciente, en las europeas del pasado año: ¿qué fue lo que asustó realmente a la burguesía española? ¿el ascenso de Podemos en las elecciones o el que en la marcha a Madrid del 22 M confluyeron todas las luchas que hasta ese momento se venían realizando, las mareas, el 15M, stop desahucios, las manifestaciones soberanistas catalanas, etc. en una movilización social que desbordó las previsiones de todos?
Los resultados electorales de mayo son una pálida expresión de lo que allí se manifestó.
El ciclo de la lucha de clases determinó (es el todo) los resultados electorales (la parte), pero como parte que es, incluye elementos del todo, y la rebeldía que estaba implícita en la marcha del 22 marcó el discurso de Podemos, y sus resultados provocó la dimisión del rey. Eso sí, en cuanto la lucha de clases fue encajonada hacia la lucha electoral, la fuerza del mensaje transformador fue perdiendo fuelle hasta ahora.
Esta dialéctica entre lucha social y lucha electoral tiene dos vías, o se resuelve con la predominancia de la lucha social sobre la electoral, lo que profundiza los elementos de crisis; si es al revés, el corsé electoral dificulta la auto-organización popular, pues las elecciones suponen «endosar» la confianza en unos dirigentes/cúpulas las ansias de cambio de toda una sociedad. Pero el elemento determinante, el magma que mueve unos resultados electorales -como está sufriendo en sus carnes el laclausismo-, es la mayor o menor actividad de las clases sociales, la lucha de clases, y los puntos de inflexión son las luchas concretas entre ellas; las victorias y derrotas que, siempre, tienen manifestación electoral. Pero debemos ir al magma social para encontrar las causas, no quedarnos en la superficie, la espuma de la ola, que son los procesos electorales.