Publicamos el artículo de nuestro compañero catalán David (miembro de la Asociación de Pueblos del Sur de Sabadell), publicado en la novena edición de la revista de la Asociación, que tiene un nuevo número cada dos meses:
Campoamor, y en general el sur de Sabadell, siempre ha sido un barrio de acogida de aquellos que buscaban un lugar en el que prosperar, incluso cuando la vivienda escaseaba.
Así, cuando en otros barrios aparecía el fenómeno de las barracas en los márgenes del río Ripoll, en Campoamor se dio origen a la aparición de los pisos realquilados de Fátima, donde se alquilaban patios como una vivienda particular (se llegó a estimar que en tan solo 34 casas llegaron a vivir 93 familias). De hecho, según un estudio de Montserrat Obradors, un 69,09% de los habitantes de las casas “ultra-baratas” de Fátima dependían de estas ayudas.
Toda esa especulación tan solo no fue capaz de dar solución al déficit de vivienda, sino que favoreció la ocupación de cauces de arroyos y ríos a menudo bajo la forma de viviendas muy precarias. Todo esto fue el caldo de cultivo que convirtió las riadas de 1962 en un desastre aún mayor. Según algunas fuentes se contabilizaron 350 muertes (algunas otras llegan al millar), 372 desaparecid@s y 235 herid@s. Aunque las cifras exactas, sin embargo, son difíciles de precisar dada la cantidad de habitantes del Vallès desaparecid@s y no censad@s, así como de los cuerpos que no se llegaron a recuperar. Por otro lado, esta primera riada, junto a las réplicas del 4, 5 y 6 de noviembre dejaron un total de 652 familias sin hogar… La tragedia humana y material puso en evidencia el sistema anterior, de un acentuado «laissez faire» (dejar hacer).
Todo esto cambió la mentalidad urbanística de Sabadell: el ayuntamiento exigió la cesión temporal a los propietarios de viviendas vacías y se impulsaron cambios legislativos para obligar a los fabricantes a proporcionar vivienda a sus trabajador@s. Según cálculos de la época, el déficit de viviendas se alzaba hasta las 7.000 viviendas.
Aun así, estas medidas avanzaron a un ritmo extremadamente lento, ya que no existía un especial “interés” por parte del gremio de fabricantes para cumplir con la ley y los plazos.
Es en este contexto donde Carme Obradors, asistenta social de Cáritas, empezó a realizar sus tareas en el barrio de Campoamor tomando conciencia, poco a poco, de la mala planificación y de las pésimas condiciones de vida de todos l@s vecin@s inmigrantes. Desde el barrio, fomenta las actuaciones sociales por encima de la beneficencia tradicional para empoderar individual y colectivamente a l@s vecin@s del barrio. Junto con el cura Josep M. Canals, conocido como «Padre Dinamita» por sus misas contra el régimen franquista, lucharon para conseguir mejoras en el barrio, como la apertura de un dispensario médico, entre muchas otras cosas. También pusieron su granito de arena para solucionar el tema de la vivienda con la creación de la cooperativa de viviendas “La vanguarda” mediante la cual construyeron cerca de 500 viviendas accesibles a l@s trabajador@s.
Y así llegamos a la actualidad donde, una vez más, la auto-regulación del mercado se ha mostrado ineficiente. Si en 1962 el problema fue la falta de vivienda, actualmente es su accesibilidad, dando lugar a viviendas sin gente y gente sin vivienda.
Sé que no soy muy original al respecto, pero soy de los que piensan que la dignidad de un barrio también se mide (de hecho es la medida) por la dignidad de vida de sus vecin@s. Es por esto que me siento especialmente orgulloso, como miembro de la asociación, de haber podido parar un desahucio, seguro pararemos muchos más… contigo a mi lado.