La historia entre el jugador del Albacete Balompié Román Zozulya y el Rayo Vallecano viene de lejos. Todo comenzó el 31 de enero del 2017 cuando la directiva del Rayo, durante el mercado de invierno, alcanzó un acuerdo con el Real Betis Balompié para hacerse con los servicios del jugador en calidad de cedido. Una cesión que nunca se llegó a consumar después de la fuerte oposición de gran parte de la afición vallecana por su vinculación con partidos de ideología neonazi y de extrema derecha de Ucrania. En esos días la Plataforma ADRV emitía un comunicado donde expresaba su negativa a que el jugador vistiera la franja: «Pequeño en lo deportivo, grande en valores. Así es y ha sido siempre el Rayo”. La protesta adquirió tal dimensión que el 7 de febrero de 2017 el jugador y su representante decidían regresar a Sevilla para ejercitarse junto al Betis hasta que su futuro deportivo se resolviera. Zozulya no llegó nunca a debutar con el Rayo Vallecano ni tampoco se entrenó un solo día en la Ciudad Deportiva del club de Vallekas. Finalmente el 8 de septiembre de 2017 en la temporada 2017-2018 Zozulya recalaba en el Albacete Balompié tras rescindir su contrato con el Betis.
Vallekas es libertad, Igualdad y Solidaridad: Zozulya Not Welcome
En la temporada 2018-2019, después del enorme revuelo que provocó su llegada a Vallekas, el Albacete se enfrentaba al Rayo Vallecano en una nueva jornada de la Liga 1/2/3. Para ese partido, Zozulya no llegó a entrar en la convocatoria, tras la decisión de su entrenador Enrique Martín: «Ha jugado mucho y está reventado, hay que dosificar y le vendrá bien el descanso». Sin embargo, el pasado domingo 15 de diciembre de 2019, casi tres años después, Román Zozulya y el Rayo Vallecano volvían a cruzarse en el camino. Su regreso no pasó desapercibido y much@s aficionad@s que no se habían olvidado de aquel capítulo recibieron al jugador con gritos de “puto nazi”, “los fascistas fuera de Vallekas” y con pitos cada vez que se acercaba al balón.
Las diferentes varas de medir
El Albacete-Rayo Vallecano pasará a la historia por haber sido el primer partido de fútbol profesional suspendido en el Estado español por “insultos desde la grada”. Ni por racismo, ni por xenofobia, ni por violencia. Se suspendió el partido por gritar nazi a un jugador que simpatiza y comulga con la ideología nazi como así ha quedado demostrado en las numerosas imágenes protagonizadas por dicho jugador. Quedan atrás decenas de partidos de fútbol celebrados por toda la geografía española donde los insultos machistas, racistas u homófobos (1) se convirtieron en una constante y donde lamentablemente ningún estamento actuó ni tomó decisión alguna:
Wilfred Agbonavbare, el guardameta nigeriano del Rayo, tristemente fallecido en el año 2015, tuvo que soportar gritos y cánticos racistas en muchos campos de la Liga de Fútbol española: “Negro cabrón, recoge el algodón” se le gritaba en el estadio Santiago Bernabéu en el año 1993. El jugador camerunés Samuel Eto’o lo intentó en Zaragoza en febrero de 2006. “No juego más, no juego más”, repetía contrariado de camino al vestuario tras soportar insultos racistas desde la grada de La Romareda. En cambio, ese día el árbitro en vez de parar el partido, paró a Eto’o tratando de convencerle de que se olvidara de los insultos y siguiera jugando.
Estadio Cornellá-El Prat del Real Club Deportivo Español
En el 2012 los Ultra Sur en el estadio Santiago Bernabéu profirieron gritos ofensivos contra el jugador navarro Gurpegui del Athletic de Bilbao «Me están llamando yonqui, haga algo»… «Yo no escucho nada»… «¿Cómo qué no?” “Si lo están gritando en este mismo momento»… «Es que el pinganillo no me deja oír»… Ese fue el relato del jugador del Athletic Club Carlos Gurpegui del diálogo que mantuvo en la segunda parte con el colegiado santanderino Teixeira Vitienes II. El árbitro cántabro se lavó aquel día las manos. En el antiguo estadio Vicente Calderón se cantaron proclamas censurables contra este mismo jugador al que se referían como “yonki, yonki”, en un partido en el que el Frente Atlético también entonó cánticos contra los vascos: “Hemos venido a fusilaros, el resultado nos da igual”, cantaban en el 2011. En ninguna de esas situaciones, el colegiado consideró necesaria la suspensión.
Otro de los casos más bochornosos ocurridos en un campo de futbol lo protagonizó una parte importante de la afición bética con el cántico sexista que le dedicó a Rubén Castro cuando fue detenido por violencia de género: “Era una puta, se lo merecía. Lo hiciste bien”, cantó el estadio Villamarín. O el brasileño del Barça Dani Alves que se comió uno de los plátanos que le lanzaron desde la grada del campo del Villarreal en 2014.
Uno de los casos más recientes se produjo este mismo año en el Wanda Metropolitano con los cánticos de “Griezmann muérete” que entonó con insistencia, un grupo de aficionados reincidente de la grada sur, cuando el Fútbol Club Barcelona se enfrentó al Atlético de Madrid.
Un precedente que pone el listón muy alto
En un artículo publicado en el diario Público, titulado “Román Zozulya y la paradoja de la intolerancia” (2) y que lleva la firma de Daniel Amelang López, Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas para la Universidad Autónoma de Madrid, este establecía “que si somos ilimitadamente tolerantes, nuestra capacidad de serlo finalmente será destruida por quienes son intolerantes”. Más adelante en ese mismo artículo plantea lo siguiente: “Llama poderosamente la atención que la primera vez que se ha decidido suspender un partido como consecuencia del lanzamiento de cánticos insultantes haya sido en esta ocasión. Quizás se deba a que para determinadas personas resulta más fácil empatizar con una persona que se parece más al tipo medio (varón europeo, blanco, heterosexual) que contra una persona racializada que ha sufrido toda su vida una discriminación tan brutal que no podemos empezar ni a imaginarnos cómo es”.
“Trasladada al mundo jurídico, esta paradoja se traduce en que hay determinadas normas con una finalidad de justicia social que no se pueden utilizar para proteger a quienes predican la injusticia. Me refiero a normas con un marcado carácter antirracista, antisexista, antihomófobo, etc… que lo que buscan es defender a las minorías vulnerabilizadas y acabar con los abusos que sufren”.
La suspensión del Rayo-Albacete después de que la grada gritara nazi a Román Zozulya abre todo un debate en las entrañas de este gran espectáculo de masas llamado fútbol y sienta un precedente tras la paralización de un partido por gritos desde las gradas. Y con el precedente ahí, la puerta está abierta para que otros colegiados tomen el mismo camino de la suspensión ante exclamaciones más o menos altisonantes de la grada. ¿Dónde se sitúa el listón de la suspensión? ¿Se detendrá un clásico si hay cánticos altisonantes? ¿Es equiparable un insulto sexista, racista u homófobo con llamar a alguien nazi?
Cuando la imparcialidad brilla por su ausencia
Tras lo sucedido muchas han sido las voces que se han pronunciado, movilizándose todos los resortes sociales y políticos con palabras grandilocuentes que no les dan la razón. La lista de políticos que han opinado sobre lo ocurrido en Vallekas es larga. Esquerra Republicana de Catalunya, EH Bildu y Unidas Podemos han protestado contra la decisión. No entienden que no se suspenda un encuentro por gritos racistas pero sí se haga cuando se llama “nazi” a un jugador. Sin embargo y como no podía ser de otra manera a VOX le ha parecido una decisión muy acertada. O al menos así lo ha visto su portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros. En términos generales podemos afirmar que la derecha se colocó como abanderada en contra de que alguien sea señalado por una ideología como la nazi.
El ministro de Cultura y Deporte José Guirao, quien defendió la decisión tomada por los protagonistas del Rayo Vallecano-Albacete de suspender el partido por los cánticos proferidos hacia el jugador ucraniano Román Zozulya: «Ayer se dio un ejemplo. Hay que agradecérselo a los dos equipos, al árbitro, a la Federación Española. Esto de los insultos en el deporte hay que erradicarlo. Es intolerable que en el deporte haya insultos, racismo, xenofobia…. cualquier valor que va en contra de los valores del deporte», indicó durante la II Gala Valores del Deportes. Unas palabras que llegan muy tarde y debería haberlas pronunciado en otros partidos donde sí se produjeron graves insultos a otros jugadores y se mantuvo callado.
El presidente de Ucrania Volodímir Zelinski salió también al auxilio del jugador: ¡Román Zozulya, no sólo te apoya tu equipo, sino toda Ucrania! No sólo eres un gran futbolista, sino un auténtico patriota que ama a su país y ayuda a nuestros soldados ¡Estamos contigo! ¡Te tiendo la mano!», escribió en Twitter.
El propio presidente del Rayo Martín Presa, que tampoco dudó un solo momento en criminalizar a su propia afición y se ofreció a colaborar en todo lo necesario para acabar con lo que él denomina “radicales”. Un presidente y una directiva reconocidos por su animadversión a los Bukaneros y que se pasea de medio en medio para, ahora sí, utilizarlos como altavoz para una campaña que pretende acabar con ellos y hacerles responsables de todos sus males. Una manera de pasarles la factura a los que le señalan y le gritan los días de partido “Presa vete ya” por su opaca y nefasta gestión del club. El último episodio de su vergonzosa gestión ha sido la decisión aprobada esta Temporada donde los socios abonados para poder asistir a presenciar los partidos del equipo femenino están obligados a sacarse un nuevo abono distinto al del primer equipo. Un gasto extraordinario para la afición de un barrio obrero a la que ya le supone un enorme esfuerzo renovar todos los años su abono de socio. En realidad, tras esta decisión lo que se esconde es acabar con la sección de fútbol femenino justificando la falta de interés por parte de la afición del Rayo.
El presidente de La Liga Javier Tebas que en el año 2017, cuando Zozulya no llegó a jugar con el Rayo, planteaba que el nazismo y la homosexualidad estaban al mismo nivel de injuria: “En el Rayo no quieren nazis, ¿y si mañana otro equipo no quiere homosexuales?”. Una manera de equiparar a oprimidos y opresores. Algo que no debería de extrañar tratándose de una persona que fue militante de Fuerza Nueva y al que habría que recordarle que en 1980 sus “camaradas” mataban de un disparo a Vicente Cuervo en el cine París del barrio de Vallekas.
Aficionados del Rayo Vallecano manifestándose fuera del estadio
Y por último el vergonzoso papel una vez más de un importante número de medios de comunicación (con algunas honrosas excepciones), que se han mostrado siempre timoratos y absolutamente permisivos con lo que ha venido sucediendo temporada tras temporada en otros campos y en esta ocasión han salido en tromba, saludando la suspensión del encuentro y exigiendo que esta vez sí o sí se tomen duras medidas contra parte de la hinchada rayista y en definitiva contra el Rayo Vallecano. Periodistas como Manu Carreño del grupo Prisa, o Jorge Bustos, en la Cadena Cope, pidiendo el cierre de la grada de los Bukaneros. También José Ramón de la Morena en Onda Cero. Una campaña contra la hinchada de Vallekas que no es nueva y que comenzó antes del episodio Zozulya por las críticas a figuras de la política madrileña como Cristina Cifuentes o Esperanza Aguirre. Como casi siempre suele ocurrir una prensa cobarde y sumisa con los poderosos y muy valiente con los humildes. Ya el 13 de febrero de 2017, desde el fondo donde están ubicados los Bukaneros, se mostraba una pancarta donde se podía leer: “Zozulya not welcome» o «Gradas con conciencia y medios sin vergüenza. Orgullo de afición”.
Algunas honrosas excepciones
Por suerte, también hemos visto opiniones contrarias y un aluvión de críticas a la Liga por esta gestión. El Jueves y el Mundo Today han tirado de humor, con titulares satíricos como: “Esta mañana la Liga española de fútbol, a través de su presidente Javier Tebas, ha propuesto a los clubes de Primera y Segunda división que durante la próxima jornada de cada respectiva categoría, todos luzcan un brazalete con una esvástica en apoyo a todos los nazis que sufren acoso” o “La Liga guardará un minuto de silencio en recuerdo de Adolf Hitler durante el Clásico”. El grupo vallecano de ska-punk Ska-P: “En Vallekas jamás se ha suspendido un partido por gritos racistas, ni creo que se suspenda señores de la tele, se ha suspendido por llamar nazi a un neonazi”. El periodista, escritor y humorista Quique Peinado tirando de ironía escribía también en las redes sociales: “Lo justo sería cerrar el campo del Rayo 1488 partidos” o expresándose en relación a la clausura del campo “Lógico. Clausurar un barrio de momento no pueden” y la afición del Bayern de Münich que hizo lo mismo con Zozulya en apoyo a la afición del Rayo Vallecano en un partido de copa contra el Wolfsburgo. Pero claro, allí no pararon el partido.
El periodista Gerardo Tecé, también se hacía eco de lo sucedido en Vallekas en su columna titulada “Premien al Rayo, en lugar de castigarlo” (3):
“En una sociedad sana, la afición del Rayo habría recibido dos premios al mérito deportivo por el caso Zozulya. El primero, por negarse en 2017 a que un jugador que coquetea con el fascismo vistiese la camiseta de un club de barrio empeñado en ser diferente en un mundo, el del fútbol, decidido a replicar lo peor de la sociedad en sus gradas en demasiadas ocasiones. El segundo premio, por recordárselo ayer. En una sociedad en la que Javier Tebas es presidente de la Liga de fútbol, lo que el Rayo Vallecano recibió no fue un premio, sino la primera suspensión de la historia del fútbol español por insultos durante un partido”.
Lo que pretendían ayer los aficionados del Rayo, los mismos que en otro tiempo han mostrado pancartas de solidaridad con las mujeres víctimas del machismo, han condenado los ataques contra homosexuales, contra el racismo, contra los desahucios y en definitiva se han significado siempre con los más desfavorecidos, era mandar un mensaje: aquí somos diferentes, aquí señalamos a un nazi. Por eso se les castigó con la primera suspensión de un partido en la historia. No vaya a ser que alguien le vuelva a recordar al sensible nazi que es un nazi. O al fútbol de élite sus vergüenzas. Cuando se premie a aficiones como la del Rayo en lugar de castigarlas, el fútbol será un lugar mejor, menos cínico, más de la sociedad. Mientras tanto, Vallekas será una isla y Zozulya una víctima que posa con un rifle junto a una bandera ultraderechista y un par de ochos que no dicen precisamente Haya Humanidad.
El fútbol profesional: una industria con enormes intereses
El fútbol profesional es un deporte que se ha convertido desde hace mucho tiempo en una industria enorme. Un mundo hipócrita, desde los despachos hasta el césped pasando por los periodistas deportivos, capaz de hacer convivir mensajes de tolerancia por orden de quien manda (FIFA), con blanquear a los intolerantes o castigar a quienes los señalan. Un mundo, el del fútbol, tan acostumbrado a la insolidaridad y la élite de la burbuja millonaria que hace un par de meses ni siquiera fue capaz de mirar a la cara a las mujeres futbolistas, que reivindicaban un salario digno.
Pancarta exhibida en el partido Rayo Vallecano-Albacete Balompié
Según el diario El País (4) desde el año 2003 hay 68 actas de partidos de Primera, Segunda y Copa del Rey que recogen insultos racistas. La afición del Betis es la que más veces aparece en actas de partidos con episodios racistas (seis). Le sigue el Atlético de Madrid, con cuatro casos reconocidos. Curiosamente estos hechos nunca fueron motivo de suspensión de dichos partidos ni por supuesto supusieron el cierre de esos estadios. No fueron los asesinatos de dos personas vinculadas a las hinchadas antes de un partido como Aitor Zabaleta (Real Sociedad) o Jimmy (Deportivo de la Coruña), los que consiguieron paralizar el espectáculo que más dinero recauda en todo el Estado. Tampoco ocurrió en un partido de Primera Regional en Fuerteventura, que se jugó completo a pesar de las amenazas de violación de un hincha contra Gabriela, una árbitra de 16 años. Sin embargo, cuando parecía que toda la violencia del mundo era incapaz de hacer que un partido de la Liga de fútbol española se suspendiera, una parte del estadio de Vallekas le recordó al jugador ucraniano sus vínculos nazis y todo se movilizó, medios de comunicación deportivos incluidos, para garantizar que se respetaba la integridad moral del jugador ucraniano.
La enorme maquinaria puesta en marcha tras los hechos ocurridos en el partido Rayo Vallecano-Albacete Balompié, para criminalizar a un club y una afición y vender la reacción ante los gritos de los aficionados de Vallekas contra Zozulya como un ejemplo de lucha contra el racismo es errar el tiro hasta niveles inimaginables. Llamar nazi a Zozulya será lo que algunos quieren interpretar de manera interesada, pero nunca racismo. Ni en cuanto a la definición que proporciona la RAE ni en otras más ajustadas que la definen como un sistema de poder político, económico, social y cultural ejercido desde la supremacía blanca. Y está claro que el nazismo y sus simpatizantes no son un grupo históricamente discriminado.
En definitiva, la impunidad con la que cuentan hinchadas fascistas en el fútbol contrasta con la persecución a la hinchada antifascista Bukaneros, del Rayo Vallecano, el equipo de fútbol de Vallekas, el barrio obrero más grande de Madrid.
Roman Zozulya “el patriota”
Tras lo acontecido en Vallekas Román Zozulya, que solo acostumbra a dar una rueda de prensa por temporada, rompía su silencio y citaba a los medios de comunicación para declarar que no pertenece a ningún partido político de su país y pa negar también su simpatía con la ideología nazi: “Soy apolítico y contrario a todas las ideologías”, aseguró el futbolista ucraniano del Albacete. Unas declaraciones que se contradicen con el amplio historial de fotografías que hay en las redes sociales donde se puede ver su estrecha relación y afinidad con la simbología nazi.
En una fotografía se puede ver al jugador ucraniano, portando un fusil, con una camiseta de la organización Pravy Sektor, partido político ultraderechista y grupo paramilitar muy activo en el conflicto del Donbass que Ucrania mantuvo con Rusia en 2014 y en el que Zozulya ha estado muy activo. “Me la hice para apoyar a nuestro ejército, a nuestros héroes” justificó Zozulya. En otra instantánea que él mismo subió en su perfil de Twitter bromeando sobre su parecido con Stepan Bandera, héroe independentista ucraniano de la primera mitad de siglo XX y acusado de colaboracionista nazi en la Segunda Guerra Mundial y de masacres contra polacos y judíos. También se le puede ver en un pabellón de baloncesto con una camiseta con el número 18 señalando un marcador en el que se ve un 14-88 (un número asociado al nazismo). “Fue en un torneo de baloncesto benéfico. La diferencia en el marcador fue tan grande que por eso me hice esa foto” trató de argumentar el jugador.
Zozulya ha estado siempre muy cercano a todos los grupos ultras neonazis de los clubes en los que ha estado y aunque en dicha rueda de prensa hizo un enorme esfuerzo por justificar su comportamiento sus explicaciones fueron muy poco convincentes. Para Román Zozulya todo carece de importancia y se resume en considerarse un buen patriota: “Ser patriota no es ningún delito. Soy partidario de mi país”.
Los valores y principios no se venden. Se defienden.
Finalmente el viernes 27 de diciembre el Comité de Competición resolvía el expediente del partido suspendido entre el Rayo Vallecano y el Albacete de la jornada 20 y como era de esperar actuó sin complejos. Una multa económica de 18.000 euros, jugar dos partidos con el estadio parcialmente cerrado y terminar de jugar contra el Albacete Balompié sin público. Ese era el castigo impuesto por el Comité de Competición de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) al Rayo Vallecano por lo sucedido en el partido del 15 de diciembre después que el colegiado cántabro José Antonio López Toca decidiera suspender el encuentro al considerar que había agotado todas las posibilidades para que el mismo pudiera continuar. En el acta reflejó que paró dos veces el choque antes del descanso y advirtió que si seguían los insultos de parte de los aficionados locales a Zozulya, el choque se suspendería. Algo que terminó sucediendo tras la finalización de la primera parte. “Teniendo en consideración la información de la Coordinadora de Seguridad del Estadio sobre la conveniencia de la suspensión definitiva del partido, ya que no podía garantizar la seguridad en el mismo, ni la necesaria protección de los participantes, decido suspender definitivamente el encuentro, comunicándoselo de esta manera a todos los involucrados, quienes lo reciben de manera favorable”, así finalizaba el Acta.
Esta dura sanción llama enormemente la atención si la comparamos con otras acciones de índole intolerante vivida en los estadios españoles y que no han supuesto ningún tipo de multa por parte del Comité de Competición. Nada sorprendente tratándose de un órgano de esa Federación Española de Futbol, que a lo largo de los últimos años ha estado salpicada de numerosos escándalos y muy poca transparencia. Una Federación presidida en su día por Ángel María Villar y hoy por Luis Rubiales que no solo amparan actitudes fascistas en otros campos, también organizan la celebración de la Supercopa de España de Fútbol en Arabia Saudí, un régimen dictatorial que viola sistemáticamente los derechos humanos y apoyan y fomentan también las casas de apuestas que proliferan en los barrios obreros que suponen una lacra para miles de jóvenes de la clase obrera.
Una sanción que ha sido celebrada y aplaudida por el ministro de Cultura y Deporte en funciones: “Me parece excelente lo que se hizo, el motivo y cómo se resolvió. Fue un gran paso y si hay que seguir dando pasos de ese tipo habrá que hacerlo, porque es una manera de luchar de frente contra esos comportamientos incívicos y antisociales”, “Lamentablemente, motivos para suspender un partido ha habido desde hace tiempo. Por eso lo importante es que se haya dado ese paso por primera vez, hay que seguir esa estela siempre que se den las circunstancias para hacerlo”, deseó el ministro, “quien consideró que se debería aplicar de igual manera si ocurriese en uno de los estadios grandes”.
Resulta cuanto menos sospechosa esa coincidencia y unanimidad tanto de los estamentos oficiales así como de los principales medios de información, que reconocen que ha habido motivos más que suficientes para haber aplicado medidas sancionadoras en otros estadios, pero dan por buena la sanción impuesta al Rayo Vallecano porque “siempre tiene que haber una primera vez”. Lo que no dicen estos “voceros” es que casualmente esa “primera vez” se ha llevado a cabo contra un equipo de fútbol humilde, de barrio, con pocos recursos y con una afición a la que desde hace tiempo se le tenía ganas. Un club que está siendo utilizado como “cabeza de turco” y que quieren que pague los platos rotos de un fútbol convertido en negocio y hecho a medida de los poderosos.
Y llegados a este punto seguramente much@s se preguntarán si lo que se vivió ese domingo en Vallekas se podía haber evitado, si mereció la pena denunciar y desenmascarar lo que entra dentro de una tendencia interpretativa cada vez más en auge, donde los discursos y prácticas fascistas son merecedoras del respeto democrático y forman parte del pluralismo social. Y es en este sentido que las dudas desaparecen inmediatamente ya que la respuesta de la afición vallecana con sus gritos fue justamente esa: denunciar y mostrarse contraria a una ideología criminal y negarse a mirar para otro lado. Algo que no cumplen los que luego se rasgan las vestiduras y aprobaron la Ley contra la Violencia en el deporte del año 2007 cuando ésta dice mostrarse contraria a cualquier acto racista, xenófobo o intolerante. Así se lo recordaron los Bukaneros en uno de sus últimos Twitter:
«Toda historia tiene un principio y nuestro barrio tiene muchos. Por esto y por mucho más, Zozulya no es bienvenido«.
(1) Insultos machistas, racistas u homófobos en los estadios de fútbol de Primera División
Guti maricón
Aitor Zabaleta era de la ETA
Rubén Castro no fue tu culpa
Luis Enrique tu padre es Amunike
Piqué cabrón España es tu nación
Messi enano tu hijo es de Cristiano
Negro, basura, tu piel no tiene cura
Dónde están, no se ven, los amigos de Guillem
Messi subnormal
Cristiano muérete
Shakira es una puta
Illa, illa, illa, Juanito hecho papilla
Puerta se marea
Negro/Mono
(2) Román Zozulya y la paradoja de la intolerancia (Daniel Amelang López)
(3) Premien al Rayo en lugar de castigarlo (Gerardo Tecé)
(4) El racismo en 34.000 actas arbitrales: 68 partidos de fútbol con insultos xenófobos (Diario “El País”)