Este artículo se escribió un día antes de que el primer ministro Edouard Philippe explicara oficialmente la reforma. En su comparecencia ha mostrado la voluntad del Gobierno de no retroceder en ningún punto importante, lo que ha llevado a enardecer los ánimos de la población. Al mismo tiempo, las direcciones sindicales han llamado a una nueva jornada de acción el día 17 de diciembre.
El éxito del 5 de diciembre
El 5 de diciembre fue un gran día de movilización, con más de 800.000 manifestantes según el Gobierno y más de 1.5 millones según la CGT. Este día había sido preparado durante mucho tiempo: de hecho, fue impulsado por l@s trabajador@s de la RATP, quienes, fortalecidos por el éxito de la huelga del 13 de septiembre, habían obligado a sus líderes sindicales a llamar a la huelga indefinida a partir del 5 de diciembre, mientras la dirección de las confederaciones y muchos sindicatos no habían planeado nada en serio para luchar contra esta reforma y pasaban su tiempo en los despachos concertando con el gobierno. Este llamado fue retomado después en muchos sectores, lo que llevó a las principales confederaciones sindicales a convocar «una» jornada de huelga el 5 de diciembre.
La estrategia de las direcciones sindicales conduce directamente a la derrota
En lugar de apoyarse en la huelga ilimitada en la RATP para llamar a tod@s los trabajador@s a una huelga ilimitada a partir del 5, la única estrategia viable para lograr la retirada de la reforma, los líderes sindicales han intentado canalizar el «todos juntos» a una sola jornada de acción, sin anunciar continuidad alguna. También se han negado a exigir la retirada del proyecto del gobierno y han continuado concertando con él. El comunicado incluso se jactó de haber tenido 22 reuniones con el gobierno ¡22!
A pesar del gran éxito del 5 de diciembre, los líderes sindicales se negaron a convocar grandes manifestaciones el sábado con los Chalecos Amarillos, manteniendo el «cordón sanitario» del movimiento obrero organizado a los Chalecos Amarillos. El aspecto simbólico de tal llamamiento habría sido fuerte, al mostrar a toda esta franja del proletariado que se reconoce en el movimiento de los Chalecos Amarillos y es demasiado precaria y/o aislada para participar en las jornadas de huelga que era tomada en cuenta. Como resultado, las manifestaciones del sábado 7 de diciembre fueron muy débiles. Sin embargo, había un verdadero reto en esta convergencia para reunir Chalecos Amarillos y huelguistas para poner en marcha juntos acciones de bloqueo de la economía y aumentar la presión.
Está claro que hoy las direcciones sindicales continúan proponiendo la estrategia que nos ha llevado a derrotar ya tantas veces, como durante la movilización contra la Ley Laboral en 2016 con jornadas aisladas de manifestación, o como durante la movilización ferroviaria contra el troceamiento del ferrocarril en 2018, con la huelga intermitente. Hoy multiplican jornadas de acción dispersas hasta el agotamiento de las fuerzas, mientras dejan solos haciendo la huelga reconducible a los sectores más avanzados. Como era de esperar, las manifestaciones del martes 10 de diciembre (y la participación en la huelga) han sido más débiles que las del 5. Los medios de comunicación están felices de hablar de la desaceleración del movimiento, lo que por supuesto puede tener un efecto negativo en la moral de los huelguistas. Pero cuando comparamos la preparación del 5 y del 10, se comprende que las cifras del día 10 dan testimonio de la enorme determinación de l@s trabajador@s en ciertos sectores para construir este movimiento, a pesar de la defectuosa preparación de las direcciones sindicales.
El enfrentamiento con el gobierno será duro, incluso muy duro, y es preciso estar a la altura de las circunstancias. Los dirigentes sindicales deben hacer un llamamiento claro, que no tergiverse, que no deje las puertas abiertas a la negociación con un gobierno al servicio de la patronal. El argumento de Martínez [secretario general de la CGT] para ir a discutir con el gobierno es que va a hablar de las propuestas de la CGT para un sistema de pensiones más justo. Impongamos ya la retirada y la CGT podrá después plantear sus propuestas y lograr una victoria histórica. Sin embargo, la movilización masiva y decidida de todos l@s trabajador@s presupone que no tengan dudas de que la reforma no puede ser modificada en un sentido favorable. Lo que supone, a su vez, la ruptura de todas las concertaciones.
Solidaires: enérgica en la base y seguidista de las otras direcciones sindicales en la cúspide
En un cierto número de sectores, como SNCF o Educación, Sud/Solidaires defiende una mejor orientación que las otras direcciones sindicales, favorable desde el comienzo a la huelga reconducible y con una base militante a menudo más enérgica y determinada. Sin embargo, es preciso constatar que la dirección de Sud/Solidaires no ofrece una alternativa real a la política de las otras direcciones sindicales. Sud/Solidaires ha firmado todos los comunicados de prensa de la Intersindical nacional, avalando de hecho la orientación de los demás, en particular la ausencia de la exigencia básica de la retirada de la contrarreforma.
Sin dejar de buscar acuerdos prácticos con otras organizaciones sindicales, Sud/Solidaires debería marcar su desacuerdo con la línea de la Intersindical y proponer seguidamente a la CGT, FO, FSU, romper con esta desastrosa estrategia: exigiendo la retirada total del proyecto, la ruptura de las concertaciones y un llamamiento claro a la huelga general hasta la retirada. Esto proporcionaría un punto de apoyo muy valioso a los activistas de oposición de otros sindicatos y, en general, a l@s trabajador@s de base. Además de eso, Sud/Solidaires debería luchar en todos los sectores por levantar comités de huelga y por su coordinación, hacia un comité central de huelga, en cada sector y a escala interprofesional. La batalla está lejos de haber terminado y los activistas de Sud/Solidaires que comparten esta idea aún pueden defenderla y hacerla triunfar internamente. Esto ayudaría a hacer bascular la situación.
Aún nada está decidido: l@s trabajador@s de base están decidid@s a ganar y la autoorganización progresa.
Sin embargo, el partido está jugándose. De hecho, el 5 de diciembre ha desencadenado una dinámica positiva de autoorganización y fortalecimiento de los vínculos interprofesionales. En la RATP y la SNCF, se han creado comités de huelga para construir la huelga. Se han organizado Asambleas Generales inter-servicios para evitar el aislamiento y decidir juntos la reconducción de la huelga. Cinco días después de su inicio, ésta sigue siendo masiva en la RATP y SNCF, gracias a la base, a pesar de las políticas de las direcciones sindicales, en particular la de UNSA, que pide enmiendas a la contrarreforma para retirarse de la huelga. En Educación, la huelga fue muy importante el 5 de diciembre. Lo fue nuevamente el día 10, especialmente en la escuela secundaria, a pesar de la manipulación de cifras del gobierno (que hace sus cálculos contando como «no huelguistas» a los maestros que no trabajan el día de la huelga o a los que están de baja por enfermedad). Están, además, los vínculos que se tejen entre sectores profesionales. Se llevan a cabo Asambleas Generales conjuntas, se montan acciones en común, como el bloqueo de depósitos de autobuses, con el objetivo de extender la huelga. El movimiento también está tratando de desarrollarse en la juventud, a pesar de la represión y el cierre preventivo de los centros universitarios (como Tolbiac desde el día 2 o Le Mirail los días 5 y 6). En Lille, por ejemplo, l@s estudiantes convergieron en masa el martes 10 de diciembre en las calles. En Toulouse, una Asamblea General de estudiantes de Mirail reunió a más de 700 el lunes 9 de diciembre.
En otras palabras, una amplia vanguardia de trabajador@s está construyendo la huelga y desarrollando órganos de autoorganización, frente a la estrategia de las direcciones sindicales que conciertan con el gobierno y se niegan a convocar una huelga ilimitada, a bloquear la economía y a organizar todo eso.
Los anuncios inminentes de Edouard Philippe pueden reavivar la movilización
Much@s trabajador@s ahora están en la reserva y aún no están listos a entrar realmente en la batalla. En las refinerías, los puertos, en EDF, un número significativo de trabajador@s se declararon en huelga el martes 5 y el jueves 10 de diciembre. Se preguntan sobre la continuidad. Este es un momento expectante en bastantes sectores. Esto se debe, en parte, a los resultados de la continuidad de las concertaciones, que crea la ilusión de que sería posible influir en la reforma de Macron de manera satisfactoria. Se debe también, en parte, al resultado de las dudas sobre la posibilidad de derrotar a Macron, especialmente con la estrategia de las direcciones sindicales. Los anuncios de Edouard Philippe, que concretarán el «informe Delevoye» en un proyecto real del gobierno, podrían servir como desencadenante y convencer a trabajador@s de lanzarse a una huelga reconducible. Será necesario analizar con detalle la comparecencia de miércoles noche.
Construir una dirección democrática de la huelga
Otro de los desafíos para intensificar la movilización, así como para garantizar que sean los propi@s trabajador@s quienes dirijan su huelga, es establecer una dirección de la huelga que emane realmente de la base y represente su voluntad. Esto lleva su tiempo, y tenemos poco. Por eso debemos avanzar rápido: en los sectores más avanzados, RATP y SNCF, debemos marcarnos el objetivo de establecer un máximo de comités de huelga, y que estos envíen delegados para constituir un coordinación nacional de la huelga, que será la dirección legítima de la huelga. Si se formara tal dirección en RATP y SNCF, y si se dirigiera a las direcciones sindicales para llamarlas a que convoquen al conjunto de trabajador@s a la huelga ilimitada hasta la retirada de la contrarreforma, tendría un alcance político considerable. Y daría fuerza a todos l@s trabajador@s para unirse a la huelga, sacudiría las direcciones sindicales intermedias y desencadenaría una dinámica que barrería a los burócratas.
La autoorganización debe primero construirse sector por sector, antes de ser intersectorial. Aunque los embriones de coordinación intersectorial deben establecerse ahora, tenemos que ser conscientes de que solo tendrán legitimidad si se basan en una autoorganización sectorial real. No debemos oponer el uno y el otro, pero sí saber que uno solo tiene sentido si el otro es fuerte.
La fuerza de l@s trabajador@s es la huelga, pero también su capacidad de organizarse para decidir el futuro de ésta y garantizar que sus demandas prevalezcan. Primero, esto nos permite sentir claramente nuestra fuerza colectiva, darnos cuenta de que no necesitamos instituciones políticas o sindicales para que nos representen, y ser plenamente conscientes de pertenecer al mismo campo en la lucha contra el gobierno y patronos. También permite derrotar la política de las burocracias sindicales, cuyo papel central es evitar cualquier movimiento demasiado duro que amenace el orden social, mientras negocian algunas migajas que el gobierno podría querer darles para no desacreditarlos demasiado a los ojos de l@s trabajador@s. Las altas direcciones de los aparatos sindicales están demasiado institucionalizadas para ser verdaderos representantes de l@s trabajador@s.
Podemos ganar: bloquear la economía para obligar a Macron a retirar su contrarreforma
Macron no podrá hacer nada frente a una huelga de masa que bloquee la economía. Se verá obligado a ceder y su mandato habrá terminado. Ya no podría hacer más daño porque estaría bajo la vigilancia de l@s trabajador@s fortalecidos por su victoria. Esta victoria iría mucho más allá de una victoria contra la reforma de las pensiones: revertiría la relación de fuerzas. Mostraría que la dinámica emprendida desde 2016 finalmente ha alcanzado su plena madurez. Esta es una apuesta central a ganar gracias a este movimiento.
Hay sectores (como el transporte, refinerías, etc.) más estratégicos que otros porque el paro laboral tiene consecuencias inmediatas y tangibles. Pero para ganar, necesitamos una huelga que vaya más allá de estos sectores. Por un lado, porque los sectores más estratégicos necesitan que otros se les unan para mantener su voluntad de resistir. Por otro lado, porque el gobierno será capaz de reprimir sectores estratégicos aislados separándolos de l@s otr@s trabajador@s, mientras que no podrá hacerlo si la huelga es generalizada. Por lo tanto, aquellos que se encuentran en sectores menos centrales de la producción, tienen un papel clave a desempeñar: al detener el trabajo y ponerse en huelga sacan a los otros sectores de su relativo aislamiento y ayudan a crear un situación política insostenible para Macron.
Más que nunca, debemos llevar los debates estratégicos y la necesidad de autoorganización al movimiento, pero también, por supuesto, tomar todas las iniciativas concretas para construirlo y expandirlo. Es uniendo a l@s trabajador@s de todos los sectores en la huelga y en las acciones de bloqueo que Macron y su contrarreforma podrán ser derrotados.