Este artículo podría haberse publicado en cualquier otro momento porque hubiera sido igual de actual y necesario, pero ha sido en este último año cuando se ha puesto sobre la mesa el debate y la preocupación (partiendo de los nuevos patrones de explotación laboral) acerca del aumento exponencial de presencia de casas de apuestas en los barrios por el efecto perjudicial que generan.
Las casas de apuestas en cualquiera de sus vertientes (deportivas-futbolísticas, póker, blackjack…) se aprovechan del caldo de cultivo del desempleo juvenil, se nutren de la precariedad y la explotación de la juventud trabajadora en barrios obreros, con mensajes invasivos como «apuesta, apuesta, apuesta» y figuras públicas que despiertan simpatía como Carlos Sobera, promocionándose especialmente en canales como Neox, que tiene una amplia audiencia joven. Por supuesto, todo ello con el beneplácito de los gobiernos, quienes nos han condenado a la más absoluta inestabilidad laboral con sus dos reformas laborales (de PP y PSOE) y planes de empleo deficientes.
De facto estas empresas fabricadoras de ruina nos plantean que no tenemos nada perder y todo por ganar, pero la realidad es bien distinta. Arriesgas todo, nos venden la moto de poder llegar a ser clase media, especular, porque ganarnos el dinero honradamente con nuestra fuerza de trabajo «ya no se lleva». Este tipo de publicidad cala muchísimo en sectores castigados como el telemarketing o la hostelería, y especialmente entre las capas más jóvenes, quienes ven las apuestas como un método fácil y rápido de conseguir dinero, con una dinámica atractiva: apuestas 100 y ganas 200, pero que si sale mal te acabas arruinando. Los daños, por supuesto, no son sólo económicos, sino sanitarios y sociales.
Una solución efectiva ha planteado Albania, país que desde el 1 de enero ha prohibido las casas de apuestas en todo el Estado. Por su parte, en Extremadura han peleado y ya han conseguido que las casas de apuestas tengan que estar a un mínimo de 300 metros de cualquier centro de enseñanza, que la distancia mínima entre una casa de apuesta y otra sea de 250 metros y tengan control de admisión en la puerta, y que la recaudación de las sanciones o multas por incumplir el reglamento vaya destinada a prevenir y combatir la ludopatía.
No es la solución definitiva, pero sin duda es un paso. Sigamos su ejemplo.
Nos sumamos a la campaña de Coslada y suscribimos su mensaje «contra la heroína del Siglo XXI, contra el arrollador capitalismo que nos acerca cada día más a la miseria, por otro modelo de ocio para nuestra juventud… por muchos más motivos. #FueraCasasDeApuestasDeLosBarriosObreros».
La política institucional se olvida muy a menudo de la juventud, de la trabajadora y la estudiantil. Es preciso batallar por planes de empleo y formación, y también de cultura, deporte y ocio. Las casas de apuestas están envenando a los jóvenes, y desde nuestra máxima solidaridad, apoyamos las iniciativas de organización vecinal para expulsarlas de nuestros barrios.
¡Por un modelo de ocio alternativo para la juventud trabajadora!
¡FUERA LAS CASAS DE APUESTAS DE LOS BARRIOS OBREROS!