Los verdaderos responsables de que el PP-C´s puedan ser tan hipócritas, citando a Lorca y Blas Infante en la toma de posesión de la Junta de Andalucía, son los que en la Transición pactaron un régimen que se basa en el olvido de los crímenes del franquismo.
El PP-C´s hacen lo que hacen porque durante décadas se les dio patente de demócratas desde el PSOE y el PCE. El PSOE gobernó el Estado Español más de la mitad de los 40 años del régimen actual, y los desaparecidos (Lorca e Infante incluidos) siguen en sus tumbas, y los responsables o sus herederos, de los crímines siguen en consejos de Estado, o despedidos como «demócratas» (Fraga, Arias Navarro, Suarez, etc. etc.).
Que el PSOE y el PCE no se rasguen las vestiduras ahora con la ley de la Concordia que proponen en Andalucía, puesto que fueron ellos los primeros en hablar de «reconciliación» (el PCE levantó esta consigna en los ¡años 60!, con Franco vivo). De aquellos lodos, estos barros.
Fueron los gobiernos del PSOE los que se negaron a derogar la ley que avala la hipocresía del PP-C´s, la Ley de Amnistía, condenada por la ONU. Puestos a ser hipócritas, creo que el PSOE le gana por goleada a los PP-C´s.
Fueron ellos los que introdujeron la desmemoria en la sociedad española, haciendo que las generaciones nuevas desconozcan lo que realmente fue el franquismo; reduciendo la memoría histórica a una recuperación individual de desaparecidos y asesinados, como si no hubiera habído asesinos y criminales. Por eso ahora calen las mentiras y la propaganda de los neofranquistas: tienen el terreno abonado.
Si los gobiernos del PSOE hubieran seguido las recomendaciones de la ONU, derogando la Ley de Amnistía / Punto Final, hoy los Vox, PP y Cs no tendrían cancha para lanzar las mentiras y menos para su hipocresía, entre otras porque muchos de los dirigentes del PP estarían en la cárcel (Fraga antes de morir como Arias Navarro, Martin Villa al que la «justicia» española salva de ser juzgado en Argentina, etc. etc.), como lo están los responsables de la dictadura argentina.
Menos «rasgarse las vestiduras» en la oposición, para ponérselas de nuevo cuando se está en el gobierno.