Elecciones andaluzas
DESCALABRO DEL PSOE, FRACASO DE «ADELANTE ANDALUCÍA» E IRRUPCIÓN DE VOX
LAS RAZONES DE LO SUCEDIDO Y POR DÓNDE AVANZAR
1/ Las elecciones andaluzas han supuesto un descalabro histórico para el PSOE, que después de 36 años ha sido apeado de la Junta y ha caído a su mínimo histórico, perdiendo 408.000 votos (1,2 millones si contamos desde 2008). Es el hundimiento de un partido cuya base de sustentación son los miles de cargos oficiales que ahora ven que se hunde el suelo bajo sus pies. Es la ruina de un aparato burocrático acostumbrado a actuar con la impunidad y la soberbia de quien se creía dueño de las instituciones andaluzas. Un aparato que, haciendo alarde de representar al pueblo trabajador andaluz, ha sido en realidad un instrumento de gobierno al servicio de los grandes empresarios y terratenientes.
2/ No es por azar o capricho que la clase trabajadora andaluza ha dado la espalda al PSOE, un partido que ha convertido a Andalucía en campeona de la pobreza, la precariedad, la desigualdad y la dependencia económica. El repudio de los trabajadores no se ha manifestado en un vuelco electoral a la derecha o la extrema derecha de Vox, sino en una altísima abstención (41,4%) que se ha concentrado especialmente en las barriadas trabajadoras y los pueblos jornaleros. En Sevilla, en Cerro Amate la abstención alcanzó el 48%, mientras en el barrio rico de Los Remedios era del 25,14%. En los pueblos de la Vega sevillana ha superado la media andaluza y en algunos, como Villanueva del Río y Minas, ha llegado al 49,47%. En El Coronil, Gerena o Utrera, no ha bajado del 43,40%. En Puerto Real ha sido del 44,29%. Produce repugnancia que algunos exponentes de la izquierda oficial culpen a los trabajadores del triunfo de la derecha y de la irrupción de Vox.
3/ Pero si el PSOE ha sido el gran derrotado, su descalabro ha venido acompañado de la paliza de Adelante Andalucía (AA), la suma de Podemos e IU. AA no sólo ha sido incapaz de capitalizar el repudio masivo de los barrios y pueblos obreros hacia el PSOE, sino que ni siquiera ha logrado mantener sus votos de 2015. Ha perdido nada menos que unos 300.000 ¡la tercera parte!
Garzón, en una carta dirigida a la militancia de IU, dice: «tenemos el deber moral de hacer autocrítica y reconocer nuestros errores e insuficiencias», pero en su largo escrito no hay un solo atisbo de autocrítica. Sin embargo, las razones del fracaso están a la vista: AA ha aparecido como una fuerza auxiliar del PSOE. Su crítica principal a Susana Díaz ha sido que ella no era como Pedro Sánchez. La política de AA se resumía en investir a Susana Díaz y después «acordar políticas concretas» con ella (Teresa Rodríguez lo sintetizaba bien diciendo que hay que «ser más nórdicos a la hora de hacer política»). Todo, por supuesto, en un marco general de apoyo al gobierno de Pedro Sánchez.
4/ Los dirigentes de AA reivindican no haber hablado de «cuestiones nacionalistas» y haberse «centrado en Andalucía». Pero esto es una excusa de mal pagador, porque una cosa es poner el acento en un programa para Andalucía y otra bien distinta no enfrentar el repugnante españolismo de la unión a la fuerza y negarse a defender el derecho de los catalanes a la autodeterminación. Un derecho que es, además, la base para una unión libre entre pueblos. No dijeron que sin echar abajo la Monarquía no habría solución a las «cuestiones nacionalistas» ni tampoco garantía para las libertades democráticas. Tampoco cuestionaron la pertenencia a la UE que, entre otras cosas, lleva a la ruina al campo andaluz mientras sigue enriqueciendo a sus terratenientes.
5/ En las elecciones de 2015 Podemos irrumpió con el 15% de los votos y 15 diputados, conmocionando el panorama político. Actualmente, aquel impulso rompedor que ilusionó a tanta gente, se ha quedado en agua de borrajas. Podemos (con IU prácticamente absorbida) se ha convertido en una fuerza constitucional más, en el socio del PSOE y ala izquierda del régimen. Incluso la corriente «Anticapitalistas», que aparecía como la «extrema izquierda» de Podemos, ha demostrado a través de Teresa Rodríguez en el Parlamento andaluz y del gobierno de Cádiz, que no difieren de Pablo Iglesias más que en cuestiones de aparato.
6/ Vox ha crecido ante todo en los caladeros del PP, recogiendo 400.000 votos (el 11%). En lugares como El Ejido, patria del racismo institucional andaluz, han sido los primeros, con el 29,5%, y en el rico barrio sevillano de Los Remedios han alcanzado el 24,66%. Vox es la extrema derecha del régimen monárquico. Protegido de Aznar, Vox, firme defensor de la monarquía y de la «España cristiana», lleva al extremo el discurso de la España unida a la fuerza; es racista, xenófobo, homófobo y machista sin complejo alguno. Y no le importa mostrarse nostálgico del franquismo.
Sus diferencias con PP y C’s son de grado. Vox, ciertamente, discursea con eliminar el régimen autonómico, pero estará encantado en acordar con Casado y Rivera la recentralización de las competencias autonómicas de educación y la reinstauración de un 155 indefinido en Cataluña, incluida la ilegalización de la izquierda independentista. Su antieuropeísmo, al igual que les ocurre a sus amigos Marine Le Pen o Salvini, es sobre todo de escaparate, pues su nacionalismo se detiene a la hora de romper con la UE o con el euro.
7/ Vox es una fuerza reaccionaria despreciable y su desarrollo es peligroso porque promueve ataques a las libertades y derechos y favorece el fortalecimiento de fuerzas fascistas propiamente dichas. Por ello, hay que organizarse para combatirlos y expulsarlos sin contemplaciones de nuestros barrios, pueblos, centros de trabajo y de estudio. Este es el camino que nos señalan las movilizaciones espontáneas de estos días en las capitales andaluzas. Ahora, la continuidad de la lucha pasa por organizar desde nuestros lugares de trabajo, estudio y residencia la resistencia unitaria a cada ataque del nuevo gobierno andaluz que vendrá. Siendo bien conscientes de que no podemos depositar confianza alguna en que el gobierno Sánchez, comprometido con la Monarquía y la Unión Europea, nos vaya a sacar las castañas del fuego.
También tenemos que caracterizar con rigor qué es Vox. La historia nos muestra que el fascismo se distingue de otros movimientos de derecha en que se apoya en la movilización masiva en las calles de las «clases medias», en que utiliza métodos de guerra civil contra las organizaciones obreras y democráticas y en que busca la destrucción de todas las libertades democráticas y de todo vestigio de democracia burguesa. Desde este punto de vista, Vox no puede ser calificado estrictamente como «fascista» y sí como la ultraderecha del régimen monárquico español.
8/ El fenómeno de Vox no es nuevo, porque nos encontramos con el crecimiento de esta ultraderecha «institucional» en diferentes países europeos (Le Pen, Salvini, Austria, Dinamarca, Países Bajos…). En todos ellos, su eje central es la xenofobia, la islamofobia y el racismo contra la inmigración, unido a un chovinismo nacionalista crítico con la UE. Cabalgan sobre la radicalización derechista de la pequeña burguesía, se hacen eco de las reivindicaciones de sectores medios de la burguesía de sus países y aprovechan el empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de los sectores más pobres de población para atizar su enfrentamiento con los inmigrantes, a los que hacen responsables de la degradación social. Su crecimiento, al igual que en el caso de Bolsonaro en Brasil, es el resultado de la crisis política y social en sus países y del profundo hartazgo y desengaño popular ante la izquierda oficial.
9/ Podemos e IU echan la culpa del ascenso de Vox a Susana Díaz porque le ha dado visibilidad en la campaña para sacar provecho electoral, y al PP y a C’s porque han «blanqueado» sus propuestas.
Pero esta es una explicación muy cómoda. La subida de Vox se explica ante todo por la bancarrota del PSOE y el fracaso de AA. Y porque el asunto viene de mucho más lejos. Viene de los 36 años de gobiernos del PSOE en la Junta -y en Madrid- (incluido el gobierno anterior a 2015 en que la participación de IU blanqueó a Susana Díaz). Viene también de más atrás: de la Transición en que la izquierda oficial legitimó y blanqueó la continuidad de los aparatos de estado franquistas, sin exigir ninguna depuración ni responsabilidad alguna por los crímenes cometidos. Vox no deja de ser la voz de estos viejos aparatos franquistas que siempre han estado presentes pero que ahora, ante la crisis del régimen monárquico, vuelven ya sin careta.
10/ El PP, que canta victoria, en realidad ha perdido 316.000 votos (casi un millón desde 2008). Su consuelo es no haber sufrido el «sorpasso» de C’s. También la victoria del partido de Rivera ha sido amarga, porque su objetivo era sobrepasar al PP y no lo ha conseguido. Ahora PP y C’s, cada uno por su lado, se postulan para presidir, con la ayuda de Vox, el próximo gobierno de la Junta. Vox, mientras tanto, se deja querer, con el objetivo de que se le reconozca como partido «respetable» y en un futuro como socio de gobierno. En cualquier caso, el próximo gobierno andaluz, se conforme como se conforme, será un gobierno contra la clase trabajadora y la juventud, contra nuestros derechos y libertades. Un gobierno reaccionario al que no le debemos dar ni un día de tregua.
11/ Pablo Iglesias se ha dirigido al PSOE y a Pedro Sánchez para decirles que confía en «que este resultado [les] sirva para entender quienes somos sus verdaderos aliados». Al mismo tiempo, lanzaba la alarma ante «la llegada de la bestia parda» y llamaba a «estar alerta para defender las libertades que nos dejaron nuestros padres y madres, abuelos y abuelas». Para ello, apelaba a levantar un «frente antifascista» en torno al Gobierno Sánchez. Por eso, la primera tarea de Iglesias y Garzón ha sido presionar a los independentistas catalanes para que voten los presupuestos. Unos presupuestos sometidos a Bruselas que no van a cambiar nada sustancial y cuya utilidad principal es servir de marketing para las próximas elecciones.
La unidad de acción para cerrar el paso a Vox y a cualquier expresión ultraderechista y fascista es una necesidad indiscutible, que se ha de realizar, además, como parte de la lucha por nuestras reivindicaciones y derechos. Pero no es de recibo utilizar la amenaza del fascismo para promover un frente alrededor de Pedro Sánchez, cuyo gobierno es un ardiente defensor de la monarquía y de la Unión Europea, amigo de las «devoluciones en caliente», cómplice de la farsa judicial contra los independentistas catalanes, enemigo declarado del derecho a la autodeterminación y responsable, faltando a sus promesas, de mantener y no derogar la reforma laboral o la Ley Mordaza..
Podemos e IU, que han sido incapaces de conservar su espacio electoral y neutralizar el ascenso de Vox en Andalucía, nos proponen continuar con la misma política que les ha llevado a la derrota y que sólo puede acabar pavimentando el triunfo de la derecha en alianza con una extrema derecha emergente.
12/ Francia, con la lucha de los «chalecos amarillos», muestra también cómo neutralizar a la extrema derecha, mediante la movilización masiva independiente, capaz de derrotar y hacer retroceder a Macron.
Al final, para derrotar de verdad a la derecha y frenar el paso a la ultraderecha y al fascismo hará falta acabar con el régimen monárquico que les cobija y abrir un proceso constituyente que nos permita reconstruir desde cero las bases políticas y económicas de la sociedad. Hará falta romper con la UE y el euro para abrir el camino a una Europa unida de los trabajadores y los pueblos. Hará falta un cambio revolucionario para instaurar un nuevo régimen político sustentado en un gobierno de los trabajadores apoyado en comités populares.
En estas elecciones Corriente Roja no llamamos a votar al PSOE porque era un partido del régimen. Y tampoco llamamos a votar a AA, porque era una fuerza auxiliar del PSOE, socia de Pedro Sánchez. Hoy, tras las elecciones, nos reafirmamos en la necesidad de construir una fuerza obrera independiente, libre de las ataduras del PSOE y de la burocracia sindical, que impulse el cambio revolucionario que el pueblo trabajador necesitamos. Este sigue siendo nuestro compromiso.