Ante la subida de la luz y el gas leo constantemente propuestas de las izquierda, de toda, desde Unidos Podemos hasta el BNG, de rebajar el IVA para reducir su precio. ¿Tan sorbido el seso tiene la izquierda por el capitalismo y sus medios, que solo saben tomar medidas fiscales burguesas?

La histórica política fiscal propuesta por la izquierda no era modificar los impuestos indirectos -esos que pagamos todos y todas igual, independientemente de los ingresos que uno tenga-, sino abolirlos, y dejar solo los impuestos directos, que bajo el capitalismo son básicamente el IRPF y el de Sociedades. Y dentro de esos impuestos indirectos, el más antiobrero que hay es justo el IVA. Es un gravamen sobre las personas en tanto que consumidoras; se grava el consumo final de un producto, de tal manera que los intermediarios de ese consumo, desde la producción hasta el hogar, lo van desgravando.

Todos, absolutamente todos los empresarios, pequeños, medianos y grandes, autónomos, etc., cuando hacen una compra como empresarios / autónomos, repercuten el IVA que ellos pagan en las declaraciones, y les son desgravados; es decir, no lo pagan. Si estos sres fueran honrados, pagarían el IVA cuando actuaran como consumidores finales, no como profesionales; pero todos y todas sabemos, es un secreto a voces, que muchas casas, coches y hasta viajes, estos sres desgravan el IVA cargándolo a las empresas o si son autónomos, en la liquidación trimestral que debe hacer del IVA cobrado.

Al final, los únicos que no tienen NINGUNA oportunidad de desgravar el IVA que pagan por todas sus compras son los que viven de la nómina. Esos que, según la propaganda de los bancos (para endeudarlos, que les doran la píldora para sacarles la sangre a través de los intereses), no «son los valientes»; o que para los posmodernos no existen; la clase obrera, asalariada, con nomina.

La mejor política fiscal es la que no existe, porque se ha expropiado al capitalismo, no existe la propiedad privada, y el estado se financia sobre la base del trabajo colectivo de la clase trabajadora, en una tendencia hacia su disolución, puesto que poco a poco va perdiendo su sentido de ser cuando pasemos del «gobierno de las personas a la administración de las cosas», es decir, el socialismo.

Mientras no se conquista esa sociedad, la clase trabajadora y sus organizaciones no pueden ser abducidas por las medidas del capital, como mantener los impuestos indirectos así sean bajos, sino que deben exigir una política fiscal que enfrente a los que nunca pagan, las empresas, los bancos, los propietarios de las empresas ligándolo a la lucha contra la propiedad privada de los medios de producción.

La subida de los precios de la luz y el gas tiene esta doble perspectiva, una, desaparición de los impuestos indirectos que gravan un bien imprescindible, sustituyéndolos por la vieja propuesta de la izquierda de impuestos directos, bajo el criterio de «que pague más quien más tiene». Y dos, la nacionalización de la industria eléctrica, privatizada por los gobiernos del PPSOE, que establezca los precios no según los criterios del mercado, sino de las necesidades sociales.

Cualquier otra perspectiva desvía el problema y su solución, el sistema capitalista y las políticas de sus gobiernos, a una política que Rosa Luxemburgo definiría como «intentar convertir el océano en limonada… a base de vasos de limonada».