La decisión del gobierno de iniciar los trámites para impugnar la constitución del pretendido sindicato OTRAS (Organización de trabajadoras sexuales), después que sus estatutos fuesen publicados en el BOE el pasado 4 de Agosto, no ha dejado de levantar ampollas, contribuyendo a avivar la polémica y el debate sobre la prostitución. La inscripción en el registo de OTRAS, fue precedida por la creación en julio de la primera sección sindical de «trabajadoras sexuales» del Estado, dentro del sindicato IAC( Intersindical Alternativa de Cataluña)
Considerar la prostitución como un ámbito laboral y demandar que esta sea por tanto suceptible de sindicalizarse,es una postura defendida por parte del feminismo, asociaciones de prostitutas, algunos sindicatos e incluso varias ONGS como APDHA; todos ellos defensores de un discurso regulacionista.
El principal argumento y en el que todos coinciden, es que ello traerá consigo mejores condiciones, derechos laborales y más autonomía para las personas que ejercen la prostitución. Algunas sostienen que las mujeres tenemos «derecho a elegir y a hacer con nuestro cuerpo lo que nos plazca» e incluso que la prostitución es una práctica de «resistencia y de liberación sexual» de las mujeres, frente a las normas sexuales y los preceptos morales tradicionales que han servido tradicionalmente para controlar y someter a las mujeres.
¿Relación sexual consentida entre personas adultas? Otra mentira del capitalismo
Desde Corriente Roja, acorde con la visión marxista, consideramos la prostitución una forma extrema de explotación sexual y opresión, que mercantiliza y cosifica el cuerpo de quienes la ejercen, mayoritariamente mujeres. Que confirma que la mujer puede ser consumida por los hombres para satisfacer sus apetitos sexuales. En la prostitución, la mujer no «oferta un servicio sexual» como pretenden convencernos, sino que se vende el cuerpo entero. Las relaciones sexuales son una forma de relación humana en la que no es posible disociar el cuerpo de la mente, de aquello que somos, sentimos o pensamos; so pena de terminar convirtiéndote en una autómata y anularte como persona. La prostitución es parte de la cultura de la violación.
Es posible que algunas personas ejerzan esta de forma voluntaria o crean hacerlo y se consideren a sí mismas «putas empoderadas». Pero esa no es la realidad que viven la inmensa mayoría de ellas.
En Alemania, corazón del imperialismo, donde la prostitución es legal desde 2002 y gobierna una mujer, las prostitutas se «ofertan» en anuncios publicitarios junto a salchichas y cerveza. Y peor aún:dieciseis años después, más de la mitad, en su gran mayoría extranjeras, trabajan de forma ilegal y después de un tiempo de ejercer la prostitución acaban destruídas fisica y emocionalmente.
Por tanto, no estamos a favor de su legalización o regularización. Exigimos a los gobiernos cumplir con su obligación de perseguir y castigar a quienes ejercen el proxenetismo y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. Denunciamos cualquier forma de violencia y criminalizacion hacia las personas que se prostituyen y defendemos su derecho a la salud, a educacion, a vivienda digna, a protección social contra cualquier forma de violencia y maltrato y a recursos y herramientas que les permitan dejar la prostitución. Si para tal fin se organizan, estamos dispuestos a apoyarlas.
Sabemos que no es posible erradicar esta lacra social sin más.No vamos a acabar con la prostitución solo por declararla «ilegal». Abolir la prostitución significa acabar con las bases materiales en que esta se apoya. Con la miseria, la degradación moral, la desigualdad y la violencia que provoca el capitalismo, que se sustenta en una explotación cada vez más salvaje y que utiliza el machismo, el racismo y otras formas de opresión para perpetuarse.
Por una verdadera libertad sexual: Por un mundo nuevo, sin opresión ni explotación.
Quienes consideran la prostitución como un «trabajo sexual» y defienden su regularización como una vía para que las personas en situación de prostitución puedan obtener derechos o incluso como una forma de «liberación femenina», olvidan la función social que siempre jugó la prostitución en todas las sociedades de clases. La prostitución es la otra cara de la moneda de la institución familiar patriarcal ( necesaria para asegurar al hombre la filiación de su descendencia y la transmisión de la propiedad privada si la hubiera). Una institución opresiva para las mujeres, con su heterosexualidad y su monogamia impuesta (en la práctica sólo para ellas). La prostitución no fue siempre igual sino que tomó una forma específica en cada sociedad, pero es el capitalismo quien la ha ampliado a límites extremos, mercantilizando al máximo el cuerpo de la mujer para hacer negocio con ello, manteniendo a las mujeres como objetos sexuales al servicio del hombre.
La prostitución se apoya en un sistema de clases sociales y en una desigualdad estructural de las mujeres frente a los hombres, que son el 99% de los clientes. En ella se establece una relación que es de dominación. Sin embargo, la burguesía, que es la clase dominante, trata de convencernos desde una óptica neoliberal y de culto extremo al individualismo que es posible ser libres en una sociedad desigual, donde todo se puede comprar y vender, especialmente el cuerpo de las mujeres. Esta idea que cala en una parte de la sociedad, oculta que detrás de la prostitución, la pornografía o la gestación subrogada, hay empresas lucrándose.
En este sistema económico, la inmensa mayoría nos vemos obligadas a vender nuestra fuerza de trabajo y por lo tanto no podemos escapar de la «esclavitud salarial» y la alienación que esta produce. Pero la solución no es resignarnos a someter TODO al dominio del mercado, convirtiendo las relaciones sexuales en una mercancía más, sino en luchar por una sociedad libre de opresión y explotación de ningún tipo.
Eso sólo será posible en una sociedad en la que los medios de producción no estén en manos de unos pocos sino que pertenezcan al conjunto de la sociedad y en la que las mujeres participen de lleno en la producción social; es decir, en una sociedad socialista en la que como plantea Marx en el Manifiesto Comunista: “Es evidente, por otra parte,que con la abolición de las relaciones de producción actuales, desaparecerá la comunidad de las mujeres que de ellas se derivan, es decir, la prostitución oficial y privada”
Sólo una sociedad así, basada en un nuevo orden social y en una economía socialista,pondrá las bases para que en ella florezcan relaciones humanas nuevas, que liberadas de todo prejuicio, hipocresía, doble moral o dependencia material, permitan relaciones sexuales verdaderamente libres y consentidas