La decisión del juez Llarena del Tribunal Supremo de enviar a prisión incondicional y sin fianza al candidato a la Presidencia de la Generalitat, Jordi Turull, a otros tres exconsellers y a la expresidenta del Parlament, unido a la marcha a Suiza de la secretaria general de ERC, Marta Rovira, ha colocado a todo el antiguo Govern de Cataluña y a buena parte de la dirección independentista entre la cárcel y el exilio. Rajoy no pudo evitar la sonrisa cuando se informaba del ingreso en prisión de Turull.
La caverna mediática jalea alborozada y la nueva vocera de la reacción, la “ciudadana” Arrimadas, sentencia: ¡Ya basta de procés, han fracasado!
Esta nueva decisión judicial indigna porque evidencia, una vez más, la impunidad y desvergüenza de este régimen heredero del franquismo, de sus jueces, políticos, militares, periodistas…, que siguen campando a sus anchas. Los herederos de un sanguinario golpe militar, los que llenaron el mundo de exiliados/as, el país de presos y las cunetas de fosas de fusilados, los que se han llenado los bolsillos a manos llenas robando del patrimonio público para hacer su particular acumulación de capital… campan en la política, la judicatura, el ejército, la policía… Ahora, ungidos de “demócratas de toda la vida”, juzgan y condenan a los demás.
El auto del juez Llarena es un insulto a la inteligencia. Afirmar que los hechos del 20 de septiembre frente a la Consellería de Economía en Barcelona fueron “equiparables a la toma de rehenes con disparos al aire” muestra la más absoluta parcialidad y desvergüenza y evidencia que su ley es a la justicia lo que la música militar a la música.
En cuanto a la dirección burguesa independentista, ni su pacifismo seudo religioso, ni sus enredos por las alturas, ni sus esperanzas vanas en la Unión Europea, ni la evidencia -en contraste con la base popular- de que nunca tuvieron la intención real de levantar la República catalana y prefirieron entregarse sin luchar antes de desatar una movilización masiva que se le fuera de las manos, le han librado de la prisión.
Pero cualquiera que sea la opinión política que merezcan los dirigentes del PdCAT o ERC, solo desde una mentalidad reaccionaria y desde el fanatismo españolista, se puede apoyar la actuación de estos jueces franquistas o mirar hacia otro lado ante este atentado a los derechos democráticos más elementales. Pedir, como se pide penas que oscilan entre 10 y 25 años de prisión solo puede mover a la indignación y a rebelarse contra este brutal atropello.
Frente a la creciente protesta social de las mujeres, l@s pensionistas, las luchas obreras y las de las nacionalidades, el Gobierno y la Monarquía han apostado por la estaca.
Acabar con esta situación, trabajar para echarlos, exige construir una salida obrera y democrática. Una salida por abajo y a la izquierda, que solo se puede levantar sobre las luchas y los organismos que impulsemos en ellas, se llamen Mareas, Coordinadoras… Por eso quienes llenamos las calles en defensa del sistema público de pensiones, contra la violencia machista y por la igualdad o en defensa del puesto de trabajo o de un convenio digno, no podemos obviar los problemas democráticos y, por supuesto, el “espinoso” tema de Cataluña.
De nada vale esgrimir que no nos llamamos Jordi o Marta, que no somos Valtonyc, ni Strawberry, ni ningún otro rapero, que no hemos escrito el libro Fariña, que no somos jóvenes de Altsasu o no nos llamamos Alfon. No vale hacer causa aparte con el “complicado tema catalán» porque, se opine lo que se opine, lo que aquí está en juego es una enorme Ley Mordaza con la que el gobierno y el régimen quieren acabar con la protesta social, sea por el derecho a decidir o por una pensión digna.
Todos y todas tenemos que salir a defender la libertad de l@s pres@s políticos y el sobreseimiento de los procesos judiciales. Y en estos días en que estamos llamados a salir a la calle por las pensiones y el empleo digno, hay que incorporar estas demandas y convertir también las manifestaciones en un clamor por los derechos democráticos.
AL CIERRE DE LA EDICION
Al cierre de esta de esta edición llegaba la noticia de la detención de Carles Puigdemont en Alemania. Más leña al fuego y más evidencia del compromiso de los jefes de la Unión Europea con este régimen antidemocrático.