Con la exigua victoria en la primera vuelta de las presidenciales francesas del exbanquero y exministro de Hollande, Macron, que pasa a disputar la segunda vuelta con la líder de la extrema derecha xenófoba del Front National, Marine Le Pen, se abre un nuevo período en la política francesa.
Por Evaristo Espigares, de Barcelona
La derrota en la primera vuelta de los gaullistas y del partido socialista (PSF), las dos fuerzas que han sostenido el régimen durante más de 50 años y han sido el eje de las contrarreformas de la gran patronal y la Unión Europea (UE), marca un punto de no retorno en la crisis de la Vª República. La derrota ha sido especialmente sangrante en el caso del PSF, que ha obtenido sólo un 6,3% de los votos (4,8% de los inscritos) y sufre un proceso que guarda similitud con el del PASOK griego y se integra en la crisis generalizada que recorre a los antiguos partidos socialdemócratas europeos.
Pero incluso los dos vencedores de la primera vuelta, Macron y Le Pen, tienen unas votaciones muy bajas, pues entre los dos, sólo suman el 34% de los inscritos. Hay que añadir también una gran abstención, que alcanza a 10,5 millones de personas, con especial incidencia entre obreros y jóvenes de 18 a 25 años. En el caso de la colonia francesa de Guayana, la abstención y el voto nulo han superado el 80%.
El voto a Le Pen, en extrema derecha, y a Mélenchon, identificado como extrema izquierda por los medios, refleja la agonía de la Vª República y la fuerte y polarización de la sociedad francesa. Gane quien gane la segunda vuelta, su base apoyo será débil, las próximas elecciones de junio a la Asamblea Nacional tampoco van a dar ninguna mayoría estable y la crisis política se va a acrecentar, al calor de la respuesta social a la ofensiva antiobrera y antipopular que el próximo gobierno, en unión con la UE, está obligado a lanzar a cuenta del gran capital francés.
La crisis de la Vª República francesa es también la crisis de la UE
Los resultados, aunque se presentan deformados por el velo electoral, muestran también el proceso irreversible de desgaste y descrédito de la UE entre la clase trabajadora europea, en este caso, francesa. La UE aparece de forma clara como una máquina de guerra contra los trabajadores y los pueblos.
La ley laboral de Hollande y Macron muestra que la ofensiva de la UE, lejos de limitarse a la periferia, ha llegado también con fuerza a los países centrales y, en particular, a Francia.
La crisis del capitalismo francés y de su régimen afecta al núcleo de la UE, al futuro del proyecto estratégico del capitalismo europeo desde la II Guerra Mundial.
La ultraderecha del Front National
El Front National de Marine Le Pen (21,53%) ha pasado a la segunda vuelta aprovechándose de la crisis aguda del capitalismo francés y de su régimen político, enarbolando un programa nacional-imperialista y xenófobo, adobado de demagogia social. También se ha aprovechado del gran descrédito de la UE para discursear en contra, contraponiéndole la «patria francesa» y hablando incluso de organizar un referéndum para salir del Euro.
Pero, a una semana de la segunda vuelta, Le Pen ya va definiendo sus verdaderas intenciones como partido del capitalismo francés. Ha anunciado que, si gana, pondrá a un gaullista, Nicolas Dupont-Aignan (sexto clasificado en la primera vuelta) como primer ministro. Ahora ya no hay que abandonar la UE sino renegociar el pacto con el capitalismo alemán. Su programa económico ha dejado de ser incompatible con el Euro. De momento, según Marion Maréchal-Le Pen, «habrá un gran debate de meses y quizá años antes de que tomemos esa decisión».
La «Francia insumisa» de Mélenchon: ¿reforma o ruptura?
Mélenchon, exministro socialista Lionel Jospin, se quedó a las puertas de la segunda vuelta con un 19,64%. Recogió una buena parte del voto obrero y popular. Fue primero en ciudades como Marsella, Toulouse, Lille, Montpellier, Grenoble o Le Havre y segundo en muchos otras zonas urbanas.
Pero el programa de la «Francia insumisa», con un sesgo marcadamente nacionalista, no toca la propiedad de las grandes empresas y los bancos, ni plantea la ruptura con la UE, sino negociar la «modificación de los tratados». Propone también la salida de la OTAN y una asamblea constituyente para refundar la república.
¿Cuál es la alternativa?
Durante el primer semestre del año pasado, la clase trabajadora francesa llevó adelante un poderoso movimiento de manifestaciones y huelgas contra la reforma laboral de Hollande (Ley El Khomri). La clase obrera mostró que podía paralizar Francia, con los trabajadores de las refinerías, portuarios, ferroviarios y trabajadores de la limpieza jugando el papel más destacado. Por desgracia, el movimiento no fue unificado y centralizado en una huelga general que impusiera la retirada de la ley y derrotara al gobierno, a consecuencia de la estrategia de desgaste propiciada por la dirección de la CGT. Hollande pudo así aprobar por decreto la reforma laboral, aunque no consiguió imponer una derrota al movimiento. La prueba son las huelgas que se desarrollan actualmente a lo largo del país.
El descrédito de las instituciones y partidos de la Vª República y la desconfianza en otras vías que no sean la de construir una fuerza independiente basada en la movilización, han dado pie a una iniciativa inédita en una elección presidencial: la «Primera Vuelta Social», que tuvo lugar el 22 de abril y reunió a varios millares de trabajadores y activistas en la plaza de la República, convocados por federaciones y sindicatos sectoriales y locales de CGT, Sud-Solidaires, CNT, estudiantes, parados y movimientos sociales. Allí se visibilizaron las luchas en curso y se llamó a unificarlas, se exigió la derogación de la ley laboral y la libertad de los luchadores presos, el fin de la violencia policial. Se gritó «alto y fuerte que nosotros contamos, que nosotros decidimos, que seremos una fuerza ineludible».
La alternativa pasa por organizar esa fuerza social para imponer las reivindicaciones, por fortalecer el sindicalismo combativo y la autoorganización de las luchas; por acabar con la Vª República y la política imperialista francesa; por abrir paso a un nuevo régimen político y social basado en la democracia obrera y en la propiedad social de los grandes medios de producción. La alternativa pasa por romper con la UE y el euro y construir, junto a los otros pueblos, una Europa unida de los trabajador@s. La alternativa pasa por avanzar en la construcción de una dirección revolucionaria para Francia y para Europa.
¿Qué votar el 7-M?
En la primera vuelta la LIT pidió el voto a Poutou, el obrero de la Ford candidato del NPA, convencidos que éste era el voto más progresivo frente a las candidaturas burguesas y frente a Mélenchon.
En esta segunda vuelta hacemos nuestras las pintadas de la estatua de la plaza de la República de París:“Ni patrie (Le Pen) ni patron (Macron)». Estamos con los estudiantes que han salido a manifestarse en las ciudades francesas contra Macron y contra Le Pen. Nos identificamos con los trabajadores de Whirlpool de Amiens, que están luchando contra la deslocalización de la fábrica y que dicen : “No votéis a Macron ni a Le Pen, votad en blanco”.
Los obrer@s y los jóvenes no podemos apoyar a Macron, el candidato del gran capital y favorito de la UE ni a una Le Pen abanderada de un proyecto chovinista, racista y xenófobo.
“Ni patrie (Le Pen) ni Patron (Macron), construyamos el movimiento social!