- ¡Pensiones públicas dignas, a cargo de los Presupuestos Generales!
- ¡Empleo estable y salarios dignos; derogación de las Reformas Laborales!
- ¡libertad para Alfon, Bódalo y todos los pres@s por luchar!
- ¡En defensa de los servicios públicos (sanidad y educación 100% públicas…)!
- ¡No al pago de la deuda; Fuera la UE y el FMI!
- ¡Contra los feminicidios, vivas nos queremos, ni una menos!
- ¡Nacionalización, bajo control de los trabajadores/as y asociaciones de usuarios, de todas las industrias claves, comenzando por las energéticas!
- Fuera las empresas de la educación y la sanidad, ni un euro a la privada; 100% públicas;
- Fuera las constructoras de los Ayuntamientos y Comunidades, Remunicipalización de los servicios públicos;
- Expropiación de todo el patrimonio inmobiliario de los Bancos, acumulado por desahucios o recibieron un solo euro para ser “rescatados”.
Los trabajadores/as conmemoramos el 1º de mayo en todo el mundo volviendo a la calle a reclamar los derechos más elementales. De Trump a Putin, pasando por la Merkel; Hollande, May Gentiloni, Temer o Rajoy, sus recetas al dictado del FMI son las mismas. Difieren entre ellas en si se aplican con más gradualidad o de manera más directa y bárbara, depende tan solo de la correlación de fuerzas. El contenido en su esencia es el mismo, el atraco a los salarios en todas su formas (el directo, las pensiones públicas, el salario social, educación, sanidad), así como la precarización del empleo, el despido barato y el recorte a los derechos democráticos.Por Corriente Roja
No hay por tanto razones para hacer de esta jornada un día de fiesta, pero sobran para salir a la calle a luchar por el Pan, el trabajo, el techo y la igualdad. Salir a la calle a defender las pensiones públicas, el empleo… en esencia los seis puntos que las Marchas de la Dignidad han hecho suyos.
Tampoco razones para salir de “paseo” con la burocracia sindical, corresponsable del retroceso en derechos de la clase obrera, eterna promotora de pactos sociales, la aliada de corruptos y corruptores (e implicada en no pocos casos).
Pero si muchas razones para salir a la calle con el sindicalismo de clase y combativo a reclamar que la lucha obrera es el único camino y los pactos sociales han sido y serán la perdición de los trabajadores/as. Salir a convertir el 1º de mayo en un día de expresión de esas demandas, de las luchas, de las jornaleras de la Vega sevillana, de los bomberos malagueños, de los trabajadores/as de Transcom y Codorniu que enfrentan en estos días los EREs. También de los colectivos y mareas que salen a defender las pensiones; la sanidad; la educación, la vivienda… Un 1º de Mayo de lucha, de unidad de esas luchas y de preparación del 27 de Mayo, para que ese día, con las Marchas de la Dignidad, llenemos las calles de Madrid.
Corrupción: menos hablar y más hacer
La reciente Operación Lezo ha propiciado la detención de Ignacio González, de directivos de la constructora OHL y de Indra, así como ha provocado la tercera dimisión de Esperanza Aguirre (que hacemos votos por que sea la última).
Un escándalo más que sumar al repertorio de escándalos de corrupción política, en donde el PP, constructoras, multinacionales, jueces, fiscales y propietarios de medios de comunicación aparecen involucrados.
Si bien la “Banda” que dirige Rajoy tiene la supremacía circunstancial, no poseen el monopolio exclusivo.
Desde los medios de comunicación y los partidos institucionales se levanta el grito contra “las manzanas podridas”; de hay que acabar con “este cáncer” y que es necesario un “gran pacto contra la corrupción” al estilo del que Ciudadanos y PP firmaron y, cómo es sencillo de comprobar, ¡ya vemos los resultados!
Y entre escándalo y escándalo, crece la indignación.
¿Por qué no se toman medidas drásticas para que esto deje de ocurrir? Porque el problema está en el sistema capitalista y en régimen político mismo. La corrupción no es una “enfermedad”, es un mecanismo de la acumulación capitalista.
El Estado, ese que dicen que es “de todos” pero solo rescata a banqueros, es no solo el garante de la dominación de los capitalistas, sino una fuente permanente de sus ingresos. Las grandes empresas medran alrededor del Estado haciendo negocios. La contradicción que tienen es que el Estado es representante de los intereses capitalistas “en general” pero los capitalistas están obligados además a cuidar de sus intereses “en particular” lo que les lleva a no pocos choques entre ellos. La entrada en la Unión Europea supuso el desmantelamiento de parte de la industria. Para los capitalistas, el gran negocio era el asalto del suelo y la privatización de lo público (educación, sanidad, dependencia, agua, energía) y con la crisis los recursos del Estado iban mermando y con ello agudizando las disputas entre los aspirantes a las tajadas.
A esa rapiña de lo público se añaden los que, “desde dentro” de la Administración del Estado, son cómplices, pero además ven en estos negocios la fuente de su “acumulación originaria de capital”. Las fortunas capitalistas se van fraguando en el robo y el fraude que, luego, una vez “blanqueado”, vuelve al circuito de valorización del capital.
Hablamos de un negocio difícil de cuantificar, pero que solo a las finanzas públicas le cuesta entre 90 y 120 mil millones de euros y eso solo los casos que salen a la luz.
Con este dinero se podía dar una ayuda de 500 euros al año a cada uno de los residentes en el Estado. Por otro lado, los recortes en Sanidad de 2009 a 2016 alcanzaron la cifra de 12 mil millones de euros, casi nueve veces menos de lo que se va con la corrupción.
Añádase a ese cuadro las estructuras de los partidos y los sindicatos del régimen, construidos desde el inicio no en base a la dependencia económica de sus afiliados/as y militancia, sino a la dependencia del Estado y sus formas múltiples de financiación. Así tenemos el cuadro completo, no de una enfermedad, sino de un rasgo distintivo del sistema y del régimen político.
Si se quiere atajar la corrupción hay que aplicar medidas que vayan a la raíz del problema:
Medidas que deben ir acompañadas de una previa, cárcel para todos los corruptos y expropiación de todo su patrimonio hasta que devuelvan lo robado.
Se puede y se debe combatir a los corruptos ya los corruptores basta con que no tiemble el pulso para enfrentarles.
¿Moción de censura? ¡Desde las calles y a todos!
Según el periódico Huffington Post, hay “más de 175 tramas desde que comenzó la democracia, 126 originadas solo entre PP y PSOE, 1.660 causas en 2013, en datos del Consejo General del Poder Judicial, y hasta 125 casos de corrupción en 2016”. En este tema PP y PSOE actúan de la misma manera y por eso ambos prefieren que no se investigue nada hasta el final.
Unidos Podemos ha anunciado la intención de presentar una moción de censura contra el gobierno Rajoy. Razones sobran, pero cuando los dos principales partidos del régimen, varias de las principales empresas del país, jueces, el fiscal general del Estado, la fiscalía anticorrupción… son parte del problema por activa o pasiva, la moción de censura no vale por sí sola, máxime si además el recambio de Rajoy es Susana Díaz. Eso es cambiar seis por media docena.
Y no vale la moción de censura, por si misma, porque cambiar un entramado, que tiene uno de sus sostenes en este parlamento antidemocrático, apelando a las reglas de juego internas de ese entramado es apostar por el fracaso seguro, remitir la acción política al llamado “postureo” y pero aún distraer las fuerzas de la tarea más importante, llenar las calles el 27-M.
Si quieren de verdad, echar al Gobierno de Rajoy, poner a los corruptos y corruptores en la cárcel, vetarles el “negocio” a los amigos de lo ajeno, e imponer un verdadero plan de rescate para los trabajadores/as y el pueblo, la moción hay que presentarla contra el Gobierno y contra este Parlamento mismo, que es el la tapadera vergonzante del régimen monárquico que heredamos del franquismo.
La moción de censura debe exigir que se vayan todos y elecciones a Cortes Constituyentes. Esa moción solo se puede ganar desde la calle, desde la lucha. Y quienes, como Unidos Podemos, están hoy en las instituciones, desde los Parlamentos centrales y autonómicos a los Ayuntamientos, deberían poner esos cargos al servicio de esa lucha. Deben aprobar mociones desde esas instituciones, exigir elecciones a Cortes Constituyentes que comiencen por echar de los Ayuntamientos como Madrid a todas las empresas implicadas en la corrupción. Solo así podremos diferencias el “postureo” de una postura legítima que habría que apoyar.