Donald Trump ordenó ayer el bombardeo de una base militar del régimen de Bashar Al-Assad en Shayrat, Homs. Fueron 59 misiles crucero desde el Mediterráneo oriental. El ataque fue anunciado en Washington como represalia al atroz ataque con gas sarín, que nosotros repudiamos vehementemente, que el dictador sirio perpetró días atrás contra la población civil de la provincia de Jan Sheijun, en Idlib, matando a más de un centenar de personas, un tercio de ellas niños y niñas.

Por SI de la LIT-CI

Condenamos este ataque militar del imperialismo estadounidense, con la misma energía con que venimos rechazando los ataques aéreos combinados de EEUU, Francia, Reino Unido y sus aliados árabes en suelo sirio e iraquí desde 2014. Tanto Assad como el imperialismo tienen sus manos manchadas con la sangre de los pueblos de Medio Oriente y ambos merecen el más completo repudio de todos los explotados y oprimidos del mundo.

El móvil de Trump no es ni puede ser “humanitario”. Aun asumiendo la hipótesis de que la Casa Blanca haya invertido completamente su política y que ahora haya pasado a promover la salida de Assad del poder –recordemos que hasta ahora todos los ataques aéreos fueron dirigidos, supuestamente, contra el Estado Islámico y que Assad era considerado un “aliado” en la “lucha contra el terror” –, los tomahawk no tienen el objetivo de “liberar” a los sirios de las atrocidades de una dictadura genocida, que desde hace décadas está aliada a los EEUU, sino de controlar la situación e instaurar, posiblemente,  un gobierno surgido de una “negociación” que ciertamente no descartará a elementos del régimen actual.

No. El magnate Trump, devenido en presidente de la principal potencia económica y genocida del planeta, no es ni será “aliado” de la revolución siria, ni siquiera de la “democracia”.

Aunque el gobierno ruso, principal aliado militar y diplomático de Assad, fue alertado del ataque para evitar bajas, su diplomacia condenó el hecho fundado en “pretextos inventados” y anunció “graves consecuencias”. Rusia no parece estar dispuesta a cejar en su apoyo al sátrapa de Damasco, pero habrá que ver hasta dónde irá si EEUU decide realmente intervenir.

Por supuesto, el ataque de Trump no transforma a Assad en un “líder antiimperialista” ni en nada parecido, como no se cansan de decir las corrientes castro-chavistas, cómplices de las atrocidades de ese régimen. Antes y durante la guerra civil en Siria, Assad hizo todos los esfuerzos, explícitamente, para ganarse la confianza de EEUU y ser considerado un elemento de valía en la “lucha contra el ISIS”. Hace solo cuatro meses, por ejemplo, el dictador sirio declaraba que “Trump puede ser un aliado en la lucha contra el terrorismo”[1].

Como Trump, en un principio y para diferenciarse de Obama, extendió la mano a Putin, Assad se sintió más seguro. A este contexto internacional se sumaron las victorias militares del régimen en la emblemática Alepo y en otras localidades del país. Entonces, siguiendo la dinámica de hierro de una dictadura que se encarama al poder y sigue siendo cuestionada militarmente por su pueblo, Assad decidió repetir la dosis de barbarie que utilizó en 2013 al matar a más de 1.400 civiles y lanzó un ataque químico en Idlib contra civiles inocentes. No fue un ataque contra el Estado Islámico, que no tiene presencia en Idlib. Fue un ataque contra la revolución, pues Idlib es la única capital de provincia que todavía es controlada por la heterogénea coalición de rebeldes que se levantó en armas contra el régimen en 2011.

Trump tiene menos de cien días en el poder y está con la popularidad más baja que cualquier otro presidente de los EEUU tuvo en ese lapso. Posiblemente, el ataque a un dictador genocida, que acababa de gasear a decenas de niños, sea un intento de fortalecerse políticamente: “Años de intentos para cambiar la conducta de El Asad han fallado de forma drástica. En consecuencia, la crisis de los refugiados se ha ahondado y la región sigue desestabilizada y amenazando a Estados Unidos y sus aliados”, dijo Trump, al tiempo en que llamó a todas las “naciones civilizadas” para acabar con el terrorismo y con la “carnicería en Siria”.

Habrá que ver cuáles serán sus próximos pasos. ¿El Assad ya no es asumido como un mal necesario para Washington? ¿Será solo una intervención “quirúrgica” para demostrar “decisión” y que “ahora sí se respetan las líneas rojas”, y así aumentar su poder de negociación; o el imperialismo norteamericano volverá a una línea guerrerista como la que Bush emprendió y que fracasó a las claras?

Por el momento, tanto republicanos como demócratas respaldaron la medida de la Casa Blanca como “proporcionada” Incluso los más críticos, como  el republicano John McCain y Marco Rubio, que fue su rival en la carrera presidencial, expresaron su apoyo. La propia Hillary Clinton dijo horas antes que sería necesario atacar bases aéreas de Assad. Y en el exterior, cuando no, la OTAN, el Reino Unido, Arabia Saudí, Turquía, Polonia e Israel aplaudieron la acción.

Desde 2014, EEUU y una coalición de países imperialistas y árabes ha realizado centenares de ataques aéreos supuestamente “contra el Estado Islámico”, dejando en paz al régimen siria. Hace pocas semanas, EEUU y su coalición mataron a centenares de civiles en Mosul. Washington cuenta, además, con 900 militares en el terreno, que actúan como “asesores”. Una intervención en gran escala no está descartada y desde ya la condenamos porque, aunque llegue a sacar a Assad del poder, no será una solución para los problemas por los cuales el heroico pueblo sirio comenzó su revolución. Pero habrá que esperar el desarrollo de los acontecimientos, pues una apuesta de este calibre llevaría a EEUU a una dinámica imparable de involucramiento militar en el avispero de Medio Oriente, del cual salió derrotado en Afganistán e Irak durante la primera década del siglo.

Desde la LIT-CI, reiteramos nuestra condena a los ataques y a cualquier tipo de intervención imperialismo en Siria y en Medio Oriente. Solo la victoria de la revolución siria, que comienza con destruir el régimen de la familia Assad, puede augurar mejores días al pueblo sirio.

El pueblo de EEUU, que viene dando muestras de oposición activa al gobierno de Trump, debe movilizarse y exigir el fin de los ataques y de cualquier injerencia de este magnate en Siria y ninguna parte del mundo. Todos los pueblos deben manifestarse contra este ataque imperialista y por la victoria de la revolución siria.

Notas:

[1] https://noticias.uol.com.br/ultimas-noticias/ansa/2016/11/16/trump-pode-ser-aliado-contra-terrorismo-diz-assad.htm