Marruecos ha presenciado el 30 de octubre de 2016, en más de 40 ciudades y pueblos, protestas masivas (y marchas) para condenar el crimen atroz que acabó con la vida de Mohsen Fikri, un vendedor de pescado de la ciudad de Alhucemas. Las calles marroquíes nunca habían vibrado como lo hicieron el domingo 30 de octubre, salvo una vez, cuando irrumpió el movimiento durante la Primavera Árabe, conocido en Marruecos como 20 de Febrero.
Por Hassan Adonis
Tampoco hubo protestas tan expresivas cuando los marroquíes se manifestaron en contra de la liberación del pedófilo español Galván tras un perdón real. A pesar de las diferencias ideológicas y sociales, la voz de miles de marroquíes era una y unísona; todo el mundo salió a las calles por Mohsen Fikri; ¿pero quién es este tal Mohsen Fikri? ¿Y por qué se llenaron las calles marroquís por él?
Mohsen Fikri o mártir de Alhucemas, como es conocido por todos, nació en Imzouren (un pueblo de Alhucemas) en septiembre de 1985, perteneciendo a una familia de clase media. Su padre trabajó durante años en la elaboración y el dominio del alambre. Fikri era el sexto de ocho hermanos. Dejó los estudios cuando cursaba el primer año de la educación secundaria en una escuela de Imzouren para trabajar como asistente de uno de los comerciantes de la ciudad en el ámbito del comercio de bienes y alimentos. Posteriormente, decidió matricularse en el Instituto de Tecnología Pesquera de Alhucemas para obtener un diploma marino.
Mohsen Fikri fue asesinado después de que la Guardia de Alhucemas confiscara su mercancía. Según unos activistas de la ciudad, Mohsen había tomado prestado una suma de dinero y se había dirigido al puerto, donde compró una cantidad de pescado con el fin de volver a vender y recoger algunos beneficios de la operación. Después de la compra de la mercancía en presencia de la Guardia Marina, Mohsen se trasladó al centro de la ciudad donde la Guardia Urbana, sorprendentemente, le detuvo con el argumento de que su carga era supuestamente ilegal.
Mohsin protestó sobre la decisión de su detención ya que la compra tuvo lugar delante y en presencia de la Guardia Marina, que en su momento no se opuso a la operación. Pero, uno de los oficiales mandó traer una molienda residual y ordenó tirar el pescado dentro, y cuando Mohsen se opuso, sin previo aviso por el oficial, la molienda se puso en marcha, lo que le llevó a la muerte en el acto.
Por esta causa un grupo de jóvenes fue a protestar en contra de lo que sufrió el hijo de su ciudad la noche anterior, lo que provocó que el funcionario de la provincia de Alhucemas bajara ante ellos para darles el pésame, prometiendo una investigación sobre la calamidad y el seguimiento de los involucrados. Sin embargo, las masas descontentas de la población optaron por hacer una protesta en la Plaza Mohammed VI en la ciudad de Alhucemas, que se convirtió en una ola de protestas para exigir responsabilidades y sancionar a los implicados en el caso del asesinato del “pescador de Alhucemas» Mohsen Fikri.
Entre las consignas que se han cantado pacíficamente se escuchaban: “ni piedras ni tira chinas»; «el pueblo quiere a quien mató al mártir»; «la víctima dejó un aviso y es que no abandonemos el caso”; “matadles, matadles que los hijos del pueblo los renacerán»; «soy Amazigh”; «el rif es mi tierra libre”; “el despreció afuera» y «¿Benkirane dile a tu querido pueblo, quienes son sus sirvientes?.»
Para que se puedan organizar una serie de movilizaciones y marchas en el resto de ciudades de Marruecos con el fin de condenar este crimen atroz, el movimiento estudiantil ha organizado, tanto en la ciudad de Nador como en Alhucemas, manifestaciones para condenar la muerte de Mohsen Fikri. Además, estudiantes de varias universidades y facultades organizaron una serie de manifestaciones en Nador que cortaron la carretera que une las ciudades de Nador y Laroui, protestando por el asesinato de Mohsen Fikri. Las reacciones todavía continúan, especialmente cuando los comités de varias ciudades de Marruecos se pusieron de acuerdo con el fin de organizar nuevas manifestaciones.
Las manifestaciones expresan la disposición para luchar contra el empeoramiento de las condiciones de vida y que el debilitamiento del movimiento político y social conocido como 20 de febrero, contra el telón de fondo del sistema de concesiones, es temporal y circunstancial. Estas manifestaciones recordarán al sistema que las afirmaciones del éxito absoluto en la extinción de la llama de la lucha y la supresión de las protestas son solo media verdades.
Los segmentos principales de la población trabajadora todavía tienen falsas esperanzas que el sistema monárquico les mejorará las condiciones de vida, así como temen la devastación y la destrucción ocurridas en Siria, Yemen y Libia.
El resentimiento y la ira contra los procedimientos del régimen van más allá y conciernen el resto de los derechos. El régimen tuvo que llevar a cabo una serie de concesiones tras las jornadas del 20 de febrero: aumento de los salarios, el bombeo de dinero en el fondo de compensación y una tímida reforma constitucional.
La ira de los pueblos de la clase social baja contra la arbitrariedad del aparato policial se da porque estaban seguros de que «el principio de vincular la responsabilidad contable» era pura mentira para engañar. Es abrumador el resentimiento hacia la policía y las intervenciones de las fuerzas auxiliares contra las manifestaciones y movilizaciones de jóvenes y profesores pasantes y graduados, así como de las mujeres que luchan en defensa de la vivienda.
Todo esto -junto con el atroz asesinato de Mohsen Fikri- es lo que explica la velocidad y la amplitud de las protestas. Sería un gran error creer en la maniobra de la apertura de una investigación imparcial sobre el incidente. Tampoco se puede creer que se trata de un incidente aislado.
Por lo tanto, no se puede esperar que el gobierno realice una investigación en regla y que se aplique la ley, porque esto no es más que un truco para absorber la ira y desarticular las protestas. Pese las declaraciones de las autoridades, sabemos que pronto volverá de nuevo la molienda diaria a su curso normal.
Debemos impulsar un movimiento popular que emane de las profundidades, un movimiento organizado de abajo hacia arriba, una lucha política consciente que conecte estos «crímenes individuales» de los hombres de la represión con la tiranía global del régimen. Solo este movimiento y esta lucha pueden garantizar la dignidad del pueblo y los ciudadanos, y que los autores del delito político de la represión policial y la tiranía paguen por ello.