La designación de Rajoy como Presidente del Gobierno y el papel del PSOE en propiciarlo han hecho afirmar a los dirigentes de Unidos Podemos que ellos son la única oposición al Gobierno y que como tal oposición hay que actuar ahora.
Por Corriente Roja
Coincidimos con ellos en que esperar del PSOE oposición a Rajoy es la más vana de todas las esperanzas, es tanto como esperar del zorro que cuide el gallinero. Y a buen seguro que los diputado/as de Unidos Podemos ejercerán, a su manera, de opositores al PP.
El problema es saber si esa oposición es la que puede acabar con el gobierno y abrir las puertas de un verdadero cambio, como augura Pablo Iglesias, o será una oposición que a lo sumo haga más breve el reinado de Rajoy y nos conduzca a nuevas elecciones donde el PP, en medio de la debacle del PSOE y el carácter melifluo de Ciudadanos, recupere más terreno.
La dirección de Unidos Podemos ha ido descafeinando su programa a una velocidad de vértigo, no cuestiona ninguno de los ejes centrales que sustenta este régimen, ni las instituciones que lo mandan. Son defensores de la Unión Europea y de la OTAN, del pago de la deuda y del escrupuloso respeto a la ley, por más injusta que esta sea. Donde gobiernan no han dado un solo paso que amenazara siquiera con vulnerar la ley. Baste ver el caso de Madrid, donde se entra en el ayuntamiento al grito de “si se puede” pero cuando se les exige remunicipalizar los servicios, se dice No porque “no se puede”, la ley lo impide y lo que era “muy fácil” cuando se hacía campaña, ahora resulta imposible, aunque los barrios obreros estén llenos de porquería y se siga perdiendo empleo a costa de que las constructoras sigan haciendo su agosto; y a costa de seguir sin tener fondos para los servicios sociales mientras se alardea de ser los mejores pagadores de la deuda.
El triste mérito de los dirigentes de Unidos Podemos es haber sacado las movilizaciones de la calle para reconducirlas al redil de las instituciones, cuyas leyes impiden cualquier cambio que sea digno de merecer mínimamente ese nombre. Han seguido, en escalas locales, los mismos pasos que quien era su referente internacional, Tsipras. Y conviene recordar que quien se aupó para combatir el “bipartidismo” no tuvo más propuesta que un “Gobierno de progreso” con el PSOE.
Dicen: ¿Qué otra opción había para echar a Rajoy sino la de apoyar a Pedro Sánchez? Había otra, que era llamar a la calle, a la movilización y exigir nuevas elecciones con nuevas reglas, que fue una de las primeras demandas, entre otros, del 15M que se abandonó a marchas forzadas. Metieron la protesta social en el redil de las instituciones antidemocráticas y luego no “encontraban salida” en el marco de esas mismas instituciones y leyes antidemocráticas. Hay responsabilidades políticas de distinto signo y tamaño y quien metió el descontento social en ese laberinto tiene una buena parte de responsabilidad en que ahora sigamos teniendo a Rajoy.
Ahora se alzan las voces en Podemos diciendo “hemos abandonado la movilización y hay que recuperarla”. “Ahora sí, vamos a apoyarnos en la movilización para ser oposición”.
Nosotros no tenemos ni la menor esperanza en que una oposición parlamentaria conduzca a un cambio real en las condiciones de vida de los trabajadores/as y el pueblo. Hemos manifestado y reiteramos que nosotros no tenemos ni la menor confianza en la dirección de Unidos Podemos, ni en su proyecto. No se trata de un rechazo visceral o sectario, se trata de escuchar lo que se dice y ver lo que se hace.
Pero no seremos nosotros los que escatimemos ni el menor esfuerzo por unir fuerzas para echar a este gobierno. Si quieren ser una oposición verdadera, que comiencen por levantar un programa de oposición real al Gobierno de la Troika, exigiendo la derogación de las reformas laborales, las del PP y la del PSOE; exigiendo que las pensiones son un derecho y no solo no se acepte ni un solo recorte, sino que se exija que suban a una cuantía digna, tanto estas como el salario mínimo interprofesional; que no se acepte ni un solo recorte más de la Unión Europea y se deja de pagar la deuda; que se derogue la LOMCE, la Ley Mordaza; que se respete el derecho de los catalanes a decidir; que se convoquen nuevas elecciones con nuevas reglas, donde cada voto valga lo mismo, donde los partidos legalizados puedan presentarse a las elecciones, donde los medios de comunicación tengan la obligación de garantizar igualdad de trato a todas las candidaturas, donde los diputados/as no ganen más del salario medio, donde puedan ser destituidos si no cumplen con sus promesas electorales. Y eso que defienden en el Parlamento lo apliquen donde ya gobiernan, porque la primera ley que hay que respetar es el derecho de los trabajadores y el pueblo a tener pan, trabajo y techo.
Defender el cambio comienza por un programa de cambio y por sostenerlo de la única manera posible, con la movilización en la calle.
Si son capaces de defender medidas así, contarán con nuestro apoyo a esas medidas, y el más importante, el de millones de trabajadores/as, frente a cualquier intento de la derecha o la reacción por impedirles su aplicación.