Solo empezar el nuevo curso, el Parlamento griego ha aprobado con 152 votos a favor y 141 en contra la llamada ley “ómnibus”, que consiste en la privatización de la compañía de aguas de Atenas y Tesalónica, de la corporación pública de electricidad, de la industria de vehículos helena y del Metro de Atenas.
Por Marina Morante
Como en el caso de los aeropuertos, las autopistas y los puertos, estas compañías públicas pasarán a formar parte del “superfondo de privatizaciones”, fondo que aglutina todas las compañías públicas susceptibles a ser privatizadas.
Esta ley, que se suma al conjunto de medidas de guerra contra la clase trabajadora griega, funcionará como “cheque” para debloquear la segunda parte del rescate que se “dará” a Grecia, valorado en 2.800 millones de euros. Pero como vimos con los 7.500 millones de euros que la Troika desbloqueó el pasado mes de mayo, estos 2.800 millones de euros deberán ir directamente a pagar la deuda.
Syriza, otra historia más de traición
La política de Syriza sigue obedeciendo a los mandatos de la Troika y de la deuda, traicionando así la voluntad popular que quedó demostrada en el referéndum y en las 13 huelgas que se realizaron durante el curso pasado. El mismo Tsipras declaró, años atrás, que estas mismas privatizaciones eran comparables con la dictadura de Pinochet, cuando el PASOK y Nueva Democracia las pusieron encima de la mesa.
A pesar del apoyo inicial que recibió, la clase trabajadora griega ya tiene claro que “los han traicionado” y que “el experimento de Tsipras es comparable al proceso con Podemos”, nos comentaban dos mujeres en la Plaza Recuperada de Exarchia, añadiendo que “habían luchado codo con codo con miembros de Syriza contra las privatizaciones, fue un golpe muy duro”.
Parece ser que los anhelos de un cambio en Grecia y en Europa “desde dentro” ha chocado bruscamente con la realidad, que nos demuestra que la única salida para la clase trabajadora griega – y del sur de Europa en general – sigue siendo la lucha contra el pago de la deuda y las imposiciones de la Troika.
La única salida: la lucha
Sí que hay salida, pero hay que construirla. Las huelgas generales griegas marcan en camino contra las privatizaciones y los planes de austeridad. Es preciso no dar tregua al gobierno de Tsipras y organizar un plan de lucha nacional unificado, proponiendo una alternativa clasista e independiente para la crisis económica y social que atraviesa Grecia.
Así mismo, no podemos aparcar la solidaridad con la clase trabajadora helena y debemos escuchar los consejos de nuestros compañeros: por muy buenas que sean las intenciones, un programa político que no tenga como punto principal la lucha, el no-pago de la deuda, la derogación de la reforma laboral y revertir las privatizaciones, esta condenado a aceptar las medidas salvajes de la Troika. Una salida para la clase trabajadora va más allá de la formación de un gobierno aparentemente de “izquierdas” o de derechas.