La clase trabajadora quiere Fuera Temer y que Dilma no vuelvaEl Senado reafirmó al inicio de la tarde de este miércoles 31 de agosto el impeachment de Dilma Rousseff (PT). Fue una farsa protagonizada por el Congreso pero que expresa de manera totalmente distorsionada lo que ocurre en la base de la sociedad. El impeachment saca a Dilma pero mantiene a Temer cuando la clase trabajadora y la mayoría del pueblo no quieren ni a una ni al otro.
La “polarización” entre Dilma o Temer es falsa: ninguno de los dos lados expresan a la clase trabajadora en este momento ni el deseo de la mayoría de la población.
Análisis superestruturales
Ante el impeachment, parte significativa de la izquierda hace una discusión meramente superestructural de este proceso. Dilma y el PT, con el coro de esta izquierda, argumentan que no existieron las llamadas “pedaleadas fiscales” o “crimen de responsabilidad” y que fue consumado un golpe de Estado, al “no respetar” los 54 millones de votos que Dilma y su lista (que incluía a Temer) tuvieron en las elecciones.
La oposición burguesa, capitaneada por el PSDB, DEM y parte de la lista de Dilma (incluyendo a Temer), dicen que siguen la Constitución y que el impeachment ocurre por un problema jurídico y también político, porque Dilma practicó una estafa electoral en sus electores.
¿Cuál es el verdadero problema aquí? La verdad es que todos ellos están estafando a las masas. Primero, Dilma y Temer, al mentir a los trabajadores y a la población en las elecciones cuando dijeron que “jamás atacarían los derechos de los trabajadores”. Después, la oposición burguesa, que ahora apoya a Temer, que viene a aplicar el ajuste fiscal que llevó a Dilma a perder toda la base social y que es rechazado por la mayoría del pueblo. Es decir, ninguno de ellos respeta la voluntad de la mayoría de la población. Están todos unidos en esa misma estafa.
La mayoría de la población que reeligió a Dilma en 2014 no quiere desempleo, carestía, aumento de la edad mínima para la jubilación, retirada de derechos o ajuste fiscal. Justamente lo que Dilma y el PT comenzaron a aplicar con toda la fuerza y a lo que Temer da continuidad.
Otro sector de la izquierda afirma que está siendo dado un golpe, o una “maniobra parlamentaria”, contra un sector progresivo y defensor de los derechos. Esto estaría ocurriendo apoyado en una “onda reaccionaria”. Es decir, las masas habrían sido ganadas a favor del ajuste fiscal, la reforma de la Previsión y todo el programa asociado a la derecha. En esto, las masas estarían siendo derrotadas, o al menos estarían absolutamente apáticas, permitiendo que la derecha navegase en esa onda reaccionaria.
¿Qué ocurre por abajo?
¿Cuál es el problema de esas argumentaciones? Son análisis superestructurales, enfocados en las figuras del Congreso Nacional y no en la realidad de las clases sociales. Pero, ¿qué ocurre por abajo? La verdad es que la gran mayoría de la clase trabajadora no quiere a Dilma o Temer no porque se haya ido “a la derecha” sino, por el contrario, porque está contra el empeoramiento de su nivel de vida y de las medidas del gobierno y el Congreso, que juegan el peso de la crisis sobre sus espaldas.
Un análisis marxista, estructural, debe considerar la correlación de fuerzas entre las clases. Como Lenin, tenemos acuerdo que el termómetro de las huelgas vale cien veces más que el termómetro de los votos. Y asistimos, en los últimos años a una escalada sin precedentes en el número de huelgas. En 2013, tuvimos en el país el mayor número de huelgas de la historia, con el sector privado superando al público por primera vez.
El aumento del número de huelgas expresa un aumento de la disposición de lucha de la clase trabajadora, lo que daría, inclusive, todas las condiciones de realizar una Huelga General en Brasil que derrotase a Temer y a este Congreso Nacional. El mayor obstáculo para que esto ocurra es justamente el hecho de que las principales organizaciones da clase, las centrales e sindicatos, no están movilizando verdaderamente para derrotar el ajuste fiscal y a los gobiernos que lo aplican. La CUT y el PT, al contrario, intentaron en el último período movilizar centralmente por la vuelta de Dilma, y las masas no quieren eso.
En el “Fuera Temer” del Frente Brasil Popular y del Frente Povo Sem Medo estuvo siempre embutido la vuelta de Dilma. Por eso la clase trabajadora no respondió a ningún llamado hecho por ellos, porque la clase no quiere que Dilma vuelva.
Si fuésemos a aplicar este análisis superestructural en el proceso de los indignados en el estado español, por ejemplo, iríamos a parar en un callejón sin salida. La consideraríamos una movilización reaccionaria ya que las elecciones que sucedieron a aquella gran movilización sellaron la victoria de Mariano Rajoy (candidato de la derecha) sobre el PSOE.
Perspectivas
¿Cómo llegamos hasta aquí? Las concesiones mantenidas por los gobiernos de Lula y Dilma (al inicio de su primer mandato), en un contexto de crecimiento económico, ya no eran posibles. Cuando la economía crecía, el PT beneficiaba prioritariamente a los bancos, que tuvieron ganancias records (como Lula siempre recuerda), los latifundistas y las grandes empresas. Para los trabajadores y la gran mayoría de la población, restaban las pequeñas concesiones posibles.
En la crisis, era preciso escoger. Y el PT escogió a la burguesía y al imperialismo. Para la clase obrera y los trabajadores solo quedó la inflación, la carestía, la caída en la creación de empleos y luego el avance de los despido que trajo el desempleo record de hoy. Fue eso lo que minó la base social del gobierno.
Es preciso decir además que tampoco es verdad que Dilma cayó porque su gobierno no hacía más lo que la burguesía quería. Cayó porque no contaba más con las condiciones mínimas de gobernabilidad para hacer lo que de hecho quería hacer: continuar gobernando para los ricos pero articulando todas las clases.
Consumado el impeachment, ¿cuáles son las perspectivas? La grave crisis económica, política y social tiende a profundizarse. Aunque la burguesía tenga acuerdo en general con relación al ajuste fiscal y las reformas que retiran derechos, tiene desacuerdo sobre quién más pierde en este proceso. La indignación de la clase trabajadora, por otro lado, tiende a crecer contra Temer con el empeoramiento del nivel de vida.
¿Qué va a suceder ahora? El gobierno Temer y la burguesía de conjunto van a intentar imponer el ajuste que Dilma no consiguió. la clase trabajadora, por otro lado, está luchando y tiene condiciones de derrotar este proyecto, e inclusive de derrotar a este gobierno. El gran desafío es organizar a la clase para tirar abajo este paquete de ataques que Temer prepara e también tirar abajo a este gobierno.
Es preciso que la CUT, la CTB, Força Sindical, y las demás organizaciones, como el MTST, respondan al llamado de la CSP-Conlutas para poner en marcha una movilización y una Huelga General para derrotar el ajuste fiscal, la reforma de la Previsión, la reforma laboral y a este gobierno.
No sólo es posible sino que es urgente derribar al gobierno Temer. Esta es una necesidad de la clase y para eso vamos a colocar todas nuestras fuerzas.
Traducción: Marcelo Korman.