Del 25 al 31 de agosto, ocurrirá el juzgamiento final en el Senado del proceso de impeachment de la presidente Dilma Rousseff (PT). Los debates y los enfrentamientos entre acusación y defensa polarizarán la atención del país. El proceso parece definido. Es prácticamente cierto que habrá una mayoría de más de los dos tercios de senadores a favor del alejamiento de la presidente. En caso de que se concrete el impedimento de Dilma, vuelve con fuerza el debate sobre si eso configuraría o no un tipo de golpe parlamentario.
Por: Bernardo Cerdeira
La farsa del golpe
El 15 de agosto, Dilma publicó una carta titulada “Mensaje al Senado y al pueblo brasileño”, en la que reafirma que su alejamiento sería un “inequívoco golpe”. A pesar de esa afirmación categórica, tanto la carta como la acción política de Dilma y del PT son totalmente incoherentes y desmienten la tesis del golpe.
Es solo observar los hechos. Si hubiese realmente un golpe, la acción política del gobierno y del partido, que supuestamente serían sus víctimas, debería ser la movilización popular. Ahora, el PT hace mucho dejó de lado las tentativas de movilizar al pueblo contra el golpe y apenas intenta convencer a los senadores a no votar el impeachment.
Se puede argumentar que no hay condiciones para movilizar y sería preciso explicar las razones de eso. Pero, en ese caso, el partido debería adoptar, por lo menos, una actitud intransigente contra el Congreso, autor del supuesto golpe.
El PT y Dilma actúan de manera opuesta: asumen una actitud totalmente conciliadora con el Congreso Nacional, buscando convencer a los senadores de votar contra el impeachment, en un típico juego parlamentario. La mayor prueba de eso es que en la carta al Senado, Dilma propone un “pacto por la unidad nacional, por el desarrollo y por la justicia”. ¿Cómo sería posible un pacto con golpistas?
La acción de Dilma y del PT son incoherentes con el discurso de golpe
Por otro lado, en esa misma carta, Dilma promete, si volviera al cargo, dar “apoyo irrestricto a la convocatoria de un plebiscito con el objetivo de consultar a la población sobre la realización anticipada de elecciones”. Una vez más, la propuesta política no es coherente con la denuncia de un golpe. Si fuese verdad, ¿cómo sería posible que los senadores, supuestos autores del “golpe parlamentario autoritario”, se dejasen convencer para convocar un plebiscito para que la población decida sobre nuevas elecciones?
El PT pagó con traición… Las verdaderas razones de la caída del gobierno Dilma
Un golpe es una medida de fuerza de un sector de la clase dominante que siempre alcanza, en primer lugar, a los trabajadores y explotados. No fue eso lo que ocurrió en el caso de la caída del gobierno Dilma. Durante años, la mayoría de la burguesía apoyó y participó de los gobiernos encabezados por el PT. Cuando explotó la crisis económica, la burguesía se unió alrededor de un plan para implementar un ajuste fiscal que arrojase la crisis en las espaldas de los trabajadores. Dilma y el PT compartían totalmente las ideas de ese plan.
Por eso Dilma puso a Joaquim Levy en el Ministerio de Hacienda y aplicó medidas contra las jubilaciones, abonos sociales, seguro de desempleo; disminuyó los salarios, cortó créditos y presupuestos en salud, educación y obras públicas, y aumentó los combustibles y las tarifas de luz. A partir de esos ataques, millones de trabajadores que votaron en el PT y apoyaban sus gobiernos, pasaron a rechazarlo.
Contribuyeron para eso, todavía, los escándalos de corrupción que involucran a altos dirigentes partidarios. Los trabajadores se sintieron decepcionados, traicionados y rompieron con el partido. El apoyo de la burguesía duró hasta que se hizo explícito que Dilma no tenía más apoyo popular y, por lo tanto, condiciones de aplicar el ajuste.
En ese momento, un sector burgués abandonó el gobierno y resolvió apoyar el impeachment. Hizo eso usando las maniobras típicas del juego burgués parlamentario. La dirección del PT agita la farsa del golpe para esconder que el elemento decisivo para la caída de Dilma fue la ruptura de la clase trabajadora y de los sectores populares con la presidente y con el PT.
La mayoría absoluta de la izquierda fue cómplice de la dirección del PT en eso. Hoy, sin embargo, la cortina de humo comienza a deshacerse. Los verdaderos motivos de la caída de Dilma, así como la traición y el fracaso del PT, aparecen.
El fenómeno más importante para el futuro de la clase trabajadora brasileña es su ruptura con el PT. Puede haber confusión en el inicio, así como desconfianza en todos los partidos políticos, pero el aumento de la explotación y las luchas de resistencia empujan a las masas a buscar alternativas. Solo así se podrá superar una vieja dirección oportunista y traidora. Es necesario ayudar en esta experiencia con confianza y paciencia.
Traducción: Natalia Estrada.
Artículo publicado en Opinião Socialista n.° 523, 25 de agosto de 2016.-
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