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30 años de la huelga de la Jaeger Ibérica por la igualdad salarial

Reproducimos el reportaje publicado en El Mundo, que tiene a nuestra compañera Tania como protagonista.

El 43% de los españoles opina que la igualdad entre hombres y mujeres llegará cuando ellas cobren lo mismo. Tania Mercader y otras 336 trabajadoras de la fábrica Jaeger Ibérica lo lograron en 1989 tras una huelga de 27 días en la que sus compañeros no las secundaron.El 28-A hay llamadas a las urnas 1.164.805 mujeres más que hombres

Tania Mercader, secundada por algunas de las 337 trabajadoras que en 1989 protagonizaron la huelga de Jaeger Ibérica, en Barberá del Vallés (Barcelona). Hoy la empresa se llama Magneti Marelli. JAVI MARTÍNEZ«A las mujeres que cuando dicen no, es no y… luego aguantan el tipo».La dedicatoria está impresa en las primeras páginas de Aguantando el tipo: desigualdad social y discriminación salarial: las luchas de mujeres trabajadoras, donde se recoge la histórica batalla que libraron y ganaron las mujeres de Jaeger Ibérica, las que aparecen en la fotografía. El próximo 11 de mayo se cumplirán 30 años del día en que Tania Mercader -en primer plano-, las nueve mujeres que la secundan y 327 más cruzaron juntas la puerta que hay a sus espaldas y regresaron a sus puestos en la fábrica victoriosas.

Los hombres, cuentan, les hicieron un pasillo y aplaudieron a su paso. La ovación era porque tras siete años de lucha, cuatro sentencias a su favor, movilizaciones que las llevaron hasta las puertas de varios ministerios en Madrid y 27 días de huelga indefinida que sólo secundaron ellas, habían logrado lo que parecía impensable: ganarle el pulso a la empresa obligándola a pagarles la misma cantidad en la nómina a final de mes que los hombres, es decir, alcanzar la igualdad salarial y doblegar al jefe de personal, que les dijo: «¡Por encima de mi cadáver, mientras yo viva, las mujeres no cobraréis más!».

La fábrica -ubicada en Barberá del Vallés (Barcelona)– aquel 11 de mayo de 1989 se llamaba Jaeger Ibérica y producía velocímetros de vehículos para Fiat. Ahora es Magneti Marelli, sigue elaborando componentes electrónicos para automóviles y en su plantilla aún hay una treintena de aquellas 337 mujeres que protagonizaron la conquista. «Fíjate que en el 82, cuando comenzamos a luchar por la igualdad salarial en la fábrica, los hombres cobraban un 14% más que nosotras y creo que la cifra sigue igual», dice Tania Mercader, convencida de que la brecha no se ha reducido en 37 años. Según los datos a nivel nacional, no se equivoca: la diferencia salarial entre hombres y mujeres se sitúa hoy en el 14,2% a favor de ellos.

Recoge el CIS que uno de los principales problemas para los españoles es la violencia contra la mujer. Así lo señalan el 7,9% de los encuestados [dato del barómetro de marzo pasado, cercano al 8-M]. En el sondeo de mayo de 2016, el anterior a las generales anteriores, sólo a un 0,6% de los españoles le parecía un problema relevante. La cifra se ha multiplicado por 13. Además, en la actualidad, un 0,8% señala «los problemas de la mujer» entre los más importantes de España. Y por encima de todo, la igualdad ha pasado a ocupar un lugar central del debate político.

Tania dirigiéndose a sus compañeras durante las movilizaciones.ÁLBUM PERSONAL

EL PESO DEL VOTO FEMENINO
Las medidas para atajar las agresiones machistas y fomentar la igualdad tienen protagonismo en estas elecciones -en las que no hay ninguna mujer al frente de las cinco principales candidaturas- no sólo por este termómetro del CIS, sino por la importancia que ha cobrado el voto femenino tras dos 8-Mmultitudinarios y por el peso que ellas tienen en el censo electoral. Según el INE, 36,89 millones de españoles están convocados a las urnas: 17.867.265 hombres y 19.032.070 mujeres. Es decir, 1.164.805 mujeres más. Y hay menos mujeres abstencionistas: el 5,8% asegura que «con toda seguridad» no irá a votar frente al 6,7% de los hombres. Ellas, además, tienen más dudas. El barómetro de marzo registraba que un 45% no había decidido su voto, siete puntos por encima de los hombres (38%). En las últimas generales, un 11,5% de las mujeres lo decidió en la última semana de campaña y el 3,5% el día de las elecciones.

Entre las indecisas se encuentra Tania Mercader, que cree que «el voto es cuestión de táctica más que de principios» y cuando la visitamos aún no sabía cuál sería la suya. Acaba de cumplir 70 años y vive en Sabadell con su marido, Ángel, en un quinto muy luminoso, donde hay vinilos de Julio Iglesias, Bruce Springsteen o Lluís Llach, libros sobre Trotsky, las obras de Borges, Machado y Lorca, y una reproducción del cuadro El Cuarto Estado, en el que Pellizza da Volpedoinmortalizó a medio centenar de campesinos caminando, como símbolo de la emigración rural hacia la ciudad por la revolución industrial de principios del XX. Entre ellos sólo se distinguen cinco mujeres.

A Tania Mercader la hemos elegido para que cuente la historia de Jaeger Ibérica porque fue una de las líderes de aquella revolución femenina, la mujer que, desde el comité de empresa y armada con un megáfono, las capitaneó. «La Tania hizo mucho», dirá más tarde una de sus ex compañeras a las puertas de la fábrica, mientras se organiza la fotografía. «Llegó un día con el niño, lo puso en conserjería y dijo: ‘Le das de comer cada dos horas’».

Se refiere al 22 de noviembre de 1978, cuando Tania ganó la primera contienda en favor de las mujeres de Jaeger Ibérica: la guardería. Así lo narra ella misma: «Siempre le había dicho a mis compañeras que cuando tuviera un hijo, si no había guardería, lo llevaría al trabajo. La guardería y los temas de la mujer siempre se planteaban en los convenios, pero era lo primero que caía. Cuando tuve a mi hijo, no tenía ni tres meses, me lo llevé a la fábrica a las seis de la mañana. Se lio un follón… ‘¡La Tania ha traído al niño, la Tania ha traído al niño!’. A media mañana el jefe de personal pactó con el comité de empresa que todas las mujeres que pudieran demostrar que llevaban al niño a la guardería se les pagaría».

Tania Mercader (Córdoba, 25 de marzo de 1949) había entrado en la plantilla de Jaeger Ibérica en 1973. Se presentó a la entrevista de trabajo vestida «como si acabara de llegar del pueblo», con una nueva cartilla de la seguridad social y el discurso de que con 24 años ya era mayor para casarse y necesitaba el dinero para cuidar a sus padres. El disfraz y la nueva documentación eran para que no descubrieran que la habían despedido de la empresa anterior por negarse a ocupar el puesto de un compañero al que una máquina le había rebanado un dedo. El motivo del perfil de solterona es obvio: «Después de casarse muy pocas mujeres seguían trabajando. Por ley, incluso te daban una dote cuando la mujer plegaba para casarse».

En 1982 se produjo un vuelco dentro del comité de empresa que supondría el encendido de la mecha de la revolución feminista de Jaeger Ibérica. En el comité, hasta entonces exclusivamente cosa de hombres, entraron nueve mujeres -Tania entre ellas-, mientras que el número de representantes masculinos quedó reducido a cuatro. Lo primero que pusieron ellas sobre la mesa fue la discriminación salarial. «En teoría cobrábamos igual, pero existía un plus llamado de asiduidad por el que ellos percibían mucho más que nosotras. La diferencia al mes era de 9.000 pesetas [54 euros]», explica.

La reivindicación cayó en saco roto durante los primeros años, en parte, cuenta Tania, porque el machismo estaba entonces tan incrustado en la sociedad que hasta las propias mujeres lo tenían asimilado como normal. «Las compañeras no lo veían, decían que, claro, que un padre de familia debía cobrar más, que se trataba de nuestros propios maridos, que nos iban a dar los trabajos más pesados…».
LAS 337 DE JAEGER IBÉRICA
Hasta que armadas con un ejemplar de la entonces jovencísima Constitución de 1978, en el que subrayaron el fragmento que dice que ningún español puede ser discriminado por razón de sexo, dieron con un joven abogado laboralista con ganas de meterse en charcos y emprendieron la batalla judicial. Los tribunales fueron fallando a su favor -hasta cuatro veces-, pero la empresa se negó a aplicar las resoluciones judiciales y las recurrió una tras otra.

Entre sentencia y sentencia, las 337 de Jaeger Ibérica se manifestaban vestidas con sus típicas batas azules -hoy son blancas-, siempre con Tania Mercader agarrada al micro del megáfono. Así se la ve en las páginas de su álbum fotográfico de la época. Está con el histórico dirigente de CCOOMarcelino Camacho, que acudió a las puertas de la fábrica a apoyarlas, o en la Puerta del Sol, en el Palacio de Cristal del Retiro y frente a los ministerios de Trabajo y Asuntos Socialescuando trasladaron su lucha a Madrid.

No hay imágenes, sin embargo, de las movilizaciones a las puertas de Jaeger, que recuerdan con nostalgia.

– En plena huelga, con la nieve, aquí hacíamos fuego para las sardinas y los chorizos -dice una de ellas, señalando la carretera frente a la fábrica, ahora en obras.

– Las que liábamos…

– Nos poníamos allí para evitar que entraran los jefes. ¿Os acordáis cuando el jefe de personal cogió una barra del coche?

Todos estos episodios que narran se produjeron cuando, en abril de 1989, tras siete años de batalla judicial, decidieron emprender una huelga indefinida que se prolongó durante 27 días. La escena de ellas entrando a la fábrica ovacionadas por sus compañeros tuvo lugar el 11 de mayo de 1989, después de que la empresa accediera a cumplir la última sentencia. Se les igualó el sueldo al de los hombres y además cobraron 600.000 pesetas por los atrasos -3.606 euros-, el equivalente al salario mínimo anual de todo un año.

María Jesús Izquierdo, profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona ya jubilada, dirigió el libro mencionado al inicio en el que se narra cómo las mujeres de Jaeger Ibérica -y también las de Puig– acabaron con la discriminación salarial. Le preguntamos por qué el caso es tan relevante. «Son las primeras luchas en las que se consigue la igualdad salarial para trabajos equivalentes», dice. «Y la lección principal que dieron es que aguantaron el tipo. Las trabajadoras de Jaeger tuvieron sentencias favorables reiteradamente, hasta del Supremo, y la empresa se negó a pagarles. Aun así lo consiguieron. Es un ejemplo muy importante en cuanto a solidaridad de las mujeres y a persistir en la lucha hasta lograr el objetivo».

Según un sondeo que Ipsos, empresa que elabora encuestas, realizó para el pasado 8-M, un 43% de los españoles opina que conseguir la igualdad salarial es la acción más importante para lograr la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

Para Tania Mercader tener un mismo salario quizás supone mucho más, a juzgar por lo que contesta cuando le preguntamos si alguna de las trabajadoras de Jaeger sufrió violencia de género: «¿Cómo nos iban a toser si ganábamos más que ellos?».

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