Las Elecciones son siempre una expresión distorsionada de la realidad. En este artículo intentamos hacer una lectura de los resultados del 28 de mayo, las lecciones que nos deja y las perspectivas para el próximo 23 de julio.
¿Qué pasó el 28M?
A nivel general, estas Elecciones Municipales y Autonómicas han supuesto una fuerte derrota del PSOE frente al PP y un verdadero descalabro de Podemos.
Solo en las Municipales, el PSOE ha perdido más de 400.000 votos. A nivel autonómico, ha perdido los gobiernos en cinco de las Comunidades Autónomas que controlaba en favor del PP. Han perdido quince capitales de provincia, muchos otros municipios importantes y un total de 1.557 concejal@s.
Podemos e Izquierda Unida, que acudían juntos en diez Autonomías, han retrocedido en todos los territorios, pasando de 49 a 18 representantes. Podemos conserva solo 14 de los 46 diputad@s que tenía y ha quedado fuera en la Comunidad de Madrid, el País Valenciano y Canarias.
La derecha ha tenido un avance importante y más aún la ultraderecha, donde Vox ha duplicado resultados, triplicado concejal@s y se ha vuelto decisivo en varios lugares para que el PP forme gobierno.
Aún así, conviene matizar la lectura de los resultados y los titulares sensacionalistas de la prensa burguesa. En Cataluña, entre PP y Vox solo alcanzan el 13%. En Euskal Herria, EH Bildu consigue un resultado histórico y se convierte en la primera fuerza en Vitoria/Gasteiz, Gipuzkoa y muchos municipios importantes. En Galicia, aunque el PP ganó las Elecciones, el gran vencedor fue el BNG. En Andalucía, IU ha mantenido sus feudos tradicionales en los pueblos, con mayoría en 57 municipios, 40 de ellos absoluta. En la Comunidad de Madrid, con una polarización social enorme, todos bajaron en votos menos Más Madrid que se mantuvo e incluso subió en varios municipios y distritos obreros de Madrid capital, capitalizando que su figura política, Mónica García, ha sido abanderada de la lucha por la Sanidad Pública contra Ayuso.
Las trampas de la Ley electoral y la desafección con esta democracia para ric@s
Este 28-M la participación registrada se ha situado en el 63,92% de media, la tercera más baja desde 1979 y la abstención se ha quedado en el 36,07%. En algunos lugares como Euskadi, donde el descontento con el régimen es mayor, la participación se ha quedado en un 48,73%, 4,05 puntos menos con respecto a los anteriores comicios de 2019. En Cataluña ganó la abstención, puesto que la participación cayó hasta un 44,54%, lo que incluye también el castigo al independentismo oficial (en particular a ERC) por su traición a la lucha independentista.
La abstención también volvió a ser muy alta en los barrios obreros con menor nivel de renta, donde sectores enteros han dejado de ver utilidad al voto. En 104 municipios que tienen los niveles de paro y pobreza más altos del Estado, la abstención ha superado el 50%.
Estas Elecciones, de nuevo, volvieron a dar cuenta de lo antidemocrático del sistema electoral, en el que ni en todas partes ni a todos los partidos les cuestan los mismos votos obtener un escaño. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, el PP pasa de 65 a 70 escaños, obteniendo mayoría absoluta, pese a obtener 33.000 votos menos que en 2021. PSOE y Más Madrid tienen los mismos escaños, aunque el segundo tuvo 5.000 votos más y, Podemos, con 158.831 votos, queda fuera. Lo mismo les ha pasado a las listas regionalistas.
¿Qué explica el retroceso del PSOE y la bancarrota de Podemos? ¡Lecciones de una legislatura progresista!
Las Elecciones Municipales y Autonómicas han funcionado como unas primarias de las Generales, donde las propuestas locales apenas han existido o han quedado eclipsadas.
A la hora de hacer balance, llama la atención la ausencia de autocrítica de quienes han pagado en la urnas el resultado de más de tres años del autodenominado gobierno progresista. El PSOE saca pecho de haber impulsado 213 leyes durante estos años y 60 más que se han quedado en el tintero y se justifica diciendo que el problema es la “ola reaccionaria” que se extiende. Ya están engrasando la maquinaria para tratar de convencernos de que lo que está en juego el 23 de julio es parar a la extrema derecha y elegir entre «Gobierno de progreso o gobierno reaccionario”, lo sea, entre Sánchez y Feijoo.
Garzón, ministro de IU, se suma a esa explicación y Echenique (Podemos) echa balones fuera, culpando a Sánchez de “falta de valentía” y «quedarse corto”. Como si Podemos no hubiese sido parte del gobierno y de la mayoría parlamentaria. No faltan tampoco los que se refieren al papel de los medios de comunicación, “en los que la derecha está ganando la batalla cultural”.
Pero para encontrar una explicación al resultado de estos comicios y al avance de la derecha basta abrir los ojos y mirar la realidad. El fortalecimiento de la extrema derecha está ligado a las desilusiones de un sector importante de las masas populares precarizadas con los llamados gobiernos progresistas, en todo el mundo.
Todas las medidas de las que habla este gobierno no han servido para cambiar las condiciones materiales de la clase trabajadora y la juventud, que no han hecho sino empeorar. Al mismo tiempo, no han tocado un pelo de los pilares del régimen monárquico ni de los insultantes beneficios de la banca y la gran burguesía.
A los incumplimientos de las promesas de la legislatura como la derogación de la Ley mordaza, el cierre de los CIES o la regularización del colectivo migrante, se suman medidas insuficientes como el Ingreso Mínimo Vital que sigue sin resolver en absoluto el drama de miles de familias empobrecidas o leyes como la de vivienda, que son una auténtica estafa. Han hecho, además, pasar por progresivas reformas como la de las pensiones, que es otra vuelta de tuerca contra los derechos laborales. O la Reforma Laboral de Yolanda Díaz, que sirven para maquillar que la mayor parte de las nuevas contrataciones son fijas discontinuas o a tiempo parcial, lo que implica salarios miserables para vivir. Y que con ella el despido sigue siendo igual de fácil y barato, por lo que tener un contrato indefinido no es garantía de nada.
UP, además de cómplice de las medidas pro-patronales, han consentido que siga el drama de los desahucios, la política criminal de fronteras, recortes a los derechos democráticos y la continuidad del desmantelamiento y privatización de lo público, acelerada tras la pandemia. Sus continuas rencillas electoralistas con el PSOE, convirtiendo el feminismo en territorio de disputa institucional, han provocado incomprensión y rechazo ante leyes, que, si bien son conquistas parciales, no están sirviendo para cambiar la realidad de l@s más oprimid@s.
Pese a su gesticulación de protesta, han aprobado un incremento enorme del gasto militar al servicio de los planes imperialistas de la OTAN. Se han callado ante los insultantes privilegios de la Iglesia Católica y rendido pleitesía a esta Monarquía rancia, españolista e imperialista que impuso Franco. Las medidas de UP en el gobierno no han ido más allá del “postureo” mediático. Lejos de «hacer girar a la izquierda» al PSOE, como presumían, ell@s mism@s, se han convertido en ala izquierda y garantes de este gobierno, de este régimen corrupto y de este sistema económico.
Podemos se ha convertido en rehén de su propia política. Si este 28M sirvió para que Ciudadanos firmase su certificado de defunción, Podemos, convertido en un zombi político, va por el mismo camino. Los datos apuntan a un cambio de ciclo en este sentido: la «nueva política» que en verdad sirvió para reconducir el ascenso popular al redil del régimen, parece tocar a su fin.
Elecciones anticipadas el 23 de julio
Cuando la derecha estaba saboreando su victoria, Sánchez dio un golpe de efecto y anunció Elecciones Generales para el 23 de julio. Con ello, ha conseguido que el foco mediático se centre en este nuevo hecho político, ha atrasado el ajuste de cuentas en el PSOE (con él mismo en el centro de la diana) y, de paso, pilla con el paso cambiado a sus socios de Podemos, que tras la debacle sufrida, se le han vuelto incómodos y se ven obligados a negociar en diez días su entrada en Sumar.
La unidad de la izquierda como «significante vacío» o palabras huecas
“Los dogmas neoliberales han quedado obsoletos. (..) Estamos ante un cambio de época y necesitamos un proyecto de país, que dé una respuesta colectiva a las necesidades de la ciudadanía. Este es el reto. Y un cambio de época, no se hace desde la esquina del tablero, sino desde la centralidad de las mayorías»(Yolanda Díaz).
Con frases tan grandilocuentes como incomprensibles para la gran mayoría, la líder de Sumar lleva meses explicando su proyecto político. La verdad, sin embargo, es mucho más simple: Sumar nace para ser el paraguas de la izquierda institucional que se presenta a la izquierda del PSOE con la pretensión expresa de reeditar un nuevo gobierno de coalición con el PSOE.
Ante el descalabro electoral del 28M, las campanas de las organizaciones parlamentarias a la izquierda del PSOE, tocan a rebato: «¡No hay tiempo que perder!.¡Hay que aparcar rencillas y rencores y centramos en lo que nos une!. ¡Es el momento de «sumar”, para que no ganen las derechas!» Esta es su receta: que volvamos a beber de la misma medicina, impotente para resolver la gravedad de la crisis que sufrimos y que termina poniendo una alfombra roja a la derecha y la ultraderecha.
Es por eso que su «unidad de la izquierda» es un significante vacío, palabras huecas tras las cuales se oculta un programa que, es contrario a los intereses de la clase trabajadora, de la mayoría social y las nacionalidades oprimidas.
Es imposible ilusionar al pueblo trabajador ofreciendo más de los mismo. Con esa política no van a cerrar el paso al triunfo de las derechas y aunque ganaran el 23J, seguirán ganando los amos del país: la Banca y las grandes empresas del Ibex 35.
¡Necesitamos organizarnos para imponer un programa de cambio real, de ruptura con este Régimen y este sistema!
El fracaso de la coalición del gobierno y el crecimiento de la ultraderecha y la derecha demuestran ante todo la necesidad de construir un proyecto diferente, alternativo, de cambio real, revolucionario, en disputa con esos partidos.
Los resultados de este 28 de mayo, tendrán como primera consecuencia, un ataque aún mayor a nuestras libertades democráticas y una ofensiva ideológica que vamos a tener que enfrentar. Pero la derecha y ultraderecha solo será derrotada a través de la movilización y organización de la clase trabajadora y la juventud, alrededor de un programa que vaya a las raíces y enfrente la decadencia y la barbarie a que nos condena este régimen y este sistema.
Frente al llamado al voto “útil” o al “mal menor”; o sea, a votar al PSOE, en directo o en diferido, desde Corriente Roja nos reafirmamos en que no hay atajos basados en construir aparatos electorales. Sin enfrentar la desigualdad social, acabar con los privilegios, lucros de los multimillonarios y poner sus propiedades y toda la economía al servicio de la mayoría social y del reequilibrio ambiental, la propaganda de la izquierda reformista, continuará siendo palabras vacías.
Necesitamos construir una fuerza revolucionaria arraigada en el movimiento obrero y popular. Una fuerza que recoja el descontento y la indignación social hoy desorganizada y que ayude a transformarla en lucha y organización. Una fuerza cuyo trabajo en las instituciones esté determinada por un único objetivo: impulsar desde allí la lucha extraparlamentaria y la autoorganización popular con el objetivo declarado de sustituir el actual sistema corrupto por una verdadera democracia obrera y popular, por un gobierno de los trabajadores y trabajadoras.