En todo el mundo los/as trabajadores/as salimos a las calles a conmemorar el Día Internacional de la clase obrera. Y en todo el mundo los temas se fueron repitiendo: la lucha por salarios dignos, contra el recorte de las pensiones, contra las políticas represivas de los gobiernos, se manifestaron desde Nicaragua a Venezuela, pasando por Argentina, Turquía o los propios EEUU.

En el Estado español los salarios, las pensiones, el repudio a la infame sentencia de “la Manada”, la lucha contra la represión y por la libertad de los presos, en distinto grado, estuvo presente en las numerosas manifestaciones.

La burocracia de CCOO y UGT se esmeró en intentar incorporar a las mujeres y a los/as pensionistas a sus manifestaciones, pero sus propios datos indican que las manifestaciones fueron menos numerosas que el año anterior. Los discursos de sus Secretarios Generales en la manifestación de Madrid no añaden un ápice de novedad a las propuestas de siempre «estamos dispuestos a negociar» y si no es así «conflicto social garantizado» (Unai Sordo).

El problema que tienen es que el «conflicto social garantizado» se está dando pese a ellos, sin ellos y en no pocos casos contra ellos. La lucha de los/as pensionistas es uno de los casos más claros de eso que afirmamos. Las manifestaciones mostraron la imperiosa necesidad que la burocracia sindical tiene de recuperar el control del «liderazgo social» para decirlo en palabras de los editorialistas del diario la Vanguardia. Por eso, con el apoyo entusiasta de Unidos Podemos, (los de la “nueva política” apoyando entusiastamente a la vieja burocracia) intentan disputar a las Coordinadoras y Mareas pensionistas la dirección de esta lucha y meterles en el redil del Pacto de Toledo. Esa disputa se vio en forma explícita en el empeño por impedir o cuando menos minimizar el apoyo de las Coordinadoras y Mareas a las manifestaciones del llamado «sindicalismo alternativo».

Sus temores son más que fundados porque, sin ser una de las mejores demostraciones de fuerza, las manifestaciones del Bloque Combativo de Clase, del llamado sindicalismo alternativo, en no pocos lugares le va ganando terreno a la burocracia en la disputa por la dirección de la clase obrera, en especial entre los sectores mas precarizados y jóvenes. Y ese hecho no está separado de las continuas rupturas que se vienen produciendo con estas dos centrales.

Porque cada vez son más los/as activistas que plantean lo que Luisa Garrido, delegada del Comité de empresa de Konecta, dijo en el acto de cierre de la Marcha Jornalera que concluyó en Carmona (Sevilla): «he llevado mucho años de delegada sindical en mi empresa y haciendo trabajo sindical en un «gran sindicato». He tenido que salirme de ese «gran sindicato» para hacer una lucha verdadera».

Somos la gente que no nos resignamos a agachar la cabeza

La Marcha Jornalera de la comarca de la Vega sevillana  comenzó en Los Rosales y concluyó en Carmona, pasando por la empresa Surfruit para exigir ¡basta de acoso!, ¡reincorporación de los/as despedidos/as!

En la Marcha Jornalera por la Dignidad y Justicia participaron unas 200 personas. La Marcha exigió el archivo de las diligencias penales contra los/as jornaleros/as, el fin de la impunidad para la patronal que no declara al jornalero/a y estafa a la Seguridad Social, por un convenio digno, no al requisito de las 35 peonadas.

En el acto de cierre  David Pérez, tras señalar que “como no hay elecciones los alcaldes no han venido”, recordó: «hoy somos poquitos pero más que el otro día y no tenemos que desanimarnos. Nosotros/as somos gente muy especiales porque somos la gente que no nos resignamos a agachar la cabeza. Existe mucho miedo, existe mucho acoso y nosotros somos los que levantamos la cabeza y organizamos la resistencia«.