Cuba pasa por un momento de gran efervescencia política desde el 11J. Nosotros, de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT), que estamos desde el inicio de las movilizaciones a favor de la lucha contra la dictadura en Cuba, dando especial atención a los presos políticos y dando visibilidad a la brutal represión de Díaz-Canel, queremos ahora debatir este proceso con el activismo.
Nuestro diálogo con los actores de este proceso pretende ir a fondo en la comprensión sobre lo que ocurre en la isla, aciertos y errores de los movimientos que surgieron en el último período, a fin de buscar el mejor camino para seguir esta lucha.
Una represión brutal
La Marcha Cívica por el Cambio no salió. La dictadura cubana demostró, una vez más, que no respeta ningún derecho a la libertad de expresión, reunión o manifestación; al contrario, cercó, intimidó y criminalizó a los manifestantes con una campaña de terror que comenzó días antes de la manifestación. El terror del Estado, que ya mantenía 650 presos políticos hace cuatro meses, por la manifestaciones del 11 de julio, militarizó las calles, sitió a activistas, detuvo a manifestantes y desapareció a coordinadores. En el momento en que cerramos esta nota son 72 presos (algunos de ellos desaparecidos) relacionados con el 15N. Daniela Rojo, coordinadora de Archipiélago, pasó cinco días desaparecida, secuestrada por el Estado entre los días 12 y 17 de noviembre.
También se realizaron lo que llamaron “actos de repudio” (escraches incentivados por los representantes del gobierno), cercando la casa de organizadores de la manifestación con verdaderos grupos paramilitares fieles al régimen y decenas de policías. Actos que no contaban con gente del barrio donde se realizaban, sino sí con gente externa, parte del aparato del gobierno.
El recrudecimiento de la represión fue el factor determinante para que el pueblo no saliese a las calles. Unos pocos intentaron romper el cerco de la represión, otros se manifestaron desde sus casas. Pero eso fue todo lo que consiguieron hacer.
Lo que teme la dictadura
La profunda crisis económica generada por la restauración capitalista y el bloqueo imperialista, potenciada por la pandemia de Covid-19 afecta a la población más pobre de la isla que fue aun más afectada por el drástico paquete bajado el primero de enero de 2021, llamado “Tarea para el Ordenamiento”, nítidamente de carácter neoliberal. Fueron estos cubanos, pobres y negros, los que fueron a las calles el 11 de julio. Este es el sector al que la dictadura más teme.
Esta situación fue expresada en artículos de varios activistas, como Jessica Domínguez Delgado:
“La precaria situación económica de un número cada vez más amplio de personas, la dolarización de la economía y el difícil acceso a alimentos y productos de primera necesidad —comercializados desde fines de 2019 en divisas extranjeras— han aumentado las desigualdades y es una de las principales fuentes de malestar. (…) Un año y medio después los alimentos y principales productos de primera necesidad se encuentran, casi de manera exclusiva, en divisas extranjeras y aumenta el número de servicios que solo están disponibles en esta moneda”.
Y en testimonios, como el de uno de los coordinadores de Archipiélago, Fernando Almeyda:
“[lo] que hizo que el 11 de julio (ocurriese) (…) fue la pésima gestión sanitaria, la pésima gestión social, la pésima gestión económica, el hambre, la necesidad y, más allá de esto, la obstinación de un pueblo que estaba harto de no ser escuchado, harto de pedir cambios, harto de exigir que Cuba necesitaba de una abertura política, harto de decir que no funcionaba el sistema, harto de todo. […] Analizando la economía, la dolarización ha destruido el valor adquisitivo que restaba al peso cubano y nos transformó en dependientes de una moneda extranjera que no es generada en Cuba y que es monopolizada por la banca cubana. Monopolizan los dólares que vienen de Estados Unidos. (…) Aquí, si usted es pobre o un trabajador, a nadie le importa lo que está sufriendo. Los efectos de la terrible crisis es ahora [de] la clase trabajadora que no tiene donde caer muerta y no tiene a nadie para defenderla. Esos son los que están sufriendo todas las consecuencias”.
Leonardo Manuel Fernández Otaño presenta un escenario similar:
“una ciudadanía que está cansada porque no encuentra comida, por que le venden lo básico en euros, en dólares, en una moneda con la cual no se trabaja, con la cual no recibe sus salarios. Eso limita una vida digna a las personas. Estamos hablando de una ciudadanía que vivió un “paquete” neoliberal porque el reordenamiento fue un “paquete neoliberal” sobre ellas. Toda, en todo el amplio sentido de la palabra. Basta ver que la inflación es de 6.900%, o sea, las familias, los padres tienen que comprar un par de zapatos a sus hijos por 2.000 pesos. Estamos hablando de la mitad de su salario. ¿Y cómo va a comer esa familia en la semana? (.) El 11 de julio fueron a las calles millares de personas que no aguantaban más, que no sabían qué hacer, que no sabían cómo llegar al otro día, que los cortes de electricidad no los dejan ni dormir. Que no tienen acceso a recursos económicos honrados y dignos para sustentar a sus hijos, familia, que han visto incluso a los suyos lanzarse al mar porque no saben cómo sobrevivir. (…) las principales explosiones fueron en los barrios más pobres de La Habana, fueron en los barrios más pobres de la ciudad. […] Cuando el pueblo cubano fue a las calles el 11 de julio, fue manipulado solo por el hambre y la frustración que han acumulado durante décadas. No se necesita agregar más hipótesis”.
En fin, el deterioro de la situación social, principalmente en los sectores más pobres, con el aumento de las enormes dificultades de obtención de alimentos es la base de la explosividad, principalmente de una juventud negra de las periferias de La Habana, que se ve sin perspectiva.
El mayor temor de la dictadura son las protestas y las manifestaciones hechas por los más explotados, criados por el gobierno en el verdadero apartheid económico. Son ellos, los millares de cubanos que se manifestaron en el Malecón de La Habana para protestar contra la escasez de alimentos y los altos precios, en una de las mayores manifestaciones antigubernamentales. Fueron ellos los que cuando vieron la represión reaccionaron con piedras. Derribaron autos de la policía, quebraron vidrios de las tiendas de monedas libremente convertibles y lucharon con policías de civil y agentes de los grupos paramilitares, enfrentándose con el gas lacrimógeno, y contra los cuales levantaron ladrillos y los arrojaron contra la policía.
“La ciudadanía fue pacífica todo el tiempo. Pero, cuando comenzaron los bastonazos, cuando salieron las brigadas de respuesta rápida, cuando salieron los tiros de balas contra la ciudadanía, ahí fue cuando la ciudadanía respondió. Incluso hubo episodios de personas que fueron a las tiendas de moneda libremente convertible. Yo estoy contra cualquier ejercicio de violencia, pero desde una mirada social. Yo siento que las tiendas en Emelec son las “niñas”[1] de Cuba hoy. O sea, esos ciudadanos fueron con odio contra un símbolo, pues pasan y ven los dulces, pasan y ven la ropa que sus hijos no tienen, o un pedazo de carne que no pueden comprar”. Las personas que expresaron su rabia invadiendo negocios son las que no tienen acceso a esos bienes o espacios, pues tampoco tienen acceso a los cubanos que hacen remesas desde el sur de la Florida.
El imperialismo tiene política y disputa el movimiento con sus organizaciones
Cuba es un país capitalista, pero con un capitalismo débil, conducido por la principal institución del Estado –las Fuerzas Armadas– concentrada en GAESA[3], y no es por otro motivo que eso se expresa en la sociedad bajo la forma de una dictadura, pues tiene que contener por la fuerza los males sociales del capitalismo. La dictadura capitalista revela las contradicciones de la restauración, la debilidad de una burguesía que necesita del Estado para desarrollarse –en alianza con el imperialismo europeo– a que está asociada, para resistir la embestida de la burguesía cubano-americana. Pero ambos tienen la misma estrategia para Cuba: mantener y profundizar el capitalismo.
Pero, la burguesía cubano-americana quiere romper las actuales reglas que definen cómo el capital se acumula en la isla. Entonces, el telón de fondo de la lucha por las libertades democráticas es la forma con que aparece en Cuba capitalista la lucha política por el control del aparato estatal, en otras palabras, la disputa sobre las condiciones en que el capital seguirá acumulándose en la isla.
Eso se expresa en el recién creado “Consejo para una Transición Democrática en Cuba” (CTDC), que defiende un programa democrático burgués contra la dictadura cubana. Junto con eso, defiende la devolución de las propiedades confiscadas de la burguesía de Miami y la intervención económica imperialista. Lo que no es para sorprenderse, ya que es una organización burguesa, sumisa a la política imperialista, tanto norteamericana como europea y pretende transformar a Cuba en una colonia. Forma parte de la misma base social que apoyaba a Batista, pero ahora intenta aparecer como verdadera demócrata que lucha contra una dictadura.
Ellos tienen política para conquistar a los activistas que surgieron el 11J: los muchos jóvenes que están yendo a las calles, utilizando diversos modos de resistencia contra la dictadura del PCC (Partido Comunista Cubano), indignados por décadas de represión y persecución. Si la militancia revolucionaria no fuera la vanguardia para derrocar la dictadura, dejaremos este proceso en mano del imperialismo.
Por eso, podemos incluso coincidir con algún llamado a la acción por las libertades democráticas con activistas vinculados al CTDC, pero denunciaremos en todo momento su estrategia burguesa, al servicio de la burguesía cubano-americana localizada en Miami y el imperialismo. De esta disputa depende el sentido político de la lucha contra la dictadura y por las libertades democráticas que impiden la organización y movilización de la clase trabajadora y sufren las consecuencias del capitalismo.
En una situación distinta, las luchas democráticas contra las dictaduras estalinistas en Hungría en 1956, en Checoslovaquia en 1968, y más similar hoy a las luchas contra las dictaduras del MPLA en Angola y la FRELIMO en Mozambique, el discurso estalinista para mantener la dictadura contra el pueblo, que sufre el deterioro de las condiciones de sobrevivencia, se concentra en la lucha contra el imperialismo. Pero en Angola, los multimillonarios angoleños del MPLA están junto con el imperialismo para saquear los recursos naturales del país que los enriquece. Y en Cuba, los militares de la GAESA esconden el hecho de que ellos están de manos dadas con otros sectores imperialistas explotando al pueblo cubano.
La verdad es que tampoco el imperialismo tiene hoy el objetivo real de conquistar libertades democráticas hasta el fin o mejorar las condiciones de vida de la población más pobre en Cuba. No precisamos explicar el apoyo y el financiamiento a muchas dictaduras en todo el mundo e incluso hasta la intervención militar. No pensaron dos veces en apoyar la dictadura en China después de la masacre de las manifestaciones en la Plaza de la Paz Celestial (Tiananmen), cuando eso garantizaba sus inversiones en China.
Sectores del imperialismo norteamericano, como Obama, defienden una asociación con el gobierno cubano, pegar un pedazo de la torta sin cuestionar el régimen. Pero la política norteamericana sigue rehén de la burguesía cubana y su ala más dura. Por eso, estaremos junto al pueblo cubano contra la dictadura y el imperialismo, pues ambos quieren mantener y profundizar la explotación de la clase trabajadora.
La reacción estalinista y de las organizaciones de izquierda
Las reacciones de las organizaciones estalinistas en el mundo fueron tímidas, eso tiene que ver con la propia decadencia de su corriente y el repudio que los regímenes dictatoriales tienen entre la clase trabajadora. Los neoestalinistas fueron más cautelosos, ya que es muy mal visto defender una dictadura que ataca a los trabajadores y a la población más pobre. Lamentablemente, algunas organizaciones que dicen combatir el estalinismo no se alinearon con los manifestantes e, inconscientemente, sirvieron de justificativa al gobierno.
En la práctica, artículos como el que publicó Frank García, previamente al 15N, que definían la manifestación como proimperialista, sirvieron para justificar las acciones de los gobiernos contra los manifestantes, iniciada tres días antes de la propia manifestación. Fuera de Cuba, sectores que apoyan al castrismo utilizaron esos mismos textos para defender que no había legitimidad para manifestarse. Lo mismo hicieron las organizaciones que se reivindican de izquierda, ligadas a la clase trabajadora y que defienden un socialismo democrático.
Un error importante, ya que en este momento es fundamental unir fuerzas para derrocar una dictadura. No se puede dejar la lucha por las reivindicaciones democráticas en manos de la burguesía y del imperialismo. Es un gran error no llamar a movilizar contra la dictadura, sin dejar de denunciar, siempre, al imperialismo y a las organizaciones de la burguesía.
Nuestra propuesta es luchar contra la dictadura cubana como parte de una estrategia socialista y antiimperialista. Queremos una nueva revolución socialista, renacionalizando las empresas privatizadas, incluso las que están en manos del imperialismo europeo y de los gobernantes castristas. A partir de ahí, montar una planificación económica con control de la clase trabajadora. Eso sí es la democracia obrera que podrá llevar a Cuba en una transición hacia el socialismo, con participación de los trabajadores en todas las decisiones fundamentales y estratégicas.
La dictadura cubana no está defendiendo las conquistas de la Revolución, que ya no existen, al contrario, son los que están llevando adelante la restauración capitalista, un régimen capitalista donde sus dirigentes ganan mucho y garantizan sus privilegios, al estar asociados a las grandes empresas multinacionales europeas.
Apoyar la dictadura estalinista es fortalecer aquella visión de los “campos progresistas” en el cual incluyen a Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela y João Lourenço en Angola.
El gobierno Díaz-Canel no es un gobierno socialista o de “izquierda” es un gobierno castrense bélico, con una política económica de derecha, capitalista, que aplica un plan neoliberal.
Las divisiones de Archipiélago
Archipiélago tuvo el mérito de mantener la lucha contra la dictadura en la continuidad del 11J, pero sectores proimperialistas en su interior intentan dar una dinámica que llevará el movimiento a la derrota, defendiendo intereses que no son de la clase trabajadora y de la mayoría de la población pobre de Cuba.
Frente a los golpes de la represión algunos de sus principales portavoces asumieron un discurso aún más pacifista, como la “manifestación en solitaria” de Yunior García. Señalando en dirección a un retroceso y sirviendo para debilitar la Manifestación del 15N.
La actual fuga de García para España, sin discutir con nadie de la coordinación del movimiento, pero con, como mínimo, el consentimiento de la dictadura gubernamental, también desmoralizó a una parte de los luchadores que se quedaron en la isla.
Yunior puso en evidencia tanto su localización social, que frente a los enfrentamientos más duros retrocede, como sus alianzas con sectores burgueses, que, de contenido, tienen el mismo proyecto económico de los restauracionistas del gobierno y los burgueses de la CTDC. Su participación en el “Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho”, y su fuga, y encuentro con políticos de extrema derecha del Estado español, como el dirigente del PP, es un fin trágico para este dirigente, que el pueblo cubano tiene que superar.
Creemos que el combate que el pueblo cubano tiene por delante es contra una dictadura feroz, dispuesta a todo tipo de violencia, como ya quedó demostrado. Por lo tanto, es fundamental preparar a los activistas para esta situación, y eso solamente se conseguirá si construimos una alternativa de dirección basada en los sectores más explotados del proletariado, apoyándose en la autoorganización de la clase trabajadora para la lucha.
Nuestra actuación
La LIT-CI apoyó el 15N y seguirá solidarizándose con todas las manifestaciones de enfrentamiento con la dictadura en defensa de libertades democráticas y mejoras de las condiciones de vida de la clase trabajadora, en la perspectiva de una verdadera Revolución Socialista.
Nuestra actuación y la de nuestras secciones dieron un apoyo activo. Nuestra trayectoria de lucha contra las dictaduras y contra los gobiernos patronales de todos los matices fueron demostradas en varios país de América y de Europa. Tuvimos y tenemos presos políticos por estar al frente de estas luchas, así como en huelgas obreras de gran impacto.
Por eso hoy, en Cuba, se sabe que hay sí organizaciones de la izquierda revolucionaria que apoya este movimiento y hay una alternativa de dirección del lado de los trabajadores.
Construir una dirección revolucionaria
Derrocar el gobierno de Díaz-Canel y conquistar libertades democráticas, incluso limitadas, representará un importante paso al frente en relación con la dictadura que gobierna el país hace décadas.
Sin embargo, los problemas estructurales del pueblo pobre y de la clase trabajadora no serán resueltos solo con eso. Cuba precisa retomar el camino de la revolución y del socialismo, de verdad, a partir de una visión internacionalista de la revolución, retomar los grandes medios de producción en beneficio del pueblo.
Solo los trabajadores y la juventud podrán llevar esta lucha implacable contra la opresión y la explotación, por condiciones dignas de vida, contra la profunda desigualdad que existe en el país.
Se está construyendo una nueva vanguardia, que ganó nuevo aliento con las movilizaciones del 11J y 15N, extrayendo las lecciones de las luchas y de las derrotas. Son estos jóvenes junto con sectores más explotados como los obreros, mujeres negros y LGBTI y todos los sectores de las periferias de la ciudad los que deben construir una verdadera alianza.
Estaremos firmes en el apoyo a la construcción de la organización de estos valientes jóvenes y trabajadores de Cuba.
La lucha recién comienza
¡Libertad a los presos políticos en Cuba! ¡Basta de Represión!
¡Ninguna injerencia imperialista!
¡Abajo la dictadura capitalista de Díaz-Canel!
Notas:
[1] Xodó.
[2] Consorcio empresarial de los militares cubanos en Cuba.