Corrían los años 1976 y 1977 cuando las calles de algunos barrios obreros se llenaban de vecinos y vecinas que salían a manifestarse con pancartas que ponían «CONTRA LA CARESTÍA DE LA VIDA», mientras gritaban «ABAJO LOS PRECIOS, ARRIBA LOS SALARIOS».
La codicia de los capitalistas y la complicidad de los gobiernos de todo signo nos hacen vivir un presente y vislumbrar un futuro, que se parecen cada vez más a aquel pasado. Porque las manifestaciones y huelgas no se hacen siquiera para reivindicar más y mejores derechos, que sería lo legítimo, sino para levantar la voz para que dejen de robarnos a manos llenas.
Estamos viviendo un atraco a los salarios y a las pensiones. Aunque sea verdad que la guerra acentúa todos los procesos de crisis, lo cierto es que el atraco a los salarios y las pensiones antecede mucho al conflicto bélico de Ucrania. El poder adquisitivo de los salarios viene bajando desde hace 15 años, desde el 2007. El IPC sube a niveles de hace décadas, superó el 10% (9% en septiembre) aunque los productos básicos y alimentos superaron el 25%, mientras la subida de los salarios por convenio este año ha sido de media un 2’6% y la de las pensiones un 2’5% (3% en el caso de las mínimas y no contributivas). Para los y las empleadas públicas, CCOO y UGT han firmado un muy ruinoso acuerdo salarial ¡para tres años!, que no cubre la inflación y cuya subida estará condicionada a la evolución del PIB y el IPC.
A ese atraco a salarios y pensiones se le une que la generalización de los contratos a tiempo parcial y fijos discontinuos, que impuso la última Reforma Laboral, empobrece a la clase obrera porque son millones los trabajadores y trabajadoras que ven cómo sus ingresos no alcanzan ni siquiera el Salario Mínimo Interprofesional. La desigualdad social campa a sus anchas y cada vez son más las familias trabajadoras (mayoritariamente de mujeres con niños y niñas a su cargo) que acuden a los comedores sociales, porque el salario no da para llegar a fin de mes y eso de los tres platos en la comida está pasando a la historia. Hoy, el 52% de los menús en las casas son plato único.
La pérdida de nuestro poder adquisitivo: fuente de su riqueza
Y mientras atracan salarios y pensiones, las multinacionales de la energía, los bancos, las grandes superficies de la alimentación cuadruplican sus beneficios. Un reciente informe del Banco de España calcula que los beneficios ordinarios de la industria aumentaron en el 2021 un 110% y los del gran comercio y la hostelería un 181%. Nos dicen que el precio de la cesta de la compra ha subido por el encarecimiento del carburante pero lo cierto es que Repsol, Cepsa y BP también han duplicado sus beneficios este año. Las eléctricas no dejan de batir beneficios récord: en 2020 aumentaron un 28% hasta alcanzar los 3.018 millones y solo hasta agosto de 2022 cerraron cuentas con 3.548 millones, con el invierno todavía por delante.
Dicen también que si se aumentan los salarios al nivel del IPC se “acelera la espiral inflacionista”, pues muy bien: ¡Que se haga un aumento de emergencia de salarios y pensiones!, ¡cláusulas de revisión salarial automáticas acorde al IPC! y ¡QUE CONGELEN LOS PRECIOS! Lo opuesto, cómo hacen, es cargar sobre las espaldas de l@s trabajador@s el fardo de la crisis capitalista.
¿Un gobierno progresista o patronal?
Las medidas temporales anunciadas por el gobierno de rebajas del IRPF a los salarios más bajos o de subida ridícula de impuestos a las grandes fortunas ni resuelven el problema de los salarios de miseria, ni el de las pensiones públicas, ni va a acabar con el robo manifiesto de los capitalistas. Esas están orientadas a la galería y supeditadas a los intereses de multinacionales y oligopolios eléctricos, a los que siguen engordando para acometer una “transición verde” que es mentira.
Anuncian subidas de un Salario Mínimo Interprofesional (SMI) del que quedan fuera millones de trabajadores y trabajadoras, cuyos contratos a tiempo parcial o fijos discontinuos hacen que su salario no alcance siquiera esa cantidad. Al igual sucede con el 72% de los y las pensionistas, porque cerca de 6 millones reciben pensiones por debajo del SMI y a esta cifra hay que incrementarla otras 425.000 pensiones no contributivas. Se llenan la boca con la subida de las pensiones en un 8,5% para el 2023, pero el 2021 terminó con un 6,5% y las pensiones subieron un 2% y este año las previsiones para el IPC a final de año no bajan del 8%. Hay que recordar que el 45% de las pensiones no llegan a 800€ y lo peor es que esa subida, que no garantiza mantener el poder adquisitivo, se hace a cambio de proseguir su privatización vía las entidades de previsión social voluntaria (EPSV) y seguir trabajando para meter una nueva reforma de las pensiones que aumente los años cotizados (de 25 a 35 años o toda la vida laboral) para el cálculo de la pensión. Si la subida (si es verdad que se concreta) llega al 8,5% habrá que adjudicarsela al mérito de la lucha de los y las pensionistas y no a la “generosidad” de un Ministro trilero como José Luis Escrivá que, entre otras, “se sacó de la chistera la fórmula del IPC medio, para sustituir tradicional IPC real” (Co.bas pensionistas).
A costa de unas “ayudas” de la Unión Europea, que perpetúan la dependencia y hacen crecer una deuda pública que sigue batiendo niveles históricos y que pagaremos los y las trabajadoras y el pueblo, el gobierno da migajas temeroso de que aparezcan explosiones sociales ante una situación insostenible y un malestar creciente.
No hay otra manera: o con la patronal o con la clase obrera
La situación actual exige medidas de choque para acabar con este abuso, como la subida general de salarios y pensiones, las cláusulas de revisión automáticas, contratos a jornada completa y reducción, por Ley general, de la jornada sin reducir el salario; pensiones públicas garantizadas por los Presupuestos Generales del Estado y nacionalizar las empresas estratégicas (bancos, energéticas, industriales, tecnológicas y comerciales) ¡sin indemnización y bajo control obrero!, medidas realmente anticapitalistas como estas que formen parte de un plan global que reorganice la economía, al servicio de las necesidades de la población y la sostenibilidad ambiental.
Por ello Corriente Roja compartimos la absoluta necesidad de DAR UNA RESPUESTA GENERAL DE LA CLASE OBRERA y por ello trabajamos y trabajaremos todos los días desde la mayor unidad de acción y construyendo organismos de Frente Único de la clase obrera porque esa unidad es para luchar. Por eso estaremos con los y las pensionistas en la Marcha a Madrid del próximo 15 de octubre, como estamos con la justa lucha de los y las bomber@s forestales, de los y las trabajadoras de la Administración Pública con contratos en fraude de ley; de los y las trabajadoras de Amazon, Lidl… que desde las empresas están luchando por la subida salarial y estamos con las luchas de la juventud y las y los oprimidos.
Los dirigentes de CCOO y UGT están llamando en estos días a una “gran movilización” el 3 de noviembre… pero no para luchar sino para orquestar un nuevo fraude: El Pacto de Rentas. Un pacto que en los hechos ya aplican firmando convenios de miseria, que pretende que la clase trabajadora sigamos perdiendo poder adquisitivo, a cambio de que la patronal “modere” sus beneficios. Son la burocracia sindical, los cómplices y palmeros de estos gobiernos burgueses, pro-patronales, se digan “liberales” o “progresistas.
¡Vente a construir Corriente Roja!
Para construir una ORGANIZACIÓN OBRERA REVOLUCIONARIA, para construir un PROYECTO DE SALIDA SOCIALISTA A ESTE SISTEMA CAPITALISTA, para acabar con la falsa ilusión de cambiar el mundo o salvar el planeta yendo a votar cada cuatro años en una elecciones antidemocráticas. Corriente Roja trabajamos para construir una organización anclada en la clase trabajadora, la juventud y los sectores oprimidos; que impulse con ellos, ellas y elles las luchas desde cada puesto de trabajo, centro de estudio, barrio o pueblo, desde los sindicatos obreros y las organizaciones de les oprimides.