1/ La Diada nacional de Cataluña de este año tiene lugar con el movimiento independentista en horas bajas, profundamente desencantado con los partidos independentistas, integrados en los mecanismos autonomistas de la Monarquía española y enredados en trifulcas penosas. Tenemos la Presidencia y el Gobierno de la Generalitat, junto con sus diputados y diputadas a Madrid, apoyando en el gobierno Sánchez y el presidente Aragonés embarcado en un diálogo tramposo con el Estado, promoviendo pactos que dan la espalda a las reivindicaciones nacionales de Cataluña y son contrarios a los intereses básicos de la clase trabajadora.
2/ La convocatoria de este año de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) evidencia su ruptura con los “autodenominados partidos independentistas”. Es así que la ANC dice que “se ha acabado de esperar nada de los partidos” y que se tiene que poner “la independencia en el centro de la política y dejar los partidos atrás”. La ANC ha dicho que el voto que estos partidos han recibido hasta ahora “no es indefinido ni gratuito” y que para las próximas elecciones en el parlamento “buscará los máximos apoyos para la propuesta de una lista cívica formada por personas dispuestas a implementar el mandato del 1 de Octubre”. La topada ha estado tan penetrante que el presidente Aragonés no se ha atrevido a participar de la manifestación.
3/ Es digno de mención que la ANC no haya hecho distinciones entre los dos partidos de gobierno (ERC y Junts x Cat) y la CUP. De hecho, no es tan extraño. La CUP hace mucho tiempo que forma parte del “bloque de gobernabilidad”, junto con los partidos independentistas del Gobierno. Esto ya viene de antes del referéndum del 1 de Octubre de 2017 y de la posterior Declaración ficticia de independencia del 27 de octubre. Gabriela Serra, exdiputada de la CUP durante aquellos días, lo reconoció abiertamente en una entrevista concedida a Gemma Nierga. La CUP, en aquellos momentos decisivos, en vez de denunciar la traición oficialista en la lucha por la República catalana y de promover una alternativa independiente, cerró filas con el Gobierno y fue cómplice del abandono de los centenares de miles que habían participado y defendido el referéndum del 1 de Octubre y hecho la huelga general del 3 de Octubre, de los que habían salido a la calle a defender la República ficticiamente proclamada.
4/ La ANC dice en su declaración que el nuevo embate independentista tiene que corregir “errores de hace cinco años”, entre los cuales destaca “no defender la independencia” así como haber considerado al Estado español como un estado democrático con el cual se podía negociar. Se olvida, sin embargo, de añadir que los dirigentes de la ANC (y Òmnium) participaron de esta orientación y que fueron cómplices necesarios que legitimaron la política derrotista de los partidos independentistas oficiales. La ANC tampoco dice nada de la confianza ciega que promovieron (ellos incluidos) en la UE, cuando la realidad demostró que la UE era, y continúa siendo, uno de los mayores enemigos de la República catalana.
Finalmente, la ANC se ratifica en la “lucha no violenta” y proclama el ejemplo de Gandhi, o sea, nos dice que tenemos que estar dispuestos a sufrir pasivamente de nuevo una represión tan brutal como la del referéndum del 1-O sin presentar una autodefensa organizada y masiva.
La propuesta de la ANC se concentra ahora en hacer de las próximas elecciones autonómicas unas elecciones plebiscitarias donde gane una candidatura independentista cívica, independiente de los partidos independentistas oficiales.
5/ Corriente Roja repudiamos la política de los “autodenominados” partidos independentistas, que se han convertido en un obstáculo colosal en la lucha por la proclamación de la República catalana. Ésta nunca será conquistada mediante negociaciones imposibles con el régimen monárquico heredero del franquismo, sino enfrentándolo y buscando la alianza con los pueblos del Estado, uniendo fuerzas para echar la Monarquía y establecer una unión libre de Repúblicas.
Corriente Roja llamamos en particular a la juventud trabajadora catalana a asumir esta batalla, que no podemos entender sino como parte de la lucha por las reivindicaciones políticas, sociales y ambientales, de la lucha por el socialismo, por una Europa socialista de los trabajadores y de los pueblos.